*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*VIERENES SEMANA VI DE
PASCUA*
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos
salva;
entremos a su presencia dándole
gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios
grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la
tierra,
son suyas las cumbres de los
montes;
suyo es el mar, porque él lo
hizo,
la tierra firme que modelaron sus
manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador
nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como
en Meribá,
como el día de Masá en el
desierto;
cuando vuestros padres me
pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían
visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y
dije:
Es un pueblo de corazón
extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: TU CUERPO ES LAZO DE AMORES
Tu cuerpo es lazo de amores,
de Dios y el hombre atadura;
amor que a tu cuerpo acude
como tu cuerpo perdura.
Tu cuerpo, surco de penas,
hoy es de luz y rocío;
que lo vean los que lloran
con ojos enrojecidos.
Tu cuerpo espiritual
es la Iglesia congregada;
tan fuerte como tu cruz,
tan bella como tu Pascua.
Tu cuerpo sacramental
es de tu carne y tu sangre,
y la Iglesia, que es tu Esposa,
se acerca para abrazarte. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Confía, hijo, tus pecados son perdonados. Aleluya.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu
bondad;
por tu inmensa compasión borra mi
culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu
rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas
sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré
limpio;
lávame: quedaré más blanco que la
nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos
quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón
puro,
renuévame por dentro con espíritu
firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu
salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus
caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no
lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu
quebrantado:
un corazón quebrantado y
humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a
Sión,
reconstruye las murallas de
Jerusalén:
entonces aceptarás los
sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán
novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Confía, hijo, tus pecados son perdonados. Aleluya.
Ant 2. Tú, Señor, has salido con Cristo a salvar a tu pueblo.
Aleluya.
Cantico: JUICIO DE DIOS - Ha 3, 2-4. 13a. 15-19
¡Señor, he oído tu fama,
me ha impresionado tu obra!
En medio de los años, realízala;
en medio de los años,
manifiéstala;
en el terremoto acuérdate de la
misericordia.
El Señor viene de Temán;
el Santo, del monte Farán:
su resplandor eclipsa el cielo,
la tierra se llena de su
alabanza;
su brillo es como el día,
su mano destella velando su
poder.
Sales a salvar a tu pueblo,
a salvar a tu ungido;
pisas el mar con tus caballos,
revolviendo las aguas del océano.
Lo escuché y temblaron mis
entrañas,
al oírlo se estremecieron mis
labios;
me entró un escalofrío por los
huesos,
vacilaban mis piernas al andar.
Tranquilo espero el día de la
angustia
que sobreviene al pueblo que nos
oprime.
Aunque la higuera no echa yemas
y las viñas no tienen fruto,
aunque el olivo olvida su
aceituna
y los campos no dan cosechas,
aunque se acaban las ovejas del
redil
y no quedan vacas en el establo,
yo exultaré con el Señor,
me gloriaré en Dios mi salvador.
El Señor soberano es mi fuerza,
él me da piernas de gacela
y me hace caminar por las
alturas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú, Señor, has salido con Cristo a salvar a tu pueblo. Aleluya.
Ant 3. Alaba a tu Dios, Sión, que ha puesto paz en tus fronteras.
Aleluya.
Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de
tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro
de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus
mandatos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alaba a tu Dios, Sión, que ha puesto paz en tus fronteras.
Aleluya.
LECTURA BREVE Hch 5, 30-32
El Dios de nuestros padres
resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole de un madero. La
diestra de Dios lo exaltó haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la
conversión, el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el
Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del
sepulcro. Aleluya, aleluya.
R. El Señor ha resucitado del
sepulcro. Aleluya, aleluya.
V. El que por nosotros colgó del
madero.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y
al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del
sepulcro. Aleluya, aleluya.
PRIMERA LECTURA
De los Hechos de los Apóstoles 23, 12-35
CONSPIRACIÓN DE LOS JUDÍOS CONTRA PABLO
En aquellos días, tuvieron un
conciliábulo los judíos y juraron no comer ni beber hasta matar a Pablo. Los
conjurados eran más de cuarenta. Estos hombres se presentaron a los pontífices
y a los ancianos y les dijeron:
«Nos hemos juramentado
solemnemente a no probar bocado hasta matar a Pablo. Ahora, vosotros, de
acuerdo con el Consejo, indicad al tribuno que lo haga comparecer en vuestra
presencia con el pretexto de examinar más a fondo su causa. Nosotros, por
nuestra parte, estamos preparados para darle muerte antes de que llegue.»
Pero el hijo de la hermana de
Pablo se enteró de este complot. Se presentó en la fortaleza y se lo comunicó a
Pablo. Pablo llamó enseguida a un centurión y le dijo: «Lleva a este joven al
tribuno, porque tiene algo que comunicarle.»
Lo tomó, pues, el centurión y lo
llevó al tribuno, diciéndole:
«EI preso Pablo me ha llamado y
me ha rogado que te traiga a este joven, pues tiene algo que comunicarte.»
El tribuno lo tomó de la mano, se
retiró aparte y le preguntó:
«¿Qué es lo que tienes que
comunicarme?»
Él contestó:
«Los judíos se han puesto de
acuerdo para pedirte que hagas comparecer mañana a Pablo ante el Consejo de
ancianos con el pretexto de examinar más a fondo su causa. No los creas. Porque
se han conjurado contra él más de cuarenta hombres de entre ellos, y se han
juramentado bajo anatema a no comer ni beber hasta matarlo. Ahora están
preparados, aguardando tu respuesta favorable.»
El tribuno despidió al joven con
este aviso:
«No digas a nadie que me has
revelado este asunto.»
Llamó en seguida a dos
centinelas, y les dio esta orden:
«Preparad doscientos soldados
para que marchen a Cesarea a las nueve de la noche; y también setenta jinetes y
doscientos lanceros. Además, aparejad cabalgaduras para que, montado y sin
peligro, lleven a Pablo hasta el procurador Félix.»
Y escribió una carta en estos
términos:
«Claudio Lisias saluda al
excelentísimo procurador Félix. Te envío aquí a este hombre, que ha sido
arrestado por los judíos y ha estado a punto de ser muerto por ellos. Yo lo he
sacado del peligro, acudiendo con la tropa, al enterarme de que era un
ciudadano romano.
He querido saber el crimen de que
lo acusan, y lo he hecho comparecer ante el Consejo. Me he encontrado con que
lo acusan de cuestiones referentes a su ley, pero no ha cometido delito alguno
que merezca la muerte o la prisión. Enterado de las asechanzas que preparaban
contra este hombre, he resuelto al punto enviártelo, intimando también a los
acusadores a que expongan su demanda en tu tribunal.»
Los soldados, conforme a las
órdenes recibidas, tomaron consigo a Pablo y lo condujeron de noche a
Antípatris; y después, al otro día, dejando a los jinetes que fuesen escoltando
a Pablo, se volvieron a su cuartel. Los jinetes, una vez llegados a Cesarea,
entregaron la carta al procurador y dejaron en su poder a Pablo. Después que
leyó la carta, el procurador se informó de qué provincia era y, al saber que
era de Cilicia, dijo:
«Te tomaré declaración cuando se
presenten tus acusadores.».
Y dio orden de que guardasen a
Pablo en el palacio de Herodes.
RESPONSORIO Mt 10, 18. 19-20
R. Cuando os hagan comparecer
ante gobernadores y reyes, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo
diréis. * En Su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir. Aleluya.
V. No seréis vosotros los que
habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
R. En su momento se os sugerirá
lo que tenéis que decir. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De los Tratados de san Agustín, obispo, sobre el evangelio de san
Juan
(Tratado 124, 5. 7: CCL 36, 685-687)
DOS VIDAS
La Iglesia sabe de dos vidas,
ambas anunciadas y recomendadas por el Señor; de ellas, una se desenvuelve en
la fe, la otra en la visión; una durante el tiempo de nuestra peregrinación, la
otra en las moradas eternas; una en medio de la fatiga, la otra en el descanso;
una en el camino, la otra en la patria; una en el esfuerzo de la actividad, la
otra en el premio de la contemplación.
La primera vida es significada
por el apóstol Pedro, la segunda por el apóstol Juan. La primera se desarrolla
toda ella aquí, hasta el fin de este mundo, que es cuando terminará; la segunda
se inicia oscuramente en este mundo, pero su perfección se aplaza hasta el fin
de él, y en el mundo futuro no tendrá fin. Por eso se le dice a Pedro: Sígueme;
en cambio de Juan se dice: Si yo quiero que él permanezca así hasta mi venida,
¿a ti qué? Tú, sígueme. «Tú, sígueme por la imitación en soportar las
dificultades de esta vida; él, que permanezca así hasta mi venida para otorgar
mis bienes.» Lo cual puede explicarse más claramente así: «Sígame una actuación
perfecta, impregnada del ejemplo de mi pasión; pero la contemplación incoada
permanezca así hasta mi venida para perfeccionarla.»
El seguimiento de Cristo
consiste, pues, en una amorosa y perfecta constancia en el sufrimiento, capaz
de llegar hasta la muerte; la sabiduría, en cambio, permanecerá así, en estado
de perfeccionamiento, hasta que venga Cristo para llevarla a su plenitud. Aquí,
en efecto, hemos de tolerar los males de este mundo en el país de los mortales;
allá, en cambio, contemplaremos los bienes del Señor en el país de la vida.
Aquellas palabras de Cristo: Si
yo quiero que él permanezca así hasta mi venida no debemos entenderlas en el
sentido de permanecer hasta el fin o de permanecer siempre igual, sino en el
sentido de esperar; pues lo que Juan representa no alcanza ahora su plenitud,
sino que la alcanzará con la venida de Cristo. En cambio, lo que representa
Pedro, a quien el Señor dijo: Tú, sígueme, hay que ponerlo ahora por obra, para
alcanzar lo que esperamos. Pero nadie separe lo que significan estos dos
apóstoles, ya que ambos estaban incluidos en lo que significaba Pedro y ambos
estarían después incluidos en lo que significaba Juan. El seguimiento del uno y
la permanencia del otro eran un signo. Uno y otro, creyendo, toleraban los
males de esta vida presente; uno y otro, esperando, confiaban alcanzar los
bienes de la vida futura.
Y no sólo ellos, sino que toda la
santa Iglesia, esposa de Cristo, hace lo mismo, luchando con las tentaciones
presentes, para alcanzar la felicidad futura. Pedro y Juan fueron, cada uno,
figura de cada una de estas dos vidas. Pero uno y otro caminaron por la fe, en
la vida presente; uno y otro habían de gozar para siempre de la visión, en la
vida futura.
Por esto, Pedro, el primero de
los apóstoles, recibió las llaves del reino de los cielos, con el poder de atar
y desatar los pecados, para que fuese el piloto de todos los santos, unidos
inseparablemente al cuerpo de Cristo, en medio de las tempestades de esta vida;
y, por esto, Juan, el evangelista, se reclinó sobre el pecho de Cristo, para
significar el tranquilo puerto de aquella vida arcana.
En efecto, no sólo Pedro, sino
toda la Iglesia ata y desata los pecados. Ni fue sólo Juan quien bebió, en la
fuente del pecho del Señor, para enseñarla con su predicación, la doctrina
acerca de la Palabra que existía en el principio y estaba en Dios y era Dios -
y lo demás acerca de la divinidad de Cristo, y aquellas cosas tan sublimes
acerca de la trinidad y unidad de Dios, verdades todas estas que contemplaremos
cara a cara en el reino, pero que ahora, hasta que venga el Señor, las tenemos
que mirar como en un espejo y oscuramente -, sino que el Señor en persona
difundió por toda la tierra este mismo Evangelio, para que todos bebiesen de
él, cada uno según su capacidad.
RESPONSORIO 1Pe 5, 10; 2Co 4, 14
R. El Dios de toda gracia, que os
ha llamado a su eterna gloria en Cristo Jesús, * tras un breve padecer, él
mismo os restablecerá, os afianzará y os robustecerá. Aleluya.
V. Aquel que resucitó a Jesús nos
resucitará también a nosotros con Jesús.
R. Tras un breve padecer, él
mismo os restablecerá, os afianzará y os robustecerá. Aleluya.
*Lecturas del Viernes de la 6ª semana de Pascua*
Viernes, 27 de mayo de 2022
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (16,20-23a)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el
mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se
convertirá en alegría.
La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora;
pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de
que al mundo le ha nacido un hombre.
También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará
vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis
nada».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Vemos a Jesús, coronado de gloria y de honor por haber padecido
la muerte. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU
PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de
Israel,
porque ha visitado y redimido a
su pueblo.
suscitándonos una fuerza de
salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde
antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de
nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos
odian;
ha realizado así la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro
padre Abraham.
Para concedernos que, libres de
temor,
arrancados de la mano de los
enemigos,
le sirvamos con santidad y
justicia,
en su presencia, todos nuestros
días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta
del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la
salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de
nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de
lo alto,
para iluminar a los que viven en
tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vemos a Jesús, coronado de gloria y de honor por haber padecido
la muerte. Aleluya.
PRECES
Dirijamos nuestra oración a Dios
Padre, que por el Espíritu resucitó a Jesús de entre los muertos y vivificará
también nuestros cuerpos mortales; digámosle:
*Vivifícanos, Señor, con tu Espíritu Santo*.
Padre santo, tú que al resucitar
a tu Hijo de entre los muertos manifestaste que habías aceptado su sacrificio,
acepta también la ofrenda de
nuestro día y condúcenos a la plenitud de la vida.
Bendice; Señor, las acciones de
nuestro día
y ayúdanos a buscar en ellas tu
gloria y el bien de nuestros hermanos.
Que el trabajo de hoy sirva para
la edificación de un mundo nuevo
y nos conduzca también a tu reino
eterno.
Te pedimos, Señor, que nos hagas
ser siempre solícitos del bien de los hombres
y que nos ayudes a amarnos
mutuamente.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres
Dirijamos ahora al Padre nuestra
oración con las mismas palabras que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Escucha, Señor, nuestra oración y
haz que mediante la predicación del Evangelio llegue a ser realidad en todo el
mundo la salvación inaugurada en la glorificación de tu Hijo, y que todos los hombres
alcancen la adopción filial que él anunció con su palabra de verdad. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna.
R. Amén.
HORA
TERCIA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en
socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ESPÍRITU DE DIOS, LA
TIERRA LLENAS
Espíritu de Dios, la tierra
llenas,
las mentes de los hombres las
bañas en tu luz,
tú que eres Luz de Dios, divino
fuego,
infunde en todo hombre la fuerza
de la cruz.
Sé luz resplandeciente en las
tinieblas
de quienes el pecado sumió en la
obscuridad,
reúne en la asamblea de los hijos
los justos que te amaron, los
muertos por la paz.
Acaba en plenitud al Cristo vivo,
confirma en el creyente la gracia
y el perdón,
reúnelos a todos en la Iglesia,
testigos jubilosos de la
resurrección. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 118, 73-80
Tus manos me hicieron y me
formaron:
instrúyeme para que aprenda tus
mandatos;
tus fieles verán con alegría
que he esperado en tu palabra;
reconozco, Señor, que tus
mandamientos son justos,
que con razón me hiciste sufrir.
Que tu bondad me consuele,
según la promesa hecha a tu
siervo;
cuando me alcance tu compasión,
viviré,
y mis delicias serán tu voluntad;
que se avergüencen los insolentes
del daño que me hacen;
yo meditaré tus decretos.
Vuelvan a mí tus fieles
que hacen caso de tus preceptos;
sea mi corazón perfecto en tus
leyes,
así no quedaré avergonzado.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 58, 2-6a. 10-11. 17-18:
ORACIÓN PIDIENDO LA PROTECCIÓN DE DIOS ANTE LOS ENEMIGOS
Líbrame de mi enemigo, Dios mío;
protégeme de mis agresores,
líbrame de los malhechores,
sálvame de los hombres
sanguinarios.
Mira que me están acechando,
y me acosan los poderosos:
sin que yo haya pecado ni
faltado, Señor,
sin culpa mía, avanzan para
acometerme.
Despierta, ven a mi encuentro,
mira:
tú, el Señor de los ejércitos,
el Dios de Israel.
Estoy velando contigo, fuerza
mía,
porque tú, ¡oh Dios!, eres mi
alcázar.
Que tu favor se adelante, ¡oh
Dios!,
y me haga ver la derrota del
enemigo.
Pero yo cantaré tu fuerza,
por la mañana aclamaré tu
misericordia;
porque has sido mi alcázar
y mi refugio en el peligro.
Y tocaré en tu honor, fuerza mía,
porque tú, ¡oh Dios!, eres mi
alcázar.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 59 - ORACIÓN DESPUÉS DE UNA
CALAMIDAD
¡Oh Dios!, nos rechazaste y
rompiste nuestras filas;
estabas airado, pero restáuranos.
Has sacudido y agrietado el país:
repara sus grietas, que se
desmorona.
Hiciste sufrir un desastre a tu
pueblo,
dándole a beber un vino de
vértigo;
diste a tus fieles la señal de
desbandada,
haciéndolos huir de los arcos.
Para que se salven tus
predilectos,
que tu mano salvadora nos
responda.
Dios habló en su santuario:
«Triunfante ocuparé Siquén,
parcelaré el valle de Sucot;
mío es Galaad, mío Manasés,
Efraím es yelmo de mi cabeza,
Judá es mi cetro;
Moab, una jofaina para lavarme;
sobre Edom echo mi sandalia,
sobre Filistea canto victoria.»
Pero ¿quién me guiará a la plaza
fuerte,
quién me conducirá a Edom,
si tú, ¡oh Dios!, nos has
rechazado
y no sales ya con nuestras
tropas?
Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es
inútil.
Con Dios haremos proezas,
él pisoteará a nuestros enemigos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE Hch 2,
32. 36
Dios ha resucitado a Jesús;
testigos somos todos nosotros. Así, pues, que todo el pueblo de Israel lo sepa
con absoluta certeza: Dios ha constituido Señor y Mesías a este mismo Jesús, a
quien vosotros habéis crucificado.
V. Verdaderamente ha resucitado
el Señor. Aleluya.
R. Y se ha aparecido a Simón.
Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Escucha, Señor, nuestra oración y
haz que mediante la predicación del Evangelio llegue a ser realidad en todo el
mundo la salvación inaugurada en la glorificación de tu Hijo, y que todos los
hombres alcancen la adopción filial que él anunció con su palabra de verdad.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA
SEXTA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en
socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: CUANDO LA LUZ DEL DÍA ESTÁ
EN SU CUMBRE
Cuando la luz del día está en su
cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la
esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida
Eres resurrección, palabra y
prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras
vidas,
serán en ti cosecha para siempre.
Ven ya, Señor Jesús, Salvador
nuestro,
de tu radiante luz llena este
día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.
Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano
nuestro,
vivir ahora el fuego de tu
Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo
nuevo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA
DEL PUEBLO
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los
esclavos
fijos en las manos de sus
señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor,
misericordia,
que estamos saciados de
desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL
NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no hubiera estado de
nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de
nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra
nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el
cuello;
nos habrían llegado hasta el
cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos
entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un
pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del
Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU
PUEBLO.
Los que confían en el Señor son
como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para
siempre.
Jerusalén está rodeada de
montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los
malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los
buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas
tortuosas,
que los rechace el Señor con los
malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE Ga 3,
27-28
Todos los que habéis sido
bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo. Ya no hay distinción entre
judío y gentil, ni entre libre y esclavo, ni entre hombre y mujer: todos sois
uno en Cristo Jesús.
V. Los discípulos se llenaron de
alegría. Aleluya.
R. Al ver al Señor. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Escucha, Señor, nuestra oración y
haz que mediante la predicación del Evangelio llegue a ser realidad en todo el
mundo la salvación inaugurada en la glorificación de tu Hijo, y que todos los
hombres alcancen la adopción filial que él anunció con su palabra de verdad.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
HORA
NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en
socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: SALVADOR DEL MUNDO
Salvador del mundo,
Señor de los ángeles:
por tu cruz gloriosa
la muerte venciste.
Oh Señor, consérvanos
los dones amables
que, con sufrimientos,
tú nos mereciste.
Y a quienes a precio
de dolor salvaste,
llévalos al cielo
para que te alaben.
Llévanos a todos,
Señor, suplicámoste,
pues que nos hiciste
reino de tu Padre. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y
ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte
de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con
ellos.»
El Señor ha estado grande con
nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra
suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES
INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros
sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras
duermen!
La herencia que da el Señor son
los hijos;
una recompensa es el fruto de las
entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando
litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL
HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de
olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde
Sión,
que veas la prosperidad de
Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus
hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE 1Co 5,
7-8
Tirad fuera la levadura vieja
para que seáis una masa nueva, ya que ahora sois panes ázimos, pues Cristo,
nuestro cordero pascual, ha sido inmolado. Así, pues, celebremos nuestra fiesta
no con la vieja levadura ni con levadura de malicia y perversidad, sino con los
panes ázimos de pureza y verdad.
V. Quédate con nosotros, Señor.
Aleluya.
R. Porque ya es tarde. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Escucha, Señor, nuestra oración y
haz que mediante la predicación del Evangelio llegue a ser realidad en todo el
mundo la salvación inaugurada en la glorificación de tu Hijo, y que todos los
hombres alcancen la adopción filial que él anunció con su palabra de verdad.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en
socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: TU CUERPO ES PRECIOSA
LÁMPARA
Tu cuerpo es preciosa lámpara,
llagado y resucitado,
tu rostro es la luz del mundo,
nuestra casa, tu costado.
Tu cuerpo es ramo de abril
y blanca flor del espino,
y el fruto que nadie sabe
tras la flor eres tú mismo.
Tu cuerpo es salud sin fin,
joven, sin daño de días;
para el que busca vivir
es la raíz de la vida. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor ha salvado mi
vida de los lazos del abismo. Aleluya.
Salmo 114 - ACCIÓN DE GRACIAS
Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del
abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.»
El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas me salvó.
Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi vida de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha salvado mi vida
de los lazos del abismo. Aleluya.
Ant 2. El Señor guarda a su
pueblo como a las niñas de sus ojos. Aleluya.
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL
PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y
salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor guarda a su pueblo
como a las niñas de sus ojos. Aleluya.
Ant 3. Mi fuerza y mi poder es el
Señor, él fue mi salvación. Aleluya.
Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES
Ap 15, 3-4
Grandes y maravillosas son tus
obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron
manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi fuerza y mi poder es el
Señor, él fue mi salvación. Aleluya.
LECTURA BREVE Hb 5,
8-10
Cristo, aunque era Hijo de Dios,
aprendió por experiencia, en sus padecimientos, la obediencia y, habiendo así
llegado hasta la plena consumación, se convirtió en causa de salvación para
todos los que lo obedecen, proclamado por Dios sumo sacerdote «según el rito de
Melquisedec».
RESPONSORIO BREVE
V. Los discípulos se llenaron de
alegría. Aleluya, aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de
alegría. Aleluya, aleluya.
V. Al ver al Señor.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y
al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de
alegría. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Vuestro Padre dará desde el
cielo el Espíritu Santo a quienes se lo pidan. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL
ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del
Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi
salvador;
porque ha mirado la humillación
de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas
las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus
fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de
corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de
bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a
nuestros padres-
en favor de Abraham y su
descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vuestro Padre dará desde el
cielo el Espíritu Santo a quienes se lo pidan. Aleluya.
PRECES
Oremos a Cristo, fuente de toda
vida y principio de todo bien, y digámosle confiadamente:
Instaura, Señor, tu reino en el
mundo.
Jesús salvador, tú que, muerto en
la carne, fuiste devuelto a la vida por el Espíritu,
haz que nosotros, muertos al
pecado, vivamos también de tu Espíritu.
Tú que enviaste a tus discípulos
al mundo entero para que proclamaran tu Evangelio a todos los pueblos,
haz que cuantos anuncian el
Evangelio a los hombres vivan de tu Espíritu.
Tú que recibiste todo poder en el
cielo y en la tierra para dar testimonio de la verdad,
guarda en tu verdad a quienes nos
gobiernan.
Tú que todo lo renuevas y nos
mandas esperar anhelantes la llegada de tu reino,
haz que, cuanto más esperemos el
cielo nuevo y la tierra nueva que nos prometes, con tanto mayor empeño
trabajemos por la edificación del mundo presente.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres
Tú que descendiste a la mansión
de la muerte para anunciar el gozo del Evangelio a los difuntos,
sé tú mismo la eterna alegría de
todos los que mueren.
Terminemos nuestra oración con
las palabras del Señor:
Padre nuestro...
ORACION
Escucha, Señor, nuestra oración y
haz que mediante la predicación del Evangelio llegue a ser realidad en todo el
mundo la salvación inaugurada en la glorificación de tu Hijo, y que todos los
hombres alcancen la adopción filial que él anunció con su palabra de verdad.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos
guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso
nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en
socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al
final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente
nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios
todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y
omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por
mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María,
siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a
vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios,
nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga
misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
Himno: EN TI, SEÑOR, REPOSAN
NUESTRAS VIDAS
En ti, Señor, reposan nuestras
vidas
en el descanso santo de la noche;
tú nos preparas para la alborada
y en el Espíritu Santo nos
acoges.
En apartadas y lejanas tierras
el sol ha despertado las
ciudades;
amigo de los hombres, ve sus
penas
y ensancha de tu amor los
manantiales.
Vencedor de la muerte y de las
sombras,
Hijo eterno de Dios, resucitado,
líbranos del peligro de la noche
al dormirnos confiados en tus
brazos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aleluya, aleluya, aleluya.
Salmo 87 - ORACIÓN DE UN HOMBRE
GRAVEMENTE ENFERMO
Señor, Dios mío, de día te pido
auxilio,
de noche grito en tu presencia;
llegue hasta ti mi súplica,
inclina tu oído a mi clamor.
Porque mi alma está colmada de
desdichas,
y mi vida está al borde del
abismo;
ya me cuentan con los que bajan a
la fosa,
soy como un inválido.
Tengo mi cama entre los muertos,
como los caídos que yacen en el
sepulcro,
de los cuales ya no guardas
memoria,
porque fueron arrancados de tu
mano.
Me has colocado en lo hondo de la
fosa,
en las tinieblas del fondo;
tu cólera pesa sobre mí,
me echas encima todas tus olas.
Has alejado de mí a mis
conocidos,
me has hecho repugnante para
ellos:
encerrado, no puedo salir,
y los ojos se me nublan de pesar.
Todo el día te estoy invocando,
tendiendo las manos hacia ti.
¿Harás tú maravillas por los
muertos?
¿Se alzarán las sombras para
darte gracias?
¿Se anuncia en el sepulcro tu
misericordia,
o tu fidelidad en el reino de la
muerte?
¿Se conocen tus maravillas en la
tiniebla
o tu justicia en el país del
olvido?
Pero yo te pido auxilio,
por la mañana irá a tu encuentro
mi súplica.
¿Por qué, Señor, me rechazas
y me escondes tu rostro?
Desde niño fui desgraciado y
enfermo,
me doblo bajo el peso de tus
terrores,
pasó sobre mí tu incendio,
tus espantos me han consumido:
me rodean como las aguas todo el
día,
me envuelven todos a una;
alejaste de mí amigos y
compañeros:
mi compañía son las tinieblas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.
LECTURA BREVE Jr 14,
9
Tú estás en medio de nosotros,
Señor, tu nombre ha sido invocado sobre nosotros: no nos abandones, Señor Dios
nuestro.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
R. En tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
V. Tú, el Dios leal, nos
librarás.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y
al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos,
protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Aleluya.
CÁNTICO DE
SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en
paz,
porque mis ojos han visto a tu
Salvador,
a quien has presentado ante todos
los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos,
protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Aleluya.
ORACION
OREMOS,
Señor, Dios todopoderoso: ya que
con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo que reposó en el sepulcro, te
pedimos que, al levantarnos mañana, lo imitemos también resucitando a una vida
nueva. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos
conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA
VIRGEN
Reina del cielo, alégrate,
aleluya,
porque Cristo,
a quien llevaste en tu seno,
aleluya,
ha resucitado, según su palabra,
aleluya.
Ruega al Señor por nosotros,
aleluya.