*Lecturas del Domingo 2º de Pascua - Ciclo B*
Domingo, 7 de abril de 2024
Primera
lectura
Lectura
del libro de los Hechos de los Apóstoles (4,32-35):
En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo
en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía. Los apóstoles daban
testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y Dios los
miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían
tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los
apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.
Palabra de Dios
Salmo
Sal
117,2-4.16ab-18.22-24
R/. Dad
gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. R/.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R/.
Segunda
lectura
Lectura
de la primera carta del apóstol san Juan (5,1-6):
Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y
todo el que ama a Dios que da el ser ama también al que ha nacido de él. En
esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus
mandamientos. Pues en esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus
mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de
Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es
nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el
Hijo de Dios? Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo
con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio,
porque el Espíritu es la verdad.
Palabra de Dios
*Lecturas del Domingo 2º de Pascua - Ciclo B*
Domingo, 7 de abril de 2024
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (20,19-31)*
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en
una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se
llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os
envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu
Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se
los retengáis, les quedan retenidos.»
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino
Jesús.
Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no
meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo
creo.»
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos.
Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a
vosotros.»
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela
en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»
Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin
haber visto.»
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista
de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías,
el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Palabra del Señor
*Que la
Paz del Señor llegue primero a vuestros corazones antes que mis palabras*
«No
seas incrédulo, sino creyente.»
*Esto me muestra claramente que dentro de
mí está la decisión de creer, y el Señor se me adelanta un paso, no
espera a que pueda llegar a él, sino que él, se adelanta. Y
puedo notar una dulzura especial en esta palabra. Yo que deseo tocar al Señor y
el Señor que está ansioso de dejarse tocar por mí. Es impresionante como
el Señor, pone toda su atención sobre mí, como está muy atento esperando
que de mis labios, de mi boca, de mi alma, que desde lo más profundo de
mí ser salgan bien entonadas estas palabras: «¡Señor mío y Dios mío!»*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón según
el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.