*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
DOMINGO SEMANA V
Laudes - DOMINGO I
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y
mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros
fue tentado y por nosotros murió.
Salmo 94
Invitación
a la alabanza divina
Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras
dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid,
aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antifona: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros
fue tentado y por nosotros murió.
Laudes
Himno
Este es
el día del Señor.
Este es el tiempo de la misericordia.
Delante de tus ojos
ya no enrojeceremos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.
Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.
En medio de las gentes
nos guardas como un resto
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.
Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos.
Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.
¡Exulten mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor que es justo
revoca sus decretos.
La salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo.
Salmodia
Antífona
1: Tú, Señor, fuiste mi auxilio.
Salmo 62,
2-9
El alma
sedienta de Dios
Madruga por Dios todo el que rechaza las obras de
las tinieblas.
Oh
Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Antífona
1: Tú, Señor, fuiste mi auxilio
Antífona
2: Líbranos con tu poder maravilloso y
sálvanos del poder de la muerte.
Dn
3,57-88.56
Toda la
creación alabe al Señor
Alabad al Señor, sus siervos todos. (Ap 19,5)
Criaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona
2: Líbranos con tu poder maravilloso y
sálvanos del poder de la muerte
Antífona
3: Ha llegado la hora de que sea
glorificado el Hijo del hombre.
Salmo 149
Alegría
de los santos
Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se
alegran por su Rey, Cristo, el Señor. (Hesiquio)
Cantad
al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Antífona
3: Ha llegado la hora de que sea
glorificado el Hijo del hombre
Lectura
Breve Lv 23, 4-7
Éstas
son las festividades del Señor, las asambleas litúrgicas que convocaréis a su
debido tiempo. El día catorce del primer mes, al atardecer, es la Pascua del
Señor. El día quince del mismo mes es la fiesta de los panes ázimos dedicada al
Señor. Comeréis panes ázimos durante siete días. El primer día os reuniréis en
asamblea litúrgica y no haréis trabajo alguno.
Responsorio
Breve
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de
nosotros.
R. Cristo,
Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú
que fuiste triturado por nuestros crímenes.
R. Ten
piedad de nosotros.
V. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo,
Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
Primera
Lectura
Del libro
de los Números 12, 1-15
HUMILDAD
Y GRANDEZA DE MOISÉS
En
aquellos días, María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita
que había tomado por esposa. Dijeron: «¿Ha hablado el Señor sólo a Moisés? ¿No
nos ha hablado también a nosotros?» El Señor lo oyó. Moisés era el hombre más
sufrido del mundo. El Señor habló de repente a Moisés, Aarón y María: «Salid
los tres hacia la Tienda de Reunión.» Y los tres salieron.
El
Señor bajó en la columna de nube y se colocó a la entrada de la Tienda, y llamó
a Aarón y María. Ellos se adelantaron y el Señor les dijo: «Escuchad mis
palabras: Cuando hay entre vosotros un profeta del Señor, me doy a conocer a él
en visión y le hablo en sueños; no así a mi siervo Moisés, el más fiel de todos
mis siervos. A él le hablo cara a cara; en presencia y no adivinando contempla
la figura del Señor. ¿Cómo os habéis atrevido a hablar contra mi siervo
Moisés?» La ira del Señor se encendió contra ellos, y el Señor se marchó.
Al
apartarse la nube de la Tienda, María tenía toda la piel descolorida, como
nieve. Aarón se volvió y la vio con toda la piel descolorida. Entonces Aarón
dijo a Moisés: «Perdón; no nos exijas cuentas del pecado que hemos cometido
insensatamente. No dejes a María como un aborto que sale del vientre, con la
mitad de la carne comida.» Moisés suplicó al Señor: «Por favor, cúrala.»
El
Señor respondió: «Si su padre le hubiera escupido en la cara, habría quedado
infamada siete días. Confinadla siete días fuera del campamento y al séptimo se
incorporará de nuevo.» La confinaron siete días fuera del campamento, y el
pueblo no se puso en marcha
hasta que María se incorporó a ellos.
Responsorio
Hb 3, 5. 6; Sir 45, 1. 4
R. Moisés fue fiel a toda la casa de Dios, en su
calidad de servidor; * en cambio, Cristo es fiel en su calidad de
Hijo al frente de su propia casa; y su casa somos nosotros.
V. Amado
de Dios y de los hombres, bendita es la memoria de Moisés; por su fidelidad y
humildad, lo escogió entre todos los hombres.
R. En
cambio, Cristo es fiel en su calidad de Hijo al frente de su propia casa; y su
casa somos nosotros.
Segunda
Lectura
De las
cartas pascuales de san Atanasio, obispo
(Carta 14, 1-2: PG 26, 1419-1420)
VAMOS
PREPARANDO LA CERCANA FIESTA DEL SEÑOR NO SÓLO CON PALABRAS, SINO TAMBIÉN CON
OBRAS
El
Verbo, que por nosotros quiso serlo todo, nuestro Señor Jesucristo, está cerca
de nosotros, ya que él prometió que estaría continuamente a nuestro lado. Dijo
en efecto: Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del
mundo. Y, del mismo modo que es pastor, sumo sacerdote, camino y puerta, ya que
en nosotros quiso serlo todo, así también se nos ha revelado como fiesta y
solemnidad, según aquellas palabras del Apóstol: Ha sido inmolada nuestra víctima
pascual: Cristo; puesto que su persona era la Pascua esperada.
Desde
esta perspectiva, cobran un nuevo sentido aquellas palabras del salmista: Tú
eres mi júbilo: me libras de los males que me rodean. En esto consiste el
verdadero júbilo pascual, la genuina celebración de la gran solemnidad, en
vernos libres de nuestros males; para llegar a ello, tenemos que esforzarnos en
reformar nuestra conducta y en meditar asiduamente, en la quietud del temor de
Dios. Así también los santos, mientras vivían en este mundo, estaban siempre
alegres, como si siempre estuvieran celebrando fiesta; uno de ellos, el
bienaventurado salmista, se levantaba de noche, no una sola vez, sino siete,
para hacerse propicio a Dios con sus plegarias. Otro, el insigne Moisés,
expresaba en himnos y cantos de alabanza su alegría por la victoria obtenida sobre
el Faraón y los demás que habían oprimido a los hebreos con duros trabajos.
Otros,
finalmente, vivían entregados con alegría al culto divino, como el gran Samuel
y el bienaventurado Elías; ellos, gracias a sus piadosas costumbres, alcanzaron
la libertad, y ahora celebran en el cielo la fiesta eterna, se alegran de su
antigua peregrinación, realizada en medio de tinieblas, y contemplan ya la
verdad que antes sólo habían vislumbrado. Nosotros, que nos preparamos para la
gran solemnidad, ¿qué camino hemos de seguir? Y, al acercarnos a aquella
fiesta, ¿a quién hemos de tomar por guía? No a otro, amados hermanos, y en esto
estaremos de acuerdo vosotros y yo, no a otro, fuera de nuestro Señor
Jesucristo, el cual dice: Yo soy el camino.
Él es,
como dice san Juan, el que quita el pecado del mundo; él es quien purifica
nuestras almas, como dice en cierto lugar el profeta Jeremías: Paraos en los
caminos a mirar, preguntad: «¿Cuál es el buen camino?», seguidlo, y hallaréis
reposo para vuestras almas. En otro tiempo, la sangre de los machos cabríos y
la ceniza de la ternera esparcida sobre los impuros podía sólo santificar con
miras a una pureza legal externa; mas ahora, por la gracia del Verbo de Dios,
obtenemos una limpieza total; y así en seguida formaremos parte de su escolta y
podremos ya desde ahora, como situados en el vestíbulo de la Jerusalén
celestial, preludiar aquella fiesta eterna; como los santos apóstoles, que
siguieron al Salvador como a su guía, y por esto eran, y continúan siendo hoy,
los maestros de este favor divino; ellos decían, en efecto: Nosotros lo hemos
dejado todo y te hemos seguido. También nosotros nos esforzamos por seguir al
Señor y, así, vamos preparando la fiesta del Señor no sólo con palabras, sino
también con obras.
Responsorio
Cf. Hb 6, 20; Jn 1, 29
R. Jesús, el Cordero sin mancha, penetró hasta el
interior del santuario, como precursor nuestro, * constituido sumo sacerdote para
siempre, según el rito de Melquisedec.
V. Éste
es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
R. Constituido
sumo sacerdote para siempre, según el rito de Melquisedec.
*Lecturas del Domingo 5º de Cuaresma - Ciclo
C*
Domingo, 3 de abril de 202
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Juan (8,1-11)*
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al
amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y,
sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y,
colocándola en medio, le dijeron:
- «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de
Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?».
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
- «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra».
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más
viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante.
Jesús se incorporó y le preguntó:
- «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?».
Ella contestó:
- «Ninguno, Señor».
Jesús dijo:
- «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».
Palabra del Señor
Canto
Evangélico
Antifona:
Benedictus
Lc 1, 68-79
El Mesías
y su precursor
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antifona:
Preces
Ahora
es el tiempo propicio, ahora es el día de salvación; acudamos, pues, a nuestro
Redentor que nos concede estos días de perdón, y, bendiciéndole, digamos:
*Infúndenos, Señor, un espíritu nuevo*.
Cristo, vida nuestra, tú que por el bautismo nos has sepultado místicamente
contigo en la muerte, para que contigo también resucitemos, — concédenos andar
hoy en vida nueva.
Señor Jesús, tú que pasaste por el mundo haciendo el bien, — haz que también
nosotros seamos solícitos del bien de todos los hombres.
Ayúdanos, Señor, a trabajar concordes en la edificación de nuestra ciudad
terrena, — sin olvidar nunca tu reino eterno.
Tú, Señor, que eres médico de los cuerpos y de las almas, — sana las dolencias
de nuestro espíritu para que crezcamos cada día en santidad.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones
libres.
Ya que la fuerza para no caer en la tentación nos viene de Dios, acudamos al
Padre, diciendo: Padre nuestro.
Padre
nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oremos:
Te
rogamos, Señor Dios nuestro, que tu gracia nos ayude, para que vivamos siempre
de aquel mismo amor que movió a tu Hijo a entregarse a la muerte para la
salvación del
mundo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y
nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
II VÍSPERAS
(Oración de
la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V. Dios
mío, ven en mi auxilio
R. Señor,
date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era
en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: OH
BONDADOSO CREADOR.
Oh
bondadoso Creador, escucha
la voz de
nuestras súplicas y el llanto
que,
mientras dura el sacrosanto ayuno
de estos
cuarenta días, derramamos.
A ti, que
escrutas nuestros corazones
y que
conoces todas sus flaquezas,
nos
dirigimos para suplicarte
la gracia
celestial de tu indulgencia.
Mucho ha
sido, en verdad, lo que pecamos,
pero
estamos, al fin, arrepentidos,
y te
pedimos, por tu excelso nombre,
que nos
cures los males que sufrimos.
Haz que,
contigo ya reconciliados,
podamos
dominar a nuestros cuerpos,
y, llenos
de tu amor y de tu gracia,
no pequen
más los corazones nuestros.
Oh
Trinidad Santísima, concédenos,
oh
simplicísima Unidad, otórganos
que los
efectos de la penitencia
de estos
días nos sean provechosos. Amén.
SALMODIA
Ant 1.
Así como fue levantada en alto la serpiente en el desierto, así deberá ser
levantado en alto el Hijo del hombre.
Salmo
109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo
del Señor a mi Señor:
«Siéntate
a mi derecha,
y haré de
tus enemigos
estrado
de tus pies.»
Desde
Sión extenderá el Señor
el poder
de tu cetro:
somete en
la batalla a tus enemigos.
«Eres
príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre
esplendores sagrados;
yo mismo
te engendré, como rocío,
antes de
la aurora.»
El Señor
lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres
sacerdote eterno
según el
rito de Melquisedec.»
El Señor
a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará
a los reyes.
En su camino
beberá del torrente,
por eso
levantará la cabeza.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era
en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Así
como fue levantada en alto la serpiente en el desierto, así deberá ser
levantado en alto el Hijo del hombre.
Ant 2. El
Señor de los ejércitos es protección liberadora, rescate salvador.
Salmo 113
A - ISRAEL LIBRADO DE EGIPTO; LAS MARAVILLAS DEL ÉXODO.
Cuando
Israel salió de Egipto,
los hijos
de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue
su santuario,
Israel
fue su dominio.
El mar,
al verlos, huyó,
el Jordán
se echó atrás;
los
montes saltaron como carneros;
las
colinas, como corderos.
¿Qué te
pasa, mar, que huyes,
y a ti,
Jordán, que te echas atrás?
¿Y a
vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas,
que saltáis como corderos?
En
presencia del Señor se estremece la tierra,
en
presencia del Dios de Jacob;
que
transforma las peñas en estanques,
el
pedernal en manantiales de agua.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era
en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El
Señor de los ejércitos es protección liberadora, rescate salvador.
Ant 3. Él
fue herido por nuestras rebeldías, triturado por nuestros crímenes, por sus
llagas hemos sido curados.
Cántico:
PASIÓN VOLUNTARIA DE CRISTO, SIERVO DE DIOS 1Pe 2, 21b-24
Cristo
padeció por nosotros,
dejándonos
un ejemplo
para que
sigamos sus huellas.
El no
cometió pecado
ni
encontraron engaño en su boca;
cuando le
insultaban,
no
devolvía el insulto;
en su
pasión no profería amenazas;
al
contrario,
se ponía
en manos del que juzga justamente.
Cargado
con nuestros pecados subió al leño,
para que,
muertos al pecado,
vivamos
para la justicia.
Sus
heridas nos han curado.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era
en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Él
fue herido por nuestras rebeldías, triturado por nuestros crímenes, por sus
llagas hemos sido curados.
LECTURA
BREVE Hch 13, 26-30a
Hermanos,
a vosotros envía Dios este mensaje de salvación. Los habitantes de Jerusalén y
sus jefes no reconocieron a Jesús, pero, al condenarlo a muerte, dieron
cumplimiento a las palabras de los profetas que se leen cada sábado. Y, a pesar
de que no encontraron en él causa alguna digna de muerte, pidieron a Pilato que
lo hiciera morir. Una vez que cumplieron todo lo que de él estaba escrito, lo
bajaron de la cruz y lo depositaron en un sepulcro. Pero Dios lo resucitó de
entre los muertos.
RESPONSORIO
BREVE
R.
Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
V.
Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
V.
Cristo, oye los ruegos de los que te suplicamos.
R. Porque
hemos pecado contra ti.
V. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Yo
soy la resurrección y la vida; quien a mí se una con viva fe, aunque muera,
vivirá.
Cántico
de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se alegra
mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha
mirado la humillación de su esclava.
Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el
Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre
es santo,
y su
misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El hace
proezas con su brazo:
dispersa
a los soberbios de corazón,
derriba
del trono a los poderosos
y
enaltece a los humildes,
a los
hambrientos los colma de bienes
y a los
ricos los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como lo
había prometido a nuestros padres-
en favor
de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era
en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo
soy la resurrección y la vida; quien a mí se una con viva fe, aunque muera, vivirá.
PRECES
Demos
gloria y alabanza a Dios Padre que, por medio de su Hijo, la Palabra encarnada,
nos hace renacer de un germen incorruptible y eterno, y supliquémosle,
diciendo:
Señor,
ten piedad de tu pueblo.
Escucha,
Dios de misericordia, la oración que te presentamos en favor de tu pueblo
y concede
a tus fieles desear tu palabra más que el alimento del cuerpo.
Enséñanos
a amar de verdad y sin discriminación a nuestros hermanos y a los hombres de
todas las razas,
y a
trabajar por su bien y por la concordia mutua.
Pon tus
ojos en los catecúmenos que se preparan para el bautismo
y haz de
ellos piedras vivas y templo espiritual en tu honor.
Tú que
por la predicación de Jonás exhortaste a los ninivitas a la penitencia,
haz que
tu palabra llame a los pecadores a la conversión.
Se pueden
añadir algunas intenciones libres
Haz que
los moribundos esperen confiadamente el encuentro con Cristo, su juez,
y gocen
eternamente de tu presencia.
Unidos
fraternalmente, dirijamos al Padre nuestra oración común:
Padre
nuestro...
ORACION
Te
pedimos, Señor, que enciendas nuestros corazones en aquel mismo amor con que tu
Hijo ama al mundo y que lo impulsó a entregarse a la muerte por salvarlo. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.