*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Santos Zacarías e
Isabel*
5 de Noviembre
VIERNES SEMANA III
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
Himno: CREADOR SEMPITERNO DE LAS COSAS.
Creador sempiterno de las cosas,
que gobiernas las noches y los días,
y, alternando la luz y las tinieblas,
alivias el cansancio de la vida.
Pon tus ojos, Señor, en quien vacila,
que a todos corrija tu mirada:
con ella sostendrás a quien tropieza
y harás que pague su delito en lágrimas.
Alumbra con tu luz nuestros sentidos,
desvanece el sopor de nuestras mentes,
y sé el primero a quien, agradecidas,
se eleven nuestras voces cuando suenen.
Glorificado sea el Padre eterno,
así como su Hijo Jesucristo,
y así como el Espíritu Paráclito,
ahora y por los siglos de los siglos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Contra ti, contra ti solo pequé, Señor; ten misericordia de mí.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Contra ti, contra ti solo pequé, Señor; ten misericordia de mí.
Ant 2. Reconocemos, Señor, nuestra impiedad; hemos pecado contra ti.
Cántico: LAMENTACIÓN DEL PUEBLO EN TIEMPO DE HAMBRE Y DE GUERRA - Jr
14,17-21
Mis ojos se deshacen en lágrimas,
día y noche no cesan:
por la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo,
una herida de fuertes dolores.
Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta como el sacerdote
vagan sin sentido por el país.
¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
¿tiene asco tu garganta de Sión?
¿Por que nos has herido sin remedio?
Se espera la paz, y no hay bienestar,
al tiempo de la cura sucede la turbación.
Señor, reconocemos nuestra impiedad,
la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.
No nos rechaces, por tu nombre,
no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Reconocemos, Señor, nuestra impiedad; hemos pecado contra ti.
Ant 3. El Señor es Dios y nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Salmo 99 - ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO.
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es Dios y nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
LECTURA BREVE 2Co 12, 9b-10
Muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de
Cristo. Por eso vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las
privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque
cuando soy débil, entonces soy fuerte.
RESPONSORIO BREVE
V. En la mañana hazme escuchar tu gracia.
R. En la mañana hazme escuchar tu gracia.
V. Indícame el camino que he de seguir.
R. Hazme escuchar tu gracia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En la mañana hazme escuchar tu gracia.
PRIMERA
LECTURA
Del libro del profeta Jeremías 42, 1-16;
43, 4-7
SUERTE DE JEREMÍAS Y DEL PUEBLO DESPUÉS DE
LA TOMA DE JERUSALÉN
En aquellos días, los capitanes, con Juan, hijo de Qarej, y Yezanías, hijo de
Hosaías, y todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor, acudieron al profeta
Jeremías y le dijeron:
«Acepta nuestra súplica, y ruega al Señor, tu Dios, por nosotros y por todo
este resto; porque quedamos bien pocos de la multitud, como lo pueden ver tus
ojos. Que el Señor, tu Dios, nos indique el camino que debemos seguir y lo que
debemos hacer.»
El profeta Jeremías les respondió:
«De acuerdo, yo rezaré al Señor, vuestro Dios, según me pedís, y todo lo que el
Señor, vuestro Dios, me responda os lo comunicaré, sin ocultaros nada.» Ellos
dijeron a Jeremías:
«El Señor sea testigo veraz y fiel contra nosotros, si no cumplimos todo lo que
el Señor, tu Dios, te mande decirnos: sea favorable o desfavorable,
escucharemos la voz del Señor, nuestro Dios, a quien nosotros te enviamos, para
que nos vaya bien, escuchando la voz del Señor, nuestro Dios.»
Pasados diez días vino la palabra del Señor a Jeremías. Éste llamó a Juan, hijo
de Qarej, a todos sus capitanes y a todo el pueblo, del menor al mayor, y les
dijo:
«Así dice el Señor, Dios de Israel, a quien me enviasteis para presentarle
vuestras súplicas: "Si os quedáis a vivir en esta tierra, os construiré y
no os destruiré, os plantaré y no os arrancaré; porque me pesa del mal que os
he hecho. No temáis al rey de Babilonia, a quien ahora teméis; no lo temáis
—oráculo del Señor—, porque yo estoy con vosotros para salvaros y libraros de
su mano. Le infundiré compasión para que os compadezca y os deje vivir en
vuestras tierras. Pero si decís: 'No habitaremos en esta tierra -desoyendo la
voz del Señor, vuestro Dios-, sino que iremos a Egipto, donde no conoceremos la
guerra ni oiremos el son de la trompeta ni pasaremos hambre de pan; y allí
viviremos', entonces, resto de Judá, escuchad la palabra del Señor."
Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: "Si os empeñáis en ir
a Egipto, para residir allí, la espada que vosotros teméis os alcanzará en
Egipto, y el hambre que os asusta os irá pisando los talones en Egipto, y allí
moriréis."»
Pero ni Juan, hijo de Qarej, ni sus capitanes ni el pueblo escucharon la voz
del Señor, que les mandaba quedarse a vivir en tierra de Judá; sino que Juan,
hijo de Qarej, y sus capitanes reunieron al resto de Judá, que había vuelto de
todos los países de la dispersión para habitar en Judá: hombres, mujeres,
niños, las hijas del rey y cuantos Nabusardán, jefe de la guardia, había
encomendado a Godolías, hijo de Ajicán, hijo de Safán; y también al profeta
Jeremías y a Baruc, hijo de Nerías. Y entraron en Egipto, sin obedecer la voz
del Señor, y llegaron a Tafne.
RESPONSORIO Jr 42, 2; Lm
5, 3
R. Ruega
al Señor, tu Dios, por nosotros y por todos los que han sobrevivido, * porque hemos quedado pocos de los
muchos que éramos.
V. Hemos
quedado como huérfanos sin padre, y nuestras madres son como viudas.
R. Porque
hemos quedado pocos de los muchos que éramos.
SEGUNDA LECTURA
De las Disertaciones de san Gregorio de
Nacianzo, obispo
(Disertación 7, en honor de su hermano Cesáreo, 23-24: PG 35, 786-787)
SANTA Y PIADOSA ES LA IDEA DE ORAR EN
FAVOR DE LOS DIFUNTOS
¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él? Un gran misterio me envuelve y
me penetra. Pequeño soy y, al mismo tiempo, grande, exiguo y sublime, mortal e
inmortal, terreno y celeste. Con Cristo soy sepultado y con Cristo debo
resucitar; estoy llamado a ser coheredero de Cristo e hijo de Dios; llegaré
incluso a ser Dios mismo.
Esto es lo que significa nuestro gran misterio; esto lo que Dios nos ha
concedido, y para que nosotros lo alcancemos quiso hacerse hombre; quiso ser
pobre, para levantar así la carne postrada y dar la incolumidad al hombre que
él mismo había creado a su imagen; así todos nosotros lleguemos a ser uno en
Cristo, pues él ha querido que todos nosotros lleguemos a ser aquello mismo que
él es con toda perfección; así entre nosotros ya no hay judío ni gentil, no hay
esclavo ni libre, no hay varón ni mujer, es decir, no queda ya ningún residuo
ni discriminación de la carne, sino que brilla sólo en nosotros la imagen de
Dios, por quien y para quien hemos sido creados y a cuya semejanza estamos
plasmados y hechos, para que nos reconozcamos siempre como hechura suya.
¡Ojalá alcancemos un día aquello que esperamos de la gran munificencia y
benignidad de nuestro Dios! Él pide cosas insignificantes y promete en cambio
grandes dones, tanto en este mundo como en el futuro, a quienes lo aman
sinceramente. Sufrámoslo, pues, todo por él y aguantémoslo todo esperando en
él; démosle gracias por todo (él sabe ciertamente que con frecuencia nuestros
sufrimientos son un instrumento de salvación); encomendémosle nuestras vidas y
las de aquellos que, habiendo vivido en otro tiempo con nosotros, nos han
precedido ya en la morada eterna.
¡Señor y hacedor de todo y especialmente del ser humano! ¡Dios, Padre y guía de
los hombres que creaste! ¡Árbitro de la vida y de la muerte! ¡Guardián y
bienhechor de nuestras almas! ¡Tú que lo realizas todo en su momento oportuno
y, por tu Verbo, vas llevando a su fin todas las cosas según la sublimidad de
aquella sabiduría tuya que todo lo sabe y todo lo penetra! Te pedimos que
recibas ahora en tu reino a Cesáreo, que como primicia de nuestra comunidad ha
ido ya hacia ti.
Dígnate también, Señor, velar por nuestra vida, mientras moramos en este mundo,
y, cuando nos llegue el momento de dejarlo, haz que lleguemos a ti preparados
por el temor que tuvimos de ofenderte, aunque no ciertamente poseídos de
terror. No permitas, Señor, que en la hora de nuestra muerte, desesperados y
sin acordarnos de ti, nos sintamos como arrancados y expulsados de este mundo,
como suele acontecer con los hombres que viven entregados a los placeres de
esta vida, sino que, por el contrario, alegres y bien dispuestos, lleguemos a
la vida eterna y feliz, en Cristo Jesús Señor nuestro, a quien sea la gloria
por los siglos de los siglos. Amén.
RESPONSORIO
R. Te
rogamos, Señor Dios nuestro, que acojas benignamente a nuestros hermanos
difuntos, por quienes derramaste tu sangre; * recuerda que somos polvo, y que el hombre es
como el heno y como la flor del campo.
V. ¡Señor
misericordioso, clemente y benigno!
R. Recuerda
que somos polvo, y que el hombre es como el heno y como la flor del campo.
*Lecturas del
Viernes de la 31ª semana del Tiempo Ordinario*
Viernes, 5 de noviembre de 2021
Evangelio
*Lectura del santo Evangelio según san Lucas (16,1-8)*
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Había una vez un
hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle
malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo: "¿Es cierto lo que me han dicho
de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás
administrador." Entonces el administrador se puso a pensar: "¿Qué voy
a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la
tierra y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener a
alguien que me reciba en su casa, cuando me despidan." Entonces fue
llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó:
"¿Cuánto le debes a mi amo?" El hombre respondió: "Cien barriles
de aceite." El administrador le dijo: "Toma tu recibo, date prisa y
haz otro por cincuenta." Luego preguntó al siguiente: "Y tú, ¿cuánto
debes?" Éste respondió: "Cien sacos de trigo." El administrador
le dijo: "Toma tu recibo y haz otro por ochenta." El amo tuvo que
reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que
pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen
a la luz».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Señor ha visitado y redimido a su pueblo.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha visitado y redimido a su pueblo.
PRECES
Invoquemos a Cristo, que nació, murió y resucitó por su pueblo,
diciendo:
Salva, Señor, al pueblo que redimiste con tu sangre.
Te bendecimos, Señor, a ti que por nosotros aceptaste el suplicio de la cruz:
mira con bondad a tu familia santa, redimida con tu sangre.
Tú que prometiste a los que en ti creyeran que manarían de su interior
torrentes de agua viva,
derrama tu Espíritu sobre todos los hombres.
Tú que enviaste a los discípulos a predicar el Evangelio,
haz que los cristianos anuncien tu palabra con fidelidad.
A los enfermos y a todos los que has asociado a los sufrimientos de tu pasión,
concédeles fortaleza y paciencia.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Llenos del Espíritu de Jesucristo, acudamos a nuestro Padre común, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Ilumina, Señor, nuestros corazones y fortalece nuestras
voluntades, para que sigamos siempre el camino de tus mandatos, reconociéndote
como nuestro guía y maestro. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*Santos Zacarías e Isabel*
La fama de estos dos santos se debe a que fueron los papás de San
Juan Bautista.
El nombre de Zacarías, significa: "Dios se acordó de
mí".
Isabel quiere decir: "Consagrada a Dios".
La bella historia de estos dos santos esposos la cuenta San Lucas
en el primer capítulo de su evangelio.
"Hubo en tiempos del rey Herodes un sacerdote llamado
Zacarías, casado con Isabel, una mujer descendiente del hermano de Moisés, el
sumo sacerdote Aarón".
De estos dos esposos hace el evangelio un elogio formidable. Dice
así: "Los dos llevaban una vida santa, eran justos ante Dios, y observaban
con exactitud todos los mandamientos y preceptos del Señor". Ojalá de cada
uno de nuestros hogares se pudiera decir algo semejante. Sería maravilloso.
Dice San Lucas: "Zacarías e Isabel no tenían hijos, porque
ella era estéril. Además ya los dos eran de avanzada edad".
Y un día, cuando a Zacarías le correspondió el turno de subir al
altar (detrás del velo) a ofrecer incienso, toda la multitud estaba afuera
rezando.
Y se le apareció el Ángel del Señor, y Zacarías al verlo se llenó
de temor y un gran terror se apoderó de él. El ángel le dijo: "No tema
Zacarías, porque su petición ha sido escuchada. Isabel su mujer, dará a luz un
hijo, a quien pondrán por nombre Juan. Él será para ustedes gozo y alegría, y
muchos se alegrarán por su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no
beberá licores; estará lleno del Espíritu Santo, y convertirá a muchos hacia
Dios, y tendrá el espíritu del profeta Elías, para preparar al Señor un pueblo
bien dispuesto".
Zacarías le dijo al ángel: "¿Cómo puedo saber que esto que me
dice sí es cierto? Porque yo soy muy viejo e Isabel mi esposa es estéril".
El ángel le dijo: "Yo soy Gabriel, uno de los que están en la presencia
del Dios, y he sido enviado para comunicarle esta buena noticia. Pero por no
haber creído a las palabras que le he dicho, se quedará mudo y no podrá hablar
hasta el día en que sucedan estas cosas, que se cumplirán todas a su
tiempo".
El pueblo estaba esperando a que saliera Zacarías y se extrañaban
que demorara tanto en aparecer. Cuando apareció no podía hablarles, y se dieron
cuenta de que había tenido alguna visión. Él les hablaba por señas y estaba
mudo.
"Después Isabel concibió un hijo y estuvo oculta durante
cinco meses (sin contar a los vecinos que iba a tener un niño)". Y decía:
"Dios ha querido quitarme mi humillación y se ha acordado de mí".
El ángel Gabriel contó a María Santísima en el día de la
anunciación, que Isabel iba a tener un hijo. Ella se fue corriendo a casa de
Isabel y allí estuvo tres meses acompañándola y ayudándole en todo, hasta que
nació el niño Juan, cuyo nacimiento fue un verdadero acontecimiento.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: YO HE SENTIDO, SEÑOR, TU VOZ AMANTE
Yo he sentido, Señor, tu voz amante,
en el misterio de las noches bellas,
y en el suave temblor de las estrellas
la armonía gocé de tu semblante.
No me llegó tu acento amenazante
entre el fragor de trueno y de centellas;
al ánima llamaron tus querellas
como el tenue vagido de un infante.
¿Por qué no obedecí cuando te oía?
¿Quién me hizo abandonar tu franca vía
y hundirme en las tinieblas del vacío?
Haz, mi dulce Señor, que en la serena
noche vuelva a escuchar tu cantilena;
¡ya no seré cobarde, Padre mío! Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.
Salmo 134 I - HIMNO A DIOS POR SUS MARAVILLAS
Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.
Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.
Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta a los vientos de sus silos.
Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
-en medio de ti, Egipto-
contra el Faraón y sus ministros.
Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos;
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.
Ant 2. Casa de Israel, bendice al Señor; tañed para su nombre, que es
amable.
Salmo 134 II.
Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.
Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas:
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,
tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor;
fieles del Señor, bendecid al Señor.
Bendito en Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Casa de Israel, bendice al Señor; tañed para su nombre, que es
amable.
Ant 3. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento,
Señor.
Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento,
Señor.
LECTURA BREVE St 1, 2-4
Hermanos míos, si estáis sometidos a tentaciones diversas, consideradlo como
una alegría, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce constancia. Pero
haced que la constancia dé un resultado perfecto, para que seáis perfectos e
íntegros, sin defectos en nada.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.
R. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.
V. Y ha hecho de nosotros reino y sacerdotes para el Dios y Padre
suyo.
R. Por la virtud de su sangre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su
misericordia.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
+Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su
misericordia.
PRECES
Invoquemos al Hijo de Dios, a quien el Padre entregó por nuestras
faltas y lo resucitó para nuestra justificación, diciendo:
Señor, ten piedad.
Escucha, Señor, nuestras súplicas, perdona los pecados de los que se confiesen
culpables
y en tu bondad otórganos el perdón y la paz.
Tú que, por medio del Apóstol nos has enseñado que donde se multiplicó el
pecado sobreabundó mucho más la gracia,
perdona con largueza nuestros muchos pecados.
Hemos pecado mucho, Señor, pero confiamos en tu misericordia infinita;
vuélvete a nosotros para que podamos convertirnos a ti.
Salva a tu pueblo de sus pecados, Señor,
y sé benévolo con nosotros.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que abriste las puertas del paraíso al buen ladrón,
ábrelas también para nuestros hermanos difuntos.
Reconociendo que nuestra fuerza para no caer en la tentación se halla en Dios,
digamos confiadamente:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Padre santo, que quisiste que tu Hijo fuese el precio de
nuestro rescate, haz que vivamos de tal manera que, tomando parte en los
padecimientos de Cristo, nos gocemos también en la revelación de su gloria. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.