*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO DE ADVIENTO
DOMINGO
DE LA SEMANA I
Del propio del Tiempo. Salterio I
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se
acerca, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se
acerca, venid, adorémosle.
Himno: VEN, SEÑOR, NO TARDES
Ven, Señor, no tardes,
Ven, que te esperamos;
Ven, Señor, no tardes,
ven pronto, Señor.
El mundo muere de frío,
el alma perdió el calor,
los hombres no son hermanos
porque han matado al Amor.
Envuelto en noche sombría,
gime el mundo de pavor;
va en busca de una esperanza,
buscando tu fe, Señor.
Al mundo le falta vida
y le falta corazón;
le falta cielo en la tierra,
si no lo riega tu amor.
Rompa el cielo su silencio,
baje el rocío a la flor,
ven, Señor, no tardes tanto,
ven, Señor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aquel día los montes destilarán dulzura y las colinas manarán
leche y miel. Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aquel día los montes destilarán
dulzura y las colinas manarán leche y miel. Aleluya.
Ant 2. Los montes y las colinas aclamarán
en presencia del Señor y los árboles del bosque aplaudirán, porque viene el
Señor y reinará eternamente. Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Los montes y las colinas aclamarán
en presencia del Señor y los árboles del bosque aplaudirán, porque viene el
Señor y reinará eternamente. Aleluya.
Ant 3. Vendrá el gran profeta y renovará
Jerusalén. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vendrá el gran profeta y renovará
Jerusalén. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 13, 11b-12
Ya es hora que despertéis del sueño, pues la salud está ahora más cerca que
cuando abrazamos la fe. La noche va pasando, el día está encima; desnudémonos,
pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de
nosotros.
V. Tú que has de venir al mundo.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de
nosotros.
V. Levantaos,
alzad la cabeza.
R. Se acerca vuestra liberación.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías 6, 1-13
VOCACIÓN DE ISAÍAS
El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado sobre un trono alto y
excelso: la orla de su manto llenaba el templo. Y vi serafines de pie junto a
él, cada uno con seis alas: con dos alas se cubrían el rostro, con dos alas se
cubrían el cuerpo, con dos alas se cernían. Y se gritaban el uno hacia el otro,
diciendo:
«¡Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos, llena está la tierra de su
gloria!» y temblaban las jambas de las puertas al clamor de su voz, y el templo
estaba lleno de humo. Yo dije:
«¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de
un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos.»
y voló hacia mí uno de los serafines, con un ascua en la mano, que había tomado
del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo:
«Mira: esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu
pecado.» Entonces escuché la voz del Señor, que decía:
«¿A quién mandaré? ¿Quién irá de parte mía?» Yo contesté:
«Aquí estoy, mándame.» Él replicó:
«Ve y di a ese pueblo: "Oíd con vuestros oídos, sin entender; mirad con
vuestros ojos, sin comprender."Embota el corazón de ese pueblo, endurece
su oído, ciega sus ojos: que sus ojos no vean, que sus oídos no oigan, que su
corazón no entienda, que no se convierta ni sane.» Yo pregunté:
«¿Hasta cuándo, Señor?» y él me contestó:
«Hasta que queden las ciudades sin habitantes, las casas sin vecinos, los
campos desolados. Porque el Señor alejará a los hombres, y crecerá el abandono
en el país.
y si queda en él uno de cada diez, de nuevo serán destrozados, como una encina
o un roble que, al talarlos, dejan sólo un tocón. Este tocón, sin embargo, será
semilla santa.»
RESPONSORIO Cf. Ex 3, 4. 7. 13; Sal 79, 2
R. Por favor, Señor: mira la opresión de tu pueblo
y envía al que te propones mandar; * ven
a salvarnos, como lo has prometido.
V. Pastor de Israel, escucha, tú que guías a José
como a un rebaño; tú que te sientas sobre querubines.
R. Ven a salvarnos, como lo has prometido.
SEGUNDA LECTURA
De las catequesis de San Cirilo de Jerusalén, obispo
(Catequesis 15, 1-3: PG 33, 870-874)
LAS DOS VENIDAS DE CRISTO
Os anunciamos la venida de Cristo, y no sólo una, sino también una segunda que
será sin duda mucho más gloriosa que la primera. La primera se realizó en el
sufrimiento, la segunda traerá consigo la corona del reino.
Porque en nuestro Señor Jesucristo casi todo presenta una doble dimensión.
Doble fue su nacimiento: uno, de Dios, antes de todos los siglos; otro, de la
Virgen, en la plenitud de los tiempos. Doble su venida: una en la oscuridad y
calladamente, como lluvia sobre el césped; la segunda, en el esplendor de su
gloria, que se realizará en el futuro.
En la primera venida fue envuelto en pañales y recostado en un pesebre; en la
segunda aparecerá vestido de luz. En la primera sufrió la cruz, pasando por
encima de su ignominia; en la segunda vendrá lleno de poder y de gloria, rodeado
de todos los ángeles.
Por lo tanto, no nos detengamos sólo en la primera venida, sino esperemos
ansiosamente la segunda. Y así como en la primera dijimos: Bendito el que viene
en nombre del Señor, en la segunda repetiremos lo mismo cuando, junto con los
ángeles, salgamos a su encuentro y lo aclamemos adorándolo y diciendo de nuevo:
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Vendrá el Salvador no para ser nuevamente juzgado, sino para convocar a juicio
a quienes lo juzgaron a él. El que la primera vez se calló mientras era juzgado
dirá entonces a los malvados que durante la crucifixión lo insultaron: Esto
hicisteis y callé.
En aquel tiempo vino para cumplir un designio de amor, enseñando y persuadiendo
a los hombres con dulzura; pero al final de los tiempos —lo quieran o no—
necesariamente tendrán que someterse a su reinado.
De estas dos venidas habla el profeta Malaquías: Pronto entrará en el santuario
el Señor a quien vosotros buscáis. Esto lo dice de su primera venida.
Y de la otra dice: El mensajero de la alianza que vosotros deseáis: he aquí que
viene —dice el Señor de los ejércitos—. ¿Quién podrá resistir el día de su
venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será como un fuego de fundidor,
como lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que refina la plata.
Pablo, en su carta a Tito, nos habla también de las dos venidas con estas
palabras: Dios ha hecho aparecer a la vista de todos los hombres la gracia que
nos trae la salud; y nos enseña a vivir con sensatez, justicia y religiosidad
en esta vida, desechando la impiedad y las ambiciones del mundo, y aguardando
la feliz esperanza y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador
nuestro, Jesucristo. Mira cómo nos muestra la primera venida, por la cual da
gracias, y la segunda, que esperamos.
Por eso la fe que hemos recibido por tradición nos enseña a creer en aquel que
subió a los cielos y está sentado a la derecha del Padre. Y de nuevo vendrá con
gloria, para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Vendrá, por tanto, nuestro Señor Jesucristo desde el cielo, vendrá glorioso en
el último día. Y entonces será la consumación de este mundo, y este mundo, que
fue creado al principio, será totalmente renovado.
RESPONSORIO Cf. Sal 48, 3; 79, 2; 23, 7. 9
R. He aquí que veo venir a lo lejos el poder de
Dios y una niebla que cubre toda la tierra. * Id
a su encuentro y preguntadle: * «Dinos
si tú eres el que esperamos, * el
que ha de reinar en el pueblo de Israel.»
V. Plebeyos y nobles, ricos y pobres,
R. Id a su encuentro y preguntadle:
V. Pastor de Israel, escucha, tú que guías a José
como a un rebaño:
R. Dinos si tú eres el que esperamos.
V. ¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos,
puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria.
R. El que ha de reinar en el pueblo de Israel.
V. He aquí que veo venir a lo lejos el poder de
Dios y una niebla que cubre toda la tierra. * Id
a su encuentro y preguntadle: * «Dinos
si tú eres el que esperamos, * el
que ha de reinar en el pueblo de Israel.»
*Lectura del santo Evangelio según San Mateo
24,37-44*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé.
En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y
las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando
menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá
cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo
llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la
llevarán y a otra la dejarán.
Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el
ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis
viene el Hijo del hombre».
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. El Espíritu Santo descenderá sobre ti, María; no temas, concebirás
en tu seno al Hijo de Dios. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Espíritu Santo descenderá sobre
ti, María; no temas, concebirás en tu seno al Hijo de Dios. Aleluya.
PRECES
Oremos a Dios Padre, que nos concede la gracia de esperar la
revelación de nuestro Señor Jesucristo, y digámosle confiados:
Muéstranos, Señor, tu misericordia.
Santifica, Señor, todo nuestro ser, alma y cuerpo,
y guárdanos libres de culpa hasta el día de la venida de tu Hijo.
Haz que durante este día caminemos en santidad
y llevemos una vida justa y religiosa.
Haz que nos revistamos de nuestro Señor Jesucristo
y que nos llenemos del Espíritu Santo.
Concédenos, Señor, que vivamos siempre preparados
para el día de la manifestación gloriosa de tu Hijo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Como nos enseñó el Salvador, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, despierta en tus fieles el deseo de prepararse a la venida
de Cristo por la práctica de las buenas obras, para que, colocados un día a su
derecha, merezcan poseer el reino celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
II VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre,
y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: ÉSTE ES EL TIEMPO EN QUE LLEGAS
Éste es el tiempo en que llegas,
Esposo, tan de repente,
que invitas a los que velan
y olvidas a los que duermen.
Salen cantando a tu encuentro
doncellas con ramos verdes
y lámparas que guardaron
copioso y claro el aceite.
¡Cómo golpean las necias
las puertas de tu banquete!
¡Y cómo lloran a oscuras
los ojos que no han de verte!
Mira que estamos alerta,
Esposo, por si vinieres,
y está el corazón velando
mientras los ojos se duermen.
Danos un puesto a tu mesa,
Amor que a la noche vienes,
antes que la noche acabe
y que la puerta se cierre. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Hija de Sión, alégrate; salta de gozo, hija de Jerusalén. Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hija de Sión, alégrate; salta de
gozo, hija de Jerusalén. Aleluya.
Ant 2. Vendrá nuestro rey, Cristo, el
Señor: el cordero de quien Juan anunció la venida.
Salmo 113 A - ISRAEL LIBRADO DE EGIPTO; LAS MARAVILLAS DEL ÉXODO.
Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.
El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.
¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?
En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vendrá nuestro rey, Cristo, el
Señor: el cordero de quien Juan anunció la venida.
Ant 3. Llego enseguida y traigo conmigo mi
salario, para pagar a cada uno según sus propias obras.
Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados
cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente
decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada
estrofa.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Llego enseguida y traigo conmigo mi
salario, para pagar a cada uno según sus propias obras.
LECTURA BREVE Flp 4, 4-5
Estad siempre alegres en el Señor. Otra vez os lo digo: Estad alegres. Que
vuestra bondad sea conocida de todos. El Señor está cerca.
RESPONSORIO BREVE
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
V. Y danos tu salvación.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No temas, María, porque has
encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo.
Aleluya.
PRECES
Oremos a Jesucristo, nuestro redentor, que es camino, verdad y
vida de los hombres, y digámosle:
Ven, Señor, y quédate con nosotros.
Jesús, Hijo del Altísimo, anunciado por el ángel Gabriel a María Virgen,
ven a reinar para siempre sobre tu pueblo.
Santo de Dios, ante cuya venida el precursor saltó de gozo en el seno de
Isabel,
ven y alegra al mundo con la gracia de la salvación.
Jesús, Salvador, cuyo nombre el ángel reveló a José,
ven a salvar al pueblo de sus pecados.
Luz del mundo, a quien esperaban Simeón y todos los justos,
ven a consolar a tu pueblo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Sol naciente, de quien Zacarías profetizó que nos visitaría de lo alto,
ven a iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
Pidamos ahora con grande confianza la venida del reino de Dios, con las
palabras que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, despierta en tus fieles el deseo de prepararse a la venida
de Cristo por la práctica de las buenas obras, para que, colocados un día a su
derecha, merezcan poseer el reino celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.