*Lecturas del Martes de la 33ª semana del
Tiempo Ordinario*
Martes, 16 de noviembre de 2021
Primera
lectura
Lectura del
segundo libro de los Macabeos (6,18-31):
En aquellos días, a Eleazar, uno de los principales escribas, hombre de edad
avanzada y semblante muy digno, le abrían la boca a la fuerza para que comiera
carne de cerdo. Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida de infamia,
escupió la carne y avanzó voluntariamente al suplicio, como deben hacer los que
son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida. Los que
presidían aquel sacrificio ilegal, viejos amigos de Eleazar, lo llevaron aparte
y le propusieron que hiciera traer carne permitida, preparada por él mismo, y
que la comiera, haciendo como que comía la carne del sacrificio ordenado por el
rey, para que así se librara de la muerte y, dada su antigua amistad, lo
tratasen con consideración.
Pero él, adoptando una actitud cortés, digna de sus años, de su noble
ancianidad, de sus canas honradas e ilustres, de su conducta intachable desde
niño y, sobre todo, digna de la Ley santa dada por Dios, respondió todo
seguido: «iEnviadme al sepulcro! Que no es digno de mi edad ese engaño. Van a
creer muchos jóvenes que Eleazar, a los noventa años, ha apostatado, y, si
miento por un poco de vida que me queda, se van a extraviar con mi mal ejemplo.
Eso sería manchar e infamar mi vejez. Y, aunque de
momento me librase del castigo de los hombres, no escaparía de la mano del
Omnipotente, ni vivo ni muerto. Si muero ahora como un valiente, me mostraré
digno de mis años y legaré a los jóvenes un noble ejemplo, para que aprendan a
arrostrar voluntariamente una muerte noble por amor a nuestra santa y venerable
Ley.»
Dicho esto, se dirigió en seguida al suplicio. Los que lo llevaban, poco antes
deferentes con él, se endurecieron, considerando insensatas las palabras que
acababa de pronunciar.
Él, a punto de morir a fuerza de golpes, dijo entre suspiros: «Bien sabe el
Señor, que posee la santa sabiduría, que, pudiendo librarme de la muerte,
aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y los sufro con
gusto en mi alma por respeto a él.»
Así terminó su vida, dejando, no sólo a los jóvenes, sino a toda la nación, un
ejemplo memorable de heroísmo y de virtud.
Palabra de Dios
Salmo
Sal
3,2-3.4-5.6-7
R/. El Señor me
sostiene
Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí: «Ya no lo protege Dios.» R/.
Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo. R/.
Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor. R/.
*Lecturas del Martes de la 33ª semana del
Tiempo Ordinario*
Martes, 16 de noviembre de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Lucas (19,1-10)*
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre
llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era
Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más
adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en
seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.»
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un
pecador.»
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes,
Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré
cuatro veces más.»
Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo
de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que
estaba perdido.»
Palabra del Señor
« Se adelantó corriendo y se subió a un
sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí».
*Subirme a un sicómoro, es signo de entrar en la realidad
de reconocer mis errores, defecto y saber que necesito que el Señor me
encuentre, pero tengo que ponerme donde él me pueda ver. Para cuando el Señor
cruce y levante sus ojos, lleno de amor, cargado de misericordia, me hable y me
diga; que baje pronto (Que desea ir a mi casa), que me dé prisa en bajar, que
hoy él quiere entrar en mi corazón. El Señor quiere sanarme y sanar mi corazón,
para que pueda dar respuesta a esta palabra. El Señor me invita al
desprendimiento, a entrar en la pobreza y la indigencia de mi alma. Para
tenerlo a él como el centro de mi vida*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a
ser, Santo*
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.