*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*MARTES
SEMANA II*
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Al Señor, al Dios grande, venid,
adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al Señor, al Dios grande, venid,
adorémosle.
Himno: TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR
Te damos gracias, Señor,
porque has depuesto la ira
y has detenido ante el pueblo
la mano que lo castiga.
Tú eres el Dios que nos salva,
la luz que nos ilumina,
la mano que nos sostiene
y el techo que nos cobija.
Y sacaremos con gozo
del manantial de la Vida
las aguas que dan al hombre
la fuerza que resucita.
Entonces proclamaremos:
«¡Cantadle con alegría!
¡El nombre de Dios es grande!
¡Su caridad infinita!
¡Que alabe al Señor la tierra!
Cantemos sus maravillas.
¡Qué grande, en medio del pueblo
el Dios que nos justifica!». Amén.
SALMODIA
Ant 1. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.
Salmo 42 - DESEO DEL TEMPLO
Hazme justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa
contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado.
Tú eres mi Dios y protector,
¿por qué me rechazas?
¿Por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Señor, Dios mío.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.
Ant 2. Protégenos, Señor, todos los días
de nuestra vida.
Cántico: ANGUSTIA DE UN MORIBUNDO Y ALEGRÍA DE LA CURACIÓN Is 38,
10-14. 17-20
Yo pensé: «En medio de mis días
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años.»
Yo pensé: «Ya no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.
Levantan y enrollan mi vida
como una tienda de pastores.
Como un tejedor devanaba yo mi vida,
y me cortan la trama.»
Día y noche me estás acabando,
sollozo hasta el amanecer.
Me quiebras los huesos como un león,
día y noche me estas acabando.
Estoy piando como una golondrina,
gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!
Me has curado, me has hecho revivir,
la amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados.
El abismo no te da gracias,
ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad
los que bajan a la fosa.
Los vivos, los vivos son quienes te alaban:
como yo ahora.
El Padre enseña a sus hijos tu fidelidad.
Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos nuestros días en la casa del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Protégenos, Señor, todos los días
de nuestra vida.
Ant 3. ¡Oh Dios!, tu mereces un himno en
Sión.
Salmo 64 - SOLEMNE ACCIÓN DE GRACIAS.
¡Oh Dios!, tú mereces un himno en Sión,
y a ti se te cumplen los votos,
porque tú escuchas las súplicas.
A ti acude todo mortal
a causa de sus culpas;
nuestros delitos nos abruman,
pero tú los perdonas.
Dichoso el que tú eliges y acercas
para que viva en tus atrios:
que nos saciemos de los bienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu templo.
Con portentos de justicia nos respondes,
Dios, salvador nuestro;
tú, esperanza del confín de la tierra
y del océano remoto;
Tú que afianzas los montes con tu fuerza,
ceñido de poder;
tú que reprimes el estruendo del mar,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos.
Los habitantes del extremo del orbe
se sobrecogen ante tus signos,
y a las puertas de la aurora y del ocaso
las llenas de júbilo.
Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales;
riegas los surcos, igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes;
coronas el año con tus bienes,
las rodadas de tu carro rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría;
las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Oh Dios!, tu mereces un himno en Sión.
LECTURA BREVE 1Ts 5, 4-5
No viváis, hermanos, en tinieblas para que el día del Señor no os sorprenda
como ladrón; porque todos sois hijos de la luz e hijos del día. No somos de la
noche ni de las tinieblas.
RESPONSORIO BREVE
V. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.
R. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.
V. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
R. Espero en tu palabra.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.
Primera Lectura
Del segundo libro de los Reyes 1-7, 1-18
FIN DEL REINO DE ISRAEL
Oseas, hijo de Elá, subió al trono de Israel en Samaria el año doce del
reinado de Ajaz de Judá. Reinó nueve años. Hizo lo que el Señor reprueba,
aunque no tanto como los reyes de Israel predecesores suyos. Salmanasar, rey de
Asiria, lo atacó, y Oseas se le sometió pagándole tributo. Pero el rey de
Asiria descubrió que Oseas lo traicionaba: había enviado emisarios a Sais, al
rey de Egipto, y no pagó el tributo como hacía otros años.
Entonces, el rey de Asiria lo apresó y lo encerró en la cárcel.
El rey de Asiria invadió el país y asedió a Samaria durante tres años. El año
noveno de Oseas, el rey de Asiría conquistó Samaria, deportó a los israelitas a
Asiria y los instaló en Jalaj, junto al Jabor, río de Gozán, en las poblaciones
de Media. Eso sucedió porque, sirviendo a otros dioses, los israelitas habían
pecado contra el Señor, su Dios, que los había sacado de Egipto, del poder del
Faraón, rey de Egipto; procedieron según las costumbres de las naciones que el
Señor había expulsado ante ellos y que introdujeron los reyes nombrados por
ellos mismos. Los israelitas blasfemaron contra el Señor, su Dios; en todo
lugar habitado, desde las torres de vigilancia hasta las plazas fuertes, se
erigieron lugares de culto; erigieron cipos y estelas en las colinas altas y bajo
los árboles frondosos; allí quemaban incienso, como hacían las naciones que el
Señor había desterrado ante ellos. Obraron mal, irritando al Señor. Dieron
culto a los ídolos, cosa que el Señor les había prohibido.
El Señor había advertido a Israel y Judá por medio de los profetas y videntes:
«Volveos de vuestro mal camino, guardad mis mandatos y preceptos, siguiendo la
ley que di a vuestros padres, que les comuniqué por medio de mis siervos los
profetas.» Pero no hicieron caso, sino que se pusieron tercos, como sus padres,
que no confiaron en el Señor, su Dios. Rechazaron sus mandatos y el pacto que
había hecho el Señor con sus padres y las advertencias que les hizo; se fueron
tras los ídolos vanos y se desvanecieron, imitando a las naciones vecinas, cosa
que el Señor les había prohibido.
Abandonaron los preceptos del Señor, su Dios, se hicieron ídolos de fundición
(los dos becerros) y una estela; se postraron ante el ejército del cielo y
dieron culto a Baal.
Sacrificaron en la hoguera a sus hijos e hijas, practicaron la adivinación y la
magia, y se vendieron para hacer lo que el Señor reprueba, irritándolo. El
Señor se irritó tanto contra Israel, que los arrojó de su presencia. Sólo quedó
la tribu de Judá.
Responsorio Cf. Sir 48, 16. 18
R. El pueblo no se convirtió ni dejó
de pecar, hasta que fueron arrojados de su país * y fueron dispersados por toda la
tierra; Judá quedó diezmada.
V. Algunos reyes obraron rectamente, otros hicieron males monstruosos.
R. Y fueron dispersados por toda la tierra; Judá quedó diezmada.
Segunda Lectura
De la carta de san Policarpo, obispo y mártir, a los Filipenses
(Caps. 6,1-8, 2: Funk 1, 273-275)
CRISTO NOS HA DEJADO UN EJEMPLO EN SU PROPIA PERSONA
Que los presbíteros tengan entrañas de misericordia y se muestren compasivos
para con todos, tratando de traer al buen camino a los que se han extraviado;
que visiten a los enfermos, que no descuiden a las viudas, a los huérfanos y a
los pobres, antes bien, que procuren el bien ante Dios y ante los hombres; que
se abstengan de toda ira, de toda acepción de personas, de todo juicio injusto;
que vivan alejados del amor al dinero, que no se precipiten creyendo fácilmente
que los otros han obrado mal, que no sean severos en sus juicios, teniendo
presente que todos estamos inclinados al pecado.
Si, pues, pedimos al Señor que perdone nuestras ofensas, también nosotros
debemos perdonar a los que nos ofenden, ya que todos estamos bajo la mirada de
nuestro Dios y Señor y todos compareceremos ante el tribunal de Dios, y cada
uno dará cuenta a Dios de sí mismo. Sirvámosle, por tanto, con temor y con gran
respeto, según nos mandaron tanto el mismo Señor como los apóstoles, que nos
predicaron el Evangelio, y los profetas, quienes de antemano nos anunciaron la
venida de nuestro Señor; busquemos con celo el bien, evitemos los escándalos,
apartémonos de los falsos hermanos y de aquellos que llevan hipócritamente el
nombre del Señor y arrastran a los insensatos al error.
Todo el que no reconoce que Jesucristo vino en la carne es del Anticristo, y el
que no confiesa el testimonio de la cruz procede del diablo, y el que
interpreta falsamente las sentencias del Señor según sus propias
concupiscencias y afirma que no hay resurrección ni juicio, ese tal es el
primogénito de Satanás. Por consiguiente, abandonemos los vanos discursos y
falsas doctrinas que muchos sustentan y volvamos a las enseñanzas que nos
fueron transmitidas desde el principio; seamos sobrios para entregarnos a la
oración, perseveremos constantes en los ayunos y supliquemos con ruegos al Dios
que todo lo ve, a fin de que no nos deje caer en la tentación, porque, como
dijo el Señor, el espíritu es decidido, pero la carne es débil.
Mantengámonos, pues, firmemente adheridos a nuestra esperanza y a Jesucristo,
prenda de nuestra justicia; él, cargado con nuestros pecados, subió al leño, y
no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca, y por nosotros, para que
vivamos en él, lo soportó todo. Seamos imitadores de su paciencia y, si por
causa de su nombre tenemos que sufrir, glorifiquémoslo; ya que éste fue el
ejemplo que nos dejó en su propia persona, y esto es lo que nosotros hemos
creído.
Responsorio Cf. Rom 12, 17; 2 Co 6, 3; Hch 24, 15. 16
R. Procuramos hacer lo que es bueno
no sólo ante Dios, sino también ante todos los hombres; a nadie queremos dar
nunca motivo de escándalo; * a fin de no hacer caer en descrédito nuestro
ministerio.
V. Tengo mi esperanza fundada en Dios, y me esfuerzo en tener siempre
mi conciencia limpia ante Dios y ante los hombres.
R. A fin de no hacer caer en descrédito nuestro ministerio.
*Lecturas del Martes de la
26ª Semana del Tiempo Ordinario*
Martes, 3
de octubre de 2023
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Lucas
(9,51-56)*
Cuando se iba cumpliendo el tiempo de
ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió
mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para
prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor,
¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?»
Él se volvió y les regañó y dijo: «No sabéis de que espíritu sois. Porque el
Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos.»
Y se marcharon a otra aldea.
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. De la mano de nuestros enemigos, líbranos, Señor.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. De la mano de nuestros enemigos,
líbranos, Señor.
PRECES
Bendigamos a nuestro Salvador, que con su resurrección ha
iluminado el mundo, y digámosle suplicantes:
Haz, Señor, que caminemos por tu senda.
Señor Jesús, al consagrar nuestra oración matinal en memoria de tu santa
resurrección,
te pedimos que la esperanza de participar de tu gloria ilumine todo nuestro
día.
Te ofrecemos, Señor, los deseos y proyectos de nuestra jornada:
dígnate aceptarlos y bendecirlos como primicia de nuestro día.
Concédenos crecer hoy en tu amor,
a fin de que todo concurra para nuestro bien y el de nuestros hermanos.
Haz, Señor, que el ejemplo de nuestra vida resplandezca como una luz ante los
hombres,
para que todos den gloria al Padre que está en los cielos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Porque deseamos que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres, pidamos al
Padre que su reino llegue a nosotros:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Jesucristo, luz verdadera que alumbras a todo hombre y le
muestras el camino de la salvación: concédenos la abundancia de tu gracia para
que preparemos, delante de ti, sendas de justicia y de paz. Tú que vives y
reinas con el Padre, en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios, por los
siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
MARTES SEMANA
II
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: MENTES CANSADAS.
Mentes cansadas,
manos encallecidas,
labriegos al fin de la jornada,
jornaleros de tu viña,
venimos, Padre,
atardecidos de cansancio,
agradecidos por la lucha,
a recibir tu denario.
Llenos de polvo,
el alma hecha girones,
romeros al filo de la tarde,
peregrinos de tus montes,
venimos, Padre,
heridos por los desengaños,
contentos por servir a tu mesa,
a recibir tu denario.
Hartos de todo,
llenos de nada,
sedientos al brocal de tus pozos
y hambrientos de tu casa,
venimos, Padre,
el corazón entre tus brazos,
la frente humilde de delitos,
a recibir tu denario. Amén.
SALMODIA
Ant 1. No podéis servir a Dios y al dinero.
Salmo 48 I - VANIDAD DE LAS RIQUEZAS
Oíd esto, todas las naciones,
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;
mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.
¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y me acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?
Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.
Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.
El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.
El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No podéis servir a Dios y al
dinero.
Ant 2. «Atesorad tesoros en el cielo»,
dice el Señor.
Salmo 48 II
Éste es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos:
son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura
y el abismo es su casa.
Pero a mí, Dios me salva,
me saca de las garras del abismo
y me lleva consigo.
No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.
Aunque en vida se felicitaba:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz.
El hombre rico e inconsciente
es como un animal que perece.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Atesorad tesoros en el cielo»,
dice el Señor.
Ant 3. Digno es el Cordero degollado de
recibir el honor y la gloria.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Digno es el Cordero degollado de
recibir el honor y la gloria.
LECTURA BREVE Rm 3, 23-25a
Todos pecaron y se hallan privados de la gloria de Dios; son justificados gratuitamente,
mediante la gracia de Cristo, en virtud de la redención realizada en él, a
quien Dios ha propuesto como instrumento de propiciación.
RESPONSORIO BREVE
V. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
R. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
V. De alegría perpetua a tu derecha.
R. En tu presencia, Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Haz, Señor, obras grandes por nosotros, porque tú eres poderoso y
tu nombre es santo.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
+Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Haz, Señor, obras grandes por
nosotros, porque tú eres poderoso y tu nombre es santo.
PRECES
Alabemos a Cristo, pastor y obispo de nuestras vidas, que vela
siempre con amor por su pueblo, y digámosle suplicantes:
Protege, Señor, a tu pueblo.
Pastor eterno, protege a nuestro obispo N.
y a todos los pastores de la Iglesia.
Mira con bondad a los que sufren persecución
y líbralos de todas sus angustias.
Compadécete de los pobres y necesitados
y da pan a los hambrientos.
Ilumina a los que tienen la misión de gobernar a los pueblos
y dales sabiduría y prudencia.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
No olvides, Señor, a los difuntos redimidos por tu sangre
y admítelos en el festín de las bodas eternas.
Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre
común:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, Señor del día y de la noche, humildemente
te pedimos que la luz de Cristo, verdadero sol de justicia, ilumine siempre
nuestras vidas para que así merezcamos gozar un día de aquella luz en la que tú
habitas eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.