*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*San Agustin, Obispo, Doctor de la Iglesia*
28 de agosto de 2021
SABADO SEMANA I
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Himno: EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu,
salimos de la noche y estrenamos la aurora;
saludamos el gozo de la luz que nos llega
resucitada y resucitadora.
Tu mano acerca el fuego a la tierra sombría,
y el rostro de las cosas se alegra en tu presencia;
silabeas el alba igual que una palabra,
tú pronuncias el mar como sentencia.
Regresa, desde el sueño, el hombre a su memoria,
acude a su trabajo, madruga a sus dolores;
le confías la tierra, y a la tarde la encuentras
rica de pan y amarga de sudores.
Y tú te regocijas, oh Dios, y tu prolongas
en sus pequeñas manos tus manos poderosas,
y estáis de cuerpo entero los dos así creando,
los dos así velando por las cosas.
¡Bendita la mañana que trae la noticia
de tu presencia joven, en gloria y poderío,
la serena certeza con que el día proclama
que el sepulcro de Cristo está vacío! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Salmo 118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Ant 2. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Cántico: HIMNO A DIOS, DESPUÉS DE LA VICTORIA DEL MAR ROJO Ex 15, 1-4.
8-13. 17-18
Cantaré al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero,
su nombre es «El Señor».
Los carros del faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar rojo a sus mejores capitanes.
Al soplo de tu ira se amontonaron las aguas,
las corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.
Decía el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la espada, los agarrará mi mano.»
Pero sopló tu aliento y los cubrió el mar,
se hundieron como plomo en las aguas formidables.
¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?
¿Quién como tu, terrible entre los santos,
temibles por tus proezas, autor de maravillas?
Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra;
guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado,
los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.
Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Ant 3. Alabad al Señor, todas las naciones.
Salmo 116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos:
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabad al Señor, todas las naciones.
LECTURA BREVE 2Pe 1, 10-11
Hermanos, poned más empeño todavía en consolidar vuestra vocación y elección.
Si hacéis así, nunca jamás tropezaréis; de este modo se os concederá
generosamente la entrada en el reino eterno de nuestro Señor y salvador
Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
R. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
V. Mi heredad en el país de la vida.
R. Tú eres mi refugio.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
Primera Lectura
Carta del apóstol san Pablo a Filemón 1-25
EL APÓSTOL INTERCEDE POR ONÉSIMO
Pablo, prisionero de Cristo Jesús, y el hermano Timoteo, a Filemón, nuestro
querido amigo y colaborador, y a la hermana Apia y a Arquipo, nuestro compañero
de armas, y a la Iglesia que se reúne en tu casa: La gracia y la paz sean con
vosotros de parte de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor.
Doy continuamente gracias a mi Dios, al acordarme de ti en mis oraciones;
porque tengo noticias de tu caridad y de la fe que tienes para con Jesús, el
Señor, y para con todos los fieles. Que la generosidad que te inspira tu fe te
mueva a dar a conocer todo el bien que se da entre nosotros para gloria de
Cristo. En verdad, he recibido alegría y consuelo con las nuevas de tu caridad,
y porque, hermano, has proporcionado verdadero alivio a los corazones de los
fieles.
Por este motivo, aunque tengo la suficiente confianza y libertad en nombre de Cristo
para mandarte lo que es justo, prefiero apelar a tu caridad. Y, presentándome
tal cual soy, yo, Pablo, anciano, y ahora además preso de Cristo Jesús, te pido
por mi hijo, a quien engendré entre cadenas, por Onésimo, que en otro tiempo
fue inútil para ti, pero ahora es muy útil para ti y para mí. Te lo envío, es
decir, te envío mi corazón.
Yo quisiera retenerlo a mi lado, para que me sirviera en tu lugar, en estas
cadenas que llevo por el Evangelio; pero no quiero hacer nada sin contar
contigo. Así, el favor que me haces no será por imposición, sino por tu libre
voluntad. Quizás por esto ha permitido Dios que se escapara de tu lado por una
temporada. Así, lo recobrarás para siempre, y no ya como a esclavo, sino, mejor
que como a esclavo, como a un hermano carísimo; él es muy querido para mí, pero
¡cuánto más lo será para ti no sólo desde el punto de vista material, sino
también en el Señor! Si, pues, realmente me tienes por compañero tuyo, recíbelo
como si fuese yo en persona. Y, si en alguna cosa te ha perjudicado o te debe
algo, ponlo a mi cuenta. Yo, Pablo, lo firmo de mi puño y letra: yo te lo
pagaré. Por no recordarte que tú mismo te me debes. Sí hermano, hazme este
favor en el Señor. Consuela mi corazón en Cristo.
Seguro de tu docilidad, te escribo la presente, sabiendo que harás más de lo
que te digo. Y, al mismo tiempo, vete preparándome el hospedaje, porque espero
que por vuestras oraciones Dios hará que me llegue a vosotros. Saludos de
Epafras, mi compañero de prisión en Cristo Jesús. También de Marcos, de Aristarco,
de Demas y de Lucas, mis colaboradores. La gracia de Jesucristo, el Señor, sea
con vuestro espíritu.
Responsorio Ga 3, 28; 4, 7; Flm 16
R. Todos sois uno en Cristo Jesús. * Por
consiguiente, ya no eres esclavo, sino hijo; y, si eres hijo, también eres
heredero por voluntad de Dios.
V. Recíbelo, y no ya como a esclavo, sino, mejor que como a
esclavo, como a un hermano carísimo.
R. Por consiguiente, ya no eres esclavo, sino hijo; y, si eres
hijo, también eres heredero por voluntad de Dios.
Segunda Lectura
De las homilías de san Juan Crisóstomo, obispo, sobre el evangelio
de san Mateo
(Homilía 50, 3-4: PG 58, 508-509)
AL ADORNAR EL TEMPLO, NO DESPRECIES AL HERMANO NECESITADO
¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues, cuando
lo contemples desnudo en los pobres, ni lo honres aquí, en el templo, con lienzos
de seda, si al salir lo abandonas en su frío y desnudez. Porque el mismo que dijo:
Esto es mi cuerpo; y con su palabra llevó a realidad lo que decía, afirmó
también: Tuve hambre, y no me disteis de comer, y más adelante: Siempre que
dejasteis de hacerlo a uno de estos pequeñuelos, a mí en persona lo dejasteis
de hacer. El templo no necesita vestidos y lienzos, sino pureza de alma; los
pobres, en cambio, necesitan que con sumo cuidado nos preocupemos de ellos.
Reflexionemos, pues, y honremos a Cristo con aquel mismo honor con que él desea
ser honrado; pues, cuando se quiere honrar a alguien, debemos pensar en el
honor que a él le agrada, no en el que a nosotros nos place. También Pedro
pretendió honrar al Señor cuando no quería dejarse lavar los pies, pero lo que
él quería impedir no era el honor que el Señor deseaba, sino todo lo contrario.
Así tú debes tributar al Señor el honor que él mismo te indicó, distribuyendo
tus riquezas a los pobres. Pues Dios no tiene ciertamente necesidad de vasos de
oro, pero sí, en cambio, desea almas semejantes al oro.
No digo esto con objeto de prohibir la entrega de dones preciosos para los
templos, pero sí que quiero afirmar que, junto con estos dones y aun por encima
de ellos, debe pensarse en la caridad para con los pobres. Porque, si Dios
acepta los dones para su templo, le agradan, con todo, mucho más las ofrendas
que se dan a los pobres. En efecto, de la ofrenda hecha al templo sólo saca
provecho quien la hizo; en cambio, de la limosna saca provecho tanto quien la
hace como quien la recibe. El don dado para el templo puede ser motivo de
vanagloria, la limosna, en cambio, sólo es signo de amor y de caridad.
¿De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos de oro, si el mismo Cristo
muere de hambre? Da primero de comer al hambriento, y luego, con lo que te
sobre, adornarás la mesa de Cristo. ¿Quieres hacer ofrenda de vasos de oro y no
eres capaz de dar un vaso de agua? Y, ¿de qué serviría recubrir el altar con
lienzos bordados de oro, cuando niegas al mismo Señor el vestido necesario para
cubrir su desnudez? ¿Qué ganas con ello? Dime si no: Si ves a un hambriento
falto del alimento indispensable y, sin preocuparte de su hambre, lo llevas a
contemplar una mesa adornada con vajilla de oro, ¿te dará las gracias de ello?
¿No se indignará más bien contigo? O, si, viéndolo vestido de andrajos y muerto
de frío, sin acordarte de su desnudez, levantas en su honor monumentos de oro, afirmando
que con esto pretendes honrarlo, ¿no pensará él que quieres burlarte de su indigencia
con la más sarcástica de tus ironías? Piensa, pues, que es esto lo que haces
con Cristo, cuando lo contemplas errante, peregrino y sin techo y, sin
recibirlo, te dedicas a adornar el pavimento, las paredes y las columnas del
templo. Con cadenas de plata sujetas lámparas, y te niegas a visitarlo cuando
él está encadenado en la cárcel. Con esto que estoy diciendo, no pretendo
prohibir el uso de tales adornos, pero sí que quiero afirmar que es del todo
necesario hacer lo uno sin descuidar lo otro; es más: os exhorto a que sintáis
mayor preocupación por el hermano necesitado que por el adorno del templo.
Nadie, en efecto, resultará condenado por omitir esto segundo, en cambio, los
castigos del infierno, el fuego inextinguible y la compañía de los demonios
están destinados para quienes descuiden lo primero. Por tanto, al adornar el
templo procurad no despreciar al hermano necesitado, porque este templo es mucho
más precioso que aquel otro.
Responsorio Mt 25, 35. 40; Pr 19,
17
R. Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de
beber, fui forastero y me hospedasteis. * Os
aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos,
conmigo lo hicisteis.
V. Quien se apiada del pobre presta al Señor.
R. Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos
mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.
*Lecturas del Sábado de la 21ª semana del Tiempo Ordinario*
Sábado, 28
de agosto de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (25,14-30)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Un hombre, al irse
de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le
dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su
capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue en seguida a
negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó
otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió
el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos
empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había
recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco
talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco." Su señor le dijo:
"Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo
poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Se
acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos
talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos." Su señor le dijo:
"Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; cómo has sido fiel en lo
poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor."
Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor,
sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no
esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo
tuyo." El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y
holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo?
Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera
recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene
diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le
quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las
tinieblas; allí será el llanto y rechinar de dientes."»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Ilumina, Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ilumina, Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
PRECES
Bendigamos a Cristo que para ser ante Dios el pontífice misericordioso
y fiel de los hombres se hizo en todo semejante a nosotros, y supliquémosle
diciendo:
Muéstranos, Señor, los tesoros de tu amor.
Señor, sol de justicia, que nos iluminaste en el bautismo,
te consagramos este nuevo día.
Que sepamos bendecirte en cada uno de los momentos de nuestra jornada
y glorifiquemos tu nombre con cada una de nuestras acciones.
Tú que tuviste por madre a María, siempre dócil a tu palabra,
encamina hoy nuestros pasos para que obremos también como ella según tu
voluntad.
Haz que mientras vivimos aún en este mundo que pasa anhelemos la vida eterna
y por la fe, la esperanza y el amor vivamos ya contigo en tu reino.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Con la misma confianza que tienen los hijos con su padre, acudamos nosotros a
nuestro Dios, diciéndole:
Padre nuestro...
ORACION
Te pedimos, Señor, que la claridad de la resurrección de tu Hijo
ilumine las dificultades de nuestra vida; que no temamos ante la oscuridad de
la muerte y podamos llegar un día a la luz que no tiene fin. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*San Agustin, Obispo, Doctor de la Iglesia*
Nació el 13 de noviembre del 354 en Tagaste, al norte de Africa.
El padre de Agustín. Patricio, era un pagano de temperamento violento; pero,
gracias al ejemplo de Mónica, su esposa, se bautizó poco antes de morir.
Aunque Agustín ingresó en el catecumenado desde la infancia, no
recibió el bautismo, de acuerdo con las costumbres de la época. En su juventud
se dejó arrastrar por los malos ejemplos y, hasta los 32 años, llevó una vida
licenciosa, aferrado a la herejía maniquea. De ello habla en sus
"Confesiones", que comprenden la descripción de su conversión y la
muerte de Mónica, su madre. Dicha obra fue escrita para mostrar la misericordia
de Dios hacia un gran pecador, que por esta gracia, llegó a ser también, y en
mayor medida, un gran santo. Mónica había enseñado a orar a su hijo desde niño,
y le había instruido en la fe, de modo que el mismo Agustín que cayó gravemente
enfermo, pidió que le fuese conferido el bautismo y Mónica hizo todos los
preparativos para que los recibiera; pero la salud del joven mejoró y el
bautismo fue diferido. El santo condenó más tarde, con mucha razón, la
costumbre de diferir el bautismo por miedo de pecar después de haberlo
recibido.
A raíz del saqueo de Roma por Alarico, el año 410, los paganos
renovaron sus ataques contra el cristianismo, atribuyéndole todas las
calamidades del Imperio. Para responder a esos ataques, San Agustín escribió su
gran obra "La Ciudad de Dios". Esta obra, es después de "Las
Confesiones", la obra más conocida del santo. Ella es no sólo una
respuesta a los paganos, sino trata toda una filosofía de la historia
providencial del mundo. Luego de "Las Confesiones" escribió también
"Las Retractaciones", donde expuso con la misma sinceridad los
errores que había cometido en sus juicios.
Murió el 28 de agosto de 430, a los 72 años de edad, de los cuales
había pasado casi 40 consagrado al servicio de Dios.
Lo que Agustín
perseguía con el bautismo cristiano era la gracia Divina. En el año 387, hacia
principios de Cuaresma, fue a Milán y, con Adeodato y Alipio, ocupó su lugar
entre los “competentes” y Ambrosio lo bautizó el día de Pascua Florida o, al
menos, durante el tiempo Pascual. Es infundada la tradición que afirma que en
esa ocasión el obispo y el neófito cantaron el Te Deum alternadamente. Sin
embargo, esta leyenda ciertamente expresa la alegría de la Iglesia al recibir
como hijo a aquel que sería su más ilustre doctor. Fue entonces cuando Agustín,
Alipio, y Evodio decidieron retirarse en aislamiento a África. Agustín, no hay
duda, permaneció en Milán hasta casi el otoño continuando sus obras:
"Acerca de la inmortalidad del alma" y "Acerca de la
música". En el otoño de 387 estaba a punto de embarcarse en Ostia cuando
Santa Mónica fue llamada de esta vida. No hay páginas en toda la literatura que
alberguen un sentimiento más exquisito que la historia de su santa muerte y del
dolor de Agustín (Confesiones, IX). Agustín permaneció en Roma varios meses,
principalmente ocupándose de refutar el maniqueísmo. Después de la muerte del
tirano Máximo (agosto 388) navegó a África, y al cabo de una corta estancia en
Cartago regresó a su nativa Tagaste. Al llegar allí, inmediatamente deseó poner
en práctica su idea de una vida perfecta: comenzó por vender todos sus bienes y
regaló las ganancias a los pobres. A continuación, él y sus amigos se retiraron
a sus tierras, que ya no le pertenecían, para llevar una vida en común de
pobreza, oración y estudio de las Escrituras. El libro de las "LXXXIII
cuestiones" es el fruto de las conferencias celebradas en este retiro, en
el que también escribió "De Genesi contra Manichaeos", "De
Magistro", y "De Vera Religione."
I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: ¿QUIÉN ES ÉSTE QUE VIENE?
¿Quién es éste que viene,
recién atardecido,
cubierto por su sangre
como varón que pisa los racimos?
Éste es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección.
¿Quién es este que vuelve,
glorioso y malherido,
y, a precio de su muerte,
compra la paz y libra a los cautivos?
Éste es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección.
Se durmió con los muertos,
y reina entre los vivos;
no le venció la fosa,
porque el Señor sostuvo a su elegido.
Este es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección.
Anunciad a los pueblos
qué habéis visto y oído;
aclamad al que viene
como la paz, bajo un clamor de olivos.
Este es Cristo, el Señor,
que venció nuestra muerte
con su resurrección. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Aleluya.
Salmo 118, 105-112 - HIMNO A LA LEY DIVINA
Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero;
lo juro y lo cumpliré:
guardaré tus justos mandamientos;
¡estoy tan afligido!
Señor, dame vida según tu promesa.
Acepta, Señor, los votos que pronuncio,
enséñame tus mandatos;
mi vida está siempre en peligro,
pero no olvido tu voluntad;
los malvados me tendieron un lazo,
pero no me desvié de tus decretos.
Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón;
inclino mi corazón a cumplir tus leyes,
siempre y cabalmente.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Aleluya.
Ant 2. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. Aleluya.
Salmo 15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
El Señor es mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. Aleluya.
Ant 3. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la
tierra. Aleluya.
Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2,
6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la
tierra. Aleluya.
LECTURA BREVE Col 1, 3-6a
Damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, en todo momento,
rezando por vosotros, al oír hablar de vuestra fe en Jesucristo y del amor que
tenéis a todos los santos, por la esperanza que os está reservada en los
cielos, sobre la cual oísteis hablar por la palabra verdadera de la Buena
Noticia, que se os hizo presente, y está dando fruto y prosperando en todo el
mundo igual que entre vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del
Señor.
R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
V. Su gloria se eleva sobre los cielos.
R. Alabado sea el nombre del Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del
Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí que soy manso y
humilde de corazón.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
+Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí que soy manso y
humilde de corazón.
PRECES
Demos gracias al Señor que ayuda y protege al pueblo que se ha
escogido como heredad, y recordando su amor para con nosotros supliquémosle
diciendo:
Escúchanos, Señor, que confiamos en ti.
Padre lleno de amor, te pedimos por el papa Francisco y por nuestro
obispo N.;
protégelos con tu fuerza y santifícalos con tu gracia.
Que los enfermos vean en sus dolores una participación de la pasión de tu Hijo,
para que así tengan también parte en su consuelo.
Mira con piedad a los que no tienen techo donde cobijarse
y haz que encuentren pronto el hogar que desean.
Dígnate dar y conservar los frutos de la tierra
para que a nadie falte el pan de cada día.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Señor, ten piedad de los difuntos
y ábreles la puerta de tu mansión eterna.
Movidos por el Espíritu Santo, dirijamos al Padre la oración que Cristo nos
enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a
la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría y concede los
gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.