Musica Para el Alma

martes, 17 de diciembre de 2024

LAUDES Y VISPERAS DEL MIERCOLES 18


 

*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*

 

Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén

 

*Laudes - 18 DE DICIEMBRE 2024*

El siguiente es el formulario que corresponde a laudes de la liturgia de las horas para el día, miércoles, 18 de diciembre de 2024.

 

Invitatorio

 

V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

 

 

Antifona: El Señor está cerca, venid, adorémosle.

 

Salmo 94

Invitación a la alabanza divina

Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)

 

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

(Se repite la antífona)

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

(Se repite la antífona)

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

(Se repite la antífona)

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

(Se repite la antífona)

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»

(Se repite la antífona)

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

 

(Se repite la antífona)

 

Laudes

 

Himno

 

Ya muy cercano, Emmanuel
hoy te presiente Israel,
que en triste exilio vive ahora
y redención de ti implora.

Ven ya, del cielo resplandor,
Sabiduría del Señor,
pues con tu luz, que el mundo ansía,
nos llegará nueva alegría.

Llegando estás, Dios y Señor,
del Sinaí legislador,
que la ley santa promulgaste
y tu poder allí mostraste.

Ven, Vara santa de Jesé,
contigo el pueblo a lo que fue
volver espera, pues aún gime
bajo el cruel yugo que lo oprime.

Ven, Llave de David, que al fin
el cielo abriste al hombre ruin
que hoy puede andar libre su vía,
con la esperanza del gran día.

Aurora tú eres que, al nacer,
nos trae nuevo amanecer,
y, con tu luz, viva esperanza
el corazón del hombre alcanza.

Rey de la gloria, tu poder
al enemigo ha de vencer,
y, al ayudar nuestra flaqueza,
se manifiesta tu grandeza. Amén.

 

Salmodia

 

Antífona 1: Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.

 

Salmo 85

Oración de un pobre ante las adversidades

Bendito sea Dios que nos alienta en nuestras luchas. (2Co 1,3.4)

 

Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;

porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.

En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.

Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor,
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.»

Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.

Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu gran piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.

Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.

Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

 

Antífona 2: Dichoso el hombre que camina por sendas de justicia y habla con rectitud.

 

Is 33,13-16

Dios juzgará con justicia

La promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y para todos los que están lejos. (Hch 2,39)

 

Los lejanos, escuchad lo que he hecho;
los cercanos, reconoced mi fuerza.

Temen en Sión los pecadores,
y un temblor agarra a los perversos;
«¿Quién de nosotros habitará un fuego devorador,
quién de nosotros habitará una hoguera perpetua?»

El que procede con justicia y habla con rectitud
y rehúsa el lucro de la opresión,
el que sacude la mano rechazando el soborno
y tapa su oído a propuestas sanguinarias,
el que cierra los ojos para no ver la maldad:
ése habitará en lo alto,
tendrá su alcázar en un picacho rocoso,
con abasto de pan y provisión de agua.

 

Antífona 3: Aclamad al Rey y Señor.

 

Salmo 97

El Señor, juez vencedor

Este salmo canta la primera venida del Señor y la conversión de las naciones. (S. Atanasio)

 

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad:

tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor.

Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes
al Señor, que llega para regir la tierra.

Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.

 

Lectura Breve

Rm 13, 11b-12

Ya es hora que despertéis del sueño, pues la salud está ahora más cerca que cuando
abrazamos la fe. La noche va pasando, el día está encima; desnudémonos, pues, de las
obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz.

 

Responsorio Breve

 

V. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
V. Su gloria aparecerá sobre ti.
R. Amanecerá el Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.

 

 

V. Levantaos, alzad la cabeza.
R. Se acerca vuestra liberación.

 

Lecturas

 

Primera Lectura

Del libro del profeta Isaías 46, 1-13

EL SEÑOR CONTRA LOS DIOSES DE BABILONIA

 

Bel se desploma, Nebo se derrumba, sus ídolos van sobre animales y bestias de carga;
llevados como fardos sobre un animal desfallecido. Se derrumbaron, se desplomaron
todos, no pudieron salvar la carga; ellos mismos van cautivos.
Escuchadme, casa de Jacob, y todos los supervivientes de la casa de Israel, los que
habéis sido transportados desde el seno, llevados desde el vientre materno. Hasta vuestra
vejez, yo seré el mismo, hasta que se os vuelva el pelo blanco, yo os llevaré. Ya lo tengo
hecho, yo me encargaré, yo me encargo de ello, yo os salvaré.
¿A quién me podréis asemejar o comparar? ¿A quién me asemejaréis para que seamos
parecidos? Sacan el oro de sus bolsas, pesan la plata en la balanza, y pagan a un orfebre
para que les haga un dios, al que adoran y ante el cual se postran. Se lo cargan al hombro
y lo transportan, lo colocan en su sitio y allí se queda. No se mueve de su lugar. Hasta
llegan a invocarle, mas no responde, no salva de la angustia.
Recordad esto y sed hombres, tened seso, rebeldes, recordad lo pasado desde antiguo,
pues yo soy Dios y no hay ningún otro, yo soy Dios, no hay otro como yo.
Yo anuncio desde el principio lo que viene después y desde el comienzo lo que aún no
ha sucedido. Yo digo: Mis planes se realizarán y todos mis deseos llevaré a cabo. Yo llamo
del Oriente un ave rapaz de un país lejano al hombre en quien pensé. Tal como lo he
dicho, así se cumplirá; como lo he planeado, así lo haré.
Escuchadme vosotros, los que habéis perdido el corazón, los que estáis alejados de lo
justo. Yo hago acercarse mi victoria, no está lejos, mi salvación no tardará. Pondré
salvación en Sión, mi prez será para Israel.

 

Responsorio Is 46, 12. 13

 

R. Escuchadme, los desanimados, que os creéis lejos de la victoria: * Daré la salvación en
Sión y mi honor será para Israel.
V. Yo acerco mi victoria, no está lejos, mi salvación no tardará.

R. Daré la salvación en Sión y mi honor será para Israel.

 

 

Segunda Lectura

 

De la Carta a Diogneto

(Caps. 8, 5-9, 6: Funk I, 325-327)

 

DIOS HA REVELADO SU CARIDAD POR MEDIO DE SU HIJO

 

Nadie pudo ver ni dar a conocer a Dios, sino que fue él mismo quien se reveló. Y lo hizo
mediante la fe, único medio de ver a Dios. Pues el Señor y Creador de todas las cosas,
que lo hizo todo y dispuso cada cosa en su propio orden, no sólo amó a los hombres, sino
que fue también paciente con ellos. Siempre fue, es y seguirá siendo benigno, bueno,
incapaz de ira y veraz; más aún, es el único bueno; y cuando concibió en su mente algo
grande e inefable, lo comunicó únicamente con su Hijo.
Mientras mantenía en lo oculto y reservaba sabiamente su designio, podía parecer que
nos tenía olvidados y no se preocupaba de nosotros; pero, una vez que, por medio de su
Hijo querido, reveló y manifestó todo lo que se hallaba preparado desde el comienzo, puso
a la vez todas las cosas a nuestra disposición: la posibilidad de disfrutar de sus beneficios,
y la posibilidad de verlos y comprenderlos. ¿Quién de nosotros se hubiera atrevido a
imaginar jamás tanta generosidad?
Así pues, una vez que Dios ya lo había dispuesto todo en compañía de su Hijo, permitió
que, hasta la venida del Salvador, nos dejáramos arrastrar, a nuestro arbitrio, por
desordenados impulsos, y fuésemos desviados del recto camino por nuestros voluptuosos
apetitos; no porque, en modo alguno, Dios se complaciese con nuestros pecados, sino por
tolerancia; ni porque aprobase aquel tiempo de iniquidad, sino porque era el creador del
presente tiempo de justicia, de modo que, ya que en aquel tiempo habíamos quedado
convictos por nuestras propias obras de ser indignos de la vida, la benignidad de Dios se
dignase ahora otorgárnosla, y una vez que habíamos puesto de manifiesto que por
nuestra parte no seríamos capaces de tener acceso al reino de Dios, el poder de Dios nos
concediese tal posibilidad.
Y cuando nuestra injusticia llegó a su colmo y se puso completamente de manifiesto
que el suplicio y la muerte, su recompensa, nos amenazaban, al llegar el tiempo que Dios
había establecido de antemano para poner de manifiesto su benignidad y poder (¡inmensa
humanidad y caridad de Dios!), no se dejó llevar del odio hacia nosotros ni nos rechazó, ni
se vengó, sino que soportó y echó sobre sí con paciencia nuestros pecados, asumiéndolos
compadecido de nosotros, y entregó a su propio Hijo como precio de nuestra redención: al
santo por los inicuos, al inocente por los culpables, al justo por los injustos, al
incorruptible por los corruptibles, al inmortal por los mortales. ¿Qué otra cosa que no fuera
su justicia pudo cubrir nuestros pecados? ¿Por obra de quién, que no fuera el Hijo único
de Dios, pudimos nosotros quedar justificados, inicuos e impíos como éramos?
¡Feliz intercambio, disposición fuera del alcance de nuestra inteligencia, insospechados
beneficios: la iniquidad de muchos quedó sepultada por un solo justo, la justicia de uno
solo justificó a muchos injustos!

 

Responsorio Hch 4, 12; Is 9, 6

 

R. En ningún otro se encuentra la salud; * y no hay bajo el cielo otro nombre dado a los
hombres por el que nosotros debamos salvarnos.
V. Será llamado: «Consejero admirable», «Dios poderoso», «Padre sempiterno» y
«Príncipe de la paz».
R. Y no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos
salvarnos.

 

Lecturas del Feria de Adviento (18 de diciembre)

18 Dic 2024

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,18-24)

 

La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrán por nombre Emmanuel,
que significa “Dios-con-nosotros”».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.

 

Palabra del Señor

 

Canto Evangélico

 

Antifona: No dejéis de velar: pronto llegará el Señor, nuestro Dios.

 

Benedictus Lc 1, 68-79

El Mesías y su precursor

 

+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

 

Preces

 

Roguemos, hermanos, al Señor Jesús, juez de vivos y muertos, y digámosle:   Ven, Señor Jesús.

 

Señor Jesucristo, tú que viniste a salvar a los pecadores,
— líbranos de caer en la tentación.

 

Tú que vendrás con gloria para juzgar a tu pueblo,
— muestra en nosotros tu poder salvador.

 

Ayúdanos a cumplir con fortaleza de espíritu los preceptos de tu ley,
— para que podamos esperar tu venida sin temor.

 

Tú que eres bendito por los siglos, — concédenos, por tu misericordia, que llevando ya desde ahora una vida sobria y religiosa esperemos con gozo tu gloriosa aparición.

 

Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.

 

Porque Jesucristo mismo nos lo enseñó, nos atrevemos a decir: Padre nuestro.

 

Padre Nuestro

 

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.

 

Oremos:

 

Concede, Señor, a los que vivimos oprimidos por la antigua esclavitud del pecado ser
liberados por el nuevo y esperado nacimiento de tu Hijo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

 

Amén.

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

 

 

 

Vísperas - 18 DE DICIEMBRE 2024

El siguiente es el formulario que corresponde a vísperas de la liturgia de las horas para el día, miércoles, 18 de diciembre de 2024.

Vísperas

Invocación

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.

Himno

·         Himno 1

·         Himno 2

Alegría de nieve
por los caminos.
Todo espera la gracia
del Bien Nacido.

En desgracia los hombres,
dura la tierra.
Cuanta más nieve cae,
más cielo cerca.

La tierra tan dormida
ya se despierta.
Y hasta el hombre más muerto
se despereza.

Ya los montes se allanan
y las colinas,
y el corazón del hombre
vuelve a la vida. Amén.

Salmodia

Antífona 1: Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.

Salmo 125

Dios, alegría y esperanza nuestra

Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo. (2Co 1,7)

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

Antífona 2: Que el Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

Salmo 126

El esfuerzo humano es inútil sin Dios

Sois edificio de Dios. (1Co 3,9)

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Antífona 3: Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

Col 1,12-20

Himno a Cristo, primogénito de toda criatura y primer resucitado de entre los muertos

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Lectura Breve

Flp 4, 4-5

Estad siempre alegres en el Señor. Otra vez os lo digo: Estad alegres. Que vuestra bondad
sea conocida de todos. El Señor está cerca.

Responsorio Breve

V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
V. Y danos tu salvación.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Canto Evangélico

Antifona: Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza
ardiente y en el Sinaí le diste tu ley, ven a librarnos con el poder de tu brazo.

Magnificat Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Preces

Hermanos, oremos a Cristo, el Señor que viene a salvar a todos los hombres, y digámosle
confiadamente:
Ven, Señor Jesús.
Señor Jesucristo, que por el misterio de la encarnación manifestaste al mundo la gloria de
tu divinidad,
— vivifica al mundo con tu venida.
Tú que participaste de nuestra debilidad,
— concédenos tu misericordia.
Tú que en tu primera venida viniste humildemente para salvar al mundo de sus pecados,
— absuélvenos de todas las culpas, cuando vuelvas de nuevo con gloria y majestad.
Tú que lo gobiernas todo con tu poder,
— ayúdanos, por tu bondad, a alcanzar la herencia eterna.


Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.


Tú que estás sentado a la derecha del Padre,
— alegra con la visión de tu rostro a nuestros hermanos difuntos.
Con el deseo de que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres, digamos al Padre: Padre nuestro.

 

Padre Nuestro

 

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.

 

Oración

 

Concede, Señor, a los que vivimos oprimidos por la antigua esclavitud del pecado ser liberados por el nuevo y esperado nacimiento de tu Hijo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén.

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.