*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*LUNES SEMANA
II
LAUDES
(Oración de la mañana)
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
Himno: VEN, SEÑOR, NO TARDES
Ven, Señor, no tardes,
Ven, que te esperamos;
Ven, Señor, no tardes,
ven pronto, Señor.
El mundo muere de frío,
el alma perdió el calor,
los hombres no son hermanos
porque han matado al Amor.
Envuelto en noche sombría,
gime el mundo de pavor;
va en busca de una esperanza,
buscando tu fe, Señor.
Al mundo le falta vida
y le falta corazón;
le falta cielo en la tierra,
si no lo riega tu amor.
Rompa el cielo su silencio,
baje el rocío a la flor,
ven, Señor, no tardes tanto,
ven, Señor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. ¿Cuándo entraré a ver el
rostro de Dios?
Salmo 41 - DESEO DEL SEÑOR Y ANSIAS DE CONTEMPLAR
EL TEMPLO
Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?
Las lágrimas son mi pan
noche y día,
mientras todo el día me repiten:
«¿Dónde está tu Dios?»
Recuerdo otros tiempos,
y mi alma desfallece de tristeza:
cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Cuando mi alma se acongoja,
te recuerdo,
desde el Jordán y el Hermón
y el Monte Menor.
Una sima grita a otra sima
con voz de cascadas:
tus torrentes y tus olas
me han arrollado.
De día el Señor
me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza
del Dios de mi vida.
Diré a Dios: Roca mía,
¿por qué me olvidas?
¿Por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
Se me rompen los huesos
por las burlas del adversario;
todo el día me preguntan:
«¿Dónde está tu Dios?»
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Ant 2. Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión.
Cántico: SÚPLICA EN FAVOR DE LA CIUDAD SANTA DE
JERUSALÉN Sir. 36, 1-7. 13-16
Sálvanos, Dios del universo,
infunde tu terror a todas las naciones;
amenaza con tu mano al pueblo extranjero,
para que sienta tu poder.
Como les mostraste tu santidad al castigarnos,
muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos:
para que sepan, como nosotros lo sabemos,
que no hay Dios fuera de ti.
Renueva los prodigios, repite los portentos,
exalta tu mano, robustece tu brazo.
Reúne a todas las tribus de Jacob
y dales su heredad como antiguamente.
Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre,
de Israel, a quien nombraste tu primogénito.
Ten compasión de tu ciudad santa,
de Jerusalén, lugar de tu reposo.
Llena a Sión de tu majestad
y al templo de tu gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión.
Ant 3. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
SALMO 18 A - ALABANZA AL DIOS CREADOR DEL UNIVERSO.
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo murmura.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.
Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.
Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
LECTURA BREVE Is 2, 3
Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos
instruirá en sus caminos, y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá
la ley, de Jerusalén la palabra del Señor.
RESPONSORIO BREVE
V. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá
el Señor.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
V. Su gloria aparecerá sobre ti.
R. Amanecerá el Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías 24, 1-18
MANIFESTACIÓN DEL SEÑOR EN SU GRAN DÍA
Mirad que el Señor hiende la tierra y la resquebraja, devasta la superficie y
dispersa a sus habitantes: lo mismo al pueblo que al sacerdote, al esclavo como
al señor, a la esclava y a su señora, al que compra y al que vende, al
prestatario y al prestamista, al acreedor y al deudor. Queda devastada la
tierra, totalmente despojada, porque el Señor lo ha decretado.
Languidece y se agosta la tierra, desfallece y se marchita el orbe, cielo y
tierra están abatidos, el suelo ha sido profanado por sus habitantes, pues
violaron la ley, quebrantaron los mandatos, rompieron la alianza eterna. Por
eso la maldición se ceba en la tierra, y lo pagan sus habitantes: por eso se
consumen los habitantes del orbe y sólo quedan unos cuantos hombres.
Languidece el mosto, desfallece la vid, gime el corazón que estaba alegre. Cesa
el alborozo de los panderos, se acaba el bullicio de las fiestas, cesa el
alborozo de las cítaras. Ya no se bebe vino entre cantares, el licor sabe
amargo al que lo bebe.
La ciudad, desolada, se derrumba; están cerradas las entradas de las casas. Se
lamentan en las calles porque no hay vino, ha desaparecido la alegría, ha sido
desterrado el alborozo del país. En la ciudad quedan sólo escombros y la puerta
está hecha pedazos. Pero sucederá, en medio de la tierra y entre los pueblos,
como en el vareo de la aceituna o en la rebusca después de la vendimia.
Ellos levantarán la voz vitoreando al Señor: «Aclamadlo desde el mar, responded
desde oriente, glorificad desde las islas del mar el nombre del Señor, Dios de
Israel. Desde los confines de la tierra hemos oído cánticos que dicen:
"Gloria al Justo."»
Y yo dije:
«¡Basta ya! ¡Ay de los malvados que hacen el mal!
¡Ay de los violentos que ejercen la violencia! Pánico y zanja y cepo contra ti,
habitante de la tierra. El que huya del grito de pánico caerá en la zanja y el
que salga del fondo de la zanja quedará cogido en el cepo.»
RESPONSORIO Is 24, 14. 15; Sal
95, 1
R. Levantarán la voz vitoreando: * «Glorificad el nombre del Señor.»
V. Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra.
R. Glorificad el nombre del Señor.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Juan de la Cruz, presbítero,
Subida del monte Carmelo
(Libro 2, cap. 22, núms. 3-4)
DIOS NOS HABLÓ POR MEDIO DE SU HIJO
La principal causa por que en la ley de Escritura eran lícitas las preguntas
que se hacían a Dios y convenía que los profetas y sacerdotes quisiesen
revelaciones y visiones de Dios era porque aún entonces no estaba bien
fundamentada la fe ni establecida la ley evangélica, y así era menester que
preguntasen a Dios y que él hablase, ahora por palabras, ahora por visiones y
revelaciones, ahora en figuras y semejanzas, ahora entre otras muchas maneras
de significaciones. Porque todo lo que respondía, y hablaba, y revelaba eran
misterios de nuestra fe y cosas tocantes a ella o enderezadas a ella.
Pero ya que está fundada la fe en Cristo y manifiesta la ley evangélica en esta
era de gracia, no hay para qué preguntarle de aquella manera, ni para qué él
hable ya ni responda como entonces, porque en darnos, como nos dio, a su Hijo,
que es una Palabra suya -que no tiene otra-, todo nos lo habló junto y de una
vez en esta sola Palabra, y no tiene más que hablar.
Y éste es el sentido de aquella autoridad con que comienza san Pablo a querer
inducir a los hebreos a que se aparten de aquellos modos primeros y tratos con
Dios de la ley de Moisés y pongan los ojos en Cristo solamente, diciendo: Lo
que antiguamente habló Dios en los profetas a nuestros padres de muchos modos y
de muchas maneras, ahora, a la postre, en estos días nos lo ha hablado en el
Hijo todo de una vez. En lo cual da a entender el Apóstol que Dios ha quedado
como mudo y no tiene más que hablar, porque lo que hablaba antes en partes a
los profetas ya lo ha hablado en él todo, dándonos al Todo, que es su Hijo.
Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios o querer alguna visión o
revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios no poniendo
los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad.
Porque le podría responder Dios de esta manera: «Si te tengo ya habladas todas
las cosas en mi Palabra, que es mi Hijo, y no tengo otra, ¿qué te puedo yo
ahora responder o revelar que sea más que eso? Pon los ojos sólo en él, porque
en él te lo tengo todo dicho y revelado, y hallarás en él aún más de lo que
pides y deseas.
Porque desde aquel día que bajé con mi Espíritu sobre él en el monte Tabor,
diciendo: Éste es mi amado Hijo en que me he complacido; a él oíd, ya alcé yo
la mano de todas esas maneras de enseñanzas y respuestas y se la di a él. Que
si antes hablaba, era prometiendo a Cristo; y si me preguntaban, eran las
preguntas encaminadas a la petición y esperanza de Cristo, en que habían de
hallar todo bien como ahora lo da a entender toda la doctrina de los
evangelistas y apóstoles.»
RESPONSORIO Mi 4, 2; Jn 4, 25
R. Irán pueblos numerosos diciendo: «Vamos a subir al monte del Señor. * Él
nos enseñará sus caminos y caminaremos por sus sendas.»
V. Viene el Mesías, el Cristo; cuando venga, nos hará saber todas las
cosas.
R. Él nos enseñará sus caminos y caminaremos por sus sendas.
*Lecturas del Lunes de la 2ª semana de Adviento*
Lunes, 11 de diciembre de
2023
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,17-26)*
UN día, estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de
la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder
del Señor estaba con él para realizar curaciones.
En esto, llegaron unos hombres que traían en una camilla a un hombre paralítico
y trataban de introducirlo y colocarlo delante de él. No encontrando por donde
introducirlo a causa del gentío, subieron a la azotea, lo descolgaron con la
camilla a través de las tejas, y lo pusieron en medio, delante de Jesús. Él,
viendo la fe de ellos, dijo:
«Hombre, tus pecados están perdonados».
Entonces se pusieron a pensar los escribas y los fariseos:
«¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo
Dios?».
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, respondió y les dijo:
«¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus
pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y echa a andar”? Pues, para que
veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados
—dijo al paralítico—: “A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a
tu casa”».
Y, al punto, levantándose a la vista de ellos, tomó la camilla donde había
estado tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios
El asombro se apoderó de todos y daban gloria a Dios. Y, llenos de temor,
decían:
«Hoy hemos visto maravillas».
*Palabra del Señor*
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Dice el Señor: «Arrepentíos,
porque está cerca el reino de los cielos.» Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dice el Señor: «Arrepentíos, porque está cerca el reino de los cielos.»
Aleluya.
PRECES
Hermanos, oremos a Cristo, el redentor, que viene
a librar del poder de la muerte a los que se convierten a él, y digámosle:
Ven, Señor Jesús.
Que al anunciar tu venida, Señor,
nuestro corazón se sienta libre de toda vanidad.
Que la Iglesia que tú fundaste, Señor,
glorifique tu nombre por todo el mundo.
Que tu ley, Señor, sea luz para nuestros ojos
y sirva de protección a los pueblos que confiesan tu nombre.
Tú que por la Iglesia nos anuncias el gozo de tu venida,
concédenos también el deseo de recibirte.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Con el gozo que nos da el saber que Cristo viene para hacernos hijos de Dios,
digamos al Padre:
Padre nuestro...
ORACION
Lleguen a ti, Señor, nuestras plegarias y colma
nuestros deseos de llegar a conocer más plenamente el gran misterio de la
encarnación de tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos
guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: ÉSTE ES EL TIEMPO EN QUE LLEGAS
Éste es el tiempo en que llegas,
Esposo, tan de repente,
que invitas a los que velan
y olvidas a los que duermen.
Salen cantando a tu encuentro
doncellas con ramos verdes
y lámparas que guardaron
copioso y claro el aceite.
¡Cómo golpean las necias
las puertas de tu banquete!
¡Y cómo lloran a oscuras
los ojos que no han de verte!
Mira que estamos alerta,
Esposo, por si vinieres,
y está el corazón velando
mientras los ojos se duermen.
Danos un puesto a tu mesa,
Amor que a la noche vienes,
antes que la noche acabe
y que la puerta se cierre. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Eres el más bello de los
hombres, en tus labios se derrama la gracia.
Salmo 44 I - LAS NUPCIAS DEL REY.
Me brota del corazón un poema bello,
recito mis versos a un rey;
mi lengua es ágil pluma de escribano.
Eres el más bello de los hombres,
en tus labios se derrama la gracia,
el Señor te bendice eternamente.
Cíñete al flanco la espada, valiente:
es tu gala y tu orgullo;
cabalga victorioso por la verdad y la justicia,
tu diestra te enseñe a realizar proezas.
Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden,
se acobardan los enemigos del rey.
Tu trono, ¡oh Dios!, permanece para siempre;
cetro de rectitud es tu cetro real;
has amado la justicia y odiado la impiedad:
por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido
con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.
A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas.
Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina
enjoyada con oro de Ofir.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia.
Ant 2. Llega el esposo, salid a recibirlo.
Salmo 44 II
Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna:
prendado está el rey de tu belleza,
póstrate ante él, que él es tu señor.
La ciudad de Tiro viene con regalos,
los pueblos más ricos buscan tu favor.
Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras:
las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
«A cambio de tus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra.»
Quiero hacer memorable tu nombre
por generaciones y generaciones,
y los pueblos te alabarán
por los siglos de los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Llega el esposo, salid a recibirlo.
Ant 3. Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
cuando llegase el momento culminante.
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
cuando llegase el momento culminante.
LECTURA BREVE Flp 3, 20b-21
Esperamos que venga como salvador Cristo Jesús, el Señor. Él transfigurará
nuestro cuerpo de humilde condición en un cuerpo glorioso, semejante al suyo,
en virtud del poder que tiene para someter a su imperio todas las cosas.
RESPONSORIO BREVE
V. Ven a salvarnos, Señor Dios de
los ejércitos.
R. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
V. Que brille tu rostro y nos salve.
R. Señor Dios de los ejércitos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Mirad, viene nuestro Rey, el
Señor de la tierra; él nos librará del yugo de nuestra esclavitud.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc
1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mirad, viene nuestro Rey, el Señor de la tierra; él nos librará del yugo
de nuestra esclavitud.
PRECES
Supliquemos, hermanos, a Cristo, juez de vivos y
muertos, y digámosle confiados:
Ven, Señor Jesús.
Haz, Señor, que tu justicia, que pregonan los cielos, la reconozca también el
mundo,
para que tu gloria habite en nuestra tierra.
Tú que por nosotros quisiste ser débil en tu humanidad,
fortalece a los hombres con la fuerza de tu divinidad.
Ven, Señor, y con la luz de tu palabra
ilumina a los que viven sumergidos en las tinieblas de la ignorancia.
Tú que con tu humillación borraste nuestros pecados,
por tu glorificación llévanos a la felicidad eterna.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que vendrás a juzgar al mundo con gloria y majestad,
lleva a nuestros hermanos difuntos al reino de los cielos.
Movidos por la fe, invoquemos a Dios Padre con la oración que Cristo nos
enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Lleguen a ti, Señor, nuestras plegarias y colma
nuestros deseos de llegar a conocer más plenamente el gran misterio de la
encarnación de tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos
guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.