*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*LA DEDICACIÓN DE LA
BASÍLICA DE SAN JUAN DE LETRÁN.* (FIESTA)
Según una tradición que
arranca del siglo XII, se celebra el día de hoy el aniversario de la dedicación
de la basílica construida por el emperador Constantino en el Laterano. Esta
celebración fue primero una fiesta de la ciudad de Roma; más tarde se extendió
a toda la Iglesia de rito romano, con el fin de honrar aquella basílica, que es
llamada «madre y cabeza de todas las iglesias de la Urbe y del Orbe», en señal
de amor y de unidad para con la cátedra de Pedro que, como escribió san Ignacio
de Antioquía, «preside a todos los congregados en la caridad.»
*LAUDES*
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Venid, adoremos a Cristo, que amó a la Iglesia y se entregó por
ella.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole
gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la
tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus
manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en
Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a
prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto
mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: EL CIELO Y LA TIERRA.
El cielo y la tierra
celebren, aplaudan
a la Iglesia, esposa
sin arruga y mancha.
Descienda a nosotros
la ciudad sagrada,
en que todo es nuevo
y de rica gala.
En piedras preciosas
está cimentada,
y bien construida
en brillos de gracia.
Las piedras preciosas
que están a su entrada
muestran la hermosura
de esta casa santa.
Descienda a nosotros
esta santa casa,
que hizo el Rey eterno
para su morada. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi casa se llama casa de oración.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti
madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con
júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi casa se llama casa de oración.
Ant 2. Bendito eres, Señor, en el templo
de tu santa gloria.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR
- Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al
Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al
Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al
Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al
Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al
Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid
al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al
Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al
Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del
cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los
siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Bendito eres, Señor, en el templo de
tu santa gloria.
Ant 3. Cantad al Señor en la asamblea de
los fieles.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de
los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los
humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cantad al Señor en la asamblea de
los fieles.
LECTURA BREVE Is 56, 7
Los traeré a mi monte santo, los
alegraré en mi casa de oración; aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y
sacrificios; porque mi casa es casa de oración y así la llamarán todos los
pueblos.
RESPONSORIO BREVE
V. Grande es el Señor y muy digno de
alabanza.
R. Grande es el Señor y muy digno de
alabanza.
V. En la ciudad de nuestro Dios, en su
monte santo.
R. Muy digno de alabanza.
V. Gloria al Padre, al Hijo, y al
Espíritu Santo
R. Grande es el Señor y muy digno de
alabanza.
V. Me postraré hacia tu
santuario.
R. Daré gracias a tu nombre,
Señor.
PRIMERA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Pedro 2, 1-17
COMO PIEDRAS VIVAS, ENTRÁIS EN LA CONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO DEL
ESPÍRITU
Hermanos: Después de haberos
despojado de toda maldad y de toda falsedad, de las hipocresías y envidias, y
de toda clase de murmuración, apeteced, como niños recién nacidos, la leche
pura espiritual. Con ella podréis crecer hasta alcanzar la salvación, si es que
realmente habéis saboreado lo bueno que es el Señor.
Acercándoos al Señor, la
piedra viva, rechazada por los hombres, pero escogida y apreciada por Dios,
también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del
Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales
que Dios acepta por Jesucristo. Por eso se lee en la Escritura: «Ved que pongo
en Sión una piedra angular escogida y preciosa. y quien tenga fe en ella no
será defraudado.»
Por consiguiente, a
vosotros, que tenéis fe, os corresponde el honor; mas, para los que no tienen
fe, «la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular, y ha
venido a ser piedra de tropiezo y roca de escándalo», y tropiezan en ella
porque no tienen fe en la palabra de Cristo, para la cual estaban destinados.
Vosotros, en cambio, sois
«linaje escogido, sacerdocio regio, nación santa, pueblo adquirido por Dios,
para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar
en su luz maravillosa». Vosotros, que en otro tiempo «no erais pueblo», sois
ahora «pueblo de Dios»; vosotros, que estabais «excluidos de la misericordia»,
sois ahora «objeto de la misericordia de Dios».
Hermanos, os exhorto a que,
como forasteros y peregrinos que sois, os abstengáis de las pasiones terrenas
que hacen guerra al alma. Observad entre los gentiles una conducta ejemplar.
Así, por aquello mismo en que os calumnian como a malhechores, darán gloria a
Dios, cuando vean y consideren vuestras buenas obras, el día en que él venga a
«visitarlos» con su gracia.
Sed sumisos a toda humana
autoridad a causa del Señor: ya sea al soberano, en cuanto que tiene el mando;
o bien a los gobernadores, como delegados suyos que son para castigar a los
malhechores y para alabanza de los hombres de bien. Porque ésta es la voluntad
de Dios: que, obrando el bien, hagáis callar a la ignorancia de los hombres
insensatos. Portaos en esto como hombres libres, no como quienes se sirven de
la libertad sólo para ocultar su maldad, sino como conviene a los que son
siervos de Dios. Sed deferentes con todos, amad a vuestros hermanos, temed a
Dios y honrad al soberano;
RESPONSORIO
Cf. Ap 21, 19; Tb 13, 21
R. Las murallas de Jerusalén
serán adornadas con piedras preciosas. * Y sus torres serán batidas con oro.
V. Las puertas de Jerusalén
serán rehechas con zafiros y esmeraldas, y con piedras preciosas sus murallas.
R. Y sus torres serán
batidas con oro.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Cesáreo de Arlés, obispo.
(Sermón 229, 1-3: CCL 104, 905-908)
TODOS, POR EL BAUTISMO, HEMOS SIDO HECHOS TEMPLOS DE DIOS.
Hoy, hermanos muy amados,
celebramos con gozo y alegría, por la benignidad de Cristo, la dedicación de
este templo; pero nosotros debemos ser el templo vivo y verdadero de Dios. Con
razón, sin embargo, celebran los pueblos cristianos la solemnidad de la Iglesia
madre, ya que son conscientes de que por ella han renacido espiritualmente. En
efecto, nosotros, que por nuestro primer nacimiento fuimos objeto de la ira de
Dios, por el segundo hemos llegado a ser objeto de su misericordia. El primer
nacimiento fue para muerte; el segundo nos restituyó a la vida.
Todos nosotros, amadísimos,
antes del bautismo fuimos lugar en donde habitaba el demonio; después del
bautismo nos convertimos en templos de Cristo. Y, si pensamos con atención en
lo que atañe a la salvación de nuestras almas, tomamos conciencia de nuestra
condición de templos verdaderos y vivos de Dios. Dios habita no sólo en templos
levantados por los hombres ni en casas hechas de piedra y de madera, sino
principalmente en el alma hecha a imagen de Dios y construida por él mismo, que
es su arquitecto. Por esto dice el apóstol Pablo: El templo de Dios es santo:
ese templo sois vosotros.
Y, ya que Cristo, con su
venida, arrojó de nuestros corazones al demonio para prepararse un templo en
nosotros, esforcémonos al máximo, con su ayuda, para que Cristo no sea
deshonrado en nosotros por nuestras malas obras. Porque todo el que obra mal
deshonra a Cristo. Como antes he dicho, antes de que Cristo nos redimiera
éramos casa del demonio; después hemos llegado a ser casa de Dios, ya que Dios
se ha dignado hacer de nosotros una casa para sí.
Por esto, nosotros,
carísimos, si queremos celebrar con alegría la dedicación del templo, no
debemos destruir en nosotros, con nuestras malas obras, el templo vivo de Dios.
Lo diré de una manera inteligible para todos: debemos disponer nuestras almas
del mismo modo como deseamos encontrar dispuesta la iglesia cuando venimos a
ella.
¿Deseas encontrar limpia la
basílica? Pues no ensucies tu alma con el pecado. Si deseas que la basílica
esté bien iluminada, Dios desea también que tu alma no esté en tinieblas, sino
que sea verdad lo que dice el Señor: que brille en nosotros la luz de las
buenas obras y sea glorificado aquel que está en los cielos. Del mismo modo que
tú entras en esta iglesia, así quiere Dios entrar en tu alma, como tiene
prometido: Habitaré en medio de ellos y andaré entre ellos.
RESPONSORIO Cf. Ez 47, 1. 9
R. Vi que debajo del umbral
del templo salía agua, la cual se deslizaba hacia el lado derecho, aleluya; y
todos aquellos a quienes llegó esta agua * tuvieron vida abundante y cantaban:
«Aleluya, aleluya.»
V. En la dedicación del
templo el pueblo entonaba alabanzas, y resonaba en su boca un bello canto.
R. Tuvieron vida abundante y
cantaban: «Aleluya, aleluya.»
*Lecturas de la Dedicación
de la Basílica de Letrán*
Jueves, 9 de noviembre de 2023
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Juan
(2,13-22)*
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los
cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del
templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó
las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no
convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me
devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras
para obrar así?»
Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo,
¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los
muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la
Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy
tengo que alojarme en tu casa.» Él bajó en seguida, y lo recibió muy contento.
«Hoy Dios ha dado la salvación a esta casa.» Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU
PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su
pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de
nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos
odian;
ha realizado así la misericordia que
tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre
Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del
Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de
nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo
alto,
para iluminar a los que viven en
tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy
tengo que alojarme en tu casa.» Él bajó en seguida, y lo recibió muy contento.
«Hoy Dios ha dado la salvación a esta casa.» Aleluya.
PRECES
Como piedras vivas, edificadas sobre
Cristo, la piedra escogida, oremos al Padre todopoderoso por su Iglesia amada,
y confesemos nuestra fe en ella diciendo:
Ésta es la casa de Dios y la puerta del
cielo.
Padre del cielo, tú que eres el
labrador de la vid, guarda, purifica y acrecienta tu viña,
haciendo que sus sarmientos llenen toda
la tierra.
Pastor eterno, protege y acrecienta tu
rebaño,
y haz que todas las ovejas se reúnan en
un solo redil bajo el cayado del único pastor, Jesucristo, tu Hijo.
Sembrador todopoderoso, siembra la
Palabra en tu campo,
y haz que dé frutos del ciento por uno
para la vida eterna.
Arquitecto prudente, santifica tu
familia, que es la Iglesia,
y haz que aparezca ante el mundo como
ciudad celestial, esposa sin tacha y Jerusalén del cielo.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Terminemos nuestra oración con las
palabras que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, tú que con piedras vivas y
elegidas edificas el templo eterno de tu gloria: acrecienta los dones que el
Espíritu ha dado a la Iglesia para que tu pueblo fiel, creciendo como cuerpo de
Cristo, llegue a ser la nueva y definitiva Jerusalén. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de
todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ALTA CIUDAD DE PIEDRAS VIVAS.
Alta ciudad de piedras vivas,
Jerusalén;
visión de paz y cielos nuevos,
ciudad del Rey.
Tus puertas se abren jubilosas,
visión de paz,
y penetran los ríos de tus santos
hasta el altar.
Baluartes y murallas de oro,
Jerusalén;
tus calles, gemas y zafiros,
ciudad del Rey.
Jerusalén, Iglesia viva
de eternidad;
hacia ti caminan los hombres,
sin descansar.
Alta ciudad del Cristo vivo,
que es nuestro hogar,
al que volveremos, ya cansados
de caminar.
Cielos nuevos y tierra nueva,
Jerusalén;
morada de Dios Trino y Uno.
Amén, amén.
SALMODIA
Ant 1. El Altísimo consagra su morada;
teniendo a Dios en medio, no vacila.
Salmo 45 - DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE
SU PUEBLO
Dios es nuestro refugio y nuestra
fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la
tierra
y los montes se desplomen en el mar.
Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:
El Señor de los ejércitos está con
nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
El correr de las acequias alegra la
ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.
Los pueblos se amotinan, los reyes se
rebelan;
pero él lanza su trueno y se tambalea
la tierra.
El Señor de los ejércitos está con
nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:
Pone fin a la guerra hasta el extremo
del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.
«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que
la tierra.»
El Señor de los ejércitos está con
nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Altísimo consagra su morada;
teniendo a Dios en medio, no vacila.
Ant 2. Vamos alegres a la casa del
Señor.
Salmo 121 - LA CIUDAD SANTA DE
JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de
justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vamos alegres a la casa del Señor.
Ant 3. Alabad al Señor, nuestro Dios,
todos sus santos.
Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap
19,1-2, 5-7
El cántico siguiente se dice con todos
los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice
sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada
estrofa.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son
de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y
justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que les teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios,
dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle
gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabad al Señor, nuestro Dios,
todos sus santos.
LECTURA BREVE Ap 21,2-3.
22. 27
Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén,
que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se
adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono:
«Ésta es la morada de Dios con los hombres, y acampará entre ellos. Ellos serán
su pueblo y Dios estará con ellos.» Pero no vi santuario alguno en ella; porque
el Señor, Dios todopoderoso, y el Cordero, es su santuario. Nada profano
entrará en ella, ni los que cometen abominación y mentira, sino solamente los
inscritos en el libro de la vida del Cordero.
RESPONSORIO BREVE
V. Dichosos, Señor, los que habitan en
tu casa.
R. Dichosos, Señor, los que habitan en
tu casa.
V. Alabándote siempre.
R. En tu casa.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. Dichosos, Señor, los que habitan en
tu casa.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Santificó el Señor su tabernáculo,
porque ésta es la casa de Dios, donde se invoca su nombre, del cual está
escrito: «Mi nombre habitará allí», dice el Señor.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN
EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi
salvador;
porque ha mirado la humillación de su
esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las
generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros
padres-
en favor de Abraham y su descendencia
por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Santificó el Señor su tabernáculo,
porque ésta es la casa de Dios, donde se invoca su nombre, del cual está
escrito: «Mi nombre habitará allí», dice el Señor.
PRECES
Oremos, hermanos, a nuestro Salvador,
que dio su vida para reunir a los hijos de Dios dispersos, y digámosle:
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.
Señor Jesús, que cimentaste tu casa en
la roca,
confirma y robustece la fe y la
esperanza de tu Iglesia.
Señor Jesús, de cuyo costado salió
sangre y agua,
renueva la Iglesia con los sacramentos
de la nueva y eterna alianza.
Señor Jesús, que estás en medio de los
que se reúnen en tu nombre,
atiende la oración unánime de tu
Iglesia congregada.
Señor Jesús, que con el Padre haces
morada en los que te aman,
perfecciona a tu Iglesia por la
caridad.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Señor Jesús, que no echas fuera a
ninguno de los que vienen a ti,
acoge a todos los difuntos en la
mansión del Padre.
Terminemos nuestra oración con las
palabras que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, tú que con piedras vivas y
elegidas edificas el templo eterno de tu gloria: acrecienta los dones que el
Espíritu ha dado a la Iglesia para que tu pueblo fiel, creciendo como cuerpo de
Cristo, llegue a ser la nueva y definitiva Jerusalén. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de
todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de
esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros
pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y
omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran
culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre
Virgen,
a los ángeles, a los santos y a
vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios,
nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga
misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA
PONIENTE
Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.
Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un
sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.
Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.
Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú, Señor, eres clemente y rico
en misericordia.
Salmo 85 - ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS
DIFICULTADES.
Inclina tu oído, Señor; escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;
porque tú, Señor, eres bueno y
clemente,
rico en misericordia con los que te
invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses,
Señor,
ni hay obras como las tuyas.
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.»
Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.
Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu grande piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.
Dios mío, unos soberbios se levantan
contra mí,
una banda de insolentes atenta contra
mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.
Pero tú, Señor, Dios clemente y
misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y
leal,
mírame, ten compasión de mí.
Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se
avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y
consuelas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú, Señor, eres clemente y rico en
misericordia.
LECTURA BREVE 1Ts 5, 9-10
Dios nos ha puesto para obtener la
salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, para que,
velando o durmiendo, vivamos junto con él.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi
espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi
espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi
espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos,
protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE
SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu
Salvador,
a quien has presentado ante todos los
pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos,
protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Concede, Señor, a nuestros cuerpos
fatigados el descanso necesario, y haz que la simiente del reino que con
nuestro trabajo hemos sembrado hoy crezca y germine para la cosecha de la vida
eterna. Por Cristo
nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda
una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros,
pecadores.