Musica Para el Alma

miércoles, 17 de abril de 2024

LAS LAUDES Y LAS VISPERAS DEL JUEVES 18


 

*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*

 

Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén

 

 

*JUEVES DE LA SEMANA III DE PASCUA*

 

 

LAUDES

(Oración de la mañana)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

INVITATORIO

 

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Himno: EL AGUA PURA, DON DE LA MAÑANA

 

El agua pura, don de la mañana,

da a los ojos el brillo de la vida,

y el alma se despierta cuando escucha

que el ángel dice: «¡Cristo resucita!»

 

¡Cómo quieren las venas de mi cuerpo

ser música, ser cuerdas de la lira,

y cantar, salmodiar como los pájaros,

en esta Pascua santa la alegría!

 

Mirad cuál surge Cristo transparente:

en medio de los hombres se perfila

su cuerpo humano, cuerpo del amigo

deseado, serena compañía.

 

El que quiera palparlo, aquí se acerque,

entre con su fe en el Hombre que humaniza,

derrame su dolor y su quebranto,

dé riendas al amor, su gozo diga.

 

A ti, Jesús ungido, te ensalzamos,

a ti, nuestro Señor, que depositas

tu santo y bello cuerpo en este mundo,

como en el campo se echa la semilla. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Cantaremos danzando: Jerusalén, ciudad de Dios, todas mis fuentes están en ti. Aleluya.

 

Salmo 86 - HIMNO A JERUSALÉN, MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS.

 

Él la ha cimentado sobre el monte santo;

y el Señor prefiere las puertas de Sión

a todas las moradas de Jacob.

 

¡Qué pregón tan glorioso para ti,

ciudad de Dios!

«Contaré a Egipto y a Babilonia

entre mis fieles;

filisteos, tirios y etíopes

han nacido allí.»

 

Se dirá de Sión: «Uno por uno

todos han nacido en ella;

el Altísimo en persona la ha fundado.»

 

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:

«Éste ha nacido allí.»

Y cantarán mientras danzan:

«Todas mis fuentes están en ti.»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Cantaremos danzando: Jerusalén, ciudad de Dios, todas mis fuentes están en ti. Aleluya.

 

Ant 2. Como un pastor el Señor ha reunido su rebaño. Aleluya.

 

Cántico: EL BUEN PASTOR ES EL DIOS ALTISIMO Y SAPIENTÍSIMO - Is 40, 10-17

 

Mirad, el Señor Dios llega con poder,

y su brazo manda.

Mirad, viene con él su salario

y su recompensa lo precede.

 

Como un pastor que apacienta el rebaño,

su brazo lo reúne,

toma en brazos los corderos

y hace recostar a las madres.

 

¿Quién ha medido a puñados el mar

o mensurado a palmos el cielo,

o a cuartillos el polvo de la tierra?

 

¿Quién ha pesado en la balanza los montes

y en la báscula las colinas?

¿Quién ha medido el aliento del Señor?

¿Quién le ha sugerido su proyecto?

 

¿Con quién se aconsejó para entenderlo,

para que le enseñara el camino exacto,

para que le enseñara el saber

y le sugiriese el método inteligente?

 

Mirad, las naciones son gotas de un cubo

y valen lo que el polvillo de balanza.

Mirad, las islas pesan lo que un grano,

el Líbano no basta para leña,

sus fieras no bastan para el holocausto.

 

En su presencia, las naciones todas,

como si no existieran,

son ante él como nada y vacío.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Como un pastor el Señor ha reunido su rebaño. Aleluya.

 

Ant 3. El Señor es grande en Sión, encumbrado sobre todos los pueblos. Aleluya.

 

Salmo 98 - SANTO ES EL SEÑOR, NUESTRO DIOS.

 

El Señor reina, tiemblen las naciones;

sentado sobre querubines, vacile la tierra.

 

El Señor es grande en Sión,

encumbrado sobre todos los pueblos.

Reconozcan tu nombre, grande y terrible:

Él es santo.

 

Reinas con poder y amas la justicia,

tú has establecido la rectitud;

tú administras la justicia y el derecho,

tú actúas en Jacob.

 

Ensalzad al Señor, Dios nuestro;

postraos ante el estrado de sus pies:

Él es santo.

 

Moisés y Aarón con sus sacerdotes,

Samuel con los que invocan su nombre,

invocaban al Señor, y él respondía.

Dios les hablaba desde la columna de nube;

oyeron sus mandatos y la ley que les dio.

 

Señor, Dios nuestro, tú les respondías,

tú eras para ellos un Dios de perdón

y un Dios vengador de sus maldades.

 

Ensalzad al Señor, Dios nuestro;

postraos ante su monte santo:

Santo es el Señor, nuestro Dios.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor es grande en Sión, encumbrado sobre todos los pueblos. Aleluya.

 

LECTURA BREVE   Rm 8, 10-11

 

Si Cristo está en vosotros, aunque vuestro cuerpo haya muerto por causa del pecado, el espíritu tiene vida por la justificación. Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos vivificará también vuestros cuerpos mortales por obra de su Espíritu que habita en vosotros.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.

R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.

 

V. El que por nosotros colgó del madero.

R. Aleluya, aleluya.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.

 

 

 

 

 V. Dios resucitó al Señor. Aleluya.
R. Y nos resucitará también a nosotros por su poder. Aleluya.

PRIMERA LECTURA AÑO (II)

 

De los Hechos de los apóstoles 10,1-33

 

PEDRO EN CASA DEL CENTURIÓN CORNELIO

 

En aquellos días, vivía en Cesárea un hombre, llamado Cornelio, que era centurión de la cohorte Itálica. Piadoso y temeroso de Dios, como toda su familia, hacía muchas obras de caridad entre el pueblo, y dirigía constantes oraciones a Dios. Un día, a eso de las tres de la tarde, tuvo una visión. Vio claramente que un ángel del Señor entraba a donde estaba él y le decía:

 

«¡Cornelio!»

 

Él lo miró fijamente y respondió atemorizado:

 

«¿Qué quieres, señor?»

 

El ángel le dijo:

 

«Tus oraciones y tus obras de caridad han subido hasta Dios como el sacrificio del memorial. Manda ahora unos hombres a Joppe y haz venir a un tal Simón, a quien llaman Pedro. Se hospeda en casa de un curtidor, llamado Simón, que tiene la casa junto al mar.»

 

En cuanto desapareció el ángel que le había hablado, llamó Cornelio a dos de sus domésticos y a un soldado, muy piadoso, de los que estaban siempre con él; y, después de referirles con todo detalle lo sucedido, los envió a Joppe. Al día siguiente, mientras ellos iban caminando y se acercaban a la ciudad, subió Pedro a la azotea, hacia eso del mediodía, a orar. Sintió mucha hambre, y quiso tomar algo. Y, mientras le estaban preparando la comida, le sobrevino un éxtasis. Vio el cielo abierto y un objeto, algo así como un mantel inmenso, suspendido por las cuatro puntas, que iba bajando y se posaba sobre el suelo. Dentro de él había toda clase de animales: cuadrúpedos, reptiles y aves del cielo. En esto, una voz le dijo:

 

«Levántate, Pedro, mata y come.»

Pedro exclamó:

 

«De ninguna manera, Señor. Jamás he comido cosa impura y que pueda contaminar.»

 

Habló de nuevo la voz, diciéndole:

 

«Lo que Dios ha purificado no lo tengas tú por impuro.»

 

Sucedió esto por tres veces; y, en seguida, el mantel fue recogido hacia el cielo. Estaba Pedro intrigado, discurriendo sobre el significado de la visión que había tenido, cuando se presentaron a la puerta los hombres enviados por Cornelio, que venían preguntando por la casa de Simón. Llamaron y preguntaron si allí se hospedaba Simón, a quien llamaban Pedro. Dijo entonces el Espíritu a Pedro, que seguía meditando en lo de la visión:

 

«Mira, ahí están tres hombres que te buscan. Anda, baja en seguida, y vete con ellos sin vacilar. Soy yo quien los ha enviado.»

 

Pedro bajó y dijo a aquellos hombres:

 

«Yo soy el que andáis buscando. ¿Qué es lo que os trae aquí?»

 

Ellos respondieron:

 

«El centurión Cornelio, que es un hombre justo y temeroso de Dios y muy bien considerado además por todo el pueblo judío, ha recibido de un ángel santo la orden de hacerte venir a su casa a fin de escuchar tus palabras.»

 

Al oír esto, Pedro los invitó a entrar y les dio hospedaje. Al día siguiente, se puso en camino con ellos, acompañado de algunos hermanos de Joppe. Al otro día, entró en Cesárea, donde los esperaba Cornelio, quien había invitado a sus parientes y amigos íntimos. En el momento de entrar Pedro, le salió al encuentro Cornelio, y se postró a sus pies. Pedro lo hizo levantarse diciéndole:

 

«Levántate, que yo soy también un hombre.»

 

Y, conversando con él, entró en casa, donde encontró un numeroso grupo de personas que se habían reunido. Pedro les dijo:

 

«Vosotros sabéis bien que los judíos tienen absolutamente prohibido tener trato con los extranjeros o entrar en sus casas. Pero Dios me ha enseñado a no llamar impuro ni manchado a ningún hombre. Por eso, sin replicar lo más mínimo, he venido apenas me ha llamado Dios. Pues bien, ahora os pregunto yo: ¿cuál es el objeto de vuestra llamada?»

 

Cornelio le respondió:

 

«Hace cuatro días, hacia esta hora de las tres de la tarde, estaba yo en mi casa haciendo oración. Y, de repente, apareció ante mí un hombre, vestido con brillantes vestiduras, que me dijo: "Cornelio, Dios ha escuchado tu oración y ha tomado en consideración tus obras de caridad. Manda un recado a Joppe y haz venir a Simón, a quien llaman Pedro; se hospeda en casa de Simón, el curtidor, junto al mar." En seguida, yo mandé en busca tuya, y me has hecho un favor muy grande en venir. Ahora, aquí, en presencia de Dios, estamos todos reunidos para escuchar las instrucciones que Dios te ha dado.»

 

RESPONSORIO    Mt 8, 10. 11

 

R. Jesús dijo: «Os aseguro que * en ningún israelita he hallado fe tan grande.» Aleluya.

V. Vendrán muchos del oriente y del occidente a sentarse a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.

R. En ningún israelita he hallado fe tan grande. Aleluya.

 

SEGUNDA LECTURA

 

Del Tratado de san Ireneo, obispo, Contra las herejías

(Libro 5, 2, 2-3: SC 153, 30-38)

 

LA EUCARISTÍA, PRENDA DE LA RESURRECCIÓN

 

Si no fuese verdad que nuestra carne es salvada, tampoco lo sería que el Señor nos redimió con su sangre, ni que el cáliz eucarístico es comunión de su sangre y el pan que partimos es comunión de su cuerpo. La sangre, en efecto, procede de las venas y de la carne y de todo lo demás que pertenece a la condición real del hombre, condición que el Verbo de Dios asumió en toda su realidad para redimirnos con su sangre, como afirma el Apóstol: Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.

 

Y, porque somos sus miembros, nos sirven de alimento los bienes de la creación; pero él, que es quien nos da estos bienes creados, haciendo salir el sol y haciendo llover según le place, afirmó que aquel cáliz, fruto de la creación, era su sangre, con la cual da nuevo vigor a nuestra sangre, y aseveró que aquel pan, fruto también de la creación, era su cuerpo, con el cual da vigor a nuestro cuerpo.

 

Por tanto, si el cáliz y el pan, cuando sobre ellos se pronuncian las palabras sacramentales, se convierten en la sangre y el cuerpo eucarísticos del Señor, con los cuales nuestra parte corporal recibe un nuevo incremento y consistencia, ¿cómo podrá negarse que la carne es capaz de recibir el don de Dios, que es la vida eterna, si es alimentada con la sangre y el cuerpo de Cristo, del cual es miembro?

 

Cuando el Apóstol dice en su carta a los Efesios: Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos, no se refiere a alguna clase de hombre espiritual e invisible -ya que un espíritu no tiene carne ni huesos-, sino al hombre tal cual es en su realidad concreta, que consta de carne, nervios y huesos, que es alimentado con el cáliz de la sangre de Cristo, y que recibe vigor de aquel pan que es el cuerpo de Cristo.

 

Y del mismo modo que la rama de la vid plantada en tierra da fruto a su tiempo, y el grano de trigo caído en tierra y disuelto sale después multiplicado por el Espíritu de Dios que todo lo abarca y lo mantiene unido, y luego el hombre, con su habilidad, los transforma para su uso, Y al recibir las palabras consecratorias se convierten en el alimento eucarístico del cuerpo y sangre de Cristo; del mismo modo nuestros cuerpos, alimentados con la eucaristía, después de ser sepultados y disueltos bajo tierra, resucitarán a su tiempo, por la resurrección que les otorgará aquel que es el Verbo de Dios, para gloria de Dios Padre, que rodea de inmortalidad a este cuerpo mortal y da gratuitamente la incorrupción a este cuerpo corruptible, ya que la fuerza de Dios se muestra perfecta en la debilidad.

 

RESPONSORIO    Jn 6, 48-52

 

R. Yo soy el pan de vida; vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; * éste es el pan que baja del cielo para que quien lo coma no muera. Aleluya.

V. Yo soy el pan vivo bajado del cielo; todo el que coma de este pan vivirá eternamente.

R. Éste es el pan que baja del cielo para que quien lo coma no muera. Aleluya.

 

*Lecturas del Jueves de la III Semana de Pascua*

18 Abr 2024

*Lectura del santo evangelio según san Juan (6,44-51)*

 

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado, Y yo lo resucitaré en el último día.
Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.
No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.
Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».

 

Palabra del Señor

 

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Os lo aseguro con toda verdad: el que cree en mí tiene vida eterna. Aleluya.

 

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas:

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Os lo aseguro con toda verdad: el que cree en mí tiene vida eterna. Aleluya.

 

PRECES

 

Glorifiquemos a Cristo resucitado y siempre presente en su Iglesia, y supliquémosle, diciendo:

 

Quédate con nosotros, Señor.

 

Señor Jesús, vencedor del pecado y de la muerte,

permanece en medio de nosotros, tú que vives por los siglos de los siglos.

 

Señor, ven a nosotros con tu poder invencible

y muéstranos la bondad de Dios Padre.

 

Señor, ayuda al mundo abrumado por las discordias,

ya que tú solo tienes el poder de salvar y reconciliar.

 

Confírmanos en la fe de la victoria final

y arraiga en nosotros la esperanza de tu manifestación gloriosa.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Porque Jesucristo nos ha hecho participar de su propia vida, somos hijos de Dios, y por ello nos atrevemos a decir:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Dios todopoderoso y eterno, que en estos días de Pascua nos has revelado con más plenitud la grandeza de tu amor, concédenos, ya que nos has librado de las tinieblas del error, que nos adhiramos más firmemente a tus enseñanzas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

 

VÍSPERAS

(Oración de la tarde)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: ES LA PASCUA REAL, NO YA LA SOMBRA

 

Es la Pascua real, no ya la sombra,

la verdadera Pascua del Señor;

la sangre del pasado es sólo un signo,

la mera imagen de la gran unción.

 

En verdad, tú, Jesús, nos protegiste

con tus sangrientas manos paternales;

envolviendo en tus alas nuestras almas,

la verdadera alianza tú sellaste.

 

Y, en tu triunfo, llevaste a nuestra carne

reconciliada con tu Padre eterno;

y, desde arriba, vienes a llevarnos

a la danza festiva de tu cielo.

 

Oh gozo universal, Dios se hizo hombre

para unir a los hombres con su Dios;

se rompen las cadenas del infierno,

y en los labios renace la canción.

 

Cristo, Rey eterno, te pedimos

que guardes con tus manos a tu Iglesia,

que protejas y ayudes a tu pueblo

y que venzas con él a las tinieblas. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. El Señor Dios le ha dado el trono de David, su padre. Aleluya.

 

Salmo 131 I - PROMESAS A LA CASA DE DAVID.

 

Señor, tenle en cuenta a David

todos sus afanes:

cómo juró al Señor

e hizo voto al Fuerte de Jacob:

 

«No entraré bajo el techo de mi casa,

no subiré al lecho de mi descanso,

no daré sueño a mis ojos,

ni reposo a mis párpados,

hasta que encuentre un lugar para el Señor,

una morada para el Fuerte de Jacob.»

 

Oímos que estaba en Efrata,

la encontramos en el Soto de Jaar:

entremos en su morada,

postrémonos ante el estrado de sus pies.

 

Levántate, Señor, ven a tu mansión,

ven con el arca de tu poder:

que tus sacerdotes se vistan de gala,

que tus fieles te aclamen.

Por amor a tu siervo David,

no niegues audiencia a tu Ungido.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor Dios le ha dado el trono de David, su padre. Aleluya.

 

Ant 2. Jesucristo es el único Soberano, el Rey de los reyes y el Señor de los señores. Aleluya.

 

Salmo 131 II.

 

El Señor ha jurado a David

una promesa que no retractará:

«A uno de tu linaje

pondré sobre tu trono.

 

Si tus hijos guardan mi alianza

y los mandatos que les enseño,

también sus hijos, por siempre,

se sentarán sobre tu trono.»

 

Porque el Señor ha elegido a Sión,

ha deseado vivir en ella:

«Ésta es mi mansión por siempre,

aquí viviré, porque la deseo.

 

Bendeciré sus provisiones,

a sus pobres los saciaré de pan;

vestiré a sus sacerdotes de gala,

y sus fieles aclamarán con vítores.

 

Haré germinar el vigor de David,

enciendo una lámpara para mi Ungido.

A sus enemigos los vestiré de ignominia,

sobre él brillará mi diadema.»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Jesucristo es el único Soberano, el Rey de los reyes y el Señor de los señores. Aleluya.

 

Ant 3. ¿Quién como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tú, terrible entre los santos? Aleluya.

 

Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap. 11, 17-18; 12, 10b-12a

 

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,

el que eres y el que eras,

porque has asumido el gran poder

y comenzaste a reinar.

 

Se encolerizaron las naciones,

llegó tu cólera,

y el tiempo de que sean juzgados los muertos,

y de dar el galardón a tus siervos los profetas,

y a los santos y a los que temen tu nombre,

y a los pequeños y a los grandes,

y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

 

Ahora se estableció la salud y el poderío,

y el reinado de nuestro Dios,

y la potestad de su Cristo;

porque fue precipitado

el acusador de nuestros hermanos,

el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

 

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero

y por la palabra del testimonio que dieron,

y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.

Por esto, estad alegres, cielos,

y los que moráis en sus tiendas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. ¿Quién como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tú, terrible entre los santos? Aleluya.

 

LECTURA BREVE   1Pe 3, 18. 21b-22

 

Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conduciros a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. Lo que actualmente os salva no consiste en limpiar una suciedad corporal, sino en impetrar de Dios una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, que llegó al cielo, se le sometieron ángeles, autoridades y poderes, y está a la derecha de Dios.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

 

V. Al ver al Señor.

R. Aleluya, aleluya.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Yo soy el pan vivo bajado del cielo; todo el que coma de este pan vivirá eternamente; y el pan que yo voy a dar es mi carne ofrecida por la vida del mundo. Aleluya.

 

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Yo soy el pan vivo bajado del cielo; todo el que coma de este pan vivirá eternamente; y el pan que yo voy a dar es mi carne ofrecida por la vida del mundo. Aleluya.

 

PRECES

 

Glorifiquemos a Cristo, resucitado de entre los muertos como primicia de los que han dormido, y supliquémosle, diciendo:

 

Tú que has resucitado de entre los muertos, escucha, Señor, nuestra oración.

 

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia santa, edificada sobre el cimiento de los apóstoles y extendida hasta los confines del mundo:

que tus bendiciones abundantes se derramen sobre cuantos creen en ti.

 

Tú, Señor, que eres el médico de nuestros cuerpos y de nuestras almas,

visítanos con tu amor y sálvanos.

 

Tú que experimentaste los dolores de la cruz y ahora estás lleno de gloria,

levanta y consuela a los enfermos y líbralos de sus sufrimientos.

 

Tú que anunciaste la resurrección a los que yacían en las tinieblas del abismo,

libra a los prisioneros y oprimidos y da pan a los hambrientos.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Tú, Señor, que en la cruz destruiste nuestra muerte y mereciste para todos el don de la inmortalidad,

concede a nuestros hermanos difuntos la vida nueva de tu reino.

 

Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Dios todopoderoso y eterno, que en estos días de Pascua nos has revelado con más plenitud la grandeza de tu amor, concédenos, ya que nos has librado de las tinieblas del error, que nos adhiramos más firmemente a tus enseñanzas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

EXAMEN DE CONCIENCIA

 

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

 

Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante vosotros, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, obra y omisión:

por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

 

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

 

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

Himno: EN TI, SEÑOR, REPOSAN NUESTRAS VIDAS

 

En ti, Señor, reposan nuestras vidas

en el descanso santo de la noche;

tú nos preparas para la alborada

y en el Espíritu Santo nos acoges.

 

En apartadas y lejanas tierras

el sol ha despertado las ciudades;

amigo de los hombres, ve sus penas

y ensancha de tu amor los manantiales.

 

Vencedor de la muerte y de las sombras,

Hijo eterno de Dios, resucitado,

líbranos del peligro de la noche

al dormirnos confiados en tus brazos. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.

 

Salmo 15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.

 

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;

yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»

Los dioses y señores de la tierra

no me satisfacen.

 

Multiplican las estatuas

de dioses extraños;

no derramaré sus libaciones con mis manos,

ni tomaré sus nombres en mis labios.

 

El Señor es mi heredad y mi copa;

mi suerte está en tu mano:

me ha tocado un lote hermoso,

me encanta mi heredad.

 

Bendeciré al Señor, que me aconseja,

hasta de noche me instruye internamente.

Tengo siempre presente al Señor,

con él a mi derecha no vacilaré.

 

Por eso se me alegra el corazón,

se gozan mis entrañas,

y mi carne descansa serena.

Porque no me entregarás a la muerte,

ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

 

Me enseñarás el sendero de la vida,

me saciarás de gozo en tu presencia,

de alegría perpetua a tu derecha.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

 

LECTURA BREVE   1Ts 5, 23

 

Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.

 

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Aleluya, aleluya.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.

 

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

 

Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz,

 

porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos

 

luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.

 

ORACION

 

OREMOS,

Señor, Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

BENDICIÓN

 

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. Amén.

 

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

 

Reina del cielo, alégrate, aleluya,

porque Cristo,

a quien llevaste en tu seno, aleluya,

ha resucitado, según su palabra, aleluya.

Ruega al Señor por nosotros, aleluya.