Musica Para el Alma

martes, 10 de enero de 2017

lectura larga

De la carta a los Romanos 2, 1-16
EL JUSTO JUICIO DE DIOS
No tienes ninguna excusa, tú, hombre, quienquiera que seas, que te haces el juez: en aquello mismo en que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque haces eso mismo que condenas. Por otra parte, sabemos que el juicio de Dios es según verdad contra los que cometen tales pecados. Y tú, que condenas a quienes tal hacen y, con todo, lo haces tú mismo, ¿piensas escapar del juicio de Dios? ¿O es que desprecias las riquezas de su bondad, de su paciencia y de su longanimidad, no reconociendo que esta bondad de Dios quiere llevarte al arrepentimiento?

Por tu obstinación y por la impenitencia de tu corazón, vas almacenando cólera divina para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios. Él dará a cada uno según sus obras: vida eterna a cuantos, perseverando en el bien obrar, buscan la gloria, el honor y la inmortalidad; pero ira e indignación a los contumaces que se rebelan contra la verdad y se someten al mal. Tribulación y angustia para cuantos obran la maldad, primero para el judío, luego para el gentil; pero gloria, honor y paz para todos cuantos obran el bien, primero para el judío, y luego para el gentil. En Dios no hay acepción de personas.

Todos los que pecaron sin conocer la ley perecerán sin la ley; y cuantos pecaron con conocimiento de la ley serán juzgados por la ley. Porque no los que escuchan la explicación de la ley son justos ante Dios; sino que serán justificados aquellos que la pongan en práctica. Y así es.

Los gentiles, que no tienen ley, cuando, guiados por la razón, cumplen los preceptos de la ley, ellos mismos, sin tenerla, son ley para sí: ellos mismos demuestran la realidad de la ley escrita en sus corazones, cuando su conciencia les da testimonio de ello, y cuando sus dictámenes van proponiendo censuras o hasta mutuos elogios.

Todo esto lo veremos el día en que Dios por medio de Jesucristo, conforme a mi mensaje evangélico, juzgue las acciones ocultas de los hombres.
RESPONSORIO    Rm 2, 4-5; Sir 16, 13. 15
R. ¿Es que desprecias tú, hombre, las riquezas de la bondad de Dios, de su paciencia y de su longanimidad, no reconociendo que esta bondad de Dios quiere llevarte al arrepentimiento? Por tu obstinación y por la impenitencia de tu corazón, * vas almacenando cólera divina para el día del justo juicio de Dios.
V. Tan grande como su compasión es su escarmiento; cada uno recibirá según sus obras.
R. Vas almacenando cólera divina para el día del justo juicio de Dios.