*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*TIEMPO ORDINARIO*
VIERNES DE LA SEMANA XXIII
Del Común de pastores para un santo obispo y del Común de doctores de la
Iglesia. Salterio III
13 de septiembre
*SAN JUAN CRISÓSTOMO, obispo y doctor de la
Iglesia (MEMORIA)*.
Nació en Antioquía, hacia el año 349; después de recibir una excelente
formación, comenzó por dedicarse a la vida ascética. Más tarde fue ordenado
sacerdote y ejerció con gran provecho el ministerio de la predicación. El año
397 fue elegido obispo de Constantinopla, cargo en el que se comportó como un
pastor ejemplar, esforzándose por llevar a cabo una estricta reforma de las
costumbres del clero y de los fieles. La oposición de la corte imperial y de
los envidiosos lo llevó por dos veces al destierro. Acabado por tantas
miserias, murió en Comana, en el Ponto, el día 14 de septiembre del año 407.
Contribuyó en gran manera, por su palabra y escritos, al enriquecimiento de la
doctrina cristiana, mereciendo el apelativo de Crisóstomo, es decir, «Boca de
oro».
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos al Señor, fuente de
la sabiduría.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos al Señor, fuente de
la sabiduría.
Himno: PARA VOSOTROS, EL MISTERIO DEL PADRE.
Para vosotros, el misterio del Padre;
con vosotros, la luz del Verbo;
en vosotros, la llama del Amor
que es fuego.
¡Hontanares de Dios!,
¡hombres del Evangelio!,
¡humildes inteligencias luminosas!,
¡grandes hombres de barro tierno!
El mundo tiene hambre de infinito
y sed de cielo;
las criaturas nos atan a lo efímero
y nos vamos perdiendo en el tiempo.
Para nosotros,
el misterio que aprendisteis del Padre;
con nosotros, la luz que os dio el Verbo;
en nosotros, el Amor ingénito.
¡Hombres de Cristo, maestros de la Iglesia!
dadnos una vida y un anhelo,
la angustia por la verdad,
por el error el miedo.
Dadnos una vida de rodillas
ante el misterio,
una visión de este mundo de muerte
y una esperanza de cielo.
Padre, te pedimos para la Iglesia
la ciencia de estos maestros. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Contra ti, contra ti solo pequé, Señor; ten misericordia de mí.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Contra ti, contra ti solo pequé,
Señor; ten misericordia de mí.
Ant 2. Reconocemos, Señor, nuestra
impiedad; hemos pecado contra ti.
Cántico: LAMENTACIÓN DEL PUEBLO EN TIEMPO DE HAMBRE Y DE GUERRA - Jr
14,17-21
Mis ojos se deshacen en lágrimas,
día y noche no cesan:
por la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo,
una herida de fuertes dolores.
Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta como el sacerdote
vagan sin sentido por el país.
¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
¿tiene asco tu garganta de Sión?
¿Por que nos has herido sin remedio?
Se espera la paz, y no hay bienestar,
al tiempo de la cura sucede la turbación.
Señor, reconocemos nuestra impiedad,
la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.
No nos rechaces, por tu nombre,
no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Reconocemos, Señor, nuestra
impiedad; hemos pecado contra ti.
Ant 3. El Señor es Dios y nosotros somos
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Salmo 99 - ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO.
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es Dios y nosotros somos
su pueblo y ovejas de su rebaño.
LECTURA BREVE Sb 7, 13-14
Aprendí la sabiduría sin malicia, reparto sin envidia, y no me guardo sus
riquezas. Porque es un tesoro inagotable para los hombres: los que lo adquieren
se atraen la amistad de Dios, porque el don de su enseñanza los recomienda.
RESPONSORIO BREVE
V. El pueblo cuenta su sabiduría.
R. El pueblo cuenta su sabiduría.
V. La asamblea pregona su alabanza.
R. Cuenta su sabiduría.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. El pueblo cuenta su sabiduría.
V. El
Señor nos instruirá en sus caminos.
R. Y marcharemos por sus sendas.
PRIMERA LECTURA
De la segunda carta del apóstol san Pedro 3, 11-18
EL SEÑOR ES FIEL: ESPEREMOS SU VENIDA
Hermanos: Si todo se ha de disolver de este modo, ¡qué vida tan santa y tan
entregada a Dios tiene que ser la vuestra! Estad en espera y apresurad la
venida del día del Señor. En ese día los cielos incendiados se disolverán y los
elementos abrasados se desintegrarán. Pero nosotros conforme a la promesa del
Señor esperamos cielos nuevos y tierra nueva, en los que tiene su morada la santidad.
Por eso, carísimos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad con toda
diligencia que él os encuentre en paz, sin mancha e irreprensibles. Considerad
esta paciente espera de nuestro Señor como una oportunidad para alcanzar la
salud. En este sentido os escribió también nuestro amado hermano Pablo,
conforme a la sabiduría que Dios le concedió. Así lo enseña en todas sus cartas
cuando habla de estos temas. En ellas hay algunos pasajes difíciles de
entender, cuyo sentido falsean los hombres que no tienen instrucción ni firmeza
en la fe. Así lo hacen también con las demás Escrituras, para su propia
perdición.
Vosotros, pues, carísimos, avisados a tiempo, estad alerta, no sea que,
arrastrados por el error de esos libertinos, vengáis a caer de vuestra firmeza
en la fe. Id creciendo en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y
Salvador, Jesucristo. A él sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad.
RESPONSORIO Is 65, 17. 18; Ap 21, 5
R. Mirad, yo voy a crear un cielo nuevo y una
tierra nueva; habrá gozo y alegría perpetua por lo que voy a crear. * Voy
a renovar todas las cosas.
V. Voy a transformar a Jerusalén en alegría y a su
pueblo en gozo.
R. Voy a renovar todas las cosas.
SEGUNDA LECTURA
De las homilías de san Juan Crisóstomo, obispo
(homilía antes de partir en exilio, 1-3: PG 52, 427-430)
PARA MÍ LA VIDA ES CRISTO, Y LA MUERTE UNA GANANCIA
Muchas son las olas que nos ponen en peligro, y una gran tempestad nos amenaza:
sin embargo, no tememos ser sumergidos porque permanecemos de pie sobre la
roca. Aun cuando el mar se desate, no romperá esta roca; aunque se levanten las
olas, nada podrán contra la barca de Jesús. Decidme, ¿qué podemos temer? ¿La
muerte? Para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia. ¿El destierro? Del
Señor es la tierra y cuanto la llena. ¿La confiscación de los bienes? Nada
trajimos al mundo; de modo que nada podemos llevarnos de él. Yo me río de todo
lo que es temible en este mundo y de sus bienes. No temo la muerte ni envidio
las riquezas. No tengo deseos de vivir, si no es para vuestro bien espiritual.
Por eso, os hablo de lo que sucede ahora exhortando vuestra caridad a la
confianza.
¿No has oído aquella palabra del Señor: Donde dos o tres están reunidos en mi
nombre, allí estoy yo en medio de ellos? Y allí donde un pueblo numeroso esté
reunido por los lazos de la caridad ¿no estará presente el Señor? Él me ha
garantizado su protección, no es en mis fuerzas que me apoyo. Tengo en mis
manos su palabra escrita. Éste es mi báculo, ésta es mi seguridad, éste es mi
puerto tranquilo. Aunque se turbe el mundo entero, yo leo esta palabra escrita
que llevo conmigo, porque ella es mi muro y mi defensa. ¿Qué es lo que ella me
dice? Yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo.
Cristo está conmigo, ¿qué puedo temer? Que vengan a asaltarme las olas del mar
y la ira de los poderosos; todo eso no pesa más que una tela de araña. Si no me
hubiese retenido el amor que os tengo, no hubiese esperado a mañana para
marcharme. En toda ocasión yo digo: «Señor, hágase tu voluntad: no lo que
quiere éste o aquél, sino lo que tú quieres que haga.» Éste es mi alcázar, ésta
es mi roca inamovible, éste es mi báculo seguro. Si esto es lo que quiere Dios,
que así se haga. Si quiere que me quede aquí, le doy gracias. En cualquier
lugar donde me mande, le doy gracias también.
Además, donde yo esté estaréis también vosotros, donde estéis vosotros estaré
también yo: formamos todos un solo cuerpo, y el cuerpo no puede separarse de la
cabeza, ni la cabeza del cuerpo. Aunque estemos separados en cuanto al lugar,
permanecemos unidos por la caridad, y ni la misma muerte será capaz de
desunirnos. Porque, aunque muera mi cuerpo, mi espíritu vivirá y no echará en
olvido a su pueblo.
Vosotros sois mis conciudadanos, mis padres, mis hermanos, mis hijos, mis
miembros, mi cuerpo y mi luz, una luz más agradable que esta luz material.
Porque, para mí, ninguna luz es mejor que la de vuestra caridad. La luz
material me es útil en la vida presente, pero vuestra caridad es la que va
preparando mi corona para el futuro.
RESPONSORIO 2Tm 2, 9-10; Sal 26. 1
R. Por la difusión del Evangelio, sufro hasta ser
encadenado como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada; * por
eso, todo lo soporto por los elegidos.
V. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién
temeré?
R. Por eso, todo lo soporto por los elegidos.
*Lecturas del Viernes de la 23ª semana del Tiempo
Ordinario*
Viernes, 13 de septiembre de 2024
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Lucas (6,39-42)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola: «¿Acaso puede un
ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es más
que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la
viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano,
déjame que te saque la mota del ojo," sin fijarte en la viga que llevas en
el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro
para sacar la mota del ojo de tu hermano.»
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Los sabios brillarán con esplendor de cielo, y los que enseñan la
justicia a las multitudes serán como estrellas por toda la eternidad.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los sabios brillarán con esplendor
de cielo, y los que enseñan la justicia a las multitudes serán como estrellas
por toda la eternidad.
PRECES
Demos gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus
ovejas, y supliquémosle diciendo:
Apacienta a tu pueblo, Señor.
Señor Jesucristo, tú que en los santos pastores nos has revelado tu
misericordia y tu amor,
haz que, por ellos, continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.
Señor Jesucristo, tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único
pastor de tu pueblo,
no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.
Señor Jesucristo, tú que por medio de los santos pastores eres el médico de los
cuerpos y de las almas,
haz que nunca falten en tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas
de una vida santa.
Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el
amor de los santos,
haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, fortaleza de los que en ti confían, tú que quisiste
que el obispo san Juan Crisóstomo brillara por su admirable elocuencia y por su
gran fortaleza en medio de las pruebas, haz que la sabiduría de este eximio
doctor de la Iglesia nos ilumine y que el ejemplo de su invencible constancia
nos fortalezca. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: VERBO DE DIOS, ETERNA LUZ DIVINA.
Verbo de Dios, eterna luz divina,
fuente eternal de toda verdad pura,
gloria de Dios, que el cosmos ilumina,
antorcha toda luz en noche oscura.
Palabra eternamente pronunciada
en la mente del Padre, ¡oh regocijo!,
que en el tiempo a los hombres nos fue dada
en el seno de Virgen, hecha Hijo.
Las tinieblas de muerte y de pecado,
en que yacía el hombre, así vencido,
su verdad y su luz han disipado,
con su vida y su muerte ha redimido.
Con destellos de luz que Dios envía,
no dejéis de brillar, faros divinos;
de los hombres y pueblos sed su guía,
proclamad la verdad en los caminos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.
Salmo 134 I - HIMNO A DIOS POR SUS MARAVILLAS
Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.
Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.
Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta a los vientos de sus silos.
Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
—en medio de ti, Egipto—
contra el Faraón y sus ministros.
Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos;
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es grande, nuestro dueño
más que todos los dioses.
Ant 2. Casa de Israel, bendice al Señor;
tañed para su nombre, que es amable.
Salmo 134 II.
Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.
Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas:
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,
tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor;
fieles del Señor, bendecid al Señor.
Bendito en Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Casa de Israel, bendice al Señor;
tañed para su nombre, que es amable.
Ant 3. Vendrán todas las naciones y se
postrarán en tu acatamiento, Señor.
Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vendrán todas las naciones y se
postrarán en tu acatamiento, Señor.
LECTURA BREVE St 3, 17-18
La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la
paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante,
sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz; y su fruto es la
justicia.
RESPONSORIO BREVE
V. En la asamblea le da la palabra.
R. En la asamblea le da la palabra.
V. Lo llena de espíritu, sabiduría e inteligencia.
R. Le da la palabra.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. En la asamblea le da la palabra.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Oh doctor admirable, luz de la Iglesia santa, san Juan Crisóstomo,
fiel cumplidor de la ley, ruega por nosotros al Hijo de Dios.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Oh doctor admirable, luz de la
Iglesia santa, san Juan Crisóstomo, fiel cumplidor de la ley, ruega por
nosotros al Hijo de Dios.
PRECES
Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice en favor de los
hombres en lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente diciendo:
Salva a tu pueblo, Señor.
Tú que por medio de pastores santos y eximios has glorificado a tu Iglesia,
haz que todos los cristianos resplandezcan por su virtud.
Tú que por la oración de los santos pastores, que a semejanza de Moisés oraban
por el pueblo, perdonaste los pecados de tus fieles,
purifica y santifica también ahora a la santa Iglesia por la intercesión de los
santos.
Tú que de entre los fieles elegiste a los santos pastores y, por tu Espíritu,
los consagraste como ministros en bien de sus hermanos,
llena también de tu Espíritu a todos los pastores del pueblo de Dios.
Tú que fuiste la heredad de los santos pastores,
no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre viva alejado
de ti.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que por medio de los pastores de la Iglesia das la vida eterna a tus ovejas
para que nadie las arrebate de tu mano,
salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.
Digamos juntos la oración que Cristo nos enseñó como modelo de toda oración:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, fortaleza de los que en ti confían, tú que quisiste
que el obispo san Juan Crisóstomo brillara por su admirable elocuencia y por su
gran fortaleza en medio de las pruebas, haz que la sabiduría de este eximio
doctor de la Iglesia nos ilumine y que el ejemplo de su invencible constancia
nos fortalezca. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.