*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*TIEMPO
DE ADVIENTO*
MARTES DE LA SEMANA III
Del propio del Tiempo. Salterio III
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. El Señor está cerca, venid adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: LA PENA QUE LA TIERRA SOPORTABA
La pena que la tierra soportaba,
a causa del pecado, se ha trocado
en canto que brota jubiloso
en labios de María pronunciado.
El sí de las promesas ha llegado,
la alianza se cumple, poderosa,
el Verbo eterno de los cielos
con nuestra débil carne se desposa.
Misterio que sólo la fe alcanza,
María es nuevo templo de la gloria,
rocío matinal, nube que pasa,
luz nueva en presencia misteriosa.
A Dios sea la gloria eternamente,
al Hijo suyo amado Jesucristo,
que quiso nacer para nosotros
y darnos su Espíritu divino. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Saldrá el Señor de su santuario, y
vendrá a salvar a su pueblo.
Salmo 84 - NUESTRA SALVACIÓN ESTA CERCA
Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.
Restáuranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?
¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo;
el Señor dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Saldrá el Señor de su santuario, y vendrá a salvar a su pueblo.
Ant 2. Tenemos en Sión una ciudad fuerte: el Salvador ha puesto en ellas
murallas y baluartes; abrid las puertas, que con nosotros está Dios. Aleluya.
Cántico: HIMNO DESPUÉS DE LA VICTORIA
SOBRE EL ENEMIGO Is 26, 1-4. 7-9. 12
Tenemos una ciudad fuerte,
ha puesto para salvarla murallas y baluartes:
Abrid las puertas para que entre un pueblo justo,
que observa la lealtad;
su ánimo está firme y mantiene la paz,
porque confía en ti.
Confiad siempre en el Señor,
porque el Señor es la Roca perpetua:
La senda del justo es recta.
Tú allanas el sendero del justo;
en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos,
ansiando tu nombre y tu recuerdo.
Mi alma te ansía de noche,
mi espíritu en mi interior madruga por ti,
porque tus juicios son luz de la tierra,
y aprenden justicia los habitantes del orbe.
Señor, tú nos darás la paz,
porque todas nuestras empresas
nos las realizas tú.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tenemos en Sión una ciudad fuerte: el Salvador ha puesto en ellas murallas
y baluartes; abrid las puertas, que con nosotros está Dios. Aleluya.
Ant 3. Conozca la tierra, Señor, tus caminos, todos los pueblos tu salvación.
Salmo 66 - QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL
SEÑOR.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Conozca la tierra, Señor, tus caminos, todos los pueblos tu salvación.
LECTURA BREVE Is 11,1-3a
Saldrá un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz brotará un vástago. Sobre él
se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia,
espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor.
RESPONSORIO BREVE
V. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
V. Su gloria aparecerá sobre ti.
R. Amanecerá el Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
V. Muéstranos, Señor, tu
misericordia.
R. Y danos tu salvación.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías 47, 1. 3b-15
LAMENTACIÓN SOBRE BABILONIA
Baja, siéntate en el polvo, joven Babilonia; siéntate en tierra,
sin trono, capital de los caldeos, que ya no te volverán a llamar blanda y
refinada. Tomaré venganza inexorable. Nuestro Redentor, que se llama el Señor
de los ejércitos, el Santo de Israel, dice:
«Siéntate y calla, entra en las tinieblas, capital de los caldeos,
que ya no te llamarán "Señora de reinos".
Airado contra mi pueblo, profané mi heredad la entregué en tus
manos: no tuviste compasión de ellos, abrumaste con tu yugo a los ancianos,
diciéndote: "Seré señora por siempre jamás", sin considerar esto, sin
pensar en el desenlace.
Pues ahora escucha esto, lasciva, que reinabas confiada, que te
decías: "Yo y nadie más; no me quedaré viuda, no perderé a mis
hijos." Las dos cosas te sucederán, de repente, en un solo día: viuda y
sin hijos te verás a la vez, a pesar de tus muchas brujerías y del gran poder
de tus sortilegios.
Tú te sentías segura en tu maldad, diciéndote: "Nadie me
ve"; tu sabiduría y tu ciencia te han trastornado, mientras pensabas:
"Yo y nadie más." Pues vendrá sobre ti una desgracia que no sabrás
conjurar, caerá sobre ti un desastre que no podrás evitar; vendrá sobre ti de
repente una catástrofe que no te imaginabas.
Insiste en tus sortilegios, en tus muchas brujerías, que han sido
tu tarea desde joven; quizá te aprovechen, quizá lo espantes. Te has cansado
con tus muchos consejeros: que se levanten y te salven los que conjuran el
cielo, los que observan las estrellas, los que pronostican cada mes lo que va a
suceder.
Mira, se han convertido en paja que el fuego consume, no pueden
librarse del poder de las llamas: no son brasas para calentarse, ni hogar para
sentarse enfrente. En eso han parado tus hechiceros, con quien te atareabas
desde joven: cada uno se pierde por su lado, y no hay quien te salve.»
RESPONSORIO Is 49, 13; 47, 4
R. Exulta, cielo, goce la tierra, romped a cantar, montañas, *
porque el Señor se compadecerá de los desamparados.
V. Nuestro Redentor se llama el Señor de los ejércitos, el Santo
de Israel.
R. Porque el Señor se compadecerá de los desamparados.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado
de san Ireneo, obispo, Contra las herejías
(Libro 3, 20,
2-3: SC 34, 342-344)
EL DESIGNIO
DE LA ENCARNACIÓN REDENTORA
La gloria del hombre es Dios. El beneficiario de la actividad de
Dios, de toda su sabiduría y poder, es el hombre.
Y de la misma forma que la habilidad del médico se manifiesta en
los enfermos, así Dios se manifiesta en los hombres. Por eso dice san Pablo:
Dios encerró a todos los hombres en la desobediencia, para usar con todos ellos
de misericordia. En estas palabras el Apóstol se refiere al hombre que, por
desobedecer a Dios, perdió la inmortalidad, pero que alcanzó luego la
misericordia, recibiendo la gracia de adopción por el Hijo de Dios.
El hombre que, sin orgullo ni presunción, piensa rectamente de la
verdadera gloria de las creaturas y de la de aquel que las creó -es decir, de
Dios todopoderoso que da a todos el ser- y permanece en el amor, en la sumisión
y en la acción de gracias a Dios recibirá de él una gran gloria y crecerá en
ella en la medida en que se asemeje al que por él murió.
El Hijo de Dios se sometió a una existencia semejante a la de la
carne de pecado para condenar el pecado y, una vez condenado, expulsarlo fuera
de la carne. Asumió la carne para incitar al hombre a hacerse semejante a él y
para proponerle a Dios como modelo a quien imitar. Le impuso la obediencia al
Padre para que llegara a ver a Dios, dándole así el poder de alcanzar al Padre.
El Verbo de Dios que habitó en el hombre se hizo también Hijo del hombre, para
que el hombre se habituara a percibir a Dios y Dios a vivir en el hombre,
conforme a la voluntad del Padre.
Por eso, pues, aquel que es la señal de nuestra salvación, el
Emmanuel nacido de la Virgen, nos fue dado por el mismo Señor, porque era el
mismo Señor quien salvaba a los que por sí mismos no podían alcanzar la
salvación; por eso Pablo proclama la debilidad del hombre, diciendo: Ya sé que
en mí, es decir, dentro de mi estado puramente natural, no habita lo bueno; así
indica que nuestra salvación no proviene de nosotros, sino de Dios. y añade
también: ¡Desdichado de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Y
luego, para aclarar quien lo libra, afirma que esta liberación es obra de la
gracia de Jesucristo nuestro Señor.
También Isaías dice lo mismo: Fortaleced las manos débiles,
robusteced las rodillas vacilantes; decid a los cobardes de corazón: «Sed
fuertes, no temáis.» Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en
persona y os salvará. Esto lo dice para significar que por nosotros mismos no
podemos alcanzar la salvación, sino que ésta es consecuencia de la ayuda de
Dios.
RESPONSORIO Cf. Jr 31, 10; cf. 4-5
R. Escuchad, pueblos, la palabra del Señor, anunciadla hasta los
confines de la tierra, * y decid a las islas remotas: «Vendrá nuestro
Salvador.»
V. Anunciadlo y haced que se escuche en todas partes; proclamad la
nueva, gritadla a plena voz.
R. Y decid a las islas remotas: «Vendrá nuestro Salvador.»
*Lecturas
del 19 de Diciembre. Feria de Adviento*
Martes, 19 de diciembre de 2023
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san
Lucas (1,5-25)*
En los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote de nombre Zacarías,
del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón, cuyo nombre era
Isabel.
Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y
leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de
edad avanzada.
Una vez que Zacarías oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según
la costumbre de los sacerdotes, le tocó en suerte a él entrar en el santuario
del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando
durante la ofrenda del incienso.
Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del
incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor.
Pero el ángel le dijo:
«No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará
un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría y gozo, y muchos
se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá
vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya en el vientre materno, y
convertirá muchos hijos de Israel al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con
el espíritu y poder de Elías, “para convertir los corazones de los padres hacía
los hijos”, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, para preparar
al Señor un pueblo bien dispuesto».
Zacarías replicó al ángel:
«¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad
avanzada».
Respondiendo el ángel, le dijo:
«Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado para hablarte
y comunicarte esta buena noticia. Pero te quedarás mudo, sin poder hablar,
hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se
cumplirán en su momento oportuno».
El pueblo, que estaba aguardando a Zacarías, se sorprendía de que tardase tanto
en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había
tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía
mudo.
Al cumplirse los días de su servicio en el templo, volvió a casa. Días después
concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir de casa cinco meses, diciendo:
«Esto es lo que ha hecho por mí el Señor, cuando se ha fijado en mi para quitar
mi oprobio ante la gente».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Entended que el reino de Dios está ya
cerca; os aseguro que no tardará.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU
PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Entended que el reino de Dios está ya cerca; os aseguro que no tardará.
PRECES
Oremos a Dios Padre, que trazó desde
antiguo un plan de salvación para su pueblo, y digámosle:
Guarda a tu pueblo, Señor.
Oh Dios, que prometiste a tu pueblo un vástago que haría justicia,
vela por la santidad de tu Iglesia.
Inclina, oh Dios, el corazón de los hombres a tu palabra
y afianza la santidad de tus fieles.
Por tu Espíritu consérvanos en el amor,
para que podamos recibir la misericordia de tu Hijo que se acerca.
Haz que nos mantengamos firmes, Dios de clemencia,
hasta el día de la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Pidamos ahora con grande confianza la venida del reino de Dios, con las
palabras que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, creador y restaurador de la
naturaleza humana, que quisiste que tu Hijo, la Palabra eterna, se encarnara en
el seno de la siempre Virgen María, atiende a nuestras súplicas y haz que tu
Hijo unigénito, que ha tomado nuestra naturaleza humana, se digne hacernos
participantes de su naturaleza divina y nos transforme así plenamente en hijos
tuyos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
TIEMPO DE
ADVIENTO
MARTES DE LA SEMANA III
Del propio del Tiempo. Salterio III
17
de diciembre
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilioR. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: ESCUCHA, CASA DE DAVID
Escucha, casa de David:
La Virgen pura se halla encinta;
Dios la acaricia y la fecunda
y la hace Madre de la vida.
La Virgen grávida nos lleva
en el secreto de su dicha;
la Virgen fiel nos abre ruta
por su obediencia de discípula.
Espera en calma la agraciada,
con ella el mundo se arrodilla;
levanta el pobre la mirada,
con ella pide la venida.
Nacido en tiempos sin aurora,
el Hijo espera con María.
¡Oh Dios de amor, nuestra esperanza,
cambia tu espera en parusía!
¡A ti, Jesús, Hijo esperado,
aparecido en nuestros días,
con santo júbilo cantamos!
¡Ven en tu reino, ven de prisa! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Saldrá el Señor de su santuario, y
vendrá a salvar a su pueblo.
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Saldrá el Señor de su santuario, y vendrá a salvar a su pueblo.
Ant 2. Tenemos en Sión una ciudad fuerte: el Salvador ha puesto en ellas
murallas y baluartes; abrid las puertas, que con nosotros está Dios. Aleluya.
Salmo 130 - COMO UN NIÑO, ISRAEL SE
ABANDONÓ EN LOS BRAZOS DE DIOS.
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tenemos en Sión una ciudad fuerte: el Salvador ha puesto en ellas
murallas y baluartes; abrid las puertas, que con nosotros está Dios. Aleluya.
Ant 3. Conozca la tierra, Señor, tus caminos, todos los pueblos tu salvación.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap. 4, 11;
5, 9-10. 12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Conozca la tierra, Señor, tus caminos, todos los pueblos tu salvación.
LECTURA BREVE 1Ts 5, 23-24
Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser
-espíritu, alma y cuerpo- sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de
nuestro Señor Jesucristo. Fiel es a sus promesas el que os ha convocado; y él las
cumplirá.
RESPONSORIO BREVE
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.R. Muéstranos,
Señor, tu misericordia.
V. Y danos tu salvación.R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Oh Sabiduría, que brotaste de los labios
del Altísimo, abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y
suavidad, ven y muéstranos el camino de la salvación.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL
SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno
al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, ven y muéstranos el
camino de la salvación.
PRECES
Invoquemos a Cristo, alegría y júbilo de
cuantos esperan su llegada, y digámosle:
Ven, Señor, y no tardes más.
Esperamos alegres tu venida,
ven, Señor Jesús.
Tú que existes antes de los tiempos,
ven y salva a los que viven en el tiempo.
Tú que creaste el mundo y a todos los que en él habitan,
ven a restaurar la obra de tus manos.
Tú que no despreciaste nuestra naturaleza mortal,
ven y arráncanos del dominio de la muerte.
Tú que viniste para que tuviéramos vida abundante,
ven y danos tu vida eterna.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Tú que quieres congregar a todos los hombres en tu reino,
ven y reúne a cuantos desean contemplar tu rostro.
Pidamos ahora con grande confianza la venida del reino de Dios, con las
palabras que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, creador y restaurador de la
naturaleza humana, que quisiste que tu Hijo, la Palabra eterna, se encarnara en
el seno de la siempre Virgen María, atiende a nuestras súplicas y haz que tu
Hijo unigénito, que ha tomado nuestra naturaleza humana, se digne hacernos
participantes de su naturaleza divina y nos transforme así plenamente en hijos
tuyos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.