Musica Para el Alma

domingo, 20 de mayo de 2018

LECTURAS LARGAS

PRIMERA LECTURA
De la segunda carta a los Corintios 1, 15-2, 11
RAZÓN DEL CAMBIO DE RUTA DEL APÓSTOL
Hermanos: Tenía yo el propósito de ir primero a vosotros para proporcionaros después una segunda gracia, es decir, ir a Macedonia pasando a veros a vosotros y luego, al volver de Macedonia, volver ahí, y ser encaminado por vosotros hacia Judea. ¿Os parece que obré sin más ni más al formar este plan? ¿O que formo mis proyectos con veleidad humana, de modo que para mí el «sí» sea lo mismo que el «no»? Tan cierto como Dios es veraz, que nuestra palabra a vosotros dirigida no es «sí y no». Porque el Hijo de Dios, Cristo Jesús, que os hemos predicado yo, Silvano y Timoteo, no ha sido «sí y no». En él solamente ha habido y hay «sí». Todas las promesas hechas por Dios han tenido su «sí» en Cristo. Por eso, por medio de él decimos «Amén» a la gloria de Dios, para darle gloria. Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros. Él nos ha ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.

¡Por mi vida! Pongo por testigo a Dios de que si todavía no he vuelto a Corinto, ha sido por consideración a vosotros. No es que intentemos dominar en vuestra Iglesia, sino que colaboramos con vuestra alegría, pues pertenecéis a la Iglesia. Y yo he hecho el firme propósito de no ir a vosotros otra vez con pesadumbres, pues si yo os aflijo, ¿quién me va a alegrar sino vosotros, que estaréis entristecidos por causa mía? Y en estos mismos términos os escribí, para que, cuando fuese a vosotros, no tuviera que afligirme por causa de aquellos mismos que deberían alegrarme. Yo tengo plena confianza en todos vosotros; sé que mi gozo es a la vez el vuestro. Os escribí con gran pesar y angustia de corazón, con muchas lágrimas, y no para afligiros, sino para que os dieseis cuenta del amor inmenso que os tengo.

Si alguno ha causado aflicción, sepa que no me ha afligido sólo a mí, sino en cierto modo -para no exagerar- a todos vosotros. Sea bastante para este tal el castigo que le ha infligido la mayoría, tanto, que ahora debéis hacer lo contrario, perdonarlo y darle ánimos, no sea que el excesivo pesar lo agobie. Por esto os ruego que os determinéis a usar de caridad para con él. Y con este mismo fin os escribí: para conocer y probar si sois obedientes en todo. A aquel a quien vosotros perdonéis también perdono yo. Lo que yo he perdonado -si es que realmente tuve algo que perdonar- lo he hecho por amor a vosotros en presencia de Cristo. Así no seremos víctimas de los ardides de Satanás, pues no ignoramos sus propósitos.
RESPONSORIO    2Co 1, 21-22; Dt 5, 2. 4
R. Dios es quien nos confirma en Cristo; él nos ha ungido, él nos ha sellado, * y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.
V. El Señor nuestro Dios ha hecho alianza con nosotros, cara a cara nos ha hablado.
R. Y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.
SEGUNDA LECTURA
De las obras oratorias de Bossuet, obispo de Meaux, sobre la bienaventurada Virgen María
(Sermón sobre la fiesta del escapulario: Oeuvres oratoires, edición Lebarq, Desclée de Brouver 1926, I, 388-389)
MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA
La santa Virgen María es la verdadera Eva, la verdadera madre de todos los vivientes. Vivid, vivid, y María será vuestra madre. Pero vivid de Jesucristo y por Jesucristo, porque incluso María tiene vida únicamente de Jesucristo y por Jesucristo.

La maternidad de la santa Virgen es una realidad innegable. Por otra parte, que María sea madre de los cristianos es algo que no puede ser más oportuno; éste fue también el designio de Dios, revelado ya desde el paraíso. Pero para que esta realidad penetre más profundamente en vuestros corazones, debéis admirar el modo como este designio de Dios llegó a cumplimiento en el Evangelio de nuestro Salvador, contemplando cómo Jesús quiso asociar a sí a la santa Virgen al engendrarnos por medio del alumbramiento de su sangre, que siempre tan fértil, produjo frutos agradables al Padre.

En aquella ocasión, san Juan representaba la universalidad de los fieles. Entended mi raciocinio: todos los demás discípulos del Salvador abandonaron a Jesús. Dios permitió que esto sucediera así para que comprendiéramos que son pocos los que siguen a Jesús hasta su cruz.
Así, pues, habiéndose dispersado todos los demás discípulos, la providencia quiso que, junto al Dios que moría, no permaneciera sino Juan, el discípulo amado. Él fue el único, él, el verdadero fiel; porque únicamente es verdadero fiel de Jesús el que le sigue hasta la cruz. Y fue así como este único fiel representó a todos los fieles. Por consiguiente, cuando Jesucristo, hablando a su Madre, le dice que Juan es su hijo, no penséis que considera a san Juan como un hombre particular: en la persona de Juan entrega a María todos sus discípulos, todos sus fieles, todos los herederos de la nueva alianza, todos los hijos de su cruz.

Por esto, precisamente, llama a María «Mujer»; con esta expresión quería significar «Mujer por excelencia, Mujer elegida singularmente para ser la madre del pueblo elegido». «Oh Mujer, oh nueva Eva -le dice-, ahí tienes a tu hijo; por tanto, Juan y todos los fieles a quienes él representa son tus hijos. Juan es mi discípulo, mi discípulo amado; recibe, pues, en su persona a todos los cristianos, porque aquí Juan los representa a todos, ya que todos ellos son, como lo es Juan, mis discípulos, mis discípulos amados.» Esto es lo que el Salvador quería significar a su santa Madre.

Y lo que más importante se me antoja en este hecho es que Jesús dirija estas palabras a María desde la cruz. Porque en la cruz es donde el Hijo de Dios nos dio la vida y nos engendró a la gracia por la fuerza de su sangre derramada por nosotros. Y es precisamente desde la cruz desde donde significa a la purísima virgen María que ella es madre de Juan y madre de todos los fieles. Mujer, ahí tienes a tu hijo, le dice. En estas palabras contemplo al nuevo Adán que, al engendrarnos por su muerte, asocia a la nueva Eva, su santa Madre, en la generación, casta y misteriosa, de los hijos del nuevo Testamento.
RESPONSORIO    Jn 19, 26; cf. Gn 3, 20
R. «Mujer, ahí tienes a tu hijo», dijo Jesús a su madre; luego dijo al discípulo: * «Ahí tienes a tu madre.»
V. Se llamará nueva Eva, por ser la madre de todos los vivientes.
R. Ahí tienes a tu madre.

ORACIÓN.
OREMOS,
Señor, Padre de misericordia, cuyo Hijo, clavado en la cruz, proclamó como Madre nuestra a su Madre, santa María virgen, concédenos por su mediación amorosa, que tu Iglesia, cada día más fecunda, se llene de gozo por la santidad de sus hijos, y atraiga a su seno a todos los pueblos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.