Lecturas
del Lunes de la XXVII Semana del Tiempo Ordinario
06 Oct 2025
Primera Lectura
Comienzo de la profecía de Jonás (1,1–2,1.11):
Jonás, hijo de Amitai, recibió la palabra del
Señor: «Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y proclama en ella: «Su
maldad ha llegado hasta mí.»» Se levantó Jonás para huir a Tarsis, lejos del
Señor; bajó a Jafa y encontró un barco que zarpaba para Tarsis; pagó el precio
y embarcó para navegar con ellos a Tarsis, lejos del Señor. Pero el Señor envió
un viento impetuoso sobre el mar, y se alzó una gran tormenta en el mar, y la
nave estaba a punto de naufragar. Temieron los marineros, e invocaba cada cual
a su dios. Arrojaron los pertrechos al mar, para aligerar la nave, mientras
Jonás, que había bajado a lo hondo de la nave, dormía profundamente.
El capitán se le acercó y le dijo: «¿Por qué duermes? Levántate e invoca a tu
Dios; quizá se compadezca ese Dios de nosotros, para que no perezcamos.»
Y decían unos a otros: «Echemos suertes para ver por culpa de quién nos viene
esta calamidad.»
Echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás. Le interrogaron: «Dinos, ¿por
qué nos sobreviene esta calamidad? ¿Cuál es tu oficio? ¿De dónde vienes? ¿Cuál
es tu país? ¿De qué pueblo eres?»
Él les contestó: «Soy un hebreo; adoro al Señor, Dios del cielo, que hizo el
mar y la tierra firme.»
Temieron grandemente aquellos hombres y le dijeron: «¿Qué has hecho?» Pues
comprendieron que huía del Señor, por lo que él había declarado.
Entonces le preguntaron: «¿Qué haremos contigo para que se nos aplaque el mar?»
Porque el mar seguía embraveciéndose.
Él contestó: «Levantadme y arrojadme al mar, y el mar se aplacará; pues sé que
por mi culpa os sobrevino esta terrible tormenta.»
Pero ellos remaban para alcanzar tierra firme, y no podían, porque el mar
seguía embraveciéndose. Entonces invocaron al Señor, diciendo: «¡Ah, Señor, que
no perezcamos por culpa de este hombre, no nos hagas responsables de una sangre
inocente! Tú eres el Señor que obras como quieres.»
Levantaron, pues, a Jonás y lo arrojaron al mar; y el mar calmó su cólera. Y
temieron mucho al Señor aquellos hombres. Ofrecieron un sacrificio al Señor y
le hicieron votos. El Señor envió un gran pez a que se comiera a Jonás, y
estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches seguidas. El Señor
dio orden al pez, y vomitó a Jonás en tierra firme.
Palabra de Dios
Salmo
Jon 2,3.4.5.8
R/. Sacaste mi vida de la fosa,
Señor
En mi aflicción clamé al Señor
y me atendió;
desde el vientre del abismo pedí auxilio,
y escuchó mi clamor. R/.
Me arrojaste a lo profundo en alta mar,
me rodeaban las olas,
tus corrientes y tu oleaje
pasaban sobre mí. R/.
Yo dije: «Me has arrojado de tu presencia;
quién pudiera ver de nuevo tu santo templo.» R/.
Cuando se me acababan las fuerzas
me acordé del Señor;
llegó hasta ti mi oración,
hasta tu santo templo. R/.
Lecturas
del Lunes de la XXVII Semana del Tiempo Ordinario
06 Oct 2025
Evangelio
*Lectura del santo evangelio
según san Lucas (10,25-37)*
En aquel tiempo, se presentó un maestro de la
Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer
para heredar la vida eterna?»
Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?»
Él contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma
y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»
Él le dijo: «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.»
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: «¿Y quién
es mi prójimo?»
Jesús dijo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos
bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo
medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo,
dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel
sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de
viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le
vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura,
lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y,
dándoselos al posadero, le dijo: «Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo
pagaré a la vuelta.» ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo
del que cayó en manos de los bandidos?»
Él contestó: «El que practicó la misericordia con él.»
Díjole Jesús: «Anda, haz tú lo mismo.»
Palabra del Señor
*Que la
Paz del Señor llegue primero a vuestros corazones antes que mis palabras*
(«¿Quién
es mi prójimo?»).
*Jesús como gran maestro está tratando de que pueda
aprender esta lección que es tan importante para tener vida y vida eterna, él
está haciendo todo lo posible de que lo descubra a él mismo que es el
camino la verdad y la vida. Me está obligando a mirar allí donde muchas veces
me niego a mirar. Él quiere que mis ojos se fijen con atención, con sinceridad
y con amor; allí donde pienso que no hay nada que buscar, que no tengo nada que
aprender y que muchas veces rechazo. La buena noticia para mi es que el Señor,
me da la oportunidad de ver y escuchar que siempre hay algo que puedo aprender
de esas personas que muchas veces rechazo por la razón que sea. El Señor a mí
no me rechaza y también tengo cosas malas, defectos, mañas y vivo así dentro de
las personas. El Señor, desea y quiere que yo pueda amar, sin miedo y sin rechazo,
porque él este vestido de la misma manera, y de la misma forma de esas personas
a las que rechazo*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.