*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*TIEMPO DE ADVIENTO*
*JUEVES
DE LA SEMANA I*
Del propio del Tiempo. Salterio I
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se
acerca, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se
acerca, venid, adorémosle.
Himno: UNA CLARA VOZ RESUENA.
Una clara voz resuena
que las tinieblas repudia,
el sueño pesado ahuyéntase,
Cristo en el cielo fulgura.
Despierte el alma adormida
y sus torpezas sacuda,
que para borrar los males
un astro nuevo relumbra.
De arriba llega el Cordero
que ha de lavar nuestras culpas;
con lágrimas imploremos
el perdón que nos depura,
porque en su nueva venida
que aterroriza y conturba,
no tenga que castigarnos,
mas con piedad nos acuda.
Al Padre eterno la gloria,
loor al Hijo en la altura,
y al Espíritu Paráclito
por siempre alabanza suma. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
Salmo 56 - ORACIÓN MATUTINA DE UN AFLIGIDO.
Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad.
Invoco al Dios Altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad.
Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Han tendido una red a mis pasos
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.
Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.
Ant 2. «Mi pueblo se saciará de mis
bienes», dice el Señor.
Cántico: FELICIDAD DEL PUEBLO REDIMIDO Jr 31, 10-14
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño;
porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte.»
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor:
hacia el trigo y el vino y el aceite,
y los rebaños de ovejas y de vacas;
su alma será como un huerto regado,
y no volverán a desfallecer.
Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas;
alimentaré a los sacerdotes con manjares sustanciosos,
y mi pueblo se saciará de mis bienes.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Mi pueblo se saciará de mis
bienes», dice el Señor.
Ant 3. Grande es el Señor y muy digno de
alabanza en la ciudad de nuestro Dios.
Salmo 47 - HIMNO A LA GLORIA DE JERUSALÉN
Grande es el Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
su monte santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra:
el monte Sión, vértice del cielo,
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar.
Mirad: los reyes se aliaron
para atacarla juntos;
pero, al verla, quedaron aterrados
y huyeron despavoridos;
allí los agarró un temblor
y dolores como de parto;
como un viento del desierto,
que destroza las naves de Tarsis.
Lo que habíamos oído lo hemos visto
en la ciudad del Señor de los ejércitos,
en la ciudad de nuestro Dios:
que Dios la ha fundado para siempre.
¡Oh Dios!, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo:
como tu renombre, ¡oh Dios!, tu alabanza
llega al confín de la tierra;
tu diestra está llena de justicia:
el monte Sión se alegra,
las ciudades de Judá se gozan
con tus sentencias.
Dad la vuelta en torno a Sión,
contando sus torreones;
fijaos en sus baluartes,
observad sus palacios,
para poder decirle a la próxima generación:
«Este es el Señor, nuestro Dios.»
Él nos guiará por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Grande es el Señor y muy digno de
alabanza en la ciudad de nuestro Dios.
LECTURA BREVE Is 45, 8
Cielos, destilad el rocío; nubes, derramad al Justo; ábrase la tierra y brote
la salvación, y con ella germine la justicia.
RESPONSORIO BREVE
V. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
V. Su gloria aparecerá sobre ti.
R. Amanecerá el Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
V. Escuchad,
naciones, la palabra del Señor.
R. Y proclamadla en todos los confines de la
tierra.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías 16, 1-5; 17, 4-8
SIÓN REFUGIO DE LOS MOABITAS. CONVERSIÓN DE EFRAIM
Enviad corderos al soberano del país, desde la Peña del desierto al monte Sión.
Como aves espantadas, nidada dispersa, van las hijas de Moab por los vados del
Arnón. Danos consejo, toma una decisión; adensa tu sombra como la noche en
pleno mediodía; esconde a los fugitivos, no descubras al prófugo. Da asilo a
los fugitivos de Moab, sé tú su escondrijo ante el devastador.
Cuando cese la opresión, termine la devastación y desaparezca el que pisoteaba
el país, se fundará en la clemencia un trono: sobre él se sentará con lealtad,
bajo la tienda de David, un juez celoso del derecho, dispuesto a la justicia.
Aquel día, la gloria de Jacob será humillada y enflaquecerá la carne de su
cuerpo. Será como cuando el segador toma a brazadas la mies y su brazo siega
las espigas; como se espigan los rastrojos del valle de Refaím y queda sólo un
rebusco; como al varear el olivo quedan dos o tres aceitunas en lo alto de la
copa y cuatro o cinco en las ramas fecundas —oráculo del Señor, Dios de
Israel—.
Aquel día, el hombre mirará a su Hacedor, sus ojos contemplarán al Santo de
Israel; y ya no mirará los altares, hechura de sus manos, ni contemplará las
estelas y cipos que fabricaron sus dedos.
RESPONSORIO Jr 33, 15. 16; Is 16, 5
R. Suscitaré a David un vástago legítimo, que hará
justicia y practicará el derecho en la tierra. * Y
será llamado: «El-Señor-nuestra-justicia».
V. Se fundará en la clemencia un trono: sobre él
se sentará con lealtad un juez celoso del derecho, dispuesto a la justicia.
R. y será llamado: «El Señor-nuestra-justicia».
SEGUNDA LECTURA
Del Comentario de san Efrén, diácono, sobre el Diatéssaron
(Cap. 18, 15-17: SC 121, 325-328)
ESTAD PREPARADOS, CRISTO VENDRÁ NUEVAMENTE
Para que los discípulos no le preguntaran sobre el tiempo de su venida, Cristo
les dijo: Por lo que se refiere a aquella hora, nadie sabe nada; ni los ángeles
del cielo ni siquiera el Hijo. No toca a vosotros conocer el tiempo y la
ocasión. Lo ocultó para que estemos prevenidos y para que cada uno de nosotros
piense que ello puede tener lugar en su propio tiempo. Pues si Cristo hubiera
revelado el día de su venida, ésta se hubiera tornado un acontecimiento
indiferente y ya no sería un objeto de esperanza para los hombres de los distintos
siglos. Dijo que vendría, pero no dijo cuándo, y por eso todas las generaciones
y épocas lo esperan ansiosamente.
Aunque el Señor estableció las señales de su venida, sin embargo, en modo
alguno conocemos con exactitud su término; pues estas señales aparecen de muy
distintas maneras y pasan, y algunas de ellas todavía perduran. Con la última
venida pasará algo semejante a lo que pasó con la primera.
Así como los justos y los profetas esperaron al Mesías pensando que se había de
manifestar en su tiempo, también hoy cada uno de los cristianos desea que
llegue en sus propios días. Cristo no reveló el día de su venida,
principalmente por esta razón: para que todos comprendieran que aquel a cuyo
poder y dominio están sometidos los números y los tiempos no está sujeto al
destino ni a la hora. Pero el que desde toda la eternidad había determinado
este día y describió detalladamente las señales que lo precederían ¿cómo podía
ignorarlo? Por eso con aquellas palabras invitó a considerar sus señales, para
que, desde entonces y para siempre, las generaciones de todos los siglos
pensaran que su venida podría acontecer en su tiempo.
Estad en vela, porque cuando el cuerpo duerme es nuestra naturaleza la que
domina y obramos no guiados por nuestra voluntad, sino por los impulsos de
nuestra naturaleza. Y cuando un pesado sopor, por ejemplo, la pusilanimidad o
la tristeza, domina al alma, ésta es dominada por el enemigo y, bajo los
efectos de ese sopor, hace lo que no quiere. Los impulsos dominan a la
naturaleza y el enemigo al alma.
Por lo tanto, el Señor recomendó al hombre la vigilancia de todo su ser: del
cuerpo, para que evitara la somnolencia; del alma, para que evitara la
indolencia y la pusilanimidad, como dice la Escritura: Despertaos, como
conviene; y: Me levanté y estoy contigo; y también: No desfallezcáis. Por eso,
investidos de este ministerio, no sentimos desfallecimiento.
RESPONSORIO Is 55, 3-4; Hch 28, 28
R. Sellaré con vosotros alianza perpetua, la
promesa que aseguré a David: * lo he
puesto como testigo mío ante los pueblos, caudillo y soberano de naciones.
V. Esta salvación de Dios ha sido enviada a los
gentiles, y ciertamente que lo escucharán.
R. Lo he puesto como testigo mío ante los pueblos,
caudillo y soberano de naciones.
Lecturas del Jueves de
la I Semana de Adviento
05 Dic 2024
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (7,21.24-27)*
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino
el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel
hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron
los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió,
porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel
hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron
los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su
ruina fue grande».
Palabra
del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Aguardaré al Señor, mi salvador, y esperaré en él mientras se
acerca. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aguardaré al Señor, mi salvador, y
esperaré en él mientras se acerca. Aleluya.
PRECES
Invoquemos confiados a Cristo, fuerza y sabiduría de Dios, cuyo
gozo es estar con los hijos de los hombres, y digámosle:
Quédate junto a nosotros, Señor.
Señor Jesucristo, que nos has llamado al reino de tu luz,
haz que nuestra vida sea agradable a Dios Padre.
Tú que, desconocido por el mundo, has acampado entre nosotros,
manifiesta tu rostro a todos los hombres.
Tú que estás más cerca de nosotros que nosotros mismos,
fortalece nuestros corazones con la esperanza de la salvación.
Tú que eres la fuente de toda santidad,
consérvanos santos y sin mancha hasta el día de tu venida.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Digamos a nuestro Padre con toda confianza:
Padre nuestro...
ORACION
Muestra, Señor, tu poder y ven a socorrernos, para que la
abundancia de tu misericordia nos alcance los bienes que nuestros pecados han
retardado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: JESUCRISTO, PALABRA DEL PADRE.
Jesucristo, Palabra del Padre,
luz eterna de todo creyente:
ven, Señor, porque ya se hace tarde,
ven y escucha la súplica ardiente.
Cuando el mundo dormía en tinieblas,
en tu amor, tú quisiste ayudarlo
y trajiste, viniendo a la tierra,
esa vida que puede salvarlo.
Ya madura la historia en promesas,
sólo anhela tu pronto regreso;
si el silencio madura la espera,
el amor no soporta el silencio.
Con María, la Iglesia te aguarda
con anhelos de esposa y de Madre
y reúne a sus hijos, los fieles,
para juntos poder esperarte.
Cuando vengas, Señor, en tu gloria,
que podamos salir a tu encuentro
y a tu lado vivamos por siempre,
dando gracias al Padre en el reino. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por
siempre.
Salmo 29 - ACCIÓN DE GRACIAS POR LA CURACIÓN DE UN ENFERMO EN PELIGRO
DE MUERTE
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, Dios mío, a ti grité,
y tú me sanaste.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto,
por la mañana, el júbilo.
Yo pensaba muy seguro:
«No vacilaré jamás.»
Tu bondad, Señor, me aseguraba
el honor y la fuerza;
pero escondiste tu rostro,
y quedé desconcertado.
A ti, Señor, llamé,
supliqué a mi Dios:
«¿Qué ganas con mi muerte,
con que yo baje a la fosa?
¿Te va a dar gracias el polvo,
o va a proclamar tu lealtad?
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.»
Cambiaste mi luto en danzas,
me desataste el sayal y me has vestido de fiesta;
te cantará mi alma sin callarse.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú
me sanaste; te daré gracias por siempre.
Ant 2. Dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.
Salmo 31 - ACCIÓN DE GRACIAS DE UN PECADOR PERDONADO
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.
Mientras callé se consumían mis huesos,
rugiendo todo el día,
porque día y noche tu mano
pesaba sobre mí;
mi savia se me había vuelto
un fruto seco.
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.
Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará.
Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.
Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,
fijaré en ti mis ojos.
No seáis irracionales como caballos y mulos,
cuyo brío hay que domar con freno y brida;
si no, no puedes acercarte.
Los malvados sufren muchas penas;
al que confía en el Señor,
la misericordia lo rodea.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor,
aclamadlo, los de corazón sincero.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.
Ant 3. El Señor le dio el poder, el honor
y el reino, y todos los pueblos le servirán.
Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor le dio el poder, el honor
y el reino, y todos los pueblos le servirán.
LECTURA BREVE St 5, 7-8. 9b
Aguardad con paciencia, hermanos, hasta la manifestación del Señor. Ved cómo el
labrador espera el precioso fruto de la tierra. Lo va aguardando pacientemente,
hasta que la tierra reciba las lluvias tempranas y las tardías. Aguardad
también vosotros con toda paciencia, fortaleced vuestros corazones, porque la
manifestación del Señor está ya cerca. Mirad que el juez está a las puertas.
RESPONSORIO BREVE
V. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
R. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
V. Que brille tu rostro y nos salve.
R. Señor Dios de los ejércitos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendita tú entre las mujeres y
bendito el fruto de tu vientre.
PRECES
Imploremos a Cristo, luz resplandeciente que brilla para los que
habitan en tierras de sombra, como anunciaron los profetas, y digámosle:
Ven, Señor Jesús.
Cristo, Palabra de Dios, que en el principio creaste todas las cosas y en la
etapa final del mundo tomaste nuestra naturaleza humana,
ven y arráncanos de la muerte.
Luz verdadera que alumbra a todo hombre,
ven y disipa las tinieblas de nuestra ignorancia.
Hijo único que estás en el seno del Padre,
ven y danos a conocer el amor de Dios.
Cristo Jesús, que viniste a nosotros como Hijo del hombre,
concede a cuantos te reciben el poder de ser hijos de Dios.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que abres las puertas de todas las cárceles,
admite en el festín de tus bodas a cuantos aguardan a su entrada.
Siguiendo la enseñanza del Salvador, oremos a Dios, diciendo:
Padre nuestro..
ORACION
Muestra, Señor, tu poder y ven a socorrernos, para que la
abundancia de tu misericordia nos alcance los bienes que nuestros pecados han
retardado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.