*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
VIERENES
SEMANA II
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. El Señor es bueno, bendecid su
nombre.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es bueno, bendecid su
nombre.
Himno: TE DOY GRACIAS SEÑOR.
Te doy gracias, Señor.
¡Tanto estabas enojado conmigo!
Tú eres un Dios de amor,
y ahora soy tu amigo,
te busco a cada instante y te persigo.
Eres tú mi consuelo,
tú eres el Dios que salva y da la vida;
eres todo el anhelo
de esta alma que va herida,
ansiándote sin tasa ni medida.
En mi tierra desierta,
tú de la salvación eres la fuente;
eres el agua cierta
que se vuelve torrente,
y el corazón arrasa dulcemente.
¡Quiero escuchar tu canto!
¡Que tu Palabra abrase mi basura
con alegría y llanto!
¡Que mi vida futura
espejo sea sin fin de tu hermosura! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias, Señor.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias, Señor.
Ant 2. En Tu juicio, Señor, acuérdate de
la misericordia.
Cántico: JUICIO DE DIOS - Ha 3, 2-4. 13a. 15-19
¡Señor, he oído tu fama,
me ha impresionado tu obra!
En medio de los años, realízala;
en medio de los años, manifiéstala;
en el terremoto acuérdate de la misericordia.
El Señor viene de Temán;
el Santo, del monte Farán:
su resplandor eclipsa el cielo,
la tierra se llena de su alabanza;
su brillo es como el día,
su mano destella velando su poder.
Sales a salvar a tu pueblo,
a salvar a tu ungido;
pisas el mar con tus caballos,
revolviendo las aguas del océano.
Lo escuché y temblaron mis entrañas,
al oírlo se estremecieron mis labios;
me entró un escalofrío por los huesos,
vacilaban mis piernas al andar.
Tranquilo espero el día de la angustia
que sobreviene al pueblo que nos oprime.
Aunque la higuera no echa yemas
y las viñas no tienen fruto,
aunque el olivo olvida su aceituna
y los campos no dan cosechas,
aunque se acaban las ovejas del redil
y no quedan vacas en el establo,
yo exultaré con el Señor,
me gloriaré en Dios mi salvador.
El Señor soberano es mi fuerza,
él me da piernas de gacela
y me hace caminar por las alturas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En Tu juicio, Señor, acuérdate de
la misericordia.
Ant 3. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Glorifica al Señor, Jerusalén.
LECTURA BREVE Ef 2,13-16
Ahora estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los
que antes estabais lejos. Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos,
judíos y gentiles, una sola cosa, derribando con su cuerpo el muro que los
separaba: el odio. Él ha abolido la ley con sus mandamientos y reglas, haciendo
las paces, para crear en él un solo hombre nuevo. Reconcilió con Dios a los dos
pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte en él al
odio.
RESPONSORIO BREVE
V. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto
por mí.
V. Desde el cielo me enviará la salvación.
R. El Dios que hace tanto por mí.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto
por mí.
V. Mis
ojos se consumen aguardando tu salvación.
R. Y tu promesa de justicia.
PRIMERA LECTURA
Comienza el libro del profeta Malaquías 1, 1-14; 2, 13-16
VATICINIOS CONTRA LOS SACERDOTES NEGLIGENTES, CONTRA LOS QUE
DEFRAUDAN EL CULTO Y CONTRA LOS INFIELES AL MATRIMONIO
Mensaje del Señor a Israel por medio de Malaquías:
«Os amo —dice el Señor— y vosotros preguntáis: "¿Cómo es que nos
amas?" Oráculo del Señor: ¿No eran hermanos Esaú y Jacob? Y, sin embargo,
amé a Jacob y tuve aversión a Esaú; hice de sus montes un desierto, heredad de
los chacales de la estepa. Si Edom dice: "Estamos deshechos, pero
reconstruiremos nuestras ruinas", así responde el Señor de los ejércitos:
Ellos construirán y yo derribaré; al país lo llamarán: "Tierra
malvada", y al pueblo: "Pueblo de la ira perpetua del Señor".
Cuando lo veáis con vuestros ojos, diréis: "Grande es el Señor más allá de
las fronteras de Israel."
El hijo honra a su padre, el esclavo a su señor; pues si yo soy Padre, ¿dónde
queda mi honor? Si yo soy Señor, ¿dónde está mi respeto? Lo dice esto el Señor
de los ejércitos a vosotros, sacerdotes, que despreciáis mi nombre. Vosotros
replicáis: "¿Cómo es que despreciamos tu nombre?" Trayendo a mi altar
pan impuro. Y todavía preguntáis: "¿Cómo es que te hemos profanado?"
Cuando estimáis despreciable la mesa del Señor. Cuando ofrecéis víctimas ciegas
o cojas o enfermas, ¿no obráis mal? Anda y ofrécelas a tu gobernador, a ver si
le agradan y se congracia contigo —dice el Señor de los ejércitos—.
Y ahora implorad al Señor para que os sea benévolo. De vuestras manos vino tal
ofrenda, ¿acaso os mirará con benevolencia? ¡Oh!, ¿quién de vosotros os cerrará
las puertas para que no podáis encender mi altar en vano? Vosotros no me
agradáis —dice el Señor de los ejércitos—, no me complazco en la ofrenda de
vuestras manos. Desde el oriente hasta el poniente es grande mi nombre entre
las naciones, y en todo lugar se ofrecerá incienso a mi nombre y una oblación
pura, porque mi nombre es grande entre las naciones —dice el Señor de los
ejércitos—.
Vosotros lo habéis profanado cuando decíais: "La mesa del Señor es
despreciable, de ella se saca comida vil." Decís: "¡Vaya un
trabajo!", y me despreciáis. Cuando ofrecéis víctimas robadas o cojas o
enfermas, ¿podrá agradarme la ofrenda de vuestras manos? Maldito el tramposo
que tiene un macho en su rebaño, ofrecido en voto, y trae al Señor una víctima
defectuosa. Yo soy el Rey soberano —dice el Señor de los ejércitos—; mi nombre
es temido entre las naciones.
Todavía hacéis otra cosa: cubrís de lágrimas el altar del Señor, de llanto y de
gemidos, porque no mira vuestra ofrenda ni la acepta complacido de vuestras
manos; y preguntáis: "¿Cómo es eso?"
Porque el Señor es testigo entre ti y la esposa de tu juventud, a la que tú has
sido infiel, siendo así que ella era tu compañera y la mujer de tu alianza. ¿No
ha hecho él un solo ser, que tiene carne y aliento de vida? Y ¿a qué tiende
este único ser? A una posteridad dada por Dios. Guarda, pues, tu vida y no
traiciones a la esposa de tu juventud. Pues yo odio el repudio —dice el Señor—
y al que mancha su ropaje con violencias. Guardad, pues, vuestro espíritu y no
cometáis tal traición.»
RESPONSORIO Ml 2, 5. 6; Sal 109, 4
R. Mi alianza con él era vida y paz, y se la di
para que respetara mi nombre. * Una
doctrina auténtica llevaba en su boca, y en sus labios no se hallaba maldad.
V. El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú
eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec.»
R. Una doctrina auténtica llevaba en su boca, y en
sus labios no se hallaba maldad.
SEGUNDA LECTURA
Del Cántico espiritual de san Juan de la Cruz, presbítero
(Canción 39, declaración)
TE DESPOSARE, CONMIGO PARA SIEMPRE
En la transformación que el alma tiene en esta vida, pasa la misma aspiración
de Dios al alma y del alma a Dios con mucha frecuencia, con subidísimo deleite
de amor en el alma, aunque no en revelado y manifiesto grado, como en la otra.
Porque esto es lo que entiendo quiso decir san Pablo cuando dijo: Por cuanto
sois hijos de Dios, envió Dios en vuestros corazones el Espíritu de su Hijo,
clamando al Padre. Lo cual en los beatíficos de la otra vida y en los perfectos
de ésta es en las dichas maneras.
Y no hay que tener por imposible que el alma pueda una cosa tan alta, que el
alma aspire en Dios como Dios aspira en ella por modo participado. Porque dado
que Dios le haga merced de unirla en la Santísima Trinidad, en que el alma se
hace deiforme y Dios por participación, ¿qué increíble cosa es que obre ella
también su obra de entendimiento, noticia y amor, o, por mejor decir, la tenga
obrada en la Trinidad juntamente con ella como la misma Trinidad?
Y cómo esto sea, no hay más saber ni poder para decirlo, sino dar a entender
cómo el Hijo de Dios nos alcanzó este alto estado y nos mereció este subido
puesto de poder ser hijos de Dios, como dice san Juan, y así lo pidió al Padre
diciendo: Padre, quiero que los que me has dado, que donde yo estoy también
ellos estén conmigo, para que vean la claridad que me diste; es a saber, que
hagan por participación en nosotros la misma obra que yo por naturaleza, que es
aspirar el Espíritu Santo. Y dice más: No ruego, Padre, solamente por estos
presentes, sino también por aquellos que han de creer por su doctrina en mí;
que todos ellos sean una misma cosa. Y yo la claridad que me has dado he dado a
ellos para que sean una misma cosa, como nosotros somos una misma cosa, yo en
ellos y tú en mí, porque sean perfectos en uno; porque conozca el mundo que tú
me enviaste, y los amaste como me amaste a mí, que es comunicándoles el mismo
amor que al Hijo, aunque no naturalmente como al Hijo, sino, como habemos
dicho, por unidad y transformación de amor. Como tampoco se entiende aquí quiere
decir el Hijo al Padre, que sean los santos una cosa esencial y naturalmente
como lo son el Padre y el Hijo; sino que lo sean por unión de amor, como el
Padre y el Hijo están en unidad de amor.
De donde las almas esos mismos bienes poseen por participación que él por
naturaleza; por lo cual verdaderamente son dioses por participación, iguales y
compañeros suyos de Dios. De donde san Pedro dijo: Gracia y paz sea cumplida y
perfecta en vosotros en el conocimiento de Dios y de Jesucristo nuestro Señor,
de la manera que nos son dadas todas las cosas de su divina virtud para la vida
y la piedad, por el conocimiento de aquel que nos llamó con su propia gloria y
virtud, por el cual muy grandes y preciosas promesas nos dio, para que por
estas cosas seamos hechos compañeros de la divina naturaleza. Hasta aquí son
palabras de san Pedro, en las cuales da claramente a entender que el alma
participará al mismo Dios, que será obrando en él, acompañadamente con él, la
obra de la Santísima Trinidad, de la manera que habemos dicho, por causa de la
unión sustancial entre el alma y Dios. Lo cual, aunque se cumple perfectamente
en la otra vida, todavía en ésta, cuando se llega al estado perfecto, como
decimos ha llegado aquí el alma, se alcanza gran rastro y sabor de ella.
¡Oh, almas criadas para estas grandezas y para ellas llamadas!, ¿qué hacéis?,
¿en qué os entretenéis? ¡Oh miserable ceguera de los ojos de vuestra alma; pues
para tanta luz estáis ciegos y para tan grandes voces sordos!
RESPONSORIO 1Jn 3, la. 2
R. Mirad qué amor nos ha tenido el Padre * para
llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!
V. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos
semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
R. Para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Mateo
(16,24-28)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera venirse conmigo,
que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere
salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué
le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá
dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la
gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Os aseguro
que algunos de los aquí presentes no morirán sin antes haber visto llegar al
Hijo del hombre con majestad.»
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el
sol que nace de lo alto.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Por la entrañable misericordia de
nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto.
PRECES
Adoremos a Cristo, que se ofreció a Dios como sacrificio sin
mancha para purificar nuestras conciencias de las obras muertas, y digámosle
con fe:
En tu voluntad, Señor, encontramos nuestra paz.
Tú que nos has dado la luz del nuevo día,
concédenos también caminar durante sus horas por sendas de vida nueva.
Tú que todo lo has creado con tu poder y con tu providencia lo conservas,
ayúdanos a descubrirte presente en todas tus creaturas.
Tú que has sellado con tu sangre una alianza nueva y eterna,
haz que, obedeciendo siempre tus mandatos, permanezcamos fieles a esa alianza.
Tú que colgado en la cruz quisiste que de tu costado manara sangre y agua,
purifica con esta agua nuestros pecados y alegra con este manantial a la ciudad
de Dios.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Ya que Dios nos ha adoptado como hijos, oremos al Padre como nos enseñó
Jesucristo:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Dios todopoderoso, te pedimos nos concedas que del mismo
modo que hemos cantado tus alabanzas en esta celebración matutina así también
las podamos cantar plenamente en la asamblea de tus santos por toda la
eternidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VIERENES
SEMANA II
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: OH CRISTO, TÚ NO TIENES.
Oh Cristo, tú no tienes
la lóbrega mirada de la muerte;
tus ojos no se cierran:
son agua limpia donde puedo verme.
Oh Cristo, tú no puedes
cicatrizar la llaga del costado:
un corazón tras ella
noches y días me estará esperando.
Oh Cristo, tú conoces
la intimidad oculta de mi vida;
tú sabes mis secretos:
te los voy confesando día a día.
Oh Cristo, tú aleteas
con los brazos unidos al madero;
¡oh valor que convida
a levantarse puro sobre el suelo!
Oh Cristo, tú sonríes
cuando te hieren sordas las espinas;
si mi cabeza hierve,
haz, Señor, que te mire y te sonría.
Oh Cristo, tú que esperas
mi último beso darte ante la tumba,
también mi joven beso
descansa en ti de la incesante lucha. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Arranca, Señor, mi vida de la muerte, mis pies de la caída.
Salmo 114 - ACCIÓN DE GRACIAS
Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.»
El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas me salvó.
Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi vida de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Arranca, Señor, mi vida de la
muerte, mis pies de la caída.
Ant 2. El auxilio me viene del Señor, que
hizo el cielo y la tierra.
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El auxilio me viene del Señor, que
hizo el cielo y la tierra.
Ant 3. Justos y verdaderos son tus
caminos, ¡oh Rey de los siglos!
Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Justos y verdaderos son tus
caminos, ¡oh Rey de los siglos!
LECTURA BREVE 1Co 2, 7-10a
Enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios
antes de los siglos para nuestra gloria, que no conoció ninguno de los
príncipes de este siglo; pues si la hubieran conocido, nunca hubieran
crucificado al Señor de la gloria. Pero, según está escrito: «Ni el ojo vio, ni
el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado para los
que le aman.» Pero a nosotros nos lo ha revelado por su Espíritu.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.
R. Cristo murió por nuestros pecados, para
llevarnos a Dios.
V. Muerto en la carne, pero vivificado en el
espíritu.
R. Para llevarnos a Dios.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Cristo murió por nuestros pecados, para
llevarnos a Dios.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Acuérdate, Señor, de tu misericordia como lo habías prometido a
nuestros padres.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
+Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Acuérdate, Señor, de tu
misericordia como lo habías prometido a nuestros padres.
PRECES
Bendigamos ahora al Señor Jesús, que en su vida mortal escuchó
siempre con bondad las súplicas de los que acudían a él y enjugaba con amor las
lágrimas de los que lloraban, y digámosle también nosotros:
Señor, ten piedad.
Señor Jesucristo, tú que consolaste a los tristes y desconsolados, pon ahora
tus ojos en los sufrimientos de los pobres
y consuela a los deprimidos.
Escucha los gemidos de los agonizantes
y envíales tus ángeles para que los consuelen y conforten.
Que los emigrantes sientan el consuelo de tu amor en el destierro, que puedan
regresar a su patria
y que un día alcancen también la patria eterna.
Que los pecadores escuchando tu voz se conviertan,
y encuentren en tu Iglesia el perdón y la paz.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Perdona las faltas de los que han muerto
y dales la plenitud de tu salvación.
Con el gozo que nos da el saber que somos hijos de Dios, digamos con plena
confianza:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que con el escándalo de la cruz has manifestado de
una manera admirable tu sabiduría escondida, concédenos contemplar, con tal plenitud
de fe, la gloria de la pasión de tu Hijo, que encontremos siempre nuestra
gloria en su cruz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.