*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*TIEMPO ORDINARIO VIERNES DE LA SEMANA III*
Del común de pastores para un santo obispo. Salterio III
26 de enero
*SANTOS TIMOTEO Y TITO, obispos. (MEMORIA)*
Timoteo y Tito, discípulos y colaboradores del apóstol Pablo, presidieron las Iglesias
de Éfeso y Creta, respectivamente. Ellos fueron los destinatarios de las cartas
llamadas «pastorales», cartas llenas de excelentes recomendaciones para la
formación de pastores y fieles.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor
supremo.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor
supremo.
Himno: CRISTO, CABEZA, REY DE LOS PASTORES.
Cristo, cabeza, rey de los pastores,
el pueblo entero, madrugando a fiesta,
canta a la gloria de tu sacerdote
himnos sagrados.
Con abundancia de sagrado crisma,
la unción profunda de tu Santo Espíritu
lo armó guerrero y lo nombró en la Iglesia
jefe del pueblo.
El fue pastor y forma del rebaño,
luz para el ciego, báculo del pobre,
padre común, presencia providente,
todo de todos.
Tú que coronas sus merecimientos,
danos la gracia de imitar su vida,
y al fin, sumisos a su magisterio,
danos su gloria. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Contra ti, contra ti solo pequé, Señor; ten misericordia de mí.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Contra ti, contra ti solo pequé,
Señor; ten misericordia de mí.
Ant 2. Reconocemos, Señor, nuestra
impiedad; hemos pecado contra ti.
Cántico: LAMENTACIÓN DEL PUEBLO EN TIEMPO DE HAMBRE Y DE GUERRA - Jr
14,17-21
Mis ojos se deshacen en lágrimas,
día y noche no cesan:
por la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo,
una herida de fuertes dolores.
Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta como el sacerdote
vagan sin sentido por el país.
¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
¿tiene asco tu garganta de Sión?
¿Por que nos has herido sin remedio?
Se espera la paz, y no hay bienestar,
al tiempo de la cura sucede la turbación.
Señor, reconocemos nuestra impiedad,
la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.
No nos rechaces, por tu nombre,
no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Reconocemos, Señor, nuestra
impiedad; hemos pecado contra ti.
Ant 3. El Señor es Dios y nosotros somos
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Salmo 99 - ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO.
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es Dios y nosotros somos
su pueblo y ovejas de su rebaño.
LECTURA BREVE Hb 13, 7-9a
Acordaos de aquellos superiores vuestros que os expusieron la palabra de Dios:
reflexionando sobre el desenlace de su vida, imitad su fe. Jesucristo es el
mismo hoy que ayer, y para siempre. No os dejéis extraviar por doctrinas
llamativas y extrañas.
RESPONSORIO BREVE
V. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado
centinelas.
V. Ni de día ni de noche dejarán de anunciar el
nombre del Señor.
R. He colocado centinelas.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado
centinelas.
V. El
Señor nos instruirá en sus caminos.
R. Y marcharemos por sus sendas.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Génesis 24, 33-41. 49-67
ISAAC TOMA POR ESPOSA A REBECA
En aquellos días, cuando ofrecieron de comer al
criado de Abraham, él rehusó:
«No comeré hasta explicar mi asunto.»
Y le dijeron:
«Habla.»
Entonces él comenzó:
«Soy criado de Abraham. El Señor ha bendecido inmensamente a mi amo y lo ha
hecho rico; le ha dado ovejas y vacas, oro y plata, siervos y siervas, camellos
y asnos; Sara, la mujer de mi amo, siendo ya vieja, le ha dado un hijo, que lo
hereda todo. Mi amo me tomó juramento:
"Cuando le busques mujer a mi hijo, no la escogerás de los cananeos, en
cuya tierra habito, sino que irás a casa de mi padre y mis parientes, y allí le
buscarás mujer a mi hijo."
Yo le contesté:
"¿Y si la mujer no quiere venir conmigo?"
Él replicó:
"El Señor, en cuya presencia me muevo, enviará su ángel contigo, dará
éxito a tu empresa, y encontrarás mujer para mi hijo en la casa de mi padre y
mis parientes. Pero quedarás libre del juramento si, llegado a casa de mis
parientes, no te la quieren dar; entonces quedarás libre del juramento."
Por tanto, si queréis ser leales y sinceros con mi amo, decídmelo y, si no,
decídmelo también, para actuar en consecuencia.»
Labán y Betuel le contestaron:
«El asunto viene del Señor, nosotros no podemos responderte bien o mal. Ahí
tienes a Rebeca, tómala y vete; y sea la mujer del hijo de tu amo, como el
Señor ha dicho.»
Cuando el criado de Abraham oyó esto, se postró en tierra ante el Señor.
Después, sacó ajuar de plata y oro y vestidos, y se los ofreció a Rebeca; y
ofreció regalos al hermano y a la madre. Comieron y bebieron él y sus
compañeros, y, a la mañana siguiente, se levantaron y dijeron:
«Dejadme volver a mi amo.»
El hermano y la madre replicaron:
«Deja que la chica se quede con nosotros unos diez días, después se marchará.»
Pero él replicó:
«No me detengáis, después que el Señor ha dado éxito a mi viaje: dejadme volver
a mi amo.»
Ellos dijeron:
«Vamos a llamar a la chica y a preguntarle su opinión.»
Llamaron a Rebeca y le preguntaron: «¿Quieres ir con este hombre?»
Ella respondió:
«Sí.»
Entonces, despidieron a Rebeca y a su nodriza, al criado de Abraham y a sus
compañeros. Y bendijeron a Rebeca:
«Tú eres nuestra hermana: crece mil y mil veces, y que tu descendencia someta
el poder de sus enemigos.»
Rebeca y sus compañeras se levantaron, montaron en los camellos y siguieron al
hombre; y así se llevó a Rebeca el criado de Abraham.
Isaac se había trasladado del «Pozo del que vive y ve» al territorio del
Negueb. Una tarde salió a pasear por el campo y, alzando la vista, vio
acercarse unos camellos. También Rebeca alzó la vista y, al ver a Isaac, bajó
del camello y dijo al criado:
«¿Quién es aquel hombre que viene en dirección nuestra por el campo?»
Respondió el criado:
«Es mi amo.»
Y ella tomó el velo y se cubrió. El criado le contó a Isaac todo lo que había
hecho. Isaac introdujo a Rebeca en la tienda de Sara, su madre, la tomó por
esposa y, con su amor, se consoló de la muerte de su madre.
RESPONSORIO Ct 2, 13. 14; cf. Gn
24, 67
R. Levántate,
amada mía, y ven; déjame escuchar tu voz, * porque
es muy dulce tu hablar y gracioso tu semblante.
V. Isaac introdujo a Rebeca en la tienda de su
madre, la tomó por esposa y la amó.
R. Porque es muy dulce tu hablar y gracioso tu
semblante.
SEGUNDA LECTURA
De las Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo
(Homilía 2 sobre las alabanzas de san Pablo: PG 50, 480-484)
HE COMBATIDO BIEN MI COMBATE
Pablo, encerrado en la cárcel, habitaba ya en el
cielo, y recibía los azotes y heridas con un agrado superior al de los que
conquistan el premio en los juegos; amaba los sufrimientos no menos que el
premio, ya que estos mismos sufrimientos, para él, equivalían al premio; por
esto, los consideraba como una gracia. Sopesemos bien lo que esto significa. El
premio consistía ciertamente en partir para estar con Cristo; en cambio,
quedarse en esta vida significaba el combate; sin embargo, el mismo anhelo de
estar con Cristo lo movía a diferir el premio, llevado del deseo del combate,
ya que lo juzgaba más necesario.
Comparando las dos cosas, el estar separado de Cristo representaba para él el
combate y el sufrimiento, más aún, el máximo combate y el máximo sufrimiento.
Por el contrario, estar con Cristo representaba el premio sin comparación; con
todo, Pablo, por amor a Cristo, prefiere el combate al premio.
Alguien quizá dirá que todas estas dificultades él las tenía por suaves, por su
amor a Cristo. También yo lo admito, ya que todas aquellas cosas, que para
nosotros son causa de tristeza, en él engendraban el máximo deleite. Y ¿para
qué recordar las dificultades y tribulaciones? Su gran aflicción le hacía
exclamar: ¿Quién sufre angustias sin que yo las comparta? ¿Quién es impugnado
por el enemigo sin que esté yo en ascuas?
Os ruego que no sólo admiréis, sino que también imitéis este magnífico ejemplo
de virtud: así podremos ser partícipes de su corona.
Y si alguien se admira de esto que hemos dicho, a saber, que el que posea unos
méritos similares a los de Pablo obtendrá una corona semejante a la suya, que
atienda a las palabras del mismo Apóstol: He combatido bien mi combate, he
corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida,
que el Señor, justo juez, me otorgará aquel día; y no sólo a mí, sino también a
todos los que hayan esperado con amor su venida. ¿Te das cuenta de cómo nos
invita a todos a tener parte en su misma gloria?
Así pues, ya que a todos nos aguarda una misma corona de gloria, procuremos
hacernos dignos de los bienes que tenemos prometidos.
Y no sólo debemos considerar en el Apóstol la magnitud y excelencia de sus
virtudes y su pronta y robusta disposición de ánimo, por las que mereció llegar
a un premio tan grande, sino que hemos de pensar también que su naturaleza era
en todo igual a la nuestra; de este modo, las cosas más arduas nos parecerán
fáciles y llevaderas y, esforzándonos en este breve tiempo de nuestra vida, alcanzaremos
aquella corona incorruptible e inmortal, por la gracia y la misericordia de
nuestro Señor Jesucristo, a quien pertenece la gloria y el imperio ahora y
siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
RESPONSORIO 1Tm 6, 11-12; Tt 2,
1
R. Como hombre
de Dios que eres, corre al alcance de la justicia, de la piedad, de la fe, de
la caridad, de la paciencia en el sufrimiento, de la dulzura. * Combate
el buen combate de la fe, conquista la vida eterna.
V. Enseña lo que es conforme a la sana doctrina.
R. Combate el buen combate de la fe, conquista la
vida eterna.
*Lecturas del Viernes de la 3ª semana del Tiempo
Ordinario*
Viernes, 26 de enero de 2024
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Marcos (4,26-34)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de Dios se parece a un hombre
que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la
semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo
la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando
el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega.»
Dijo también: «¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola
usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más
pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa
ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas.»
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su
entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo
explicaba todo en privado.
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Proclama la palabra, insiste con oportunidad o sin ella, persuade,
reprende, exhorta, armado de toda paciencia y doctrina.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Proclama la palabra, insiste con
oportunidad o sin ella, persuade, reprende, exhorta, armado de toda paciencia y
doctrina.
PRECES
Demos gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus
ovejas, y supliquémosle diciendo:
Apacienta a tu pueblo, Señor.
Señor Jesucristo, tú que en los santos pastores nos has revelado tu
misericordia y tu amor,
haz que, por ellos, continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.
Señor Jesucristo, tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único
pastor de tu pueblo,
no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.
Señor Jesucristo, tú que por medio de los santos pastores eres el médico de los
cuerpos y de las almas,
haz que nunca falten en tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas
de una vida santa.
Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el
amor de los santos,
haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios nuestro, que concediste a los santos Timoteo y Tito
vivir de manera semejante a los apóstoles, haz que, ayudados por su
intercesión, vivamos en este mundo justa y piadosamente y alcancemos después tu
reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: CANTEMOS AL SEÑOR CON ALEGRÍA.
Cantemos al Señor con alegría,
unidos a la voz del pastor santo;
demos gracias a Dios, que es luz y guía,
solícito pastor de su rebaño.
Es su voz y su amor el que nos llama
en la voz del pastor que él ha elegido,
es su amor infinito el que nos ama
en la entrega y amor de este otro cristo.
Conociendo en la fe su fiel presencia,
hambrientos de verdad y luz divina,
sigamos al pastor que es providencia
de pastos abundantes que son vida.
Apacienta, Señor, guarda a tus hijos,
manda siempre a tu mies trabajadores;
cada aurora, a la puerta del aprisco,
nos aguarde el amor de tus pastores. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.
Salmo 134 I - HIMNO A DIOS POR SUS MARAVILLAS
Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.
Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.
Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta a los vientos de sus silos.
Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
—en medio de ti, Egipto—
contra el Faraón y sus ministros.
Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos;
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es grande, nuestro dueño
más que todos los dioses.
Ant 2. Casa de Israel, bendice al Señor;
tañed para su nombre, que es amable.
Salmo 134 II.
Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.
Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas:
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,
tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor;
fieles del Señor, bendecid al Señor.
Bendito en Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Casa de Israel, bendice al Señor;
tañed para su nombre, que es amable.
Ant 3. Vendrán todas las naciones y se
postrarán en tu acatamiento, Señor.
Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vendrán todas las naciones y se
postrarán en tu acatamiento, Señor.
LECTURA BREVE 1Pe 5, 1-4
A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero
como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que
va a descubrirse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios a vuestro cargo,
gobernándolo, no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere, no por
sórdida ganancia, sino con generosidad, no como dominadores sobre la heredad de
Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y, cuando aparezca el supremo
Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.
RESPONSORIO BREVE
V. Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo.
R. Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora
mucho por su pueblo.
V. El que entregó su vida por sus hermanos.
R. El que ora mucho por su pueblo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora
mucho por su pueblo.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Vivamos con justicia y religiosidad, aguardando la feliz esperanza
y la manifestación del Señor.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vivamos con justicia y
religiosidad, aguardando la feliz esperanza y la manifestación del Señor.
PRECES
Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice en favor de los
hombres en lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente diciendo:
Salva a tu pueblo, Señor.
Tú que por medio de pastores santos y eximios has glorificado a tu Iglesia,
haz que todos los cristianos resplandezcan por su virtud.
Tú que por la oración de los santos pastores, que a semejanza de Moisés oraban
por el pueblo, perdonaste los pecados de tus fieles,
purifica y santifica también ahora a la santa Iglesia por la intercesión de los
santos.
Tú que de entre los fieles elegiste a los santos pastores y, por tu Espíritu,
los consagraste como ministros en bien de sus hermanos,
llena también de tu Espíritu a todos los pastores del pueblo de Dios.
Tú que fuiste la heredad de los santos pastores,
no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre viva alejado
de ti.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que por medio de los pastores de la Iglesia das la vida eterna a tus ovejas
para que nadie las arrebate de tu mano,
salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.
Digamos juntos la oración que Cristo nos enseñó como modelo de toda oración:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios nuestro, que concediste a los santos Timoteo y Tito
vivir de manera semejante a los apóstoles, haz que, ayudados por su
intercesión, vivamos en este mundo justa y piadosamente y alcancemos después tu
reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.