*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Aleluya. El Espíritu del Señor llena el universo, venid,
adorémosle. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole
gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la
tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus
manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en
Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a
prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto
mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: HOY DESCIENDE EL ESPÍRITU DE FUEGO
Hoy desciende el Espíritu de fuego
al corazón creyente de la Iglesia,
el Señor que la quema y atraviesa
enciende con su llama al universo.
Ebrios del Santo Espíritu, los Doce
rebosan de carismas y alabanzas;
Dios baja al Sinaí, y en llamarada
y en ímpetu de amor retumba el monte.
Razas y pueblos quedan convocados;
Dios se muestra en Sión, la bella
altura,
y en voz concorde aquí a los hombres
junta,
desde Babel dispersos en pecado.
Se lanzan por el mundo los testigos;
y sin ceñir espadas lo conquistan,
y sin oro a los pobres dan la vida;
el Espíritu guía y Cristo invicto.
El Viento es brisa y fuerza de
huracanes,
y el Agua viva mueve los océanos;
alzan los brazos y oran bendiciendo
y el gozo transfigura sus semblantes.
Espíritu de amor y de verdad,
Espíritu confín de las promesas,
oh Santo, a ti la gloria siempre sea,
y a nosotros de ti la santidad. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, cuán bueno y cuán suave es tu Espíritu que habita en
nosotros. Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti
madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con
júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, cuán bueno y cuán suave es tu Espíritu que habita en
nosotros. Aleluya.
Ant 2. Manantiales y cuanto se mueve en las aguas, cantad un himno a
Dios. Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al
Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al
Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al
Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al
Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al
Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid
al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al
Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al
Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del
cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los
siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Manantiales y cuanto se mueve en las aguas, cantad un himno a Dios.
Aleluya.
Ant 3. Los apóstoles hablaban en otras lenguas las grandezas de Dios.
Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de
los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los
humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los apóstoles hablaban en otras lenguas las grandezas de Dios.
Aleluya.
LECTURA BREVE Hch 5, 30-32
El Dios de nuestros padres resucitó a
Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole de un madero. La diestra de Dios
lo exaltó haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión, el
perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que
Dios da a los que le obedecen.
RESPONSORIO BREVE
V. Todos quedaron llenos del Espíritu
Santo. Aleluya, aleluya.
R. Todos quedaron llenos del Espíritu
Santo. Aleluya, aleluya.
V. Y comenzaron a hablar.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. Todos quedaron llenos del Espíritu
Santo. Aleluya, aleluya.
PRIMERA LECTURA
De la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 5-27
CUANTOS SE DEJAN GUIAR POR EL ESPÍRITU DE DIOS SON HIJOS DE DIOS
Hermanos: Los que llevan una vida
puramente natural, según la carne, ponen su corazón en las cosas de la carne;
los que viven la vida según el espíritu lo ponen en las cosas del espíritu. Las
tendencias de la carne llevan hacia la muerte, en cambio, las del espíritu
llevan a la vida y a la paz. Porque las tendencias de la vida según la carne
son enemigas de Dios y no se someten ni pueden someterse a la ley de Dios. Y
los que llevan una vida puramente natural, según la carne no pueden agradar a
Dios.
Pero vosotros ya no estáis en la
vida según la carne, sino en la vida según el espíritu, ya que el Espíritu de
Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Dios.
Pero si Cristo está en vosotros, aunque vuestro cuerpo haya muerto por causa
del pecado, el espíritu tiene vida por la justificación.
Y si el Espíritu de aquel que
resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el mismo que resucitó
a Cristo Jesús de entre los muertos vivificará también vuestros cuerpos
mortales por obra de su Espíritu que habita en vosotros.
Así, pues, hermanos, no tenemos
deuda alguna con la vida según la carne, para que vivamos según sus principios.
Si vivís según ellos, moriréis; pero, si hacéis morir por el espíritu las malas
pasiones del cuerpo, viviréis.
Porque todos cuantos se dejan
guiar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Que no habéis recibido
espíritu de esclavitud, para recaer otra vez en el temor, sino que habéis
recibido espíritu de adopción filial, por el que clamamos: «¡padre!» Este mismo
Espíritu se une a nosotros para testificar que somos hijos de Dios; y, si somos
hijos, también somos herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, si
es que padecemos juntamente con Cristo, para ser glorificados juntamente con
él.
Los padecimientos de esta vida
presente tengo por cierto que no son nada en comparación con la gloria futura
que se ha de revelar en nosotros. La creación entera está en expectación,
suspirando por esa manifestación gloriosa de los hijos de Dios; porque las
creaturas todas quedaron sometidas al desorden, no porque a ello tendiesen de
suyo, sino por culpa del hombre que las sometió. Y abrigan la esperanza de
quedar ellas, a su vez, libres de la esclavitud de la corrupción, para tomar
parte en la libertad gloriosa que han de recibir los hijos de Dios.
La creación entera, como bien lo
sabemos, va suspirando y gimiendo toda ella, hasta el momento presente, como
con dolores de parto. Y no es ella sola, también nosotros, que poseemos las
primicias del Espíritu, suspiramos en nuestro interior, anhelando la redención
de nuestro cuerpo. Sólo en esperanza poseemos esta salvación; ahora bien, una
esperanza, cuyo objeto estuviese ya a la vista, no sería ya esperanza. Pues,
¿cómo es posible esperar una cosa que está ya a la vista? Pero, si estamos
esperando lo que no vemos, lo esperamos con anhelo y constancia.
De la misma manera, el Espíritu
acude en ayuda de nuestra debilidad, pues no sabemos pedir como conviene; y el
Espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos que no pueden ser expresados en
palabras. Y aquel que escudriña los corazones sabe cuáles son los deseos del
Espíritu y que su intercesión en favor de los fieles es según el querer de
Dios.
RESPONSORIO Ga 4, 6; 3, 26; 2Tm 1, 7
R. La prueba de que sois hijos
por la fe en Jesucristo es que * Dios ha enviado a vuestros corazones el
Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Padre!» Aleluya.
V. No nos ha dado Dios un
espíritu de timidez, sino de fortaleza, de amor y de señorío de nosotros
mismos.
R. Dios ha enviado a vuestros
corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Padre!» Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Ireneo, obispo, Contra las herejías
(Libro 3, 17, 1-3: SC 34, 302-306)
EL ENVÍO DEL ESPÍRITU SANTO
El Señor dijo a los discípulos:
Id y sed los maestros de todas las naciones; bautizadlas en el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo. Con este mandato les daba el poder de
regenerar a los hombres en Dios.
Dios había prometido por boca de
sus profetas que en los últimos días derramaría su Espíritu sobre sus siervos y
siervas, y que éstos profetizarían; por esto descendió el Espíritu Santo sobre
el Hijo de Dios, que se había hecho Hijo del hombre, para así, permaneciendo en
él, habitar en el género humano, reposar sobre los hombres y residir en la obra
plasmada por las manos de Dios, realizando así en el hombre la voluntad del
Padre y renovándolo de la antigua condición a la nueva, creada en Cristo.
Y Lucas nos narra cómo este
Espíritu, después de la ascensión del Señor, descendió sobre los discípulos el
día de Pentecostés, con el poder de dar a todos los hombres entrada en la vida
y para dar su plenitud a la nueva alianza; por esto, todos a una, los
discípulos alababan a Dios en todas las lenguas, al reducir el Espíritu a la
unidad los pueblos distantes y ofrecer al Padre las primicias de todas las
naciones.
Por esto el Señor prometió que
nos enviaría aquel Abogado que nos haría capaces de Dios. Pues, del mismo modo
que el trigo seco no puede convertirse en una masa compacta y en un solo pan,
si antes no es humedecido, así también nosotros, que somos muchos, no podíamos
convertirnos en una sola cosa en Cristo Jesús, sin esta agua que baja del
cielo. Y, así como la tierra árida no da fruto, si no recibe el agua, así
también nosotros, que éramos antes como un leño árido, nunca hubiéramos dado el
fruto de vida, sin esta gratuita lluvia de lo alto.
Nuestros cuerpos, en efecto,
recibieron por el baño bautismal la unidad destinada a la incorrupción, pero
nuestras almas la recibieron por el Espíritu.
El Espíritu de Dios descendió
sobre el Señor, Espíritu de sabiduría y de inteligencia, Espíritu de consejo y
de fortaleza, Espíritu de ciencia y de temor del Señor, y el Señor, a su vez,
lo dio a la Iglesia, enviando al Abogado sobre toda la tierra desde el cielo,
que fue de donde dijo el Señor que había sido arrojado Satanás como un rayo;
por esto necesitamos de este rocío divino, para que demos fruto y no seamos
lanzados al fuego; y, ya que tenemos quién nos acusa, tengamos también un
Abogado, pues que el Señor encomienda al Espíritu Santo el cuidado del hombre,
posesión suya, que había caído en manos de ladrones, del cual se compadeció y
vendó sus heridas, entregando después los dos denarios regios para que
nosotros, recibiendo por el Espíritu la imagen y la inscripción del Padre y del
Hijo, hagamos fructificar el denario que se nos ha confiado, retornándolo al
Señor con intereses.
RESPONSORIO Hch 2, 1-2
R. Cuando llegó el día de
Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar; de pronto, se oyó un
estruendo que venía del cielo, * como de un viento impetuoso que invadió toda
la casa. Aleluya.
V. Y, así, estando congregados
todos los discípulos, vino de pronto sobre ellos un estruendo desde el cielo.
R. Como de un viento impetuoso
que invadió toda la casa. Aleluya.
*Lecturas del Domingo de Pentecostés*
Domingo, 5 de junio de 2022
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Juan (20,19-23)*
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en
una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró
Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se
llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan
perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Palabra Del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Recibid el Espíritu Santo; quedan perdonados los pecados a quienes
los perdonéis. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU
PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su
pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de
nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos
odian;
ha realizado así la misericordia que
tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre
Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del
Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de
nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo
alto,
para iluminar a los que viven en
tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Recibid el Espíritu Santo; quedan perdonados los pecados a quienes
los perdonéis. Aleluya.
PRECES
Oremos a Cristo, el Señor, que ha
congregado a su Iglesia por el Espíritu Santo, y digámosle con fe:
*Renueva, Señor, la faz de la tierra*.
Señor Jesús, que, exaltado en la cruz,
hiciste que brotaran torrentes de agua viva de tu costado,
envíanos a tu Espíritu Santo, fuente de
vida.
Tú que, glorificado a la derecha de
Dios, derramaste sobre tus discípulos el Espíritu Santo,
envía este mismo Espíritu al mundo,
para que renueve la faz de la tierra.
Tú que, por el Espíritu Santo, diste a
los apóstoles el poder de perdonar los pecados y el poder de retenerlos,
destruye el pecado del mundo.
Tú que prometiste darnos el Espíritu
Santo, para que nos lo enseñara todo y nos fuera recordando lo que nos habías
dicho,
envíanos este Espíritu, para que
ilumine nuestra fe.
Tú que prometiste enviarnos el Espíritu
de verdad, para que diéramos testimonio de ti,
envíanos este Espíritu, para que nos
haga tus testigos fieles.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Dirijámonos ahora al Padre con las
palabras que el Señor resucitado pone en nuestros labios:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que por el misterio de
Pentecostés santificas a tu Iglesia en todo pueblo y nación, derrama los dones
del Espíritu Santo por toda la extensión de la tierra, y aquellas maravillas
que obraste en los comienzos de la predicación evangélica continúa
realizándolas ahora en los corazones de tus fieles. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.
Himno: FUEGO DE DIOS A NUESTRAS FRENTES BAJE
Fuego de Dios a nuestras frentes baje,
intelecto de amor en ellas prenda,
y con lumbres de gozo y de martirio
nuestras almas encienda.
Como el viento, impetuoso; como el
fuego,
candente, nuestro celo se propague,
¡y juzguen ebriedad de los sentidos
la divina embriaguez que nos embriague!
Todos transverberados, desechemos
nuestro albergue precario,
y escuche todo oído en toda lengua
el subversor mensaje del Calvario.
Nuevo diluvio de aguas cenagosas
trae en cruda zozobra nuestra barca.
¡Vuelve, Amor, con el ramo del olivo!
¡Vuelve, Paloma, a serenar el arca!
Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Espíritu Santo, viniendo del
cielo, llenó invisiblemente el corazón de los apóstoles. Aleluya.
Salmo 117 I - HIMNO DE ACCIÓN DE
GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 117 II
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 117 III
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los
arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del
Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Espíritu Santo, viniendo del
cielo, llenó invisiblemente el corazón de los apóstoles. Aleluya.
LECTURA BREVE 1Co 12, 13
Todos nosotros, judíos y griegos,
esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un
solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
V. El Espíritu Santo. Aleluya.
R. Os lo enseñará todo. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso, haz brillar sobre
nosotros el resplandor de tu gloria, para que la claridad de tu luz fortalezca
con la gracia del Espíritu Santo a los que, por tu bondad, hemos recibido en el
bautismo una vida nueva. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: VERBO DE DIOS, EL SOL DE
MEDIODÍA
Verbo de Dios, el sol de mediodía,
amable mensajero de tu rostro,
fecunda nuestra tierra y la hermosea
como fuente de luz, de vida y gozo.
Más hermoso tu cuerpo, que es pleroma
del infinito amor jamás gastado;
y de ese mar sin fondo ni ribera
la Iglesia es tu pleroma continuado.
Verbo de Dios, que reinas sin fatiga,
que emerges victorioso del trabajo,
reina dichoso tú que nos esperas
mientras nosotros vamos caminando. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Acrecienta, Señor, nuestra fe y,
con el fuego de tu Espíritu, inflama nuestros corazones. Aleluya.
Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL
PUEBLO
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL
NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no hubiera estado de
nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de
nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el
cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU
PUEBLO.
Los que confían en el Señor son como el
monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas
tortuosas,
que los rechace el Señor con los
malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Acrecienta, Señor, nuestra fe y,
con el fuego de tu Espíritu, inflama nuestros corazones. Aleluya.
LECTURA BREVE Tt 3, 5b-7
Dios nos trajo la salud mediante el
baño bautismal de regeneración y renovación que obra el Espíritu Santo. Él
derramó con toda profusión sobre nosotros este Espíritu por Cristo Jesús,
nuestro Salvador. Así, justificados por la gracia de Cristo, hemos obtenido la
esperanza de poseer en herencia la vida eterna.
V. El Espíritu Santo os enseñará.
Aleluya.
R. Todo lo que os he dicho. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso, haz brillar sobre
nosotros el resplandor de tu gloria, para que la claridad de tu luz fortalezca
con la gracia del Espíritu Santo a los que, por tu bondad, hemos recibido en el
bautismo una vida nueva. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: REINA EL SEÑOR ALLÍ DONDE
NINGUNO
Reina el Señor allí donde ninguno
ciñe corona que haya dado el mundo;
reina el Señor allí donde la vida
sin lágrimas es río de delicias.
Reina el Señor, el compasivo siervo,
que en sus hombros cargó nuestro
madero;
vive el muerto en la cruz, el sepultado
y con hierro sellado y custodiado.
Cruzó el oscuro valle de la muerte
hasta bajar a tumba de rebeldes;
fingía que era suya nuestra pena,
y en silencio escuchó nuestra
sentencia.
Pero reina el Señor, la tierra goza,
y ya se escuchan los cánticos de boda.
¡Gloria al Señor Jesús resucitado,
nuestra esperanza y triunfo deseado!
Amén.
SALMODIA
Ant 1. No seréis vosotros los que
habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Aleluya.
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA
NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de
Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES
INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros
sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras
duermen!
La herencia que da el Señor son los
hijos;
una recompensa es el fruto de las
entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR
DEL JUSTO
¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No seréis vosotros los que
habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Aleluya.
LECTURA BREVE 2Co 1, 21-22
Dios es quien nos confirma en Cristo a
nosotros junto con vosotros. Él nos ha ungido, él nos ha sellado, y ha puesto
en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.
V. Los apóstoles hablaban en otras
lenguas. Aleluya.
R. Las grandezas de Dios. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Dios todopoderoso, haz brillar sobre
nosotros el resplandor de tu gloria, para que la claridad de tu luz fortalezca
con la gracia del Espíritu Santo a los que, por tu bondad, hemos recibido en el
bautismo una vida nueva. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
II
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: VEN, CREADOR, ESPÍRITU AMOROSO
Ven, Creador, Espíritu amoroso,
ven y visita el alma que a ti clama
y con tu soberana gracia inflama
los pechos que criaste poderoso.
Tú que abogado fiel eres llamado,
del Altísimo don, perenne fuente
de vida eterna, caridad ferviente,
espiritual unción, fuego sagrado.
Tú te infundes al alma en siete dones,
fiel promesa del Padre soberano;
tú eres el dedo de su diestra mano,
tú nos dictas palabras y razones.
Ilustra con tu luz nuestros sentidos,
del corazón ahuyenta la tibieza,
haznos vencer la corporal flaqueza,
con tu eterna virtud fortalecidos.
Por ti, nuestro enemigo desterrado,
gocemos de paz santa duradera,
y, siendo nuestro guía en la carrera,
todo daño evitemos y pecado.
Por ti al eterno Padre conozcamos,
y al Hijo, soberano omnipotente,
y a ti, Espíritu, de ambos procedente,
con viva fe y amor siempre creamos.
Amén
SALMODIA
Ant 1. El Espíritu del Señor llena el
universo. Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y
SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu
nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se
arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su
ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Espíritu del Señor llena el
universo. Aleluya.
Ant 2. Confirma, oh Dios, lo que has
realizado en nosotros, desde tu santo templo de Jerusalén. Aleluya.
Salmo 113 A - ISRAEL LIBRADO DE EGIPTO;
LAS MARAVILLAS DEL ÉXODO.
Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo
balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.
El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.
¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como
carneros;
colinas, que saltáis como corderos?
En presencia del Señor se estremece la
tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Confirma, oh Dios, lo que has
realizado en nosotros, desde tu santo templo de Jerusalén. Aleluya.
Ant 3. Todos quedaron llenos del
Espíritu Santo y comenzaron a hablar. Aleluya.
Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap
19,1-2, 5-7
El cántico siguiente se dice con todos
los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice
sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada
estrofa.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son
de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y
justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que les teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios,
dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle
gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Todos quedaron llenos del Espíritu
Santo y comenzaron a hablar. Aleluya.
LECTURA BREVE Ef 4,3-6
Esforzaos por mantener la unidad del
Espíritu, con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una
sola es la meta de la esperanza en la vocación a la que habéis sido convocados.
Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo,
y lo penetra todo, y lo invade todo.
RESPONSORIO BREVE
V. El Espíritu del Señor llena el
universo. Aleluya, aleluya.
R. El Espíritu del Señor llena el
universo. Aleluya, aleluya.
V. Y él, que todo lo mantiene unido,
conoce todas las voces.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo
R. El Espíritu del Señor llena el
universo. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Hoy han llegado a su término los
días de Pentecostés, aleluya; hoy el Espíritu Santo se apareció a los
discípulos en forma de lenguas de fuego y los enriqueció con sus dones,
enviándolos a predicar a todo el mundo y a dar testimonio de que el que crea y
se bautice se salvará. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN
EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi
salvador;
porque ha mirado la humillación de su
esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las
generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros
padres-
en favor de Abraham y su descendencia
por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hoy han llegado a su término los
días de Pentecostés, aleluya; hoy el Espíritu Santo se apareció a los
discípulos en forma de lenguas de fuego y los enriqueció con sus dones,
enviándolos a predicar a todo el mundo y a dar testimonio de que el que crea y
se bautice se salvará. Aleluya.
PRECES
Oremos a Dios Padre, que por medio de
Cristo ha congregado a la Iglesia, y digamos suplicantes:
Envía, Señor, a la Iglesia tu Espíritu
Santo.
Tú que quieres que todos los que nos
llamamos cristianos, unidos por un solo bautismo en el mismo Espíritu, formemos
una única Iglesia,
haz que cuantos creen en ti sean un
solo corazón y una sola alma.
Tú que con tu Espíritu llenaste el
universo,
haz que los hombres construyan un mundo
nuevo en justicia y paz.
Señor, padre de todos los hombres, que
quieres reunir en la confesión de la única fe a tus hijos dispersos,
ilumina a todos los hombres con la
gracia del Espíritu Santo.
Tú que por tu Espíritu lo renuevas
todo,
concede la salud a los enfermos, el
consuelo a los que viven tristes y la salvación a todos los hombres.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Tú que por tu Espíritu resucitaste a tu
Hijo de entre los muertos,
infunde nueva vida a los que han
muerto.
Dirijámonos ahora al Padre con las
palabras que el Espíritu del Señor resucitado pone en nuestros labios:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que por el misterio de
Pentecostés santificas a tu Iglesia en todo pueblo y nación, derrama los dones
del Espíritu Santo por toda la extensión de la tierra, y aquellas maravillas
que obraste en los comienzos de la predicación evangélica continúa
realizándolas ahora en los corazones de tus fieles. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de
esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros
pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y
omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran
culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre
Virgen,
a los ángeles, a los santos y a
vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios,
nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga
misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
Himno: EL CORAZÓN SE DILATA
El corazón se dilata
sin noche en tu santo cuerpo,
oh morada iluminada,
mansión de todo consuelo.
Por tu muerte sin pecado,
por tu descanso y tu premio,
en ti, Jesús, confiamos,
y te miramos sin miedo.
Como vigilia de amor
te ofrecemos nuestro sueño;
tú que eres el paraíso,
danos un puesto en tu reino. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.»
Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.
No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las
tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.
Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.
Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.
No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;
te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la
piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.
«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE Ap 22, 4-5
Verán el rostro del Señor, y tendrán su
nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni
de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos
de los siglos.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi
espíritu. Aleluya, aleluya.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi
espíritu. Aleluya, aleluya.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi
espíritu. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos,
protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Aleluya.
CÁNTICO DE
SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu
Salvador,
a quien has presentado ante todos los
pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos,
protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Aleluya.
ORACION
OREMOS,
Humildemente te pedimos, Señor, que
después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu
Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres
para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda
una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra,
aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.