*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*TIEMPO DE CUARESMA*
MARTES DE LA SEMANA V
De la Solemnidad. Salmos del Común de santos varones.
19 de marzo
*SAN JOSE, ESPOSO DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN
MARÍA. SOLEMNIDAD*
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Adoremos a Cristo, el Señor, en
esta solemnidad de san José.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Adoremos a Cristo, el Señor, en
esta solemnidad de san José.
Himno: ESCUCHEN QUÉ COSA Y COSA.
Escuchen qué cosa y cosa
tan maravillosa, aquesta:
un padre que no ha engendrado
a un Hijo, a quien otro engendra.
Un hombre que da alimentos
al mismo que lo alimenta;
cría al que lo crió,
y al mismo sustenta que lo sustenta.
Manda a su propio Señor
y a su Hijo Dios respeta;
tiene por ama a una esclava,
y por esposa a una reina.
Celos tuvo y confianza,
seguridad y sospechas,
riesgos y seguridades,
necesidad y riquezas.
Tuvo, en fin, todas las cosas
que pueden pensarse buenas;
y es de María esposo y,
de Dios, padre en la tierra. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Los pastores vinieron presurosos y encontraron a María y a José, y
al niño acostado en un pesebre.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los pastores vinieron presurosos y
encontraron a María y a José, y al niño acostado en un pesebre.
Ant 2. José y María, la madre de Jesús,
estaban maravillados de lo que se decía de él, y Simeón los bendijo.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. José y María, la madre de Jesús,
estaban maravillados de lo que se decía de él, y Simeón los bendijo.
Ant 3. Se levantó José y tomó de noche al
niño y a su madre, y partió para Egipto, y allí permaneció hasta la muerte de
Herodes.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Se levantó José y tomó de noche al
niño y a su madre, y partió para Egipto, y allí permaneció hasta la muerte de
Herodes.
LECTURA BREVE 2S 7, 28-29
Mi Señor, tú eres el Dios verdadero, tus palabras son de fiar, y has hecho esta
promesa a tu siervo. Dígnate, pues, bendecir a la casa de tu siervo, para que
esté siempre en tu presencia; ya que tú, mi Señor, lo has dicho, sea siempre
bendita la casa de tu siervo.
RESPONSORIO BREVE
V. Lo nombró administrador de su casa.
R. Lo nombró administrador de su casa.
V. Señor de todas sus posesiones.
R. Administrador de su casa.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Lo nombró administrador de su casa.
V. El
justo florecerá como un lirio.
R. Y se alegrará eternamente ante el Señor.
PRIMERA LECTURA
De la carta a los Hebreos 11, 1-16
LA FE DE LOS ANTIGUOS PADRES
Hermanos: La fe es la firme seguridad de los
bienes que se esperan, la plena convicción de las realidades que no se ven. A
causa de ella fueron alabados nuestros mayores. Por la fe sabemos que el
universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible ha tenido
su origen en una causa invisible.
Por la fe ofreció Abel a Dios un sacrificio más excelente que el de Caín; por
ella fue proclamado justo, dando Dios mismo testimonio a favor de sus ofrendas,
y por la fe continúa hablando aun después de su muerte.
Por la fe fue trasladado Henoc sin experimentar la muerte: «No fue hallado más,
porque Dios se lo llevó.» Pero antes de ser trasladado se da testimonio en su
favor de que «había sido grato a Dios». Ahora bien, sin la fe es imposible
agradar a Dios, pues el que se acerca a Dios debe creer que existe y que es
remunerador de los que lo buscan.
Por la fe, movido de religioso temor, Noé fabrico el arca para salvar a su
familia, advertido por Dios de lo que aún no se veía venir; e, igualmente por
la fe, condenó al mundo y se hizo heredero de la justificación que se alcanza
por la fe.
Por la fe obedeció Abraham al ser llamado por Dios, saliendo hacia la tierra
que había de recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba. Por la fe
peregrinó por la tierra prometida, como en tierra extraña, habitando en tiendas
con Isaac y Jacob, coherederos de las mismas promesas, pues esperaba entrar en
esa ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es el mismo
Dios.
Por la fe la misma Sara, a pesar de su avanzada edad, recibió el poder de ser
madre, pues tuvo fe en aquel que se lo había prometido. Y, por esto mismo, de
un solo hombre, ya incapaz de transmitir la vida, nacieron hijos, «numerosos
como las estrellas del cielo, incontables como las arenas del mar».
En la fe murieron todos ellos, sin haber alcanzado la realización de las
promesas, pero las vieron desde lejos y las saludaron, reconociendo que eran
«forasteros y peregrinos sobre la tierra». En verdad que quienes así se
expresan dan a entender claramente que van en busca de una patria, pues, si
hubiesen pensado en aquella de la que habían salido, ocasiones tuvieron para
volver a ella. Pero ellos aspiraban a una patria mejor, es decir, a la
celestial. Por eso Dios no se desdeña de llamarse su Dios, pues les tenía ya
preparada una ciudad.
RESPONSORIO Rm 4, 20. 22; St 2,
22
R. No lo hizo
vacilar la incredulidad ante la promesa de Dios, sino que, fortalecido por la
fe, dio gloria a Dios; * por
lo cual Dios se lo tomó como justificación.
V. La fe cooperaba con sus obras, y por sus obras
su fe alcanzó la plenitud.
R. Por lo cual Dios se lo tomó como justificación.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Bernardino de Siena,
presbítero
(Sermón 2, Sobre san José: Opera 7, 16. 27-30)
FIEL CUIDADOR Y GUARDIÁN
Es norma general de todas las gracias especiales
comunicadas a cualquier creatura racional que, cuando la gracia divina elige a
alguien para algún oficio especial o algún estado muy elevado, otorga todos los
carismas que son necesarios a aquella persona así elegida, y que la adornan con
profusión.
Ello se realizó de un modo eminente en la persona de san José, que hizo las
veces de padre de nuestro Señor Jesucristo y que fue verdadero esposo de la
Reina del mundo y Señora de los ángeles, que fue elegido por el Padre eterno
como fiel cuidador y guardián de sus más preciados tesoros, a saber, de su Hijo
y de su esposa; cargo que él cumplió con absoluta fidelidad. Por esto el Señor
le dice: Bien, siervo bueno y fiel, pasa al banquete de tu Señor.
Si miramos la relación que tiene José con toda la Iglesia, ¿no es éste el
hombre especialmente elegido, por el cual y bajo el cual Cristo fue introducido
en el mundo de un modo regular y honesto? Por tanto, si toda la Iglesia está en
deuda con la Virgen Madre, ya que por medio de ella recibió a Cristo, de modo
semejante le debe a san José, después de ella, una especial gratitud y
reverencia.
Él, en efecto, cierra el antiguo Testamento, ya que en él la dignidad
patriarcal y profética alcanza el fruto prometido. Además, él es el único que
poseyó corporalmente lo que la condescendencia divina había prometido a los
patriarcas y a los profetas.
Hemos de suponer, sin duda alguna, que aquella misma familiaridad, respeto y
altísima dignidad que Cristo tributó a José mientras vivía aquí en la tierra,
como un hijo con su padre, no se la ha negado en el cielo; al contrario, la ha
colmado y consumado.
Por esto, no sin razón añade el Señor: Pasa al banquete de tu Señor. Pues,
aunque el gozo festivo de la felicidad eterna entra en el corazón del hombre,
el Señor prefirió decirle: Pasa al banquete, para insinuar de un modo
misterioso que este gozo festivo no sólo se halla dentro de él, sino que lo
rodea y absorbe por todas partes, y que está sumergido en él como en un abismo
infinito.
Acuérdate, pues, de nosotros, bienaventurado José, e intercede con tus oraciones
ante tu Hijo; haz también que sea propicia a nosotros la santísima Virgen, tu
esposa, que es madre de aquel que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina
por siglos infinitos. Amén.
RESPONSORIO
R. Dios me
constituyó como padre del rey y como señor de toda su casa; * me
elevó para hacer llegar la salvación a muchos pueblos.
V. El Señor ha sido el auxilio y refugio que me ha
salvado.
R. Me elevó para hacer llegar la salvación a
muchos pueblos.
Lecturas del
San José
Martes, 19 de
marzo de 2024
Evangelio
*Lectura del
santo evangelio según san Mateo (1,16.18-21.24a)*
Jacob
engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó
que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en
secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un
ángel del Señor que le dijo:
- «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque
la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú
le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.
Palabra del
Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. José se estableció en una ciudad llamada Nazaret; así se cumplió
lo que de Cristo habían anunciado los profetas: que sería llamado Nazareno.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. José se estableció en una ciudad
llamada Nazaret; así se cumplió lo que de Cristo habían anunciado los profetas:
que sería llamado Nazareno.
PRECES
Acudamos suplicantes al Señor, el único que puede hacernos justos,
y digámosle suplicantes:
Con tu justicia, Señor, danos vida.
Tú, Señor, que llamaste a nuestros padres en la fe para que caminasen en tu
presencia con un corazón sincero,
haz que también nosotros, siguiendo sus huellas, seamos santos ante tus ojos.
Tú que elegiste a José, varón justo, para que cuidara de tu Hijo durante su
niñez y adolescencia,
haz que también nosotros nos consagremos al servicio del cuerpo de Cristo,
sirviendo a nuestros hermanos.
Tú que entregaste la tierra a los hombres para que la llenaran y la sometieran,
ayúdanos a trabajar con empeño en nuestro mundo, pero teniendo siempre nuestros
ojos puestos en tu gloria.
No te olvides, Padre del universo, de la obra de tus manos
y haz que todos los hombres, mediante su trabajo honesto, tengan una vida digna.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Porque somos miembros de la familia de Dios, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso, que, en los albores del nuevo Testamento,
encomendaste a san José los misterios de nuestra salvación, haz que ahora tu
Iglesia, sostenida por la intercesión del esposo de María, lleve a su pleno
cumplimiento la obra de la salvación de los hombres. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
II VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: ¡OH QUÉ DICHOSO ESTE DÍA!
¡Oh qué dichoso este día
en que José, dulce suerte,
entre Jesús y María
rinde tributo a la muerte!
Tuvo en la tierra su cielo;
por un favor nunca visto,
con la Virgen, su consuelo
fue vivir sirviendo a Cristo.
Ya con suprema leticia
los justos lo aclamarán,
lleva la buena noticia
hasta el seno de Abraham.
Si fue grande la agonía
que sufrió en la encarnación,
será inmensa la alegría
que tendrá en resurrección.
Quiera Dios que en nuestro trance
no nos falte su favor,
y piadoso nos alcance
ver benigno al Redentor.
Que en Jesús, José y María,
gloria de la humanidad,
resplandezca tu armonía,
¡oh indivisa Trinidad! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Hallaron a Jesús en el templo, sentado en medio de los doctores,
escuchándolos y haciéndoles preguntas.
Salmo 14 - ¿QUIÉN ES JUSTO ANTE EL SEÑOR?
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,
el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,
el que no retracta lo que juró
aún en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hallaron a Jesús en el templo,
sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas.
Ant 2. Su madre le dijo a Jesús: «Hijo
mío, ¿por qué te has portado así con nosotros? Tu padre y yo te buscábamos
llenos de angustia.»
Salmo 111- FELICIDAD DEL JUSTO
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.
En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.
No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.
El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Su madre le dijo a Jesús: «Hijo
mío, ¿por qué te has portado así con nosotros? Tu padre y yo te buscábamos
llenos de angustia.»
Ant 3. Jesús bajó a Nazaret con sus
padres, y vivía sumiso a ellos.
Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Jesús bajó a Nazaret con sus
padres, y vivía sumiso a ellos.
LECTURA BREVE Col 3, 23-24
Lo que hacéis, hacedlo con toda el alma, como para
servir al Señor y no a los hombres: sabiendo bien que recibiréis del Señor en
recompensa la herencia. Servid a Cristo Señor.
RESPONSORIO BREVE
V. El justo florecerá como un lirio.
R. El justo florecerá como un lirio.
V. Y se alegrará eternamente ante el señor.
R. Como un lirio.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. El justo florecerá como un lirio.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Jesús tenía unos treinta años y era considerado hijo de José.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Jesús tenía unos treinta años y era
considerado hijo de José.
PRECES
Acudamos suplicantes a Dios Padre todopoderoso, de quien procede
toda la familia del cielo y de la tierra, y digámosle suplicantes:
Padre nuestro que estás en los cielos, escúchanos.
Padre santo, tú que en la aurora del nuevo Testamento revelaste a José el
misterio mantenido en silencio desde el origen de los siglos,
ayúdanos a conocer cada vez mejor a tu Hijo, verdadero Dios y verdadero hombre.
Padre celestial, tú que alimentas las aves del cielo y vistes la hierba del
campo,
concede a todos los hombres el pan de cada día para su cuerpo y el alimento de
la eucaristía para su espíritu.
Creador del universo, tú que entregaste al hombre la obra de tus manos,
haz que los trabajadores puedan disfrutar de manera digna del fruto de su
trabajo.
Señor, tú que eres la fuente de toda la justicia y deseas que todos seamos
justos,
por intercesión de san José, ayúdanos a agradarte en todo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Haz, Señor, que los moribundos y los que ya han muerto,
obtengan tu misericordia eterna, por medio de tu Hijo, de María y de san José.
Porque somos miembros de la familia de Dios, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso, que, en los albores del nuevo Testamento,
encomendaste a san José los misterios de nuestra salvación, haz que ahora tu
Iglesia, sostenida por la intercesión del esposo de María, lleve a su pleno
cumplimiento la obra de la salvación de los hombres. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.