*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*TIEMPO PASCUAL*
*DOMINGO
DE PENTECOSTÉS*
De la Solemnidad.
*LAUDES*
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Aleluya. El Espíritu del Señor
llena el universo, venid, adorémosle. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya. El Espíritu del Señor
llena el universo, venid, adorémosle. Aleluya.
Himno: HOY DESCIENDE EL ESPÍRITU DE FUEGO
Hoy desciende el Espíritu de fuego
al corazón creyente de la Iglesia,
el Señor que la quema y atraviesa
enciende con su llama al universo.
Ebrios del Santo Espíritu, los Doce
rebosan de carismas y alabanzas;
Dios baja al Sinaí, y en llamarada
y en ímpetu de amor retumba el monte.
Razas y pueblos quedan convocados;
Dios se muestra en Sión, la bella altura,
y en voz concorde aquí a los hombres junta,
desde Babel dispersos en pecado.
Se lanzan por el mundo los testigos;
y sin ceñir espadas lo conquistan,
y sin oro a los pobres dan la vida;
el Espíritu guía y Cristo invicto.
El Viento es brisa y fuerza de huracanes,
y el Agua viva mueve los océanos;
alzan los brazos y oran bendiciendo
y el gozo transfigura sus semblantes.
Espíritu de amor y de verdad,
Espíritu confín de las promesas,
oh Santo, a ti la gloria siempre sea,
y a nosotros de ti la santidad. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, cuán bueno y cuán suave es tu Espíritu que habita en
nosotros. Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, cuán bueno y cuán suave es
tu Espíritu que habita en nosotros. Aleluya.
Ant 2. Manantiales y cuanto se mueve en
las aguas, cantad un himno a Dios. Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Manantiales y cuanto se mueve en
las aguas, cantad un himno a Dios. Aleluya.
Ant 3. Los apóstoles hablaban en otras
lenguas las grandezas de Dios. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los apóstoles hablaban en otras
lenguas las grandezas de Dios. Aleluya.
LECTURA BREVE Hch 5, 30-32
El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis
colgándole de un madero. La diestra de Dios lo exaltó haciéndolo jefe y
salvador, para otorgar a Israel la conversión, el perdón de los pecados.
Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le
obedecen.
RESPONSORIO BREVE
V. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
R. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo.
Aleluya, aleluya.
V. Y comenzaron a hablar.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo.
Aleluya, aleluya.
V. El Espíritu del Señor llena el universo.
Aleluya.
R. Y él, que todo lo mantiene unido, conoce todas
las voces. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 5-27
CUANTOS SE DEJAN GUIAR POR EL ESPÍRITU DE DIOS SON HIJOS DE DIOS
Hermanos: Los que llevan una vida puramente natural, según la carne, ponen su
corazón en las cosas de la carne; los que viven la vida según el espíritu lo
ponen en las cosas del espíritu. Las tendencias de la carne llevan hacia la
muerte, en cambio, las del espíritu llevan a la vida y a la paz. Porque las
tendencias de la vida según la carne son enemigas de Dios y no se someten ni
pueden someterse a la ley de Dios. Y los que llevan una vida puramente natural,
según la carne no pueden agradar a Dios.
Pero vosotros ya no estáis en la vida según la carne, sino en la vida según el
espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el
Espíritu de Cristo no es de Dios. Pero si Cristo está en vosotros, aunque
vuestro cuerpo haya muerto por causa del pecado, el espíritu tiene vida por la
justificación.
Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en
vosotros, el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos vivificará
también vuestros cuerpos mortales por obra de su Espíritu que habita en
vosotros.
Así, pues, hermanos, no tenemos deuda alguna con la vida según la carne, para
que vivamos según sus principios. Si vivís según ellos, moriréis; pero, si
hacéis morir por el espíritu las malas pasiones del cuerpo, viviréis.
Porque todos cuantos se dejan guiar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
Que no habéis recibido espíritu de esclavitud, para recaer otra vez en el
temor, sino que habéis recibido espíritu de adopción filial, por el que
clamamos: «¡padre!» Este mismo Espíritu se une a nosotros para testificar que
somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también somos herederos: herederos de
Dios y coherederos de Cristo, si es que padecemos juntamente con Cristo, para
ser glorificados juntamente con él.
Los padecimientos de esta vida presente tengo por cierto que no son nada en
comparación con la gloria futura que se ha de revelar en nosotros. La creación
entera está en expectación, suspirando por esa manifestación gloriosa de los
hijos de Dios; porque las creaturas todas quedaron sometidas al desorden, no
porque a ello tendiesen de suyo, sino por culpa del hombre que las sometió. Y
abrigan la esperanza de quedar ellas, a su vez, libres de la esclavitud de la
corrupción, para tomar parte en la libertad gloriosa que han de recibir los
hijos de Dios.
La creación entera, como bien lo sabemos, va suspirando y gimiendo toda ella,
hasta el momento presente, como con dolores de parto. Y no es ella sola,
también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, suspiramos en
nuestro interior, anhelando la redención de nuestro cuerpo. Sólo en esperanza
poseemos esta salvación; ahora bien, una esperanza, cuyo objeto estuviese ya a
la vista, no sería ya esperanza. Pues, ¿cómo es posible esperar una cosa que
está ya a la vista? Pero, si estamos esperando lo que no vemos, lo esperamos
con anhelo y constancia.
De la misma manera, el Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues no
sabemos pedir como conviene; y el Espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos
que no pueden ser expresados en palabras. Y aquel que escudriña los corazones
sabe cuáles son los deseos del Espíritu y que su intercesión en favor de los
fieles es según el querer de Dios.
RESPONSORIO Ga 4, 6; 3, 26; 2Tm 1, 7
R. La prueba de que sois hijos por la fe en
Jesucristo es que * Dios
ha enviado a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Padre!»
Aleluya.
V. No nos ha dado Dios un espíritu de timidez,
sino de fortaleza, de amor y de señorío de nosotros mismos.
R. Dios ha enviado a vuestros corazones el
Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Padre!» Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Ireneo, obispo, Contra las herejías
(Libro 3, 17, 1-3: SC 34, 302-306)
EL ENVÍO DEL ESPÍRITU SANTO
El Señor dijo a los discípulos: Id y sed los maestros de todas las naciones;
bautizadlas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Con este
mandato les daba el poder de regenerar a los hombres en Dios.
Dios había prometido por boca de sus profetas que en los últimos días
derramaría su Espíritu sobre sus siervos y siervas, y que éstos profetizarían;
por esto descendió el Espíritu Santo sobre el Hijo de Dios, que se había hecho
Hijo del hombre, para así, permaneciendo en él, habitar en el género humano,
reposar sobre los hombres y residir en la obra plasmada por las manos de Dios,
realizando así en el hombre la voluntad del Padre y renovándolo de la antigua
condición a la nueva, creada en Cristo.
Y Lucas nos narra cómo este Espíritu, después de la ascensión del Señor,
descendió sobre los discípulos el día de Pentecostés, con el poder de dar a
todos los hombres entrada en la vida y para dar su plenitud a la nueva alianza;
por esto, todos a una, los discípulos alababan a Dios en todas las lenguas, al
reducir el Espíritu a la unidad los pueblos distantes y ofrecer al Padre las
primicias de todas las naciones.
Por esto el Señor prometió que nos enviaría aquel Abogado que nos haría capaces
de Dios. Pues, del mismo modo que el trigo seco no puede convertirse en una
masa compacta y en un solo pan, si antes no es humedecido, así también
nosotros, que somos muchos, no podíamos convertirnos en una sola cosa en Cristo
Jesús, sin esta agua que baja del cielo. Y, así como la tierra árida no da
fruto, si no recibe el agua, así también nosotros, que éramos antes como un
leño árido, nunca hubiéramos dado el fruto de vida, sin esta gratuita lluvia de
lo alto.
Nuestros cuerpos, en efecto, recibieron por el baño bautismal la unidad
destinada a la incorrupción, pero nuestras almas la recibieron por el Espíritu.
El Espíritu de Dios descendió sobre el Señor, Espíritu de sabiduría y de
inteligencia, Espíritu de consejo y de fortaleza, Espíritu de ciencia y de
temor del Señor, y el Señor, a su vez, lo dio a la Iglesia, enviando al Abogado
sobre toda la tierra desde el cielo, que fue de donde dijo el Señor que había
sido arrojado Satanás como un rayo; por esto necesitamos de este rocío divino,
para que demos fruto y no seamos lanzados al fuego; y, ya que tenemos quién nos
acusa, tengamos también un Abogado, pues que el Señor encomienda al Espíritu
Santo el cuidado del hombre, posesión suya, que había caído en manos de
ladrones, del cual se compadeció y vendó sus heridas, entregando después los
dos denarios regios para que nosotros, recibiendo por el Espíritu la imagen y
la inscripción del Padre y del Hijo, hagamos fructificar el denario que se nos
ha confiado, retornándolo al Señor con intereses.
RESPONSORIO Hch 2, 1-2
R. Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban
todos reunidos en un mismo lugar; de pronto, se oyó un estruendo que venía del
cielo, * como de un viento impetuoso que invadió toda la casa.
Aleluya.
V. Y, así, estando congregados todos los
discípulos, vino de pronto sobre ellos un estruendo desde el cielo.
R. Como de un viento impetuoso que invadió toda la
casa. Aleluya.
*Lecturas del Domingo de
Pentecostés*
Domingo,
19 de mayo de 2024
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Juan
(20,19-23)*
AL anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en
una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró
Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se
llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan
perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Recibid el Espíritu Santo; quedan perdonados los pecados a quienes
los perdonéis. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Recibid el Espíritu Santo; quedan
perdonados los pecados a quienes los perdonéis. Aleluya.
PRECES
Oremos a Cristo, el Señor, que ha congregado a su Iglesia por el
Espíritu Santo, y digámosle con fe:
Renueva, Señor, la faz de la tierra.
Señor Jesús, que, exaltado en la cruz, hiciste que brotaran torrentes de agua
viva de tu costado,
envíanos a tu Espíritu Santo, fuente de vida.
Tú que, glorificado a la derecha de Dios, derramaste sobre tus discípulos el
Espíritu Santo,
envía este mismo Espíritu al mundo, para que renueve la faz de la tierra.
Tú que, por el Espíritu Santo, diste a los apóstoles el poder de perdonar los
pecados y el poder de retenerlos,
destruye el pecado del mundo.
Tú que prometiste darnos el Espíritu Santo, para que nos lo enseñara todo y nos
fuera recordando lo que nos habías dicho,
envíanos este Espíritu, para que ilumine nuestra fe.
Tú que prometiste enviarnos el Espíritu de verdad, para que diéramos testimonio
de ti,
envíanos este Espíritu, para que nos haga tus testigos fieles.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Dirijámonos ahora al Padre con las palabras que el Señor resucitado pone en
nuestros labios:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que por el misterio de Pentecostés santificas a tu
Iglesia en todo pueblo y nación, derrama los dones del Espíritu Santo por toda
la extensión de la tierra, y aquellas maravillas que obraste en los comienzos
de la predicación evangélica continúa realizándolas ahora en los corazones de
tus fieles. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
II VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: VEN, CREADOR, ESPÍRITU AMOROSO
Ven, Creador, Espíritu amoroso,
ven y visita el alma que a ti clama
y con tu soberana gracia inflama
los pechos que criaste poderoso.
Tú que abogado fiel eres llamado,
del Altísimo don, perenne fuente
de vida eterna, caridad ferviente,
espiritual unción, fuego sagrado.
Tú te infundes al alma en siete dones,
fiel promesa del Padre soberano;
tú eres el dedo de su diestra mano,
tú nos dictas palabras y razones.
Ilustra con tu luz nuestros sentidos,
del corazón ahuyenta la tibieza,
haznos vencer la corporal flaqueza,
con tu eterna virtud fortalecidos.
Por ti, nuestro enemigo desterrado,
gocemos de paz santa duradera,
y, siendo nuestro guía en la carrera,
todo daño evitemos y pecado.
Por ti al eterno Padre conozcamos,
y al Hijo, soberano omnipotente,
y a ti, Espíritu, de ambos procedente,
con viva fe y amor siempre creamos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Espíritu del Señor llena el universo. Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Espíritu del Señor llena el
universo. Aleluya.
Ant 2. Confirma, oh Dios, lo que has
realizado en nosotros, desde tu santo templo de Jerusalén. Aleluya.
Salmo 113 A - ISRAEL LIBRADO DE EGIPTO; LAS MARAVILLAS DEL ÉXODO.
Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.
El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.
¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?
En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Confirma, oh Dios, lo que has
realizado en nosotros, desde tu santo templo de Jerusalén. Aleluya.
Ant 3. Todos quedaron llenos del Espíritu
Santo y comenzaron a hablar. Aleluya.
Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados
cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente
decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada
estrofa.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Todos quedaron llenos del Espíritu
Santo y comenzaron a hablar. Aleluya.
LECTURA BREVE Ef 4,3-6
Esforzaos por mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz. Un
solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la meta de la esperanza en la
vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un
Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade
todo.
RESPONSORIO BREVE
V. El Espíritu del Señor llena el universo. Aleluya, aleluya.
R. El Espíritu del Señor llena el universo.
Aleluya, aleluya.
V. Y él, que todo lo mantiene unido, conoce todas
las voces.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. El Espíritu del Señor llena el universo.
Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Hoy han llegado a su término los días de Pentecostés, aleluya; hoy
el Espíritu Santo se apareció a los discípulos en forma de lenguas de fuego y
los enriqueció con sus dones, enviándolos a predicar a todo el mundo y a dar
testimonio de que el que crea y se bautice se salvará. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hoy han llegado a su término los
días de Pentecostés, aleluya; hoy el Espíritu Santo se apareció a los discípulos
en forma de lenguas de fuego y los enriqueció con sus dones, enviándolos a
predicar a todo el mundo y a dar testimonio de que el que crea y se bautice se
salvará. Aleluya.
PRECES
Oremos a Dios Padre, que por medio de Cristo ha congregado a la
Iglesia, y digamos suplicantes:
Envía, Señor, a la Iglesia tu Espíritu Santo.
Tú que quieres que todos los que nos llamamos cristianos, unidos por un solo
bautismo en el mismo Espíritu, formemos una única Iglesia,
haz que cuantos creen en ti sean un solo corazón y una sola alma.
Tú que con tu Espíritu llenaste el universo,
haz que los hombres construyan un mundo nuevo en justicia y paz.
Señor, padre de todos los hombres, que quieres reunir en la confesión de la
única fe a tus hijos dispersos,
ilumina a todos los hombres con la gracia del Espíritu Santo.
Tú que por tu Espíritu lo renuevas todo,
concede la salud a los enfermos, el consuelo a los que viven tristes y la
salvación a todos los hombres.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que por tu Espíritu resucitaste a tu Hijo de entre los muertos,
infunde nueva vida a los que han muerto.
Dirijámonos ahora al Padre con las palabras que el Espíritu del Señor
resucitado pone en nuestros labios:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que por el misterio de Pentecostés santificas a tu
Iglesia en todo pueblo y nación, derrama los dones del Espíritu Santo por toda
la extensión de la tierra, y aquellas maravillas que obraste en los comienzos
de la predicación evangélica continúa realizándolas ahora en los corazones de
tus fieles. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.