*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*TIEMPO
DE ADVIENTO*
*DOMINGO DE LA SEMANA III*
Del propio del Tiempo. Salterio III
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se
acerca, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: VEN, SEÑOR, NO TARDES
Ven, Señor, no tardes,
Ven, que te esperamos;
Ven, Señor, no tardes,
ven pronto, Señor.
El mundo muere de frío,
el alma perdió el calor,
los hombres no son hermanos
porque han matado al Amor.
Envuelto en noche sombría,
gime el mundo de pavor;
va en busca de una esperanza,
buscando tu fe, Señor.
Al mundo le falta vida
y le falta corazón;
le falta cielo en la tierra,
si no lo riega tu amor.
Rompa el cielo su silencio,
baje el rocío a la flor,
ven, Señor, no tardes tanto,
ven, Señor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Vendrá el Señor y no tardará: iluminará
lo escondido en las tinieblas y se manifestará a todos los hombres. Aleluya.
Salmo 92 - GLORIA DEL DIOS CREADOR
El Señor reina vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder:
así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.
Levantan los ríos, Señor,
levantan los ríos su voz,
levantan los ríos su fragor;
pero más que la voz de aguas caudalosas,
más potente que el oleaje del mar,
más potente en el cielo es el Señor.
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vendrá el Señor y no tardará: iluminará lo escondido en las tinieblas y
se manifestará a todos los hombres. Aleluya.
Ant 2. Los montes y las colinas se abajarán. Lo torcido se enderezará y lo
escabroso se igualará. Ven, Señor, no tardes. Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR -
Dn 3,57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Los montes y las colinas se abajarán. Lo torcido se enderezará y lo
escabroso se igualará. Ven, Señor, no tardes. Aleluya.
Ant 3. Salvaré a Sión y mostraré mi gloria en Jerusalén. Aleluya.
Salmo 148 - ALABANZA DEL DIOS CREADOR
Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo todos sus ángeles,
alabadlo todos sus ejércitos.
Alabadlo, sol y luna;
alabadlo, estrellas lucientes.
Alabadlo, espacios celestes,
y aguas que cuelgan en el cielo.
Alaben el nombre del Señor,
porque él lo mandó, y existieron.
Les dio consistencia perpetua
y una ley que no pasará.
Alabad al Señor en la tierra,
cetáceos y abismos del mar.
Rayos, granizo, nieve y bruma,
viento huracanado que cumple sus órdenes.
Montes y todas las sierras,
árboles frutales y cedros.
Fieras y animales domésticos,
reptiles y pájaros que vuelan.
Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo.
Los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños.
Alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.
Su majestad sobre el cielo y la tierra;
él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Salvaré a Sión y mostraré mi gloria en Jerusalén. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 13, 11b-12
Ya es hora que despertéis del sueño, pues la salud está ahora más cerca que
cuando abrazamos la fe. La noche va pasando, el día está encima; desnudémonos,
pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de
nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que has de venir al mundo.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
PRIMERA
LECTURA
Del libro del profeta Isaías 29, 13-24
ANUNCIO DEL JUICIO DEL SEÑOR
Esto dice el Señor:
«Ya que este pueblo se me acerca sólo de palabra y me glorifica sólo con los
labios, mientras su corazón está lejos de mí, y el culto que me da es sólo
precepto humano y rutina, yo seguiré realizando prodigios maravillosos: haré
fracasar la sabiduría de sus sabios y eclipsaré la prudencia de sus prudentes.»
¡Ay de los que tratan de esconderse del Señor para disimular sus planes! Hacen
sus obras en la oscuridad, diciendo: «¿Quién nos ve, quién se entera?»
¡Qué desatino! Como barro que se considerase igual al alfarero; como una obra
que dijera del que la hizo: «No me ha hecho»; como cacharro que dijera de su
alfarero: «Éste no sabe nada.»
Pronto, muy pronto, el Líbano se convertirá en vergel, y el vergel se
transformará en un bosque. En aquel día, podrán oír los sordos las palabras de
un libro, y podrán verlas los ojos de los ciegos, libres de las tinieblas y de
la oscuridad.
Los oprimidos volverán a alegrarse en el Señor y los pobres se regocijarán en
el Santo de Israel; porque se acabó el opresor, terminó el cínico y serán
aniquilados los maleantes, los que por nada declaran culpable a un hombre, los
que juzgan con trampas en el tribunal y hunden sin razón al inocente.
Así dice a la casa de Jacob el Señor, el que rescató a Abraham:
«Ya no se avergonzará Jacob, ya no se sonrojará su cara; pues, cuando vea mis
acciones en medio de él, tendrá mi nombre por santo, alabará al Santo de Jacob
y temerá al Dios de Israel. Los que se habían descarriado entrarán en razón y
los que protestaban comprenderán.»
RESPONSORIO Is 29, 18. 19; cf. Mt 11, 4. 5
R. En aquel día, podrán oír los sordos las palabras de un libro, y podrán
verlas los ojos de los ciegos, libres de las tinieblas y de la oscuridad, * y
los pobres se regocijarán en el Santo de Israel.
V. Id a contar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, los
cojos andan, los sordos oyen y la Buena Noticia es anunciada a los pobres.
R. Y los pobres se regocijarán en el Santo de Israel.
SEGUNDA
LECTURA
De los Sermones de san Agustín, obispo.
(Sermón 293, 3: PL 38, 1328-1329)
JUAN ERA LA VOZ, CRISTO LA PALABRA
Juan era la voz; pero el Señor era la Palabra que existía ya al comienzo de las
cosas. Juan era una voz pasajera, Cristo la Palabra eterna desde el principio.
Suprime la palabra, y ¿qué es la voz? Donde falta la idea no hay más que un
sonido. La voz sin la palabra entra en el oído, pero no llega al corazón.
Observemos el desarrollo interior de nuestras ideas. Mientras reflexiono sobre
lo que voy a decir, la palabra está dentro de mí; pero, si quiero hablar
contigo, busco el modo de hacer llegar a tu corazón lo que ya está en el mío.
Al buscar cómo hacerla llegar a ti, cómo introducir en tu corazón esta palabra
interior mía, recurro a la voz y con su ayuda te hablo. El sonido de la voz
conduce a tu espíritu la inteligencia de una idea mía, y cuando el sonido vocal
te ha llevado a la comprensión de la idea, se desvanece y pasa, pero la idea
que te trasmitió permanece en ti sin haber dejado de estar en mí.
Y una vez que el sonido ha servido como puente a la palabra desde mi espíritu
al tuyo ¿no parece decirte: Es preciso que él crezca y que yo disminuya? Y una
vez que ha cumplido su oficio y desaparece ¿no es como si te dijera: Mi alegría
ahora rebasa todo límite? Apoderémonos de la palabra, hagámosla entrar en lo
más íntimo de nuestro corazón, no dejemos que se esfume.
¿Quieres ver cómo la voz pasa y la divinidad de la Palabra permanece? ¿Dónde
está ahora el bautismo de Juan? Él cumplió su oficio y desapareció. Pero el
bautismo de Cristo permanece. Todos creemos en Cristo y esperamos de él la
salvación; esto es lo que dijo la voz.
Y como es difícil discernir entre la Palabra y la voz, los hombres creyeron que
Juan era Cristo. Tomaron a la voz por la Palabra. Pero Juan se reconoció como
la voz para no usurparle los derechos a la Palabra. Dijo: No soy el Mesías, ni
Elías, ni el Profeta. Le preguntaron: ¿Qué dices de tu persona? Y él respondió:
Yo soy la voz del que clama en el desierto: «Preparad el camino del Señor.» La
voz del que clama en el desierto, la voz del que rompe el silencio. Preparad el
camino del Señor, como si dijera: «Soy la voz cuyo sonido no hace sino
introducir la Palabra en el corazón; pero, si no le preparáis el camino, la
Palabra no vendrá adonde yo quiero que ella entre.»
¿Qué significa: Preparad el camino, sino: «Rogad insistentemente»? ¿Qué
significa: Preparad el camino, sino: «Sed humildes en vuestros pensamientos»?
Imitad el ejemplo de humildad del Bautista. Lo toman por Cristo, pero él dice
que no es lo que ellos piensan ni se adjudica el honor que erróneamente le
atribuyen.
Si hubiera dicho: «Soy Cristo», con cuánta facilidad lo hubieran creído, ya que
lo pensaban de él sin haberlo dicho. No lo dijo: reconoció lo que era, hizo ver
la diferencia entre Cristo y él, y se humilló.
Vio dónde estaba la salvación, comprendió que él era sólo una antorcha y temió
ser apagado por el viento de la soberbia.
RESPONSORIO Jn 3, 30; 1, 27. 30; Mc 1, 8
R. Es preciso que él crezca y que yo disminuya; el que viene después de mí
ya existía antes que yo, * y yo no soy digno ni de desatar la correa de sus
sandalias.
V. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con el Espíritu Santo.
R. Y yo no soy digno ni de desatar la correa de sus sandalias.
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Lucas
(3,10-18)*
En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan:
«¿Entonces, qué debemos hacer?»
Él contestaba:
«El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga
comida, haga lo mismo».
Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron:
«Maestro, ¿qué debemos hacemos nosotros?»
Él les contestó:
«No exijáis más de lo establecido».
Unos soldados igualmente le preguntaban:
«Y nosotros, ¿qué debemos hacer nosotros?»
Él les contestó:
«No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie con falsas denuncias, sino
contentaos con la paga».
Como el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre
Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos:
«Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no
merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu
Santo y fuego; en su mano tiene el bieldo para aventar su parva, reunir su
trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga».
Con estas y otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo el Evangelio.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU
PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Habiéndose enterado Juan en la cárcel de las obras de Cristo, envió a sus
discípulos a que le preguntasen: «¿Eres tú el que ha de venir o hemos de
esperar a otro?»
PRECES
Oremos a Dios Padre, que nos concede la
gracia de esperar la revelación de nuestro Señor Jesucristo, y digámosle
confiados:
Muéstranos, Señor, tu misericordia.
Santifica, Señor, todo nuestro ser, alma y cuerpo,
y guárdanos libres de culpa hasta el día de la venida de tu Hijo.
Haz que durante este día caminemos en santidad
y llevemos una vida justa y religiosa.
Haz que nos revistamos de nuestro Señor Jesucristo
y que nos llenemos del Espíritu Santo.
Concédenos, Señor, que vivamos siempre preparados
para el día de la manifestación gloriosa de tu Hijo.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Como nos enseñó el Salvador, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, que ves a tu pueblo esperando con
gran fe la solemnidad del nacimiento de tu Hijo, concédenos celebrar la obra
tan grande de nuestra salvación con cánticos jubilosos de alabanza y con una
inmensa alegría. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Vísperas - DOMINGO III DE ADVIENTO
Invitatorio
Vísperas
Invocación
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
Jesucristo, Palabra del Padre,
luz eterna de todo creyente:
ven y escucha la súplica ardiente,
ven, Señor, porque ya se hace tarde.
Cuando el mundo dormía en tinieblas,
en tu amor tú quisiste ayudarlo
y trajiste, viniendo a la tierra,
esa vida que puede salvarlo.
Ya madura la historia en promesas,
sólo anhela tu pronto regreso;
si el silencio madura la espera,
el amor no soporta el silencio.
Con María, la Iglesia te aguarda
con anhelos de esposa y de Madre,
y reúne a sus hijos en vela,
para juntos poder esperarte.
Cuando vengas, Señor, en tu gloria,
que podamos salir a tu encuentro
y a tu lado vivamos por siempre,
dando gracias al Padre en el reino. Amén.
Salmodia
Antífona 1: Mirad: vendrá el Señor para sentarse con los príncipes en un trono de
gloria.
Salmo 109, 1-5.7
El Mesías, Rey y Sacerdote
Cristo
tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. (1Co
15,25)
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Antífona 2: Destilen los montes alegría y los collados justicia, porque con poder
viene el Señor, luz del mundo.
Salmo 110
Grandes son las obras del Señor
Grandes
y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente. (Ap 15,3)
Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.
Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente.
Él da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles.
Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud.
Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.
Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
tienen buen juicio los que lo practican;
la alabanza del Señor dura por siempre.
Antífona 3: Llevemos una vida honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos,
la venida del Señor.
Cf. Ap 19,1-2.5-7
Las bodas del Cordero
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya.
Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya.
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya.
Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya.
Lectura Breve
Flp 4, 4-5
Estad siempre alegres en el Señor. Otra
vez os lo digo: Estad alegres. Que vuestra bondad
sea conocida de todos. El Señor está cerca.
Responsorio Breve
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
V. Y danos tu salvación.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
Canto Evangélico
Antifona: «¿Eres tú el que ha de venir o hemos de esperar a otro?» «Id a
contar a Juan lo que
estáis viendo: los ciegos ven, los muertos resucitan y la Buena Noticia es
anunciada a los
pobres.» Aleluya.
Ver antífona alternativa
Magnificat Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Oremos a Jesucristo, nuestro redentor,
que es camino, verdad y vida de los hombres, y
digámosle:
Ven, Señor, y quédate con nosotros.
Jesús, Hijo del Altísimo, anunciado por el ángel Gabriel a María Virgen,
— ven a reinar para siempre sobre tu pueblo.
Santo de Dios, ante cuya venida el Precursor saltó de gozo en el seno de
Isabel,
— ven y alegra al mundo con la gracia de la salvación.
Jesús, Salvador, cuyo nombre el ángel reveló a José,
— ven a salvar al pueblo de sus pecados.
Luz del mundo, a quien esperaban Simeón y todos los justos,
— ven a consolar a tu pueblo.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones
libres.
Sol naciente, de quien Zacarías profetizó que nos visitaría de lo alto,
— ven a iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
Pidamos ahora con gran confianza la venida del reino de Dios, con las palabras
que Cristo
nos enseñó: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Estás viendo, Señor, cómo tu pueblo
espera con fe la fiesta del nacimiento de tu Hijo,
concédenos llegar a la Navidad, fiesta de gozo y salvación, y poder celebrarla
con alegría
desbordante. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
Conclusión
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.