Musica Para el Alma

domingo, 12 de diciembre de 2021

LAS LAUDES Y LAS VISPERAS DEL LUNES 13

*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*

 

Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén

 

 

TIEMPO DE ADVIENTO
LUNES DE LA SEMANA III
Del propio del Tiempo. Salterio III

 


INVITATORIO

 

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

INVITATORIO

Ant. 
Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: UNA CLARA VOZ RESUENA.

Una clara voz resuena
que las tinieblas repudia,
el sueño pesado ahuyéntase,
Cristo en el cielo fulgura.

Despierte el alma adormida
y sus torpezas sacuda,
que para borrar los males
un astro nuevo relumbra.

De arriba llega el Cordero
que ha de lavar nuestras culpas;
con lágrimas imploremos
el perdón que nos depura,

porque en su nueva venida
que aterroriza y conturba,
no tenga que castigarnos,
más con piedad nos acuda.

Al Padre eterno la gloria,
loor al Hijo en la altura,
y al Espíritu Paráclito
por siempre alabanza suma. Amén.

SALMODIA

Ant 1. 
Dichosos los que viven en tu casa, Señor.

Salmo 83 - AÑORANZA DEL TEMPLO

¡Qué deseables son tus moradas,
Señor de los ejércitos!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
se alegran por el Dios vivo.

Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío.

Dichosos los que viven en tu casa
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación:

cuando atraviesan áridos valles,
los convierten en oasis,
como si la lluvia temprana
los cubriera de bendiciones;
caminan de altura en altura
hasta ver a Dios en Sión.

Señor de los ejércitos, escucha mi súplica;
atiéndeme, Dios de Jacob.
Fíjate, ¡oh Dios!, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido.

Un solo día en tu casa
vale más que otros mil,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados.

Porque el Señor es sol y escudo,
él da la gracia y la gloria,
el Señor no niega sus bienes
a los de conducta intachable.

¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre
que confía en ti!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dichosos los que viven en tu casa, Señor.

Ant 2. Venid, subamos al monte del Señor.

Cántico: EL MONTE DE LA CASA DEL SEÑOR EN LA CIMA DE LOS MONTES Is 2, 2-5

Al final de los días estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cima de los montes,
encumbrado sobre las montañas.

Hacia él confluirán los gentiles,
caminarán pueblos numerosos.
Dirán : «Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob:

Él nos instruirá en sus caminos,
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la Ley,
de Jerusalén la palabra del Señor.»

Será el árbitro de las naciones,
el juez de pueblos numerosos.

De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.

Casa de Jacob, ven;
caminemos a la luz del Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Venid, subamos al monte del Señor.

Ant 3. Cantad al Señor, bendecid su nombre.

Salmo 95 - EL SEÑOR, REY Y JUEZ DEL MUNDO.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria.

Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones;
porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.

Pues los dioses de los gentiles son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
entrad en sus atrios trayéndole ofrendas.

Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda;
decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.»

Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque,

delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Cantad al Señor, bendecid su nombre.

LECTURA BREVE Is 2, 3

Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos instruirá en sus caminos, y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén la palabra del Señor.

RESPONSORIO BREVE

V. 
Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.

V. Su gloria aparecerá sobre ti.
R. Amanecerá el Señor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.

 

PRIMERA LECTURA

Del libro del profeta Isaías 30, 18-26

PROMESA DE FUTURA FELICIDAD

El Señor espera para apiadarse, aguarda para compadecerse; porque el Señor es un Dios recto: dichosos los que esperan en él.

Pueblo de Sión que habitas en Jerusalén, ya no llorarás más, porque él se apiadará a la voz de tu gemido, apenas te oiga te responderá.

Aunque el Señor os dé el pan medido y el agua tasada, ya no se esconderá tu maestro, tus ojos lo verán y tus oídos oirán detrás de ti estas palabras: «Éste es el camino, caminad por él, ya sea a la derecha, ya a la izquierda.»

Tendrás por impuros a tus ídolos chapeados de plata y a tus estatuas adornadas de oro, los arrojarás como inmundicia, los llamarás basura.

Él te dará lluvia para la semilla que siembres en el campo, y el grano de la cosecha de la tierra será rico y sustancioso; aquel día, tus ganados pastarán en anchas praderas; los bueyes y asnos que trabajan el campo comerán forraje salado, aventado con bieldo y horquilla.

En todo monte elevado, en toda colina alta, habrá ríos y cauces de agua el día de la gran matanza, cuando caigan las torres.

La luz de la luna será como la luz del sol meridiano y la luz del sol será siete veces mayor, cuando el Señor vende la herida de su pueblo y cure la llaga de sus golpes.

RESPONSORIO Is 30, 26. 18; Sal 26, 14

R. En aquel día, el Señor vendará la herida de su pueblo y el Dios recto curará la llaga de sus golpes. * Dichosos los que esperan en él.
V. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.
R. Dichosos los que esperan en él.

SEGUNDA LECTURA

Del Tratado de Guillermo, abad del monasterio de San Teodorico, Sobre la contemplación de Dios
(Núms. 9-11: SC 61, 90-96)

DIOS NOS AMÓ PRIMERO

En verdad tú eres el único Señor, que al ejercer tu poder sobre nosotros nos salvas; en cambio, el servicio que nosotros te tributamos no consiste en otra cosa sino en aceptar tu salvación.

Señor, de ti viene la salvación y la bendición sobre tu pueblo; pero ¿qué es tu salvación sino la gracia que tú nos concedes de amarte y de ser amados por ti?

Por eso, Señor, quisiste que tu Hijo que está a tu derecha, el hombre que tú fortaleciste, fuera llamado Jesús, esto es, Salvador, porque él salvará a su pueblo de los pecados y en ningún otro se encuentra la salud. Él nos enseñó a amarlo, amándonos primero hasta la muerte de cruz e invitándonos a amar al que nos amó primero hasta el extremo.

Si nos amaste primero fue para que pudiéramos amarte, no porque necesitaras nuestro amor, sino porque de no amarte no podríamos llegar a ser lo que tú quisiste que fuéramos.

Por eso, después de haber hablado antiguamente a nuestros padres por medio de los profetas en muchas ocasiones y de diversas maneras, ahora, en el tiempo final, nos has hablado por medio de tu Hijo, tu Palabra: por él fue hecho el cielo y por su Espíritu los ejércitos celestiales. El habernos hablado por medio de tu Hijo no fue otra cosa que poner de manifiesto cuánto y de qué manera nos amaste, ya que no perdonaste ni a tu propio Hijo, sino que lo entregaste por todos nosotros; él también nos amó y se entregó por nosotros.

Señor, ésta es la Palabra que nos has enviado, tu Palabra omnipotente, que cuando un silencio profundo envolvía toda la tierra, es decir, cuando estaba sumida en el error, bajó de tu trono real, para destruir todos los errores, para promulgar la suave ley del amor.

Y todo lo que él hizo, todo lo que dijo aquí en la tierra, todo lo que sufrió, los oprobios, salivazos y bofetadas, hasta la cruz y el sepulcro, no fue otra cosa sino el hablarnos tú por medio de tu Hijo, atrayéndonos con tu amor, suscitando nuestra respuesta de amor.

Dios, creador de los hombres, tú sabías que el amor no puede ser exigido por la fuerza, sino que es necesario suscitarlo en el corazón humano. Porque donde hay coacción ya no hay libertad, donde no hay libertad no hay justicia.

Por lo tanto quisiste que te amáramos, ya que no podíamos ser salvados con justicia si no te amábamos. Y no podríamos amarte si no recibiéramos de ti ese amor. Por eso, Señor, como ya lo dijo tu discípulo amado y nosotros lo hemos recordado ya más arriba, tú nos amaste primero, y has amado primero a todos los que te aman.

También nosotros te amamos con el mismo amor que has derramado en nuestros corazones. Pero tu amor es tu bondad -¿no eres acaso el único bueno y el sumo bien?-, es el Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo, que en principio de la creación aleteaba sobre las aguas, esto es, sobre los espíritus fluctuantes de los hombres, brindándose a todos, atrayendo hacia sí todas las cosas, inspirando, impulsando, librándonos del mal, procurándonos lo necesario, uniendo a Dios con nosotros y a nosotros con Dios.

RESPONSORIO Is 54, 10. 13; 48, 17

R. Mi amor no se apartará de ti, ni mi alianza de paz vacilará. * Todos tus hijos serán discípulos del Señor y su dicha será inmensa.
V. Yo, el Señor tu Dios, te enseño lo que es para tu provecho, te guío por el camino por donde debes ir.
R. Todos tus hijos serán discípulos del Señor y su dicha será inmensa.

 

*Lecturas del Lunes de la 3ª semana de Adviento*

Lunes, 13 de diciembre de 2021

Evangelio

*Lectura del santo evangelio según san Mateo (21,23-27)*

EN aquel tiempo, Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle:
«¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?».
Jesús les replicó:
«Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis, os diré yo también con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?».
Ellos se pusieron a deliberar:
«Si decimos “del cielo”, nos dirá: “¿Por qué no le habéis creído?”. Si le decimos “de los hombres”, tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta».
Y respondieron a Jesús:
«No sabemos».
Él, por su parte, les dijo:
«Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».

Palabra del Señor


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. 
Del cielo viene el Señor exelso y en su mano trae la potestad y el imperio.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Del cielo viene el Señor exelso y en su mano trae la potestad y el imperio.

PRECES

El Señor Jesucristo, luz de luz e Hijo de Dios vivo, nos arrancará de nuestras tinieblas para que podamos contemplar su gloria; acudamos, pues, a él y digámosle confiadamente:

Ven, Señor Jesús.

Oh Luz indestructible que vienes a iluminar nuestras tinieblas,
despierta nuestra fe aletargada.

Haz que andemos con seguridad durante el día,
guiados por el resplandor de tu claridad.

Enséñanos a tener la verdadera bondad,
y haz que ella sirva para iluminar a los hombres.

Ven a crear la nueva tierra que anhelamos,
en la que habite la justicia y la paz.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Digamos a nuestro Padre, con toda confianza:

Padre nuestro...

ORACION

Escucha, Señor, nuestras plegarias e ilumina las tinieblas de nuestro espíritu con la venida de tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. 
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

 

 

TIEMPO DE ADVIENTO
LUNES DE LA SEMANA III
Del propio del Tiempo. Salterio III

 

16 de diciembre

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilioR. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: JESUCRISTO, PALABRA DEL PADRE.
Jesucristo, Palabra del Padre,
luz eterna de todo creyente:
ven, Señor, porque ya se hace tarde,
ven y escucha la súplica ardiente.

Cuando el mundo dormía en tinieblas,
en tu amor, tú quisiste ayudarlo
y trajiste, viniendo a la tierra,
esa vida que puede salvarlo.

Ya madura la historia en promesas,
sólo anhela tu pronto regreso;
si el silencio madura la espera,
el amor no soporta el silencio.

Con María, la Iglesia te aguarda
con anhelos de esposa y de Madre
y reúne a sus hijos, los fieles,
para juntos poder esperarte.

Cuando vengas, Señor, en tu gloria,
que podamos salir a tu encuentro
y a tu lado vivamos por siempre,
dando gracias al Padre en el reino. Amén.
SALMODIA

Ant 1. 
Nuestros ojos están fijos en el Señor, esperando su misericordia.
Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,

como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestros ojos están fijos en el Señor, esperando su misericordia.
Ant 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Ant 3. Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.
LECTURA BREVE Flp 3, 20b-21
Esperamos que venga como salvador Cristo Jesús, el Señor. Él transfigurará nuestro cuerpo de humilde condición en un cuerpo glorioso, semejante al suyo, en virtud del poder que tiene para someter a su imperio todas las cosas.
RESPONSORIO BREVE

V. 
Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.R. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
V. Que brille tu rostro y nos salve.R. Señor Dios de los ejércitos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.R. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. 
Me felicitarán todas las generaciones, porque Dios ha mirado la humillacion de su esclava.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me felicitarán todas las generaciones, porque Dios ha mirado la humillacion de su esclava.
PRECES
Oremos al Señor, que vendrá y nos salvará, y digámosle:

Ven, Señor, y sálvanos.

Señor Jesús, ungido del Padre y salvador de los hombres,
ven pronto y sálvanos.

Tú que viniste al mundo,
líbranos del pecado del mundo.

Tú que Viniste del Padre,
muéstranos el camino para ir al Padre.

Tú que fuiste concebido por obra del Espíritu Santo,
renuévanos a nosotros con la fuerza de este mismo Espíritu Santo.

Tú que te hiciste hombre en el seno de la Virgen María,
líbranos de la corrupción de la carne.
Se pueden añadir algunas intenciones libres

Acuérdate, Señor, de todos los hombres
que desde el comienzo del mundo esperaron en ti.

Siguiendo la enseñanza del Salvador, oremos a Dios, diciendo:
Padre nuestro...

ORACION
Escucha, Señor, nuestras plegarias e ilumina las tinieblas de nuestro espíritu con la venida de tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN

V. 
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.