*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*LUNES
DE LA SEMANA VII DE PASCUA*
TIEMPO PASCUAL
*LUNES
DE SEMANA VII*
Propio del Tiempo. Salterio III
*LAUDES*
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el Señor, que nos
prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el Señor, que nos
prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Himno: EMPRENDA LA ESPERANZA RAUDO VUELO
Emprenda la esperanza raudo vuelo
siguiendo los caminos de nuestro Salvador,
y libre de nostalgias, camino de los cielos,
alegre el corazón.
Dijeron que te fuiste a las alturas
juntándote a los coros del «Gloria» de Belén,
acaban hoy su canto en melodías puras
con un solemne «Amén».
Jamás te irás, Señor, porque eres nuestro,
serás Hijo del hombre sin fin de eternidad;
los hombres, por tu nombre, de Dios hijos dilectos,
hermanos te serán.
Asciende victorioso del combate,
derrama sobre el mundo tu Espíritu de amor,
retorna jubiloso al seno de tu Padre,
tú volverás Señor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi corazón y mi carne se alegran por ti, Dios vivo. Aleluya.
Salmo 83 - AÑORANZA DEL TEMPLO
¡Qué deseables son tus moradas,
Señor de los ejércitos!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
se alegran por el Dios vivo.
Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío.
Dichosos los que viven en tu casa
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación:
cuando atraviesan áridos valles,
los convierten en oasis,
como si la lluvia temprana
los cubriera de bendiciones;
caminan de altura en altura
hasta ver a Dios en Sión.
Señor de los ejércitos, escucha mi súplica;
atiéndeme, Dios de Jacob.
Fíjate, ¡oh Dios!, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido.
Un solo día en tu casa
vale más que otros mil,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados.
Porque el Señor es sol y escudo,
él da la gracia y la gloria,
el Señor no niega sus bienes
a los de conducta intachable.
¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre
que confía en ti!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi corazón y mi carne se alegran
por ti, Dios vivo. Aleluya.
Ant 2. Pueblos numerosos caminarán hacia
el monte del Señor. Aleluya.
Cántico: EL MONTE DE LA CASA DEL SEÑOR EN LA CIMA DE LOS MONTES Is
2, 2-5
Al final de los días estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cima de los montes,
encumbrado sobre las montañas.
Hacia él confluirán los gentiles,
caminarán pueblos numerosos.
Dirán : «Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob:
Él nos instruirá en sus caminos,
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la Ley,
de Jerusalén la palabra del Señor.»
Será el árbitro de las naciones,
el juez de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, ven;
caminemos a la luz del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Pueblos numerosos caminarán hacia
el monte del Señor. Aleluya.
Ant 3. Decid a los pueblos: El Señor es
rey. Aleluya.
Salmo 95 - EL SEÑOR, REY Y JUEZ DEL MUNDO.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones;
porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Pues los dioses de los gentiles son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
entrad en sus atrios trayéndole ofrendas.
Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda;
decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.»
Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque,
delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Decid a los pueblos: El Señor es
rey. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 10, 8b-10
«Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón», es decir, el mensaje
de la fe que nosotros predicamos. Porque, si proclamas con tu boca a Jesús como
Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás
salvo. Pues con el corazón creemos para obtener la justificación y con la boca
hacemos profesión de nuestra fe para alcanzar la salvación.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Aleluya.
V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Aleluya.
V. Mi corazón y mi carne. Aleluya.
R. Se alegran por el Dios vivo. Aleluya.
PRIMERA
LECTURA
De los Hechos de los apóstoles 25, 1-27
PABLO ANTE EL REY AGRIPA
A los tres días de haberse posesionado de su cargo
de procurador, Festo subió de Cesarea a Jerusalén. Allí se le presentaron los
sacerdotes y los notables de entre los judíos a exponer sus acusaciones contra
Pablo, y, en su animosidad, le rogaron con instancia -pidiéndoselo como un
favor- que lo hiciese venir a Jerusalén. Tenían el propósito de armarle una
emboscada en el camino para quitarle la vida. Festo les respondió que Pablo Se
encontraba preso en Cesarea, y que él mismo estaba para partir en breve. Y
añadió:
«Por lo tanto, los que son de más autoridad entre vosotros que bajen conmigo a
acusarlo, si efectivamente es culpable de algún crimen.»
Después de haberse detenido allí sólo unos ocho o diez días, bajó a Cesarea y,
al día siguiente, sentándose en su tribunal, hizo comparecer a Pablo. Cuando se
presentó éste, los judíos venidos de Jerusalén se colocaron a su alrededor,
alegando muchas y graves acusaciones que no podían probar de ninguna manera.
Pablo se defendía, diciendo:
«Yo no he cometido delito alguno ni contra la ley de los judíos, ni contra el
templo, ni contra el César.» Pero Festo, queriendo congraciarse con los judíos,
se dirigió a Pablo, preguntándole:
«¿Quieres subir a Jerusalén y ser juzgado allí en mi presencia de todas estas
acusaciones?»
A lo que contestó Pablo:
«Estoy en el tribunal del César; en él debe continuar mi juicio. Ninguna
injuria he inferido a los judíos, como tú sabes muy bien. Si, como dicen ellos,
he cometido algún delito o algún crimen digno de muerte, no rehuso morir; pero
si no hay nada de cuanto éstos me acusan, nadie puede ponerme en sus manos.
Apelo al César.»
Festo, después de consultar con los de su consejo, respondió:
«Has apelado al César; al César irás.»
Algunos días más tarde, el rey Agripa y Berenice vinieron a Cesarea para
saludar a Festo. Prolongándose allí mucho tiempo la estancia del rey, Festo
puso en su conocimiento el caso de Pablo. Le dijo:
«Hay aquí un hombre que Félix dejó en la cárcel. Cuando estuve yo en Jerusalén,
los sacerdotes y los notables de los judíos vinieron a presentar demanda contra
él, pidiendo su condena. Yo les contesté que no es costumbre de los romanos
condenar a nadie, cualquiera que sea, sin que al acusado se le dé oportunidad
para defenderse de la acusación en presencia de los acusadores. Así, pues,
vinieron ellos aquí conmigo, y yo, sin demora alguna, al día siguiente,
sentándome en el tribunal, hice comparecer a ese hombre.
Presentes a su alrededor, los acusadores no adujeron ninguna acusación sobre
crímenes que yo había sospechado. Sólo tenían contra él algunas cuestiones
referentes a su propia religión y a un tal Jesús, que ya había muerto y del que
Pablo aseguraba que estaba vivo. Estando yo sin saber qué partido tomar en el
examen de un caso así, le pregunté si quería ir a Jerusalén para ser allí
juzgado. Pero Pablo interpuso apelación para que su causa quedase reservada a
la decisión del emperador; y yo ordené que continuase detenido hasta que pueda
remitirlo al César.»
Dijo Agripa a Festo:
«Tendré sumo gusto en oír a ese hombre.» Respondióle Festo:
«Mañana le oirás.»
Así, pues, al otro día se presentaron Agripa y Berenice con gran ostentación;
entraron en la sala de la audiencia acompañados de los tribunos y de la nobleza
de la ciudad, y, a una orden de Festo, compareció Pablo. Festo dijo así:
«Rey Agripa y todos los que estáis aquí presentes, mirad aquí a este hombre. La
comunidad judía en pleno, lo mismo en Jerusalén que aquí, ha venido a pedirme
justicia contra él, diciendo a grandes voces que no merece vivir más. Yo, por
mi parte, he llegado a la conclusión de que no ha hecho nada que merezca la
muerte; pero como ha apelado al César, he resuelto remitirlo allá. Yo no tengo
nada seguro que escribir al emperador contra él. Por eso lo he hecho comparecer
ante vosotros, y especialmente ante ti, rey Agripa, para que, verificado este
interrogatorio, tenga yo algo que escribir. Me parece en verdad absurdo enviar
un preso sin dar informes sobre las acusaciones que pesan sobre él.»
RESPONSORIO 1Co 15, 14. 20. 19
R. Si no
resucitó Cristo, vana es nuestra predicación. * ¡Pero
no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Aleluya.
V. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta
vida, somos los hombres más desdichados.
R. ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos;
el primero de todos. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De las Catequesis de san Cirilo de Jerusalén,
obispo
(Catequesis 16, Sobre el Espíritu Santo, 1, 11-12. 16: PG 33, 931-935. 939-942)
EL AGUA VIVA DEL ESPÍRITU SANTO
El agua que yo le dé se convertirá en él en
manantial de agua viva, que brota para comunicar vida eterna. Se nos habla aquí
de un nuevo género de agua, un agua viva y que brota; pero que brota sólo sobre
los que son dignos de ella. Mas, ¿por qué el Señor da el nombre de agua a la
gracia del Espíritu? Porque el agua es condición necesaria para la pervivencia
de todas las cosas, porque el agua es el origen de las plantas y de los seres
vivos, porque el agua de la lluvia baja del cielo, porque, deslizándose en un
curso siempre igual, produce efectos diferentes. Diversa es, en efecto, su
virtualidad en una palmera o en una vid, aunque en todos es ella quien lo hace
todo; ella es siempre la misma, en cualquiera de sus manifestaciones, pues la
lluvia, aunque cae siempre del mismo modo, se acomoda a la estructura de los
seres que la reciben, dando a cada uno de ellos lo que necesitan.
De manera semejante, el Espíritu Santo, siendo uno solo y siempre el mismo e
indivisible, reparte a cada uno sus gracias según su beneplácito. Y, del mismo modo
que el árbol seco, al recibir el agua, germina, así también el alma pecadora,
al recibir del Espíritu Santo el don del arrepentimiento, produce frutos de
justicia. Siendo él, pues, siempre igual y el mismo, produce diversos efectos,
según el beneplácito de Dios y en el nombre de Cristo.
En efecto, se sirve de la lengua de uno para comunicar la sabiduría; a otro le
ilumina la mente con el don de profecía; a éste le da el poder de ahuyentar los
demonios; a aquél le concede el don de interpretar las Escrituras. A uno lo
confirma en la temperancia; a otro lo instruye en lo pertinente a la
misericordia; a éste le enseña a ayunar y a soportar el esfuerzo de la vida
ascética; a aquél a despreciar las cosas corporales; a otro más lo hace apto
para el martirio. Así, se manifiesta diverso en cada uno, permaneciendo él
siempre igual en sí mismo, tal como está escrito: A cada uno se le otorga la
manifestación del Espíritu para común utilidad.
Su actuación en el alma es suave y apacible, su experiencia es agradable y
placentera y su yugo es levísimo. Su venida va precedida de los rayos
brillantes de su luz y de su ciencia. Viene con la bondad de genuino protector;
pues viene a salvar, a curar, a enseñar, a aconsejar, a fortalecer, a consolar,
a iluminar, en primer lugar, la mente del que lo recibe y, después, por las
obras de éste, la mente de los demás.
Y, del mismo modo que el que se hallaba en tinieblas, al salir el sol, recibe
su luz en los ojos del cuerpo y contempla con toda claridad lo que antes no
veía, así también al que es hallado digno del don del Espíritu Santo se le
ilumina el alma y, levantado por encima de su razón natural, ve lo que antes
ignoraba.
RESPONSORIO 1Co 12, 6-7. 27
R. Hay
diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. * A
cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad.
Aleluya.
V. Vosotros sois cuerpo de Cristo, y sois miembros
unos de otros.
R. A cada uno se le otorga la manifestación del
Espíritu para común utilidad. Aleluya.
*Lecturas de la 7ª Semana del Tiempo Pascua Ciclo B*
Lunes, 13 de mayo de 2024
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Juan
(16,29-33)*
En aquel tiempo, los discípulos dijeron a Jesús:
«Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes
todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que has salido de Dios».
Les contestó Jesús:
«¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en
que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy
solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis
la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al
mundo».
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. En el mundo tendréis luchas, pero tened valor: Yo he vencido al
mundo. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En el mundo tendréis luchas, pero
tened valor: Yo he vencido al mundo. Aleluya.
PRECES
Bendigamos a Cristo, que nos prometió enviar el Espíritu Santo que
procede del Padre, y supliquémosle, diciendo:
Señor, danos tu Espíritu.
Te damos gracias, Señor Jesús, y por medio de ti bendecimos también al Padre en
el Espíritu Santo
y te pedimos que hoy todas nuestras palabras y obras sean según tu voluntad.
Concédenos vivir de tu Espíritu,
para ser de verdad miembros vivos de tu cuerpo.
Haz que no juzguemos ni menospreciemos a ninguno de nuestros hermanos,
pues todos tenemos que comparecer para ser juzgados ante tu tribunal.
Cólmanos de alegría y paz en nuestra fe,
hasta que rebosemos de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Terminemos nuestra oración con la plegaria que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Ayúdanos, Señor, Dios nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo,
para que podamos mantenernos fieles a tu voluntad y llevar una conducta digna
de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: VEN, CREADOR, ESPÍRITU AMOROSO
Ven, Creador, Espíritu amoroso,
ven y visita el alma que a ti clama
y con tu soberana gracia inflama
los pechos que criaste poderoso.
Tú que abogado fiel eres llamado,
del Altísimo don, perenne fuente
de vida eterna, caridad ferviente,
espiritual unción, fuego sagrado.
Tú te infundes al alma en siete dones,
fiel promesa del Padre soberano;
tú eres el dedo de su diestra mano,
tú nos dictas palabras y razones.
Ilustra con tu luz nuestros sentidos,
del corazón ahuyenta la tibieza,
haznos vencer la corporal flaqueza,
con tu eterna virtud fortalecidos.
Por ti, nuestro enemigo desterrado,
gocemos de paz santa duradera,
y, siendo nuestro guía en la carrera,
todo daño evitemos y pecado.
Por ti al eterno Padre conozcamos,
y al Hijo, soberano omnipotente,
y a ti, Espíritu, de ambos procedente,
con viva fe y amor siempre creamos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor será tu luz perpetua, y tu Dios será tu esplendor.
Aleluya.
Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor será tu luz perpetua, y tu
Dios será tu esplendor. Aleluya.
Ant 2. La trampa se rompió y escapamos.
Aleluya.
Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga Israel—,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La trampa se rompió y escapamos.
Aleluya.
Ant 3. Cuando yo sea elevado sobre la
tierra, atraeré a todos hacia mí. Aleluya.
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cuando yo sea elevado sobre la
tierra, atraeré a todos hacia mí. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 8, 14-17
Todos cuantos se dejan guiar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Que no
habéis recibido espíritu de esclavitud, para recaer otra vez en el temor, sino
que habéis recibido espíritu de adopción filial, por el que clamamos: «¡Padre!»
este mismo Espíritu se une a nosotros para testificar que somos hijos de Dios;
y, si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios y coherederos de
Cristo, si es que padecemos juntamente con Cristo, para ser glorificados
juntamente con él.
RESPONSORIO BREVE
V. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
R. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
V. Os lo enseñará todo.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Abogado, el Espíritu, permanece con vosotros y estará en
vosotros. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Abogado, el Espíritu, permanece
con vosotros y estará en vosotros. Aleluya.
PRECES
Demos gracias a Cristo, que por medio del Espíritu Santo levantó
la esperanza de los apóstoles y llena de dones a la Iglesia, y, unidos a todos
los fieles, supliquémosle, diciendo:
Levanta, Señor, la esperanza de tu Iglesia.
Señor Jesús, mediador entre Dios y los hombres, tú que has elegido a los
sacerdotes como colaboradores tuyos,
haz que por la acción de tus ministros todos los hombres lleguen al Padre.
Haz que los pobres y los ricos se ayuden mutuamente, reconociéndote a ti como
único Señor,
y que los ricos no pongan su gloria en sus bienes.
Revela tu Evangelio a todos los pueblos,
para que todos alcancen el don de la fe.
Envía tu Espíritu consolador a los que viven desconsolados,
para que enjugue las lágrimas de los que lloran.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Purifica a los difuntos de todas sus culpas
y recíbelos en tu reino, junto con tus santos y elegidos.
Concluyamos nuestras súplicas con la oración que el mismo Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Ayúdanos, Señor, Dios nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo,
para que podamos mantenernos fieles a tu voluntad y llevar una conducta digna
de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.