De la primera carta del apóstol san Pedro 3, 1-17
LA IMITACIÓN DE CRISTO
Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos para que, si incluso algunos no creen en la palabra, sean ganados no por palabras, sino por la conducta de sus mujeres, al considerar vuestra conducta casta y respetuosa.
Que vuestro adorno no esté en el exterior: en peinados, joyas y modas, sino en lo oculto del corazón, en la incorruptibilidad de un alma dulce y serena: esto es precioso ante Dios. Así se adornaban en otro tiempo las santas mujeres que esperaban en Dios, siendo sumisas a sus maridos; así obedeció Sara a Abraham, llamándole señor. De ella os hacéis hijas cuando obráis bien, sin tener ningún temor.
Maridos, en la vida común sed comprensivos con la mujer, que es un ser más frágil, tributándoles honor como coherederas que son también de la gracia de vida, para que vuestras oraciones no encuentren obstáculo.
En conclusión, procurad todos tener un mismo pensar y un mismo sentir: con afecto fraternal, con ternura, con humildad. No devolváis mal por mal o insulto por insulto; al contrario, responded con una bendición, porque vuestra vocación mira a esto: a heredar una bendición.
«El que quiera amar la vida y ver días felices refrene su lengua del mal y sus labios de la falsedad; apártese del mal y obre el bien; busque la paz y corra tras ella. Porque los ojos del Señor se fijan en los justos y sus oídos atienden a sus ruegos; pero el Señor se enfrenta con los que hacen el mal.»
¿Quién os podrá hacer daño si os dedicáis al bien? Y si tuvierais que sufrir por ser honrados, ¡dichosos vosotros! No les tengáis miedo ni os asustéis; sino glorificad en vuestros corazones a Cristo Señor y estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere; pero con mansedumbre y respeto y en buena conciencia, para que en aquello mismo en que sois calumniados queden confundidos los que denigran vuestra buena conducta en Cristo; que mejor es padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el mal.
RESPONSORIO Lc 6, 22. 23; 1Pe 3, 14a
R. Dichosos seréis cuando los hombres os aborrezcan y proscriban vuestro nombre como infame, a causa del Hijo del hombre; * alegraos entonces y saltad de gozo, porque será grande en el cielo vuestra recompensa. Aleluya.
V. Si tuvierais que sufrir por ser honrados, ¡dichosos vosotros!
R. Alegraos entonces y saltad de gozo, porque será grande en el cielo vuestra recompensa. Aleluya.