Musica Para el Alma

jueves, 16 de mayo de 2024

LAS LAUDES Y LAS VISPERAS DEL VIERNES 17

*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*

 

Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén

 

 

*TIEMPO PASCUAL*
*VIERNES DE SEMANA VII*

 

*LAUDES*

(Oración de la mañana)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

INVITATORIO

 

Ant. A Cristo, el Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Himno: EMPRENDA LA ESPERANZA RAUDO VUELO

 

Emprenda la esperanza raudo vuelo

siguiendo los caminos de nuestro Salvador,

y libre de nostalgias, camino de los cielos,

alegre el corazón.

 

Dijeron que te fuiste a las alturas

juntándote a los coros del «Gloria» de Belén,

acaban hoy su canto en melodías puras

con un solemne «Amén».

 

Jamás te irás, Señor, porque eres nuestro,

serás Hijo del hombre sin fin de eternidad;

los hombres, por tu nombre, de Dios hijos dilectos,

hermanos te serán.

 

Asciende victorioso del combate,

derrama sobre el mundo tu Espíritu de amor,

retorna jubiloso al seno de tu Padre,

tú volverás Señor. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado. Aleluya.

 

Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO

 

Misericordia, Dios mío, por tu bondad;

por tu inmensa compasión borra mi culpa;

lava del todo mi delito,

limpia mi pecado.

 

Pues yo reconozco mi culpa,

tengo siempre presente mi pecado:

contra ti, contra ti solo pequé,

cometí la maldad que aborreces.

 

En la sentencia tendrás razón,

en el juicio brillará tu rectitud.

Mira, que en la culpa nací,

pecador me concibió mi madre.

 

Te gusta un corazón sincero,

y en mi interior me inculcas sabiduría.

Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;

lávame: quedaré más blanco que la nieve.

 

Hazme oír el gozo y la alegría,

que se alegren los huesos quebrantados.

Aparta de mi pecado tu vista,

borra en mí toda culpa.

 

¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,

renuévame por dentro con espíritu firme;

no me arrojes lejos de tu rostro,

no me quites tu santo espíritu.

 

Devuélveme la alegría de tu salvación,

afiánzame con espíritu generoso:

enseñaré a los malvados tus caminos,

los pecadores volverán a ti.

 

Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,

Dios, Salvador mío!,

y cantará mi lengua tu justicia.

Señor, me abrirás los labios,

y mi boca proclamará tu alabanza.

 

Los sacrificios no te satisfacen;

si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.

Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:

un corazón quebrantado y humillado

tú no lo desprecias.

 

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,

reconstruye las murallas de Jerusalén:

entonces aceptarás los sacrificios rituales,

ofrendas y holocaustos,

sobre tu altar se inmolarán novillos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado. Aleluya.

 

Ant 2. Cristo, cargado con nuestros pecados, subió al leño. Aleluya.

 

Cántico: LAMENTACIÓN DEL PUEBLO EN TIEMPO DE HAMBRE Y DE GUERRA - Jr 14,17-21

 

Mis ojos se deshacen en lágrimas,

día y noche no cesan:

por la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo,

una herida de fuertes dolores.

 

Salgo al campo: muertos a espada;

entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;

tanto el profeta como el sacerdote

vagan sin sentido por el país.

 

¿Por qué has rechazado del todo a Judá?

¿tiene asco tu garganta de Sión?

¿Por que nos has herido sin remedio?

Se espera la paz, y no hay bienestar,

al tiempo de la cura sucede la turbación.

 

Señor, reconocemos nuestra impiedad,

la culpa de nuestros padres,

porque pecamos contra ti.

 

No nos rechaces, por tu nombre,

no desprestigies tu trono glorioso;

recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Cristo, cargado con nuestros pecados, subió al leño. Aleluya.

 

Ant 3. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones. Aleluya.

 

Salmo 99 - ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO.

 

Aclama al Señor, tierra entera,

servid al Señor con alegría,

entrad en su presencia con aclamaciones.

 

Sabed que el Señor es Dios:

que él nos hizo y somos suyos,

su pueblo y ovejas de su rebaño.

 

Entrad por sus puertas con acción de gracias,

por sus atrios con himnos,

dándole gracias y bendiciendo su nombre:

 

«El Señor es bueno,

su misericordia es eterna,

su fidelidad por todas las edades.»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones. Aleluya.

 

LECTURA BREVE   Hch 5, 30-32

 

El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole de un madero. La diestra de Dios lo exaltó haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión, el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.

R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.

 

V. El que por nosotros colgó del madero.

R. Aleluya, aleluya.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.

 

V. En tu resurrección, oh Cristo. Aleluya.

R. El cielo y la tierra se alegran. Aleluya.

 

 

 

PRIMERA LECTURA

 

De la segunda carta a los Corintios 5, 1-21

 

LA ESPERANZA DE LA MORADA CELESTE. EL MINISTERIO DE LA RECONCILIACIÓN

 

Hermanos: Aunque se desmorone la morada terrestre en que acampamos, sabemos que Dios nos dará una casa eterna en el cielo, no construida por hombres. Y así gemimos en este estado, deseando ardientemente ser revestidos de nuestra habitación celeste, si es que nos encontramos vestidos, y no desnudos. ¡Sí!, los que estamos en esta tienda gemimos oprimidos. No es que queramos ser desvestidos, sino más bien sobrevestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Y el que nos ha destinado a eso es Dios, el cual nos ha dado en arras el Espíritu.

 

Así pues, siempre tenemos confianza, aunque sabemos que mientras vivimos estamos desterrados lejos del Señor. Caminamos sin verlo, guiados por la fe. Y es tal nuestra confianza que preferimos desterrarnos del cuerpo y vivir junto al Señor. Por lo cual, en destierro o en patria, nos esforzamos en agradarle. Porque todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo, para recibir premio o castigo por lo que hayamos hecho en esta vida.

 

Así pues, penetrados de este temor del Señor, intentamos persuadir a los hombres (que para Dios estamos transparentes, y espero que también así lo estaré para vuestras conciencias). Y no es que tratemos de justificarnos de nuevo ante vosotros, sino que queremos daros la oportunidad de que os mostréis orgullosos de nosotros y tengáis qué responder a los que ponen su gloria en las apariencias y no en el corazón. Que si alguna vez nos hemos portado como faltos de juicio, ha sido por Dios; si ahora somos razonables, es por vuestro bien. El amor de Cristo nos apremia, al pensar que, si uno murió por todos, consiguientemente todos murieron en él; y murió por todos, para que los que viven no vivan ya para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

 

Así que desde ahora nosotros no conocemos ya a nadie con criterios puramente humanos; y si en un tiempo conocimos a Cristo con tales criterios, ya ahora no es así. Por tanto, el que es de Cristo es una creatura nueva: lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.

 

Todo esto se lo debemos a Dios, que nos ha reconciliado consigo por medio de Cristo, y nos ha confiado el ministerio de esta reconciliación. Dios, en efecto, reconciliaba consigo al mundo por medio de Cristo, no imputándoles a los hombres sus delitos, sino confiándonos el mensaje de la reconciliación. Por eso nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por medio nuestro. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.

 

A Cristo, que no experimentó el pecado, Dios lo hizo pecado en lugar nuestro, para que en él viniésemos a ser justificación de Dios.

 

RESPONSORIO    2Co 5, 18; Rm 8, 32

 

R. Dios nos ha reconciliado consigo por medio de Cristo, * y nos ha confiado el ministerio de esta reconciliación.

V. Dios no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros.

R. Y nos ha confiado el ministerio de esta reconciliación.

 

 

 

SEGUNDA LECTURA

 

Del Tratado de san Hilario, obispo, Sobre la Santísima Trinidad

(Libro 2, 1, 33. 35: PL 10, 50-51. 73-75)

 

EL DON DEL PADRE EN CRISTO

 

El Señor mandó bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, esto es, en la profesión de fe en el Creador, en el Hijo único y en el que es llamado Don.

 

Uno solo es el Creador de todo, ya que uno solo es Dios Padre, de quien procede todo; y uno solo el Hijo único, nuestro Señor Jesucristo, por quien ha sido hecho todo; y uno solo el Espíritu, que a todos nos ha sido dado.

 

Todo, pues, se halla ordenado según la propia virtud y operación: un Poder del cual procede todo, un Hijo por quien existe todo, un Don que es garantía de nuestra esperanza consumada. Ninguna falta se halla en semejante perfección; dentro de ella, en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, se halla lo infinito en lo eterno, la figura en la imagen, la fruición en el don.

 

Escuchemos las palabras del Señor en persona, que nos describe cuál es la acción específica del Espíritu en nosotros; dice, en efecto: Tendría aún muchas cosas que deciros, pero no estáis ahora en disposición de entenderlas. Os conviene, por tanto, que yo me vaya, porque, si me voy, os enviaré el Abogado.

 

Y también: Yo rogaré al Padre y él os dará otro Abogado que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de verdad. Él os conducirá a la verdad completa, porque no hablará por cuenta propia, sino que os dirá cuanto se le comunique y os anunciará las cosas futuras. Él me glorificará, porque tomará de lo que es mío.

 

Esta pluralidad de afirmaciones tiene por objeto darnos una mayor comprensión, ya que en ellas se nos explica cuál sea la voluntad del que nos otorga su Don, y cuál la naturaleza de este mismo Don: pues, ya que la debilidad de nuestra razón nos hace incapaces de conocer al Padre y al Hijo y nos dificulta el creer en la encarnación de Dios, el Don que es el Espíritu Santo, con su luz, nos ayuda a penetrar en estas verdades.

 

Al recibirlo, pues, se nos da un conocimiento más profundo. Porque, del mismo modo que nuestro cuerpo natural, cuando se ve privado de los estímulos adecuados, permanece inactivo (por ejemplo, los ojos, privados de luz, los oídos, cuando falta el sonido, y el olfato, cuando no hay ningún olor, no ejercen su función propia, no porque dejen de existir por la falta de estímulo, sino porque necesitan este estímulo para actuar), así también nuestra alma, si no recibe por la fe el Don que es el Espíritu, tendrá ciertamente una naturaleza capaz de entender a Dios, pero le faltará la luz para llegar a ese conocimiento. El Don de Cristo está todo entero a nuestra disposición y se halla en todas partes, pero se da a proporción del deseo y de los méritos de cada uno. Este Don está con nosotros hasta el fin del mundo; él es nuestro solaz en este tiempo de expectación; él, con su actuación en nosotros, es la garantía de nuestra esperanza futura; él es la luz de nuestra mente, el resplandor de nuestro espíritu.

 

RESPONSORIO    Cf. Jn 14, 1; 17, 9; 16, 7

 

R. Ya es tiempo de que yo vuelva al que me envió -dice el Señor-; no os entristezcáis ni dejéis que se aflija vuestro corazón; * ruego al Padre por vosotros para que él os cuide. Aleluya.

V. Si no me voy, el Abogado no vendrá a vosotros; pero, si me voy, os lo enviaré.

R. Ruego al Padre por vosotros para que él os cuide. Aleluya.

 

 

*Lecturas de la 7ª Semana del Tiempo Pascua Ciclo B*

Viernes, 17 de mayo de 2024

Evangelio

*Lectura del santo evangelio según san Juan (21,15-19)*

Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?»
Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis corderos.»
Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»
Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Él le dice: «Pastorea mis ovejas.»
Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.»
Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios.
Dicho esto, añadió: «Sígueme.»

Palabra del Señor

 

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Cristo Jesús murió y resucitó, y está ahora a la diestra de Dios; él vive para siempre para interceder por nosotros. Aleluya.

 

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas:

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Cristo Jesús murió y resucitó, y está ahora a la diestra de Dios; él vive para siempre para interceder por nosotros. Aleluya.

 

PRECES

 

Oremos a Dios Padre, a quien pertenece el honor y la gloria por los siglos de los siglos, y pidámosle nos conceda ir creciendo en la esperanza por la acción del Espíritu Santo; digámosle:

 

Ven, Señor, en nuestra ayuda y sálvanos.

 

Padre todopoderoso, envía tu Espíritu para que interceda por nosotros,

porque no sabemos pedir lo que nos conviene.

 

Envíanos tu Espíritu, luz esplendorosa,

y haz que penetre hasta lo más íntimo de nuestro ser.

 

No nos abandones, Señor, en el abismo en que nos sumergen nuestros pecados,

porque somos obra de tus manos.

 

Concédenos comprensión para asistir a los débiles y frágiles en la fe,

no con impaciencia y resentimiento, sino con auténtica caridad.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Dirijamos ahora al Padre nuestra oración con las mismas palabras que Cristo nos enseñó:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Dios nuestro, que nos has abierto las puertas de la eternidad con la glorificación de tu Hijo Jesucristo y con la venida del Espíritu Santo, concédenos que, por la recepción de dones tan grandes, nuestra fe vaya más y más en aumento y nuestra entrega a ti sea cada día más completa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

 

 

VÍSPERAS

(Oración de la tarde)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: VEN, CREADOR, ESPÍRITU AMOROSO

 

Ven, Creador, Espíritu amoroso,

ven y visita el alma que a ti clama

y con tu soberana gracia inflama

los pechos que criaste poderoso.

 

Tú que abogado fiel eres llamado,

del Altísimo don, perenne fuente

de vida eterna, caridad ferviente,

espiritual unción, fuego sagrado.

 

Tú te infundes al alma en siete dones,

fiel promesa del Padre soberano;

tú eres el dedo de su diestra mano,

tú nos dictas palabras y razones.

 

Ilustra con tu luz nuestros sentidos,

del corazón ahuyenta la tibieza,

haznos vencer la corporal flaqueza,

con tu eterna virtud fortalecidos.

 

Por ti, nuestro enemigo desterrado,

gocemos de paz santa duradera,

y, siendo nuestro guía en la carrera,

todo daño evitemos y pecado.

 

Por ti al eterno Padre conozcamos,

y al Hijo, soberano omnipotente,

y a ti, Espíritu, de ambos procedente,

con viva fe y amor siempre creamos. Amén

 

SALMODIA

 

Ant 1. Yo, el Señor, soy el que te salva y el que te rescata. Aleluya.

 

Salmo 134 I - HIMNO A DIOS POR SUS MARAVILLAS

 

Alabad el nombre del Señor,

alabadlo, siervos del Señor,

que estáis en la casa del Señor,

en los atrios de la casa de nuestro Dios.

 

Alabad al Señor porque es bueno,

tañed para su nombre, que es amable.

Porque él se escogió a Jacob,

a Israel en posesión suya.

 

Yo sé que el Señor es grande,

nuestro dueño más que todos los dioses.

El Señor todo lo que quiere lo hace:

en el cielo y en la tierra,

en los mares y en los océanos.

 

Hace subir las nubes desde el horizonte,

con los relámpagos desata la lluvia,

suelta a los vientos de sus silos.

 

Él hirió a los primogénitos de Egipto,

desde los hombres hasta los animales.

Envió signos y prodigios

-en medio de ti, Egipto-

contra el Faraón y sus ministros.

 

Hirió de muerte a pueblos numerosos,

mató a reyes poderosos:

a Sijón, rey de los amorreos;

a Hog, rey de Basán,

y a todos los reyes de Canaán.

Y dio su tierra en heredad,

en heredad a Israel, su pueblo.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Yo, el Señor, soy el que te salva y el que te rescata. Aleluya.

 

Ant 2. Bendito el reino que viene de nuestro padre David. Aleluya.

 

Salmo 134 II.

 

Señor, tu nombre es eterno;

Señor, tu recuerdo de edad en edad.

Porque el Señor gobierna a su pueblo

y se compadece de sus siervos.

 

Los ídolos de los gentiles son oro y plata,

hechura de manos humanas:

tienen boca y no hablan,

tienen ojos y no ven,

 

tienen orejas y no oyen,

no hay aliento en sus bocas.

Sean lo mismo los que los hacen,

cuantos confían en ellos.

 

Casa de Israel, bendice al Señor;

casa de Aarón, bendice al Señor;

casa de Leví, bendice al Señor;

fieles del Señor, bendecid al Señor.

 

Bendito en Sión el Señor,

que habita en Jerusalén.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Bendito el reino que viene de nuestro padre David. Aleluya.

 

Ant 3. Cantemos al Señor, sublime es su victoria. Aleluya.

 

Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES - Ap 15, 3-4

 

Grandes y maravillosas son tus obras,

Señor, Dios omnipotente,

justos y verdaderos tus caminos,

¡oh Rey de los siglos!

 

¿Quién no temerá, Señor,

y glorificará tu nombre?

Porque tú solo eres santo,

porque vendrán todas las naciones

y se postrarán en tu acatamiento,

porque tus juicios se hicieron manifiestos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Cantemos al Señor, sublime es su victoria. Aleluya.

 

LECTURA BREVE   Ga 5, 16. 22-23a. 25

 

Si vivís según el Espíritu, no daréis satisfacción a las apetencias de la carne. El fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí. Si vivimos por el Espíritu marchemos tras el Espíritu.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.

R. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.

 

V. Os lo enseñará todo.

R. Aleluya, aleluya.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Todos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu, en compañía de María, la madre de Jesús. Aleluya.

 

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Todos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu, en compañía de María, la madre de Jesús. Aleluya.

 

PRECES

 

Bendigamos a Dios Padre, que con tanta generosidad ha derramado los dones del Espíritu Santo sobre todos los pueblos, y pidámosle que no cese nunca de derramar su gracia sobre el mundo; digamos:

 

Que la gracia del Espíritu Santo abunde, Señor, en el mundo.

 

Señor, tú que nos has dado a tu Elegido como luz de los pueblos,

abre los ojos de los ciegos y libra de toda esclavitud a los que viven en tinieblas.

 

Tú que ungiste a Cristo con la fuerza del Espíritu Santo, para que realizara la salvación de los hombres,

haz que sintamos cómo pasa de nuevo por el mundo, haciendo el bien y curando a todos.

 

Envía a tu Espíritu, que es la luz de los corazones,

para que confirme en la fe a los que viven en medio de incertidumbres y dudas.

 

Envía a tu Espíritu, que es descanso en el trabajo,

para que reconforte a los que se sienten fatigados y desanimados.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Realiza la esperanza de los que ya han muerto,

y haz que cuando venga el Señor obtengan una resurrección gloriosa.

 

Dirijamos ahora al Padre nuestra oración con las mismas palabras que Cristo nos enseñó:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Dios nuestro, que nos has abierto las puertas de la eternidad con la glorificación de tu Hijo Jesucristo y con la venida del Espíritu Santo, concédenos que, por la recepción de dones tan grandes, nuestra fe vaya más y más en aumento y nuestra entrega a ti sea cada día más completa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.