*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Santa Clara de
Montefalco*
17 de Agosto
MARTES SEMANA IV
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle.
Himno: ESTÁTE, SEÑOR, CONMIGO.
Estáte, Señor, conmigo
siempre, sin jamás partirte,
y cuando decidas irte,
llévame, Señor, contigo;
porque el pensar que te irás
me causa un terrible miedo
de si yo sin ti me quedo,
de si tú sin mí te vas.
Llévame, en tu compañía
donde tu vayas, Jesús,
porque bien sé que eres tú
la vida del alma mía;
si tú vida no me das
yo sé que vivir no puedo,
ni si yo sin ti me quedo,
ni si tú sin mí te vas.
Por eso, más que a la muerte
temo, Señor, tu partida,
y quiero perder la vida
mil veces más que perderte;
pues la inmortal que tú das,
sé que alcanzarla no puedo,
cuando yo sin ti me quedo,
cuando tú sin mí te vas. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Para ti es mi música, Señor; voy a explicar el camino perfecto.
Salmo 100 - PROPÓSITO DE UN PRÍNCIPE JUSTO
Voy a cantar la bondad y la justicia,
para ti es mi música, Señor;
voy a explicar el camino perfecto:
¿Cuándo vendrás a mí?
Andaré con rectitud de corazón
dentro de mi casa;
no pondré mis ojos
en intenciones viles.
Aborrezco al que obra mal,
no se juntará conmigo;
lejos de mí el corazón torcido,
no aprobaré al malvado.
Al que en secreto difama a su prójimo
lo haré callar;
ojos engreídos, corazones arrogantes
no los soportaré.
Pongo mis ojos en los que son leales,
ellos vivirán conmigo;
el que sigue un camino perfecto,
ése me servirá.
No habitará en mi casa
quien comete fraudes;
el que dice mentiras
no durará en mi presencia.
Cada mañana haré callar
a los hombres malvados,
para excluir de la ciudad del Señor
a todos los malhechores.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Para ti es mi música, Señor; voy a explicar el camino perfecto.
Ant 2. No nos desampares, Señor, para siempre.
Cántico: ORACIÓN DE AZARÍAS EN EL HORNO Dn 3, 26-27. 29. 34-41
Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres,
digno de alabanza y glorioso es tu nombre.
Porque eres justo en cuanto has hecho con nosotros
y todas tus obras son verdad,
y rectos tus caminos,
y justos todos tus juicios.
Hemos pecado y cometido iniquidad
apartándonos de ti, y en todo hemos delinquido.
Por el honor de tu nombre,
no nos desampares para siempre,
no rompas tu alianza,
no apartes de nosotros tu misericordia.
Por Abraham, tu amigo,
por Isaac, tu siervo,
por Israel, tu consagrado,
a quienes prometiste
multiplicar su descendencia
como las estrellas del cielo,
como la arena de las playas marinas.
Pero ahora, Señor, somos el más pequeño
de todos los pueblos;
hoy estamos humillados por toda la tierra
a causa de nuestros pecados.
En este momento no tenemos príncipes,
ni profetas, ni jefes;
ni holocausto, ni sacrificios,
ni ofrendas, ni incienso;
ni un sitio donde ofrecerte primicias,
para alcanzar misericordia.
Por eso, acepta nuestro corazón contrito,
y nuestro espíritu humilde,
como un holocausto de carneros y toros
o una multitud de corderos cebados;
que éste sea hoy nuestro sacrificio,
y que sea agradable en tu presencia:
porque los que en ti confían
no quedan defraudados.
Ahora te seguimos de todo corazón,
te respetamos y buscamos tu rostro.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No nos desampares, Señor, para siempre.
Ant 3. Te cantaré, Dios mío, un cántico nuevo.
Salmo 143, 1-10 - ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA PAZ
Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea;
mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos.
Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.
Señor, inclina tu cielo y desciende,
toca los montes, y echarán humo,
fulmina el rayo y dispérsalos,
dispara tus saetas y desbarátalos.
Extiende la mano desde arriba:
defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,
de la mano de los extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Te cantaré, Dios mío, un cántico nuevo.
LECTURA BREVE Is 55, 1
Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también los que no tenéis dinero: venid,
comprad trigo, comed sin pagar: vino y leche de balde.
RESPONSORIO BREVE
V. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.
R. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.
V. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
R. Espero en tu palabra.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.
Primera Lectura
De la carta a los Efesios 2, 1-10
LOS PECADORES HAN SIDO SALVADOS EN CRISTO JESÚS
Hermanos: Dios también os vivificó a vosotros, que estabais
muertos por vuestros delitos y pecados, en los cuales vivisteis en otro tiempo,
siguiendo el proceder de este mundo, sometidos al príncipe que tiene su imperio
en el aire, el espíritu que actúa ahora en los rebeldes a la fe, entre los
cuales vivíamos también nosotros, siguiendo las apetencias de nuestra carne,
poniendo por obra sus deseos y sentimientos, y éramos por nuestro natural hijos
de cólera, como los demás.
Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, aun
cuando estábamos muertos por nuestros pecados, nos vivificó con Cristo —por
pura gracia habéis sido salvados— y nos resucitó con él, y nos hizo sentar en los
cielos con Cristo Jesús. Así Dios, en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús,
quiso mostrar en los siglos venideros la sublime riqueza de su gracia.
Estáis salvados por la gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino
que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda
presumir. Somos obra de Dios. Dios nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos
dediquemos a las buenas obras, que él determinó que practicásemos.
Responsorio Ef 2, 5. 6; Jn 3, 16
R. Cuando estábamos muertos por nuestros pecados, Dios nos
vivificó con Cristo, * nos resucitó con él, y nos
hizo sentar en los cielos con Cristo Jesús.
V. Tanto amó Dios al mundo que le entregó su Hijo único.
R. Nos resucitó con él, y nos hizo sentar en los cielos con
Cristo Jesús.
Segunda Lectura
De las homilías de san Bernardo, abad, sobre las excelencias de la
Virgen Madre
(Homilía 2,1-2. 4: Opera omnia, edición cisterciense, 4-1966-21-23)
PREPARADA POR EL ALTÍSIMO, DESIGNADA ANTICIPADAMENTE POR LOS PADRES
ANTIGUOS
El único nacimiento digno de Dios era el procedente de la Virgen;
asimismo, la dignidad de la Virgen demandaba que quien naciere de ella no fuere
otro que el mismo Dios. Por esto, el Hacedor del hombre, al hacerse hombre,
naciendo de la raza humana, tuvo que elegir, mejor dicho, que formar para sí,
entre todas, una madre tal cual él sabía que había de serle conveniente y
agradable.
Quiso, pues, nacer de una virgen inmaculada, él, el inmaculado, que venía a
limpiar las máculas de todos.
Quiso que su madre fuese humilde, ya que él, manso y humilde de corazón, había
de dar a todos el ejemplo necesario y saludable de estas virtudes. Y el mismo
que ya antes había inspirado a la Virgen el propósito de la virginidad y la
había enriquecido con el don de la humildad le otorgó también el don de la
maternidad divina.
De otro modo, ¿cómo el ángel hubiese podido saludarla pues como llena de
gracia, si hubiera habido en ella algo, por poco que fuese, que no poseyera por
gracia? Así, pues, la que había de concebir y dar a luz al Santo de los santos recibió
el don de la virginidad para que fuese santa en el cuerpo, el don de la humildad
para que fuese santa en el espíritu.
Así, engalanada con las joyas de estas virtudes, resplandeciente con la doble
hermosura de su alma y de su cuerpo, conocida en los cielos por su belleza y
atractivo, la Virgen regia atrajo sobre sí las miradas de los que allí habitan,
hasta el punto de enamorar al mismo Rey y de hacer venir al mensajero
celestial.
Fue enviado el ángel, dice el Evangelio, a la Virgen. Virgen en su cuerpo,
virgen en su alma, virgen por su decisión, virgen, finalmente, tal cual la describe
el Apóstol, santa en el cuerpo y en el alma; no hallada recientemente y por casualidad,
sino elegida desde la eternidad, predestinada y preparada por el Altísimo para
él mismo, guardada por los ángeles, designada anticipadamente por los padres
antiguos, prometida por los profetas.
Responsorio Dt 32, 39; Ap 1, 18
R. Yo doy la muerte y la vida, yo desgarro y yo mismo * y no
hay quien pueda librar de mi mano.
V. Yo tengo las llaves de la muerte y del hades.
R. Y no hay quien pueda librar de mi mano.
*Lecturas del Martes de la 20ª semana del Tiempo Ordinario*
Martes, 17 de agosto de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (19,23-30)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que difícilmente
entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un
camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de
Dios.»
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Para los hombres es imposible; pero
Dios lo puede todo.»
Entonces le dijo Pedro: «Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido;
¿qué nos va a tocar?»
Jesús les dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre
se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis
seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El
que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o
tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Muchos primeros
serán últimos y muchos últimos serán primeros.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. De la mano de nuestros enemigos, líbranos, Señor.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc
1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. De la mano de nuestros enemigos, líbranos, Señor.
PRECES
Dios nos otorga el gozo de poder alabarlo en este comienzo del
día, reavivando con ello nuestra esperanza. Invoquémosle, pues, diciendo:
Por el honor de tu nombre, escúchanos, Señor.
Dios y Padre de nuestro Salvador Jesucristo,
te damos gracias porque, por mediación de tu Hijo, nos has dado el conocimiento
y la inmortalidad.
Danos, Señor, un corazón humilde
para que vivamos sujetos unos a otros en el temor de Cristo.
Infunde tu Espíritu en nosotros, tus siervos,
para que nuestro amor fraterno sea sin fingimiento.
Tú que has dispuesto que el hombre dominara el mundo con su esfuerzo,
haz que nuestro trabajo te glorifique y santifique a nuestros hermanos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Ya que Dios nos muestra siempre su amor de Padre, velando amorosamente por
nosotros, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Aumenta, Señor, nuestra fe, para que esta alabanza que brota de
nuestro corazón vaya siempre acompañada de frutos de vida eterna. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*Santa Clara de
Montefalco*
17 de Agosto
Santa Clara de Montefalco nació en Montefalco,en el año 1268. El
nombre de sus padres eran, Damiano e Iacopa Vengente, que tuvieron 4 hijos en
total. Su hermana mayor, Giovanna de 20 años y su amiga Andreola, establecieron
una Ermita, en donde se dedicaron a una vida de oración y de sacrificio.
En el año 1274 se le concedió aprobación de las autoridades eclesiástica
y fue entonces que, Giovanna pudo recibir más hermanas a la Orden. La primera
candidata fue su hermana Clara, de 6 años de edad.
El ejemplo de sus padres, quienes tenían una gran devoción al
Señor y a su Madre, y el de su Hermana y su compañera, contribuyeron a que se
desarrollara en Clara el deseo de amar y servir al Señor a través de una vida
de oración. Ella era una niña muy viva a la que todos encontraban que
sobrepasaba a las niñas de su edad. Era además, extremadamente amorosa.
Desde que entró al convento aun cuando era más joven que las
demás, se mantenía al mismo nivel que sus dos compañeras, tanto en la oración
como en la penitencia.
Desde muy pequeña, tuvo un ardiente amor por el Señor,
especialmente por su Pasión. Este fuego interior fue el que le dio la energía,
el celo y la fuerza, para vivir una vida que para muchos sería imposible. Desde
pequeña tuvo gran apetito, y tenía que luchar contra sus deseos de comer los
platos que más le gustaban, ayunando constantemente, especialmente durante la
Cuaresma.
Aun cuando ninguna Regla Religiosa se había establecido, Clara
practicó una estricta obediencia a su hermana Giovanna, que era la líder del
grupo. Una vez, que Clara rompió la Regla del silencio dada por su hermana, se
impuso la penitencia de pararse en un cubo de agua helada, con los brazos hacia
arriba rezando 100 veces el Padre Nuestro.
En 1278 dos años después de haber entrado Clara al Convento entró
Marina, amiga de Clara, y fue seguida de muchas otras por lo que tuvieron que
mudarse a una montaña cerca de la ciudad, donde construyeron otra Ermita.
Se levantó una gran persecución contra ellas, no solo por parte de
laicos de la ciudad, sino también por los Franciscanos del lugar que decían que
la ciudad era muy pequeña para tener otra comunidad pidiendo limosna. Pero el
Señor que es justo, movió al oficial del Ducado a votar por ellas y se
quedaron. Con la Ermita teniendo el techo a medio hacer, pasando frío y hambre,
la pequeña comunidad era sostenida por su fe y llamado, que era más fuerte que
la persecución de las personas de la ciudad.
Durante esta época pocas personas les daban algo para comer, y se
sostuvieron de hierbas silvestres. Clara que tenía un don para cocinar, les
hacía pasteles de plantas con tanto amor, que las hermanas recordaban estos
tiempos como tiempos de gozo en vez de miseria...
Finalmente Giovanna obtuvo permiso para enviar a algunas hermanas
a pedir limosna. Clara que tenía 15 años, insistió tanto en ir que, venció las
objeciones de su hermana, y ella junto con Marina, salieron durante 40 días en
busca de limosnas; nunca regresaban sin haber cumplido su cometido. Su hermana
Giovanna, pensando en proteger a Clara, no le permitió salir más, y Clara
estuvo en el convento por el resto de sus años.
Clara pasaba de ocho a diez horas diarias en oración, y por las
noches caía de rodillas rezando el Padre Nuestro.
Practicaba actos tan severos de mortificación, que su hermana
Giovanna tuvo que poner restricciones en sus prácticas. Siempre estaba buscando
una forma más ascética de oración.
En el año 1288, cuando Clara tenía 20 años. Parecía que estaba
llegando a alcanzar la completa unión con Jesús, cuando el Señor la probó
adentrándola en un desierto. Fue una prueba dada por el Señor para castigar su
orgullo y para que ella viera que sin El no podía hacer nada. Clara entró en el
desierto. Perseguida por todo tipo de tentaciones, víctima de las emociones.
Sentía que Dios la había abandonado. Esta tortura duró once años de su vida, a
través de la cual estuvo sin la asistencia espiritual que ella desesperadamente
ansiaba. Clara cargaba el peso de sus sentimientos de inseguridad en su
corazón.
Como no recibía las penitencias deseadas, comenzó a imponérselas
ella misma, causando tanto daño físico que su hermana tuvo que detenerla otra
vez.
El 22 de noviembre de 1291, muere su hermana Giovanna. Fue un
golpe muy duro para Clara pues veía en su hermana el ejemplo a seguir y la
persona que la formaba en su vida espiritual.
El representante del Obispo llegó para la elección de la nueva
Abadesa. Las monjas unánimemente escogieron a Clara. Sintiéndose totalmente
indigna, les rogó que escogieran a alguna más, que fuera santa y sabia,
diciendo que ella no era ninguna de las dos cosas; pero su petición no fue
escuchada.
Aceptó su responsabilidad, aunque se sentía indigna, y se
convirtió en Madre, Maestra, y Directora Espiritual. Enseñaba a sus hermanas a
ofrecerle al Señor todas sus necesidades individuales, para que fuesen
moldeadas en las necesidades de la comunidad, formando así en ellas un
verdadero cuerpo, con una vida en común.
Balanceando la oración y el trabajo necesario del monasterio,
traía a la comunidad gozo y amor. Sensible a aquellas que sentían el llamado a
más oración, les permitía hacerlo, pero con la condición que todo el mundo
tenía que hacer trabajo manual.
Ella dirigía, personalmente, e incesantemente a las hermanas en
sus necesidades espirituales y corporales. Decía: "¿Quién enseña al alma,
sino Dios? No hay mejor instrucción para el mundo que la que viene de
Dios". Las ayudaba e instruía a reconocer la voz del Espíritu y a
discernir Quién era el poder en sus vidas. Pero, cuando era necesario, corregía
y amonestaba a las hermanas, haciéndolas conscientes de los peligros a sus
almas. Velaba por todas, aun a costa de su salud.
La hermana Tomasa decía: "Ella permanecía despierta hasta
tarde en la noche, pero siempre estaba despierta temprano en la mañana.
Como Clara fue tan probada y sufrió tantas luchas y dudas, podía
hablar con autoridad a otros. A través de su experiencia podía relacionarse con
la batalla espiritual sufrida por otros. Podía ministrar a las personas fuera
de la comunidad, que venían a verla, contando con los dones de conocimiento y
sabiduría que le había dado el Señor.
Por su amor y cuidado genuino, Clara atraía al monasterio a sacerdotes,
teólogos, obispos, jueces, santos y pecadores. Nunca descuidó sus
responsabilidades hacia sus hermanas dentro del monasterio por su apostolado
con aquellos de fuera del claustro.
Clara tenía un amor muy grande por los pobres y perseguidos. Enviaba
a las hermanas externas con comida y medicamentos para los necesitados. Le daba
a amigos y enemigos igualmente, y a veces más a los enemigos. Así como era
amorosa, generosa y entregada, así mismo era firme. Enfrentaba a todos sus
perseguidores con estas cualidades, nunca retrocediendo ante ellos. Ella se
atrevió a ser impopular, enfrentándose al pensamiento popular del mundo, así
como al de sus propias monjas, si ella pensaba que estaba incorrecto. Testigos
afirman que ella tenía el don de bilocación.
Aunque ella era una mística, generalmente en contemplación de su
Amado Señor Jesucristo (especialmente en su pasión), y en adoración estática a
Dios Padre, al Hijo y el Espíritu Santo en la Santísima Trinidad, estaba
consciente del mundo a su alrededor. Ella no estaba alejada de él, pero
envuelta en él, orando y haciendo penitencia por su salvación.
El año 1294 fue un año decisivo en la vida de Clara. En la fiesta
de la Epifanía, después de haber hecho una confesión general delante de todas
las hermanas, cayó en éxtasis y permaneció así por varias semanas. Las hermanas
la mantenían con vida dándole agua de azúcar. Durante este tiempo, Clara tuvo
una visión, en la que se vio siendo juzgada delante de Dios, "vio el
infierno con todas las almas perdidas sin esperanza y el cielo con los santos,
gozando perfecta felicidad en la presencia de Dios. Vio a Dios en toda su
majestad. Le reveló cuan incondicionalmente fiel un alma debe ser a Él para
vivir de verdad en El y con El. Al recobrarse, resolvió "nunca pensar o decir
algo que la separara de Dios". También decía: Si Dios no me protegiera,
sería la peor mujer en el mundo".
En el año de 1303 consiguió construir la Iglesia que tanto soñó,
que no solamente serviría al convento, pero también a la comunidad del pueblo.
La primera piedra fue bendecida en Junio 24 de 1303 por el Obispo de Espoleto y
ese día la Iglesia fue dedicada a la Santa Cruz. Clara tuvo también la visión
de Jesús vestido como un peregrino pobre. Su rostro agobiado por el peso de la
cruz y su cuerpo mostrando los signos de un camino duro cargando la cruz. Clara
estaba de rodillas tratando de evitar que El siguiera caminando, y
preguntándole Señor, a dónde vas?"; Jesús le respondió: "He buscado
en el mundo entero por un lugar fuerte donde plantar firmemente esta Cruz, y no
he encontrado ninguno". Clara lo mira y toca la cruz, mostrando al Señor
el deseo de tantos años de compartir su cruz. El rostro de Jesús ya no estaba
exhausto, sino brillando de amor y de gozo. Su viaje había terminado. Él le
dice: "Si Clara, aquí he encontrado un lugar para mi cruz; al fin
encuentro a alguien a quien puedo confiar mi cruz", y se la implantó en su
corazón. El intenso dolor que sintió en todo su cuerpo, al recibir la Cruz de
Jesús en su corazón, permaneció con ella. Desde ese primer momento, siempre
estuvo consciente de la cruz, que no solamente sentía sino que la sentía con
cada fibra de su ser. El era parte de ella, su Amor Jesús y ella era una en su
Cruz.
"La vida de un alma es el amor a Dios", decía Clara.
Ella oraba para que todo aquel que ella conociera experimentara a Nuestro Señor
Jesucristo, profundamente en su corazón. Ella oraba, sufría y ardía de pasión,
como lo hizo nuestro Señor, porque le había entregado totalmente a Él su
corazón. Debido a sus penitencias de tantos años, su cuerpo comenzó a
debilitarse y en Julio de 1308 ya no pudo levantarse más de su cama. El demonio
la atacaba incansablemente, tratando de hacerla sentir que ella era indigna de
Dios; que Dios no la encontraba agradable, que se había equivocado en todo lo
que ella había dicho y hecho; llevando así a la perdición a muchas almas. Pero
con la fortaleza del Señor y su fe no cedió a las insinuaciones del demonio.
En la noche de Agosto 15, llamó a las monjas y les dejó su último
testamento espiritual:
"Yo ofrezco mi alma por todas ustedes y por la muerte de
Nuestro Señor Jesucristo. Sean bendecidas por Dios y por mí. Y oro, mis hijas,
que ustedes se comporten bien y que todo el trabajo que Dios me ha hecho hacer
por ustedes sea bendecido. Sean humildes, obedientes; sean tales mujeres, que
Dios sea alabado siempre a través de ustedes".
Después de hablar, pidió el Sacramento de Extrema Unción. Cuando
una hermana estaba muriendo era la costumbre que cada hermana fuera e hiciera
la señal de la cruz en la frente. Cuando se lo estaban haciendo a ella, les
dijo: "Porque me hacen el signo de la Cruz?. Yo tengo a Jesús crucificado
en mi corazón".
El viernes 16 de Agosto, en la tarde, Clara pidió que viniera su
hermano Francisco. Esa noche llegó y la encontró muy cansada; pero a la mañana
siguiente, Clara parecía estarse recuperando. Francisco se marchaba cuando dos
hermanas lo llamaron y llevaron a ver a Clara, que sentada en la cama, con el
color del rostro encendido y sonriendo, parecía completamente recuperada. Le
dio a su hermano dirección espiritual, ya que ella era su directora espiritual
y maestra, hablando largamente con él. Un ambiente de gozo y celebración
comenzó a esparcirse por el convento, cuando Clara llamó a Fray Tomaso, el
capellán del convento, y le dijo: "Yo confieso al Señor y a usted todas
mis faltas y ofensas", y más tarde, decía a sus monjas: "Ahora ya no
tengo nada más que decirles. Ustedes están con Dios porque yo me voy con El. Y
se mantuvo así, sentada en la cama, sus ojos mirando al cielo, sin moverse.
Pasaron varios minutos y Francisco le tomó el pulso; mirando a las hermanas,
llorando les anunció que Clara había muerto.
Murió el sábado 17 de agosto, de 1308, a las nueve de la mañana.
Las monjas inmediatamente prepararon el cuerpo de Clara para que todos pudieran
verla. Primero le quitaron el corazón y lo pusieron en una caja floreada de
madera. La Misa funeral fue celebrada el 18 de Agosto. Esa noche, las hermanas
abrieron el corazón de Clara para prepararlo y ponerlo en un relicario, para su
asombro, las palabras de Clara se hicieron vida; delante de ellas estaban las
marcas de la Pasión de Jesús.
Dentro del corazón estaba la forma perfecta de Jesús Crucificado,
aún la corona de espinas en la cabeza y la herida de la lanza en el costado.
Además, hechos de ligamentos o tendones, los flagelos usados en la flagelación,
con las puntas mostrando las bolas de metal con los huesos para desgarrar la
carne y los huesos del Señor. La noticia de este milagro se propagó
inmediatamente.
Otro hallazgo fue el de 3 piedras dentro de su vejiga. Cuando las
monjas investigaron más, descubrieron que las 3 piedras, del tamaño de una
nuez, eran perfectamente iguales en tamaño, forma y peso. Todas pesaban lo
mismo, una pesaba tanto como dos, dos como tres y una como tres. Las hermanas
interpretaron esto como un signo del amor tan grande que Clara tenia hacia la
Santísima Trinidad.
El cuerpo de Clara producía tal fragancia, que no pudieron
enterrarla. Su cuerpo, después de 700 años, nunca se ha descompuesto.
El proceso ordinario de la vida de Santa Clara, sus virtudes, sus
revelaciones y milagros atestiguados gracias a su intercesión después de su
muerte, comenzó en 1309. El proceso Apostólico llegó al Papa en 1328, pero su
canonización en San Pedro, ocurrió el ocho de Diciembre de 1881, Fiesta de la
Inmaculada Concepción.
En la Iglesia de la Santa Cruz en Montefalco se conserva hasta hoy
el cuerpo incorrupto de Santa Clara de Montefalco. Se pueden contemplar las
reliquias de su corazón con las marcas de la pasión y las tres piedritas de la
vejiga.
En el jardín del monasterio (junto a la Iglesia), se encuentran
unos árboles muy valiosos. Resulta que Jesús se apareció a Santa Clara en el
jardín con un callado, el cual le pidió a Sta. Clara que lo sembrara. Ella le
preguntó cómo hacerlo ya que no era una planta. Jesús le dijo que igual que si
fuera una planta. En obediencia, Sta. Clara siembra el callado y de pronto se
convierte en un árbol milagroso que dio frutos. La santa utilizaba sus semillas
para hacer rosarios con los que oraba por los enfermos y se sanaban.
Los descendientes del árbol milagroso aún están en el jardín del
convento de Montefalco. Las hermanas del convento, siguen hasta hoy, haciendo
estos rosarios. Se pueden adquirir en la tiendecita de la Iglesia.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: TÚ QUE ERES CRISTO, EL ESPLENDOR Y EL DÍA.
Tú que eres, Cristo, el esplendor y el día,
y de la noche ahuyentas las tinieblas,
Luz de Luz que a tus fieles
cual luz te manifiestas,
te pedimos, Señor, humildemente
esta noche que estés de centinela,
en ti hallemos reposo
y la paz nos concedas.
Si se entregan al sueño nuestros ojos,
en ti vigile el corazón alerta,
y rogamos tus hijos,
Señor, que nos protejas.
Defensor nuestro, míranos, rechaza
al enemigo cruel que nos acecha
y, a quienes redimiste
con tu sangre, gobierna.
A ti, Cristo, Señor del universo,
y a ti, Padre, alabanza dondequiera,
y al Amor, por los siglos
loores. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha.
Salmo 136, 1-6 - JUNTO A LOS CANALES DE BABILONIA.
Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras.
Allí los que nos deportaron
nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirlos:
«Cantadnos un cantar de Sión.»
¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha;
que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha.
Ant 2. Te doy gracias, Señor, delante de los ángeles.
Salmo 137 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DE UN REY
Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre;
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.
Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.
El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.
Cuando camino entre peligros,
me conservas la vida;
extiendes tu izquierda contra la ira de mi enemigo,
y tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Te doy gracias, Señor, delante de los ángeles.
Ant 3. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.
LECTURA BREVE Col 3, 16
Que la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos
unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dadle
gracias de todo corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
RESPONSORIO BREVE
V. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
R. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
V. De alegría perpetua a tu derecha.
R. En tu presencia, Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Haz, Señor, obras grandes por nosotros, porque tú eres poderoso y
tu nombre es santo.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Haz, Señor, obras grandes por nosotros, porque tú eres poderoso y
tu nombre es santo.
PRECES
Invoquemos a Cristo, que da fuerza y poder a su pueblo, diciendo:
Señor, escúchanos.
Cristo, fortaleza nuestra, concede a todos tus fieles, a quienes has llamado a
la luz de tu verdad,
que tengan siempre fidelidad y constancia.
Haz, Señor, que los que gobiernan el mundo lo hagan conforme a tu querer,
y que sus decisiones vayan encaminadas a la consecución de la paz.
Tú que con cinco panes saciaste a la multitud,
enséñanos a socorrer con nuestros bienes a los hambrientos.
Que los que tienen en su mano los destinos de los pueblos no cuiden sólo del
bienestar de su nación,
sino que piensen también en los otros pueblos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Cuando vengas en tu día a ser glorificado en los santos,
da a nuestros hermanos difuntos la resurrección y la vida feliz.
Todos juntos, en familia, repitamos las palabras que nos enseñó Jesús, y oremos
al Padre diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Puestos en oración ante ti, Señor, imploramos tu clemencia y te
pedimos que nuestras palabras concuerden siempre con los sentimientos de
nuestro corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.