*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*TIEMPO PASCUAL*
*VIERNES
DE SEMANA VI*
Propio del Tiempo.
Salterio II
19 de mayo
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Verdaderamente ha resucitado el
Señor. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Verdaderamente ha resucitado el
Señor. Aleluya.
Himno: TU CUERPO ES LAZO DE AMORES
Tu cuerpo es lazo de amores,
de Dios y el hombre atadura;
amor que a tu cuerpo acude
como tu cuerpo perdura.
Tu cuerpo, surco de penas,
hoy es de luz y rocío;
que lo vean los que lloran
con ojos enrojecidos.
Tu cuerpo espiritual
es la Iglesia congregada;
tan fuerte como tu cruz,
tan bella como tu Pascua.
Tu cuerpo sacramental
es de tu carne y tu sangre,
y la Iglesia, que es tu Esposa,
se acerca para abrazarte. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Confía, hijo, tus pecados son perdonados. Aleluya.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Confía, hijo, tus pecados son
perdonados. Aleluya.
Ant 2. Tú, Señor, has salido con Cristo a
salvar a tu pueblo. Aleluya.
Cántico: JUICIO DE DIOS - Ha 3, 2-4. 13a. 15-19
¡Señor, he oído tu fama,
me ha impresionado tu obra!
En medio de los años, realízala;
en medio de los años, manifiéstala;
en el terremoto acuérdate de la misericordia.
El Señor viene de Temán;
el Santo, del monte Farán:
su resplandor eclipsa el cielo,
la tierra se llena de su alabanza;
su brillo es como el día,
su mano destella velando su poder.
Sales a salvar a tu pueblo,
a salvar a tu ungido;
pisas el mar con tus caballos,
revolviendo las aguas del océano.
Lo escuché y temblaron mis entrañas,
al oírlo se estremecieron mis labios;
me entró un escalofrío por los huesos,
vacilaban mis piernas al andar.
Tranquilo espero el día de la angustia
que sobreviene al pueblo que nos oprime.
Aunque la higuera no echa yemas
y las viñas no tienen fruto,
aunque el olivo olvida su aceituna
y los campos no dan cosechas,
aunque se acaban las ovejas del redil
y no quedan vacas en el establo,
yo exultaré con el Señor,
me gloriaré en Dios mi salvador.
El Señor soberano es mi fuerza,
él me da piernas de gacela
y me hace caminar por las alturas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú, Señor, has salido con Cristo a
salvar a tu pueblo. Aleluya.
Ant 3. Alaba a tu Dios, Sión, que ha
puesto paz en tus fronteras. Aleluya.
Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alaba a tu Dios, Sión, que ha
puesto paz en tus fronteras. Aleluya.
LECTURA BREVE Hch 5, 30-32
El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis
colgándole de un madero. La diestra de Dios lo exaltó haciéndolo jefe y
salvador, para otorgar a Israel la conversión, el perdón de los pecados. Testigos
de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Aleluya.
V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre,y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Aleluya.
V. Dios nos ha hecho nacer de nuevo para una
esperanza viva. Aleluya.
R. Por la resurrección de Jesucristo de entre los
muertos. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Juan 3, 11-17
LA CARIDAD HACIA NUESTROS HERMANOS
Queridos hermanos: Éste es el mensaje que
escuchasteis desde un principio: que nos amemos unos a otros. No como Caín,
que, siendo del maligno, mató a su hermano. Y ¿por qué lo mató? Porque sus
obras eran malas, y las de su hermano eran buenas.
No os extrañéis, hermanos, de que el mundo os aborrezca. Nosotros hemos pasado
de la muerte a la vida: lo sabemos porque amamos a los hermanos. Quien no ama
permanece en la muerte. Quien aborrece a su hermano es un homicida. Y ya sabéis
que ningún homicida tiene vida eterna en sí mismo.
En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También
nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos. Si un rico en bienes de
fortuna ve a su hermano pasar necesidad y, hombre sin entrañas, le niega su
socorro, ¿cómo es posible que more en él el amor de Dios?
RESPONSORIO 1Jn 3, 16. 14
R. En esto
hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. * También
nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos. Aleluya.
V. Nosotros hemos pasado de la muerte a la vida:
lo sabemos porque amamos a los hermanos.
R. También nosotros debemos dar nuestra vida por
los hermanos. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De los Tratados de san Agustín, obispo, sobre el
evangelio de san Juan
(Tratado 124, 5. 7: CCL 36, 685-687)
DOS VIDAS
La Iglesia sabe de dos vidas, ambas anunciadas y
recomendadas por el Señor; de ellas, una se desenvuelve en la fe, la otra en la
visión; una durante el tiempo de nuestra peregrinación, la otra en las moradas
eternas; una en medio de la fatiga, la otra en el descanso; una en el camino,
la otra en la patria; una en el esfuerzo de la actividad, la otra en el premio
de la contemplación.
La primera vida es significada por el apóstol Pedro, la segunda por el apóstol
Juan. La primera se desarrolla toda ella aquí, hasta el fin de este mundo, que
es cuando terminará; la segunda se inicia oscuramente en este mundo, pero su
perfección se aplaza hasta el fin de él, y en el mundo futuro no tendrá fin.
Por eso se le dice a Pedro: Sígueme; en cambio de Juan se dice: Si yo quiero
que él permanezca así hasta mi venida, ¿a ti qué? Tú, sígueme. «Tú, sígueme por
la imitación en soportar las dificultades de esta vida; él, que permanezca así
hasta mi venida para otorgar mis bienes.» Lo cual puede explicarse más
claramente así: «Sígame una actuación perfecta, impregnada del ejemplo de mi
pasión; pero la contemplación incoada permanezca así hasta mi venida para
perfeccionarla.»
El seguimiento de Cristo consiste, pues, en una amorosa y perfecta constancia
en el sufrimiento, capaz de llegar hasta la muerte; la sabiduría, en cambio,
permanecerá así, en estado de perfeccionamiento, hasta que venga Cristo para
llevarla a su plenitud. Aquí, en efecto, hemos de tolerar los males de este
mundo en el país de los mortales; allá, en cambio, contemplaremos los bienes
del Señor en el país de la vida.
Aquellas palabras de Cristo: Si yo quiero que él permanezca así hasta mi venida
no debemos entenderlas en el sentido de permanecer hasta el fin o de permanecer
siempre igual, sino en el sentido de esperar; pues lo que Juan representa no
alcanza ahora su plenitud, sino que la alcanzará con la venida de Cristo. En
cambio, lo que representa Pedro, a quien el Señor dijo: Tú, sígueme, hay que
ponerlo ahora por obra, para alcanzar lo que esperamos. Pero nadie separe lo
que significan estos dos apóstoles, ya que ambos estaban incluidos en lo que significaba
Pedro y ambos estarían después incluidos en lo que significaba Juan. El
seguimiento del uno y la permanencia del otro eran un signo. Uno y otro,
creyendo, toleraban los males de esta vida presente; uno y otro, esperando,
confiaban alcanzar los bienes de la vida futura.
Y no sólo ellos, sino que toda la santa Iglesia, esposa de Cristo, hace lo
mismo, luchando con las tentaciones presentes, para alcanzar la felicidad
futura. Pedro y Juan fueron, cada uno, figura de cada una de estas dos vidas.
Pero uno y otro caminaron por la fe, en la vida presente; uno y otro habían de
gozar para siempre de la visión, en la vida futura.
Por esto, Pedro, el primero de los apóstoles, recibió las llaves del reino de
los cielos, con el poder de atar y desatar los pecados, para que fuese el
piloto de todos los santos, unidos inseparablemente al cuerpo de Cristo, en
medio de las tempestades de esta vida; y, por esto, Juan, el evangelista, se
reclinó sobre el pecho de Cristo, para significar el tranquilo puerto de aquella
vida arcana.
En efecto, no sólo Pedro, sino toda la Iglesia ata y desata los pecados. Ni fue
sólo Juan quien bebió, en la fuente del pecho del Señor, para enseñarla con su
predicación, la doctrina acerca de la Palabra que existía en el principio y estaba
en Dios y era Dios —y lo demás acerca de la divinidad de Cristo, y aquellas
cosas tan sublimes acerca de la trinidad y unidad de Dios, verdades todas estas
que contemplaremos cara a cara en el reino, pero que ahora, hasta que venga el
Señor, las tenemos que mirar como en un espejo y oscuramente—, sino que el
Señor en persona difundió por toda la tierra este mismo Evangelio, para que
todos bebiesen de él, cada uno según su capacidad.
RESPONSORIO 1Pe 5, 10; 2Co 4, 14
R. El Dios de
toda gracia, que os ha llamado a su eterna gloria en Cristo Jesús, * tras
un breve padecer, él mismo os restablecerá, os afianzará y os robustecerá.
Aleluya.
V. Aquel que resucitó a Jesús nos resucitará
también a nosotros con Jesús.
R. Tras un breve padecer, él mismo os restablecerá,
os afianzará y os robustecerá. Aleluya.
*Lecturas del Viernes de la
6ª semana de Pascua*
Viernes,
19 de mayo de 2023
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Juan (16,20-23a)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el
mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se
convertirá en alegría.
La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora;
pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de
que al mundo le ha nacido un hombre.
También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará
vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis
nada».
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Vemos a Jesús, coronado de gloria y de honor por haber padecido la
muerte. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vemos a Jesús, coronado de gloria y
de honor por haber padecido la muerte. Aleluya.
PRECES
Dirijamos nuestra oración a Dios Padre, que por el Espíritu
resucitó a Jesús de entre los muertos y vivificará también nuestros cuerpos
mortales; digámosle:
Vivifícanos, Señor, con tu Espíritu Santo.
Padre santo, tú que al resucitar a tu Hijo de entre los muertos manifestaste
que habías aceptado su sacrificio,
acepta también la ofrenda de nuestro día y condúcenos a la plenitud de la vida.
Bendice, Señor, las acciones de nuestro día
y ayúdanos a buscar en ellas tu gloria y el bien de nuestros hermanos.
Que el trabajo de hoy sirva para la edificación de un mundo nuevo
y nos conduzca también a tu reino eterno.
Te pedimos, Señor, que nos hagas ser siempre solícitos del bien de los hombres
y que nos ayudes a amarnos mutuamente.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Dirijamos ahora al Padre nuestra oración con las mismas palabras que Cristo nos
enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Escucha, Señor, nuestra oración y haz que mediante la predicación
del Evangelio llegue a ser realidad en todo el mundo la salvación inaugurada en
la glorificación de tu Hijo, y que todos los hombres alcancen la adopción
filial que él anunció con su palabra de verdad. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: TU CUERPO ES PRECIOSA LÁMPARA
Tu cuerpo es preciosa lámpara,
llagado y resucitado,
tu rostro es la luz del mundo,
nuestra casa, tu costado.
Tu cuerpo es ramo de abril
y blanca flor del espino,
y el fruto que nadie sabe
tras la flor eres tú mismo.
Tu cuerpo es salud sin fin,
joven, sin daño de días;
para el que busca vivir
es la raíz de la vida. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor ha salvado mi vida de los lazos del abismo. Aleluya.
Salmo 114 - ACCIÓN DE GRACIAS
Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.»
El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas me salvó.
Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi vida de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha salvado mi vida de los
lazos del abismo. Aleluya.
Ant 2. El Señor guarda a su pueblo como a
las niñas de sus ojos. Aleluya.
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor guarda a su pueblo como a
las niñas de sus ojos. Aleluya.
Ant 3. Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación. Aleluya.
Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación. Aleluya.
LECTURA BREVE Hb 5, 8-10
Cristo, aunque era Hijo de Dios, aprendió por
experiencia, en sus padecimientos, la obediencia, y, habiendo así llegado hasta
la plena consumación, se convirtió en causa de salvación para todos los que lo
obedecen, proclamado por Dios sumo sacerdote «según el rito de Melquisedec».
RESPONSORIO BREVE
V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
Aleluya.
V. Al ver al Señor.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
Aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Vuestro Padre dará desde el cielo el Espíritu Santo a quienes se
lo pidan. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vuestro Padre dará desde el cielo
el Espíritu Santo a quienes se lo pidan. Aleluya.
PRECES
Oremos a Cristo, fuente de toda vida y principio de todo bien, y
digámosle confiadamente:
Instaura, Señor, tu reino en el mundo.
Jesús salvador, tú que, muerto en la carne, fuiste devuelto a la vida por el
Espíritu,
haz que nosotros, muertos al pecado, vivamos también de tu Espíritu.
Tú que enviaste a tus discípulos al mundo entero para que proclamaran tu
Evangelio a todos los pueblos,
haz que cuantos anuncian el Evangelio a los hombres vivan de tu Espíritu.
Tú que recibiste todo poder en el cielo y en la tierra para dar testimonio de
la verdad,
guarda en tu verdad a quienes nos gobiernan.
Tú que todo lo renuevas y nos mandas esperar anhelantes la llegada de tu reino,
haz que, cuanto más esperemos el cielo nuevo y la tierra nueva que nos
prometes, con tanto mayor empeño trabajemos por la edificación del mundo
presente.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que descendiste a la mansión de la muerte para anunciar el gozo del Evangelio
a los difuntos,
sé tú mismo la eterna alegría de todos los que mueren.
Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre nuestro...
ORACION
Escucha, Señor, nuestra oración y haz que mediante la predicación
del Evangelio llegue a ser realidad en todo el mundo la salvación inaugurada en
la glorificación de tu Hijo, y que todos los hombres alcancen la adopción
filial que él anunció con su palabra de verdad. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.