*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*DOMINGO
SEMANA V DE PASCUA*
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN
INICIAL
V. Señor abre
mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant.
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Himno: ESTABA
AL ALBA MARÍA
Estaba al alba María,
llamándole con sus lágrimas.
Vino la Gloria del Padre
y amaneció el primer día.
Envuelto en la blanca túnica
de su propia luz divina
-la sábana de la muerte
dejada en tumba vacía-,
Jesús, alzado, reinaba;
pero ella no lo veía.
Estaba al alba María,
la fiel esposa que aguarda.
Mueva el Espíritu al aura
en el jardín de la vida.
Las flores huelan la Pascua
de la carne sin mancilla,
y quede quieta la esposa
sin preguntas ni fatiga.
¡Ya está delante el esposo,
venido de la colina!
Estaba al alba María,
porque era la enamorada. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El que
tenga sed que venga a beber de balde el agua de la vida. Aleluya.
SALMO 62, 2-9
- EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. El que
tenga sed que venga a beber de balde el agua de la vida. Aleluya.
Ant 2. Adorad
al Señor que ha creado el cielo y la tierra, el mar y las fuentes del agua.
Aleluya.
Cántico: TODA
LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Adorad
al Señor que ha creado el cielo y la tierra, el mar y las fuentes del agua.
Aleluya.
Ant 3. Los
fieles festejan la gloria del Señor. Aleluya.
Salmo 149 -
ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Los
fieles festejan la gloria del Señor. Aleluya.
LECTURA
BREVE Hch 10, 40-43
Dios resucitó a Jesús al tercer día e hizo que se apareciese no a
todo el pueblo, sino a nosotros, que somos los testigos elegidos de antemano
por Dios. Nosotros hemos comido y bebido con él, después que Dios lo resucitó
de entre los muertos. Y él nos mandó predicar al pueblo y atestiguar que ha
sido constituido por Dios juez de vivos y muertos. De él hablan todos los
profetas y aseguran que cuantos tengan fe en él recibirán por su nombre el
perdón de sus pecados.
RESPONSORIO
BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya,
aleluya.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya,
aleluya.
V. Tú que has resucitado de entre los muertos.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya,
aleluya.
PRIMERA
LECTURA
De los Hechos
de los apóstoles 16, 16-40
DIFICULTADES
DE PABLO EN FILIPOS
En aquellos días, yendo una vez nosotros al lugar de la oración,
nos salió al encuentro una esclava, poseída de un demonio adivino, que con sus
predicciones proporcionaba a sus amos pingües ganancias. Siguiendo detrás de
Pablo y de nosotros, comenzó a gritar:
«Estos hombres son servidores del Dios altísimo y os anuncian el
camino de la salvación.»
Así lo hizo muchos días. Molestado, por fin, Pablo, se volvió y
conminó así al espíritu:
«En nombre de Jesucristo, te mando que salgas de esta mujer.»
Y en el mismo instante salió. Viendo sus amos que se habían
esfumado todas las esperanzas que tenían de lucro, prendieron a Pablo y a Silas
y los arrastraron a la plaza pública, ante la autoridad. Los hicieron
comparecer ante los pretores y dijeron:
«Estos hombres están revolviendo nuestra ciudad. Son judíos, y
enseñan costumbres que nosotros, romanos, no podemos aceptar ni poner en
práctica.»
El pueblo se amotinó contra ellos, y los pretores mandaron que,
desnudos, fuesen azotados con varas. Después de haberles dado muchos golpes,
los echaron a la cárcel y encargaron al carcelero que los vigilara con toda
precaución. Ante este mandato, el carcelero los metió en lo más profundo del
calabozo y sujetó sus pies en el cepo. Hacia media noche, Pablo y Silas,
puestos en oración, cantaban himnos a Dios, mientras los demás presos los
escuchaban. De pronto, se produjo un terremoto tan fuerte que vacilaron los
cimientos de la cárcel; se abrieron todas las puertas y se soltaron las cadenas
de todos. Despertó el carcelero y, al ver» las puertas de la cárcel abiertas,
sacó la espada con intención de quitarse la vida, pues creía que los presos se
habían escapado. Pero Pablo le gritó:
«No te hagas ningún daño, que estamos todos aquí.»
El carcelero pidió luz, se lanzó adentro y, temblando, se arrojó a
los pies de Pablo y Silas. Luego, los sacó afuera y les preguntó:
«Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?»
Le dijeron:
«Cree en Jesús, el Señor, y seréis salvos tú y tu familia.»
Y le expusieron la doctrina del Señor a él y a todos los de su
casa. Y, en aquella misma hora de la noche, los llevó consigo y les lavó las
heridas; en seguida, recibió el bautismo él con todos los suyos, y, haciéndolos
subir a su casa, les puso la mesa, contentísimo, lo mismo que toda su familia,
de haber creído en Dios. Llegado el día, los pretores enviaron a los lictores a
decir al carcelero:
«Pon en libertad a esos hombres.»
El carcelero hizo llegar a Pablo esta noticia:
«Los pretores han enviado a decir que os deje en libertad. Ahora,
pues, salid y marchad en paz.»
Pero Pablo les contestó:
«Con que a nosotros, ciudadanos romanos, sin proceso de mingún
género, nos han azotado públicamente y nos han arrojado a la cárcel, ¿y ahora,
con todo sigilo, nos echan a la calle? De ningún modo. Que vengan ellos mismos,
y que nos saquen.»
Los lictores comunicaron estas palabras a los pretores, quiemes
cobraron miedo al enterarse de que eran romanos. Vinieron, pues, a presentarles
sus excusas; los sacaron fuera y les rogaron que se marchasen de la ciudad.
Pablo y Silas, una vez que salieron de la cárcel, entraron en casa de Lidia y,
después de haber visto y animado a los hermanos, se fueron.
RESPONSORIO
Hch 16, 30. 31; Jn 6, 29
R. ¿Qué tengo que hacer para salvarme? * Cree en Jesús, el Señor,
y seréis salvos tú y tu familia. Aleluya.
V. Ésta es la obra de Dios: que creáis plenamente en aquel que él
ha enviado.
R. Cree en Jesús, el Señor, y seréis salvos tú y tu familia.
Aleluya.
SEGUNDA
LECTURA
De los
Sermones de san Máximo de Turín, obispo
(Sermón 53,
1-2. 4: CCL 23, 214-216)
CRISTO ES EL
DÍA
Por la resurrección de Cristo se abren las puertas de la región de
los muertos; por obra de los neófitos la tierra es renovada; por obra del
Espíritu Santo se abren las puertas del cielo. La región de los muertos, una
vez abierta, devuelve a sus prisioneros; la tierra renovada germina a los
resucitados; el cielo abierto acoge a los que a él ascienden.
El ladrón sube al paraíso, los cuerpos de los santos entran en la
ciudad santa, los muertos regresan entre los vivos y, por la acción eficaz de
la resurrección de Cristo, todos los elementos se ven enaltecidos.
La región de los muertos deja salir de sus profundidades a los que
allí estaban retenidos, la tierra envía al cielo a los que en ella estaban
sepultados, el cielo presenta al Señor a los que acoge en sus moradas; y la
pasión del Salvador, con una sola e idéntica operación, nos levanta desde lo
más profundo, nos eleva de la tierra y nos coloca en lo alto.
La resurrección de Cristo es vida para los difuntos, perdón para
los pecadores, gloria para los santos. Por esto el salmista invita a toda la
creación a celebrar la resurrección de Cristo, al decir que hay que alegrarse y
llenarse de gozo en este día en que actuó el Señor.
La luz de Cristo es un día sin noche, un día que no tiene fin. El
Apóstol nos enseña que este día es el mismo Cristo, cuando dice: La noche va
pasando, el día está encima. La noche -dice- va pasando, no dice: «vuelve»,
para darnos así a entender que, con la venida de la luz de Cristo, se ahuyentan
las tinieblas del demonio y no vuelve ya más la oscuridad del pecado, y que,
con este indeficiente resplandor, son rechazadas las tinieblas de antes, para
que el pecado no vuelva a introducirse subrepticiamente.
Tal es el día del Hijo, a quien el Padre comunica, de un modo arcano,
la luz de su divinidad. Tal es el día que dice, por boca de Salomón: Yo hice
nacer en los cielos la luz indeficiente.
Por esto, del mismo modo que la noche no sucede al día del cielo,
así también las tinieblas del pecado no pueden suceder a la justicia de Cristo.
El día celeste no cesa nunca de dar su luz y resplandor, ni hay oscuridad
alguna capaz de ponerle fin; así también la luz de Cristo brilla, irradia,
centellea siempre, y las tinieblas de los delitos no pueden vencerla, como dice
el evangelista Juan: Esta luz brilla en las tinieblas, pero las tinieblas no la
vencieron.
Por tanto, hermanos, todos debemos alegrarnos en este día santo.
Nadie se retraiga de la común alegría, aunque tenga conciencia de sus pecados;
nadie se aparte de la oración común, aunque se sienta agravado por sus culpas.
En este día, nadie, por más que se sienta pecador, debe desesperar del perdón,
ya que se trata de un día sobremanera privilegiado. Si el ladrón obtuvo la
gracia del paraíso, ¿por qué el cristiano no ha de obtener el perdón?
RESPONSORIO
R. La magnificencia del Señor está por encima de los cielos: * su
majestad resplandece sobre las nubes y su nombre permanece para siempre.
Aleluya.
V. Asoma por un extremo del cielo, y su órbita llega al otro
extremo.
R. Su majestad resplandece sobre las nubes y su nombre permanece
para siempre. Aleluya.
Lecturas
del Domingo 5º de Pascua - Ciclo B
Domingo,
28 de abril de 2024
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (15,1-8)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo
sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda,
para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he
hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar
fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no
permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en
mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al
que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los
recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras
permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria
mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»
Palabra
del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Jesús
dijo: «El que me ve, ve también al Padre.» Aleluya.
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Jesús
dijo: «El que me ve, ve también al Padre.» Aleluya.
PRECES
Oremos a Cristo, autor de la vida, a quien Dios resucitó de entre
los muertos, quien por su poder nos resucitará también a nosotros, y digámosle:
Cristo, vida
nuestra, sálvanos.
Cristo, luz esplendorosa que brillas en las tinieblas, rey de la
vida y salvador de los que han muerto,
concédenos vivir hoy en tu alabanza.
Señor Jesús, que anduviste los caminos de la pasión y de la cruz,
concédenos que, unidos a ti en el dolor y en la muerte,
resucitemos también contigo.
Hijo del Padre, maestro y hermano nuestro, tú que has hecho de
nosotros un pueblo de reyes y sacerdotes,
enséñanos a ofrecer con alegría nuestro sacrificio de alabanza.
Rey de la gloria, esperamos anhelantes el día de tu manifestación
gloriosa,
para poder contemplar tu rostro y ser semejantes a ti.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Dirijámonos ahora al Padre con las palabras que el Espíritu del
Señor resucitado pone en nuestra boca:
Padre
nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que nos has enviado la redención y concedido la
filiación adoptiva, protege con bondad a los hijos que tanto amas, y
concédenos, por nuestra fe en Cristo, la verdadera libertad y la herencia
eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HORA NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y
al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén. Aleluya.
Himno: SALVADOR DEL MUNDO
Salvador del mundo,
Señor de los ángeles:
por tu cruz gloriosa
la muerte venciste.
Oh Señor, consérvanos
los dones amables
que, con sufrimientos,
tú nos mereciste.
Y a quienes a precio
de dolor salvaste,
llévalos al cielo
para que te alaben.
Llévanos a todos,
Señor, suplicámoste,
pues que nos hiciste
reino de tu Padre. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE Rm 6, 4
Por nuestro bautismo fuimos sepultados con Cristo, para participar
de su muerte; para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por
la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva.
V. Quédate con nosotros, Señor. Aleluya.
R. Porque ya es tarde. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios nuestro, que nos has enviado la redención y concedido la
filiación adoptiva, protege con bondad a los hijos que tanto amas, y
concédenos, por nuestra fe en Cristo, la verdadera libertad y la herencia
eterna. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
II VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y
al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén. Aleluya.
Himno: AL FIN SERÁ LA PAZ Y LA CORONA
Al fin será la paz y la corona,
los vítores, las palmas sacudidas,
y un aleluya inmenso como el cielo
para cantar la gloria del Mesías.
Será el estrecho abrazo de los hombres,
sin muerte, sin pecado, sin envidia;
será el amor perfecto del encuentro,
será como quien llora de alegría.
Porque hoy remonta el vuelo el sepultado
y va por el sendero de la vida
a saciarse de gozo junto al Padre
y a preparar la mesa de familia.
Se fue, pero volvía, se mostraba,
lo abrazaban, hablaba, compartía;
y escondido la Iglesia lo contempla,
lo adora más presente todavía.
Hundimos en sus ojos la mirada,
y ya es nuestra la historia que principia,
nuestros son los laureles de su frente,
aunque un día le dimos las espinas.
Que el tiempo y el espacio limitados
sumisos al Espíritu se rindan,
y dejen paso a Cristo omnipotente,
a quien gozoso el mundo glorifica. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Resucitó el Señor y está sentado a la derecha del Padre.
Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Resucitó el Señor y está sentado a la derecha del Padre.
Aleluya.
Ant 2. Nos ha sacado del dominio de las tinieblas y nos ha
trasladado al reino de su Hijo. Aleluya.
Salmo 113 A - ISRAEL LIBRADO DE EGIPTO; LAS MARAVILLAS DEL ÉXODO.
Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.
El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.
¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?
En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Nos ha sacado del dominio de las tinieblas y nos ha
trasladado al reino de su Hijo. Aleluya.
Ant 3. Aleluya. Reina el Señor, nuestro Dios: alegrémonos y
démosle gracias. Aleluya.
Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados
cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente
decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Aleluya. Reina el Señor, nuestro Dios: alegrémonos y démosle
gracias. Aleluya.
LECTURA BREVE Hb 10, 12-14
Cristo, habiendo ofrecido un solo sacrificio en expiación de los
pecados, está sentado para siempre a la diestra de Dios, y espera el tiempo que
falta «hasta que sus enemigos sean puestos por escabel de sus pies». Así, con
una sola oblación, ha llevado para siempre a la perfección en la gloria a los
que ha santificado.
RESPONSORIO BREVE
V. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, aleluya.
R. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, aleluya.
V. Y se ha aparecido a Simón.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Voy a prepararos un lugar; y os llevaré conmigo, para que
donde yo esté estéis también vosotros. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Voy a prepararos un lugar; y os llevaré conmigo, para que
donde yo esté estéis también vosotros. Aleluya.
PRECES
Oremos a Cristo, el Señor, que murió y resucitó por los hombres, y
ahora intercede por nosotros, y digámosle:
Cristo, rey victorioso, escucha nuestra oración.
Cristo, luz y salvación de todos los pueblos,
derrama el fuego del Espíritu Santo sobre los que has querido
fueran testigos de tu resurrección en el mundo.
Que el pueblo de Israel te reconozca como el Mesías de su
esperanza
y la tierra toda se llene del conocimiento de tu gloria.
Consérvanos, Señor, en la comunión de tu Iglesia
y haz que con todos nuestros hermanos obtengamos el premio y el
descanso de nuestros trabajos.
Tú que has vencido a la muerte, nuestro enemigo, destruye en
nosotros el poder del mal, tu enemigo,
para que vivamos siempre para ti, vencedor inmortal.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Cristo Salvador, tú que te hiciste obediente hasta la muerte y has
sido elevado a la derecha del Padre,
recibe en tu reino glorioso a nuestros hermanos difuntos.
Unamos nuestra oración a la de Jesús, nuestro abogado ante el
Padre, y digamos como él nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que nos has enviado la redención y concedido la
filiación adoptiva, protege con bondad a los hijos que tanto amas, y
concédenos, por nuestra fe en Cristo, la verdadera libertad y la herencia
eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y
al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos
ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone
nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: EN TI, SEÑOR, REPOSAN NUESTRAS VIDAS
En ti, Señor, reposan nuestras vidas
en el descanso santo de la noche;
tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos acoges.
En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las ciudades;
amigo de los hombres, ve sus penas
y ensancha de tu amor los manantiales.
Vencedor de la muerte y de las sombras,
Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus brazos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.»
Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.
No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.
Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.
Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.
No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;
te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.
«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE Ap 22, 4-5
Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no
habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor
Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos,
para que velemos con Cristo y descansemos en paz. Aleluya.
ORACION
OREMOS,
Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en
este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno,
descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente
tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una
santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.