*Lecturas
del Sábado de la 1ª semana de Adviento*
Sábado, 4 de diciembre de 2021
Primera
lectura
Lectura del
libro de Isaías (30,19-21.23-26):
ESTO dice el Señor, el Santo de Israel:
«Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén,
no tendrás que llorar,
se apiadará de ti al oír tu gemido:
apenas te oiga, te responderá.
Aunque el Señor te diera
el pan de la angustia y el agua de la opresión
ya no se esconderá tu Maestro,
tus ojos verán a tu Maestro.
Si te desvías a la derecha o a la izquierda,
tus oídos oirán una palabra a tus espaldas que te dice: “Éste es el camino,
camina por él”.
Te dará lluvia para la semilla
que siembras en el campo,
y el grano cosechado en el campo
será abundante y suculento;
aquel día, tus ganados pastarán en anchas praderas;
los bueyes y asnos que trabajan en el campo
comerán forraje fermentado,
aventado con pala y con rastrillo.
En toda alta montaña,
en toda colina elevada
habrá canales y cauces de agua
el día de la gran matanza, cuando caigan las torres.
La luz de la luna será como la luz del sol,
y la luz del sol será siete veces mayor,
como la luz de siete días,
cuando el Señor vende la herida de su pueblo
y cure las llagas de sus golpes».
Palabra de Dios
Salmo
Sal
146,1-2.3-4.5-6
R/. Dichosos los que
esperan en el Señor
V/. Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel. R/.
V/. Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre. R/.
V/. Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados. R/.
*Lecturas
del Sábado de la 1ª semana de Adviento*
Sábado, 4
de diciembre de 2021
Evangelio
*Lectura del
santo evangelio según san Mateo (9,35–10,1.6-8)*
EN aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus
sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda
dolencia.
Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y
abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».
Entonces dice a sus discípulos:
«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor
de la mies que mande trabajadores a su mies».
Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus
inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
«Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que ha llegado el reino
de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad
demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis».
Palabra del Señor
« La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la
mies que envíe obreros a su mies» Gratis lo recibisteis; dadlo
gratis»
*El Señor no me habla de trabajar
mucho, ni de afanar mucho, al contrario de disfrutar de los frutos de la
mies, dejar que el amor inmenso del Señor inunde toda mi alma, todo mi ser, y
teniendo todo este caudal de amor en mí, podre aprender a conocer, a
comprender, a sentir y a entender las fatigas de los corazones lastimados por
el sufrimiento y el dolor. El Señor no me ha cobrado por amarme, entenderme y
aceptarme, lo ha hecho gratis, por eso me invita a dar gratis lo que he
recibido gratis. La grandeza del Señor es el amor, su fuerza es la compasión,
su gran virtud es la misericordia; y todo eso me lo ha dado gratis. Es por eso
que hoy soy invitado a que también de gratis todo lo que he recibido de
él*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a
ser, Santo*
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.