Musica Para el Alma

miércoles, 18 de agosto de 2021

LAS LAUDES Y LAS VISPERAS DEL JUEVES 19. SAN JUAN EUDES Y SAN EZEQUIEL MORENO


 

*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*

 

Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén

*San Juan Eudes*
19 de Agosto

 

*San Ezequiel Moreno*

 

 

JUEVES SEMANA IV

LAUDES
(Oración de la mañana)

INVITATORIO

V. 
Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Ant. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.

Himno: OH DIOS, AUTOR DE LA LUZ.

Oh Dios, autor de la luz,
de los cielos la lumbrera,
que el universo sostienes
abriendo tu mano diestra.

La aurora, con mar de grana,
cubriendo está las estrellas,
bautizando humedecida
con el rocío la tierra.

Auséntanse ya las sombras,
al orbe la noche deja,
y al nuevo día el lucero,
de Cristo imagen, despierta.

Tú, día de día, oh Dios,
y Luz de Luz, de potencia
soberana, oh Trinidad,
doquier poderoso reinas.

Oh Salvador, ante ti
inclinamos la cabeza,
y ante el Padre y el Espíritu,
dándote gloria perpetua. Amén.

SALMODIA

Ant 1. 
En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.

Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA

Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.

El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.

Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.

Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.

En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.

Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.

Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.

Ant 2. El Señor hará derivar hacia Jerusalén como un río la paz.

Cántico: CONSUELO Y GOZO PARA LA CIUDAD SANTA. Is 66, 10-14a

Festejad a Jerusalén, gozad con ella,
todos los que la amáis,
alegraos de su alegría,
los que por ella llevasteis luto;
a su pecho seréis alimentados
y os saciaréis de sus consuelos
y apuraréis las delicias
de sus pechos abundantes.

Porque así dice el Señor:
«Yo haré derivar hacia ella
como un río la paz,
como un torrente en crecida,
las riquezas de las naciones.

Llevarán en brazos a sus criaturas
y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo
y en Jerusalén seréis consolados.

Al verlo se alegrará vuestro corazón
y vuestros huesos florecerán como un prado.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor hará derivar hacia Jerusalén como un río la paz.

Ant 3. Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.

Salmo 146 - PODER Y BONDAD DEL SEÑOR

Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.

El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel;
él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.

Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados.

Entonad la acción de gracias al Señor,
tocad la cítara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes,
preparando la lluvia para la tierra;

que hace brotar hierba en los montes,
para los que sirven al hombre;
que da su alimento al ganado,
y a las crías de cuervo que graznan.

No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los músculos del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles,
que confían en su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.

LECTURA BREVE   Rm 8, 18-21

Los padecimientos de esta vida presente tengo por cierto que no son nada en comparación con la gloria futura que se ha de revelar en nosotros. La creación entera está en expectación, suspirando por esa manifestación gloriosa de los hijos de Dios; porque las creaturas todas quedaron sometidas al desorden, no porque a ello tendiesen de suyo, sino por culpa del hombre que las sometió. Y abrigan la esperanza de quedar ellas, a su vez, libres de la esclavitud de la corrupción, para tomar parte en la libertad gloriosa que han de recibir los hijos de Dios.

RESPONSORIO BREVE

V. 
Velando medito en ti, Señor.
R. Velando medito en ti, Señor.

V. Porque fuiste mí auxilio.
R. Medito en ti, Señor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Velando medito en ti, Señor.

 

 

Primera Lectura

 

De la carta a los Efesios 3, 1-13

 

PABLO, MINISTRO DEL MINISTERIO DE CRISTO

 

Hermanos: Yo, Pablo, el prisionero de Cristo Jesús por vosotros, los gentiles... Ya habréis oído hablar del cómo Dios me ha encomendado la dispensación de la gracia divina en favor vuestro, es decir, de cómo, por revelación, me dio a conocer el misterio, que acabo de describiros en pocas palabras. Por su lectura, podréis conocer mi penetración del misterio de Cristo. Este misterio no fue dado a conocer a los hombres en las pasadas generaciones, tal como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas, esto es, que los gentiles, incorporados a Cristo Jesús y por medio del Evangelio, son coherederos con los judíos, miembros del mismo cuerpo y copartícipes de las promesas divinas. De este Evangelio he sido yo constituido ministro, al darme Dios su gracia con toda la eficacia de su poder.
A mí, el más insignificante de todos los consagrados me concedieron este don: anunciar a los gentiles la inimaginable riqueza de Cristo y aclararles a todos cómo se va realizando el secreto escondido desde siempre en Dios, creador del universo. Así, por medio de la Iglesia, las soberanías y autoridades de lo alto conocen las múltiples formas de la sabiduría de Dios, contenidas en el proyecto secular que llevó a efecto con Cristo Jesús, Señor nuestro, pues, gracias a Cristo y por la fe en él, tenemos libertad para acercarnos confiados.
Por eso os pido que no os desaniméis por las tribulaciones que sufro por vosotros, pues ellas son vuestra gloria.

 

Responsorio Ef 3, 8. 12; Rm 1, 5

 

R. A mí, el más insignificante de todos los consagrados, me concedieron este don: anunciar a los gentiles la inimaginable riqueza de Cristo. * Por la fe en él, tenemos libertad para acercarnos confiados.
V. Hemos recibido la gracia y el apostolado, para predicar la sumisión de la fe a todos los gentiles.
R. Por la fe en él, tenemos libertad para acercarnos confiados.

 

Segunda Lectura

 

De los tratados de Balduino de Cantorbery, obispo
(Tratado 7, Sobre la salutación angélica: PL 204, 477-478)

 

FLOR QUE SUBE DE LA RAÍZ DE JESÉ

 

A las palabras del ángel, que repetimos cada día para saludar a la santísima Virgen con filial devoción, añadimos: Y bendito el fruto de tu vientre. Expresión que añadió Isabel, al ser saludada por la Virgen, a las últimas palabras que había dicho el ángel a María en su saludo. Y así dijo Isabel: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. De este fruto habla Isaías cuando dice: Aquel día, el vástago del Señor será joya y gloria, fruto del país. ¿Cuál puede ser este fruto, sino el Santo de Israel, que a la vez es semilla de Abrahán, vástago del Señor, y flor que sube de la raíz de Jesé, fruto de vida del que hemos participado?
Bendito, realmente, en la semilla, bendito en el vástago, bendito en la flor, bendito en el don; por último, bendito en la acción de gracias y la plena glorificación. Cristo, descendiente de Abrahán, ha nacido según la carne de la estirpe de David.
Es el único entre los hombres que ha llegado al ápice de la bondad. Ha recibido el Espíritu sin medida. Sólo él puede realizar toda justicia. Pues su justicia responde de la de todos. Así, dice Isaías: Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los Himnos ante todos los pueblos. Porque éste es el vástago de la justicia, bendecido y embellecido con la flor de la gloria. ¿De qué gloria? De la mayor que cabe imaginar; más aún, es de tal naturaleza que no hay posibilidad siquiera de imaginársela. Porque es una flor que sube de la raíz de Jesé.
¿Hasta dónde sube? Hasta lo más elevado, porque Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre. Se alza su majestad por encima de los cielos, para que el vástago del Señor sea joya y gloria y fruto maravilloso del país.
Ahora bien, ¿qué fruto nos brinda este fruto? ¿De este bendito fruto podremos lograr alguno que no sea verdadera bendición? En efecto, de esta semilla, de este vástago, de esta flor, obtendremos frutos de bendición. Y penetrarán en nuestro interior; primeramente se depositará la semilla: la gracia que nos trae el perdón; después brotará el vástago: la gracia que se va desarrollando; por último, una espléndida floración: la esperanza y el disfrute de la gloria. Realmente es fruto bendito por Dios y en Dios así en él Dios es glorificado de verdad. Es también bendito para nosotros, de manera que, bendecidos por él, logremos la gloria en él, ya que Dios le otorgó la bendición de todos los hombres, según la promesa que hizo a Abrahán.

 

Responsorio Rm 15, 12; Sal 71, 17. 7

 

R. Pondrán los pueblos su esperanza en el renuevo de Jesé, que surgirá para juzgar a las naciones. * Y su nombre será bendito por los siglos.
V. En sus días florecerá la justicia y abundará la paz.
R. Y su nombre será bendito por los siglos.




*Lecturas del Jueves de la 20ª semana del Tiempo Ordinario*

Jueves, 19 de agosto de 2021

Evangelio

*Lectura del santo evangelio según san Mateo (22,1-14)*

En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda." Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda." Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.»

Palabra del Señor

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. 
Anuncia, Señor, la salvación a tu pueblo y perdónanos nuestros pecados.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Anuncia, Señor, la salvación a tu pueblo y perdónanos nuestros pecados.

PRECES

Invoquemos a Dios, de quien viene la salvación para su pueblo, diciendo:

Tú, que eres nuestra vida, escúchanos, Señor.

Bendito seas, Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, porque en tu gran misericordia nos has hecho nacer de nuevo para una esperanza viva,
por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos.

Tú que, en Cristo, renovaste al hombre, creado a imagen tuya,
haz que reproduzcamos la imagen de tu Hijo.

Derrama en nuestros corazones, lastimados por el odio y la envidia,
tu Espíritu de amor.

Concede hoy trabajo a quienes lo buscan, pan a los hambrientos, alegría a los tristes,
a todos la gracia y la salvación.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Por Jesús hemos sido hechos hijos de Dios; por esto nos atrevemos a decir:

Padre nuestro...

ORACION

Concédenos, Señor, acoger siempre el anuncio de la salvación para que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos te sirvamos, con santidad y justicia, todos nuestros días. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. 
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

 

*San Ezequiel Moreno*

 

Desde muy niño descubrió su vocación a la vida religiosa y el 21 de septiembre de 1884 ingresó como religioso en el convento español de los agustinos recoletos en Montegudo, Navarra. Al año siguiente hizo su profesión religiosa en el teologado de Marcilla. En 1870 viajó a Manila, Filipinas, donde se desempeñó como misionero. Al año siguiente fue ordenado sacerdote y destinado a Mindoro donde continuó sus actividades misioneras. Poco tiempo después se enfermó de paludismo y regresó a Manila.

 

Más tarde fue nombrado superior del convento de Monteagudo y vuelve a España para dedicarse a la formación de los futuros religiosos misioneros.

 

En 1888 viajó a Colombia al mando de un grupo de misioneros agustinos recoletos emprende. En este país empezó a reactivar las misiones y en 1893 fue nombrado obispo titular de Pinara y vicario apostólico de Casanare, en 1895 fue nombrado Obispo de Pasto. San Ezequiel desempeñó su nueva misión con la eficacia y generosidad que lo caracterizaban pero tuvo que superar numerosos obstáculos.

 

En 1905 se le diagnosticó cáncer y ante las reiteradas súplicas de los fieles y de los religiosos de su Orden, al año siguiente volvió a España para operarse. La operación no tuvo éxito y San Ezequiel, firme en su fe, se retiró al convento de Monteagudo, España, donde murió el 19 de agosto de 1906.

 

Su fama de santidad creció rápidamente, sobre todo en Colombia. Fue beatificado por el Papa Pablo VI en 1975 y el 11 de octubre de 1992 fue canonizado por el Papa Juan Pablo II. San Ezequiel Moreno es considerado como el especial intercesor ante Dios por los enfermos del cáncer y uno de los más grandes apóstoles de la Evangelización de América.

 

*San Juan Eudes*

En la segunda mitad del siglo XVI, vivía en Ri, Normandía (Francia), un granjero llamado Isaac Eudes, casado con Marta Corbin. Como no tuviesen hijos al cabo de dos años de matrimonio, ambos esposos fueron en peregrinación a un santuario de Nuestra Señora. Nueve meses después tuvieron un hijo, al que siguieron otros cinco. El mayor recibió el nombre de Juan y, desde niño, dio muestras de gran inclinación al amor de Dios. Se cuenta que, cuando tenía nueve años, un compañero de juegos le abofeteó; en vez de responder en la misma forma, Juan siguió el consejo evangélico y le presentó la otra mejilla.

A los catorce años, Juan ingresó en el colegio de los jesuitas de Caén. Sus padres deseaban que se casara y siguiera trabajando la granja de la familia. Pero Juan, que había hecho voto de virginidad, recibió las órdenes menores en 1621 y estudió la teología en Caén con la intención de consagrarse a los ministerios parroquiales. Sin embargo, poco después determinó ingresar en la congregación del oratorio, que había sido fundada en 1611 por el futuro cardenal Pedro de Bérulle. Tras de recabar con gran dificultad el permiso paterno, fue recibido en París por el superior general en 1623. Juan había sido hasta entonces un joven ejemplar: su conducta en la congregación no lo fue menos, de suerte que el P. Bérulle le dio permiso de predicar, aunque sólo había recibido las órdenes menores. Al cabo de un año en París, Juan fue enviado a Aubervilliers a estudiar bajo la dirección del P. Carlos de Condren, el cual, según la expresión de Santa Juana Francisca de Chantal, "estaba hecho para educar ángeles". El fin de la congregación del oratorio consistía en promover la perfección sacerdotal y Juan Eudes tuvo la suerte de ser introducido en ella por dos hombres de la talla de Condren y Bérulle.

Al servicio de los enfermos

Dos años más tarde, se desató en Normandía una violenta epidemia de peste, y Juan se ofreció para asistir a sus compatriotas. Bérulle le envió al obispo de Séez con una carta de presentación, en la que decía: "La caridad exige que emplee sus grandes dones al servicio de la provincia en la que recibió la vida, la gracia y las órdenes sagradas, y que su diócesis sea la primera en gozar de los frutos que se pueden esperar de su habilidad, bondad, prudencia, energía y vida". El P. Eudes pasó dos meses en la asistencia a los enfermos en lo espiritual y en lo material. Después fue enviado al oratorio de Caén, donde permaneció hasta que una nueva epidemia se desató en esa ciudad, en 1631. Para evitar el peligro de contagiar a sus hermanos, Juan se apartó de ellos y vivió en el campo, donde recibía la comida del convento.

Predicador ungido

Pasó los diez años siguientes en la prédica de misiones al pueblo, preparándose así para la tarea a la que Dios le tenía destinado. En aquella época empezaron a organizarse las misiones populares en su forma actual. San Juan Eudes se distinguió entre todos los misioneros. En cuanto acababa de predicar, se sentaba a oír confesiones, ya que, según él, "el predicador agita las ramas, pero el confesor es el que caza los pájaros". Mons. Le Camus, amigo de San Francisco de Sales, dijo refiriéndose al P. Eudes: "Yo he oído a los mejores predicadores de Italia y Francia y os aseguro que ninguno de ellos mueve tanto a las gentes como este buen padre". San Juan Eudes predicó en su vida unas ciento diez misiones.

Una de las experiencias que adquirió durante sus años de misionero, fue que las mujeres de mala vida que intentaban convertirse, se encontraban en una situación particularmente difícil. Durante algún tiempo, trató de resolver la dificultad alojándolas provisionalmente en las casas de las familias piadosas, pero cayó en la cuenta de que el remedio no era del todo adecuado. Magdalena Lamy, una mujer de humilde origen, que había dado albergue a varias convertidas, dijo un día al santo: "Ahora os vais tranquilamente a una iglesia a rezar con devoción ante las imágenes y con ello creéis cumplir con vuestro deber. No os engañéis, vuestro deber es alojar decentemente a estas pobres mujeres que se pierden porque nadie les tiende la mano".

Estas palabras produjeron profunda impresión en San Juan Eudes, quien alquiló en 1671, una casa para las mujeres arrepentidas; en la que podían albergarse en tanto que encontraban un empleo decente. Viendo que la obra necesitaba la atención de religiosas, el santo la ofreció a las visitandinas, quienes se apresuraron a aceptarla.

Después de mucho orar, reflexionar y consultar, San Juan Eudes abandonó la congregación del oratorio en 1643. La experiencia le enseñó que el clero necesitaba reformarse antes que los fieles y que la congregación sólo podría conseguir su fin mediante la fundación de seminarios. El P. Condren, que había sido nombrado superior general, estaba de acuerdo con el santo; pero su sucesor, el P. Bourgoing, se negó a aprobar el proyecto de la fundación de un seminario en Caén.

Entonces el P. Eudes decidió formar una asociación de sacerdotes diocesanos, cuyo fin principal sería la creación de seminarios con miras a la formación de un clero parroquial celoso. La nueva asociación quedó fundada el día de la Anunciación de 1643, en Caén, con el nombre de "Congregación de Jesús y María". Sus miembros, como los del oratorio, eran sacerdotes diocesanos y no estaban obligados por ningún voto. San Juan Eudes y sus cinco primeros compañeros se consagraron a "la Santísima Trinidad, que es el primer principio y el último fin de la santidad del sacerdocio". El distintivo de la congregación era el Corazón de Jesús, en el que estaba incluido místicamente el de María; como símbolo del amor eterno de Jesús por los hombres.

La congregación encontró gran oposición, sobre todo por parte de los jansenistas y de los padres del oratorio. En 1646, el P. Eudes envió a Roma al P. Manoury para que recabase la aprobación pontificia para la congregación, pero la oposición era tan fuerte, que la empresa fracasó.

En 1650, el obispo de Coutances pidió a San Juan que fundase un seminario en dicha ciudad. El año siguiente, M. Oliver, que consideraba al santo como "la maravilla de su época", Ie invitó a predicar una misión de diez semanas en la iglesia de, San Sulpicio de París. Mientras se hallaba en esa misión, el P. Eudes recibió la noticia de que el obispo de Bayeux acababa de aprobar la congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio, formada por las religiosas que atendían a las mujeres arrepentidas de Caén. En 1653, San Juan fundó en Lisieux un seminario, al que siguió otro en Rouen en 1659. ¡En seguida, el santo se dirigió a Roma a tratar de conseguir la aprobación pontificia para su congregación; pero los santos no siempre tienen éxito, y San Juan Eudes fracasó en Roma.

Un año después, una bula de Alejandro VII aprobó la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio. Ese fue el coronamiento de la obra que el P. Eudes y Magdalena Larny habían emprendido treinta años antes en favor de las pecadoras arrepentidas. San Juan siguió predicando misiones con gran éxito; en 1666, fundó un seminario en Evreux y, en 1670, otro en Rennes.

Al año siguiente, publicó un libro titulado "La Devoción al Adorable Corazón de Jesús". Ya antes, el santo había instituido en su congregación una fiesta del Santísimo Corazón de María. En su libro incluyó el propio de una misa y un oficio del Sagrado Corazón de Jesús. El 31 de agosto de 1670, se celebró por primera vez dicha fiesta en la capilla del seminario de Rennes y pronto se extendió a otras diócesis. Así pues, aunque San Juan Eudes no haya sido el primer apóstol de la devoción al Sagrado Corazón en su forma actual, fue sin embargo él "quien introdujo el culto del Sagrado Corazón de Jesús y del Santo Corazón de María"', como lo dijo León XIII en 1903. El decreto de beatificación añadía: "El fue el primero que, por divina inspiración les tributó un culto litúrgico."

Clemente X publicó seis breves por los que concedía indulgencias a las cofradías de los Sagrados Corazones de Jesús y María, instituidas en los seminarios de San Juan Eudes.

Durante los últimos años de su vida, el santo escribió su tratado sobre "el Admirable Corazón de la Santísima Madre de Dios"; trabajó en la obra mucho tiempo y la terminó un mes antes de morir. Su última misión fue la que predicó en Sain-Lö, en 1675, en plena plaza pública, con un frío glacial. La misión duró nueve semanas. El esfuerzo enorme acabó con su salud y a partir de entonces se retiró prácticamente de la vida activa.

Su muerte ocurrió el 19 de agosto de 1680.

Fue canonizado en 1925 y su fiesta fue incluida en el calendario de la Iglesia de occidente en 1928.

 

 

 

 

*VÍSPERAS*
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. 
Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: PORQUE ES TARDE, DIOS MÍO.

Porque es tarde, Dios mío,
porque anochece ya
y se nubla el camino,

porque temo perder
las huellas que he seguido,
no me dejes tan solo
y quédate conmigo.

Porque he sido rebelde
y he buscado el peligro,
y escudriñé curioso
las cumbres y el abismo,
perdóname, Señor,
y quédate conmigo.

Porque ardo en sed de ti
y en hambre de tu trigo,
ven, siéntate a mi mesa,
dígnate ser mi amigo.
¡Qué aprisa cae la tarde...!
¡quédate conmigo! Amén.

SALMODIA

Ant 1. 
Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi refugio donde me pongo a salvo.

Salmo 143 I - ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA PAZ

Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea;

mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos.

Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.

Señor, inclina tu cielo y desciende,
toca los montes, y echarán humo,
fulmina el rayo y dispérsalos,
dispara tus saetas y desbarátalos.

Extiende la mano desde arriba:
defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,
de la mano de los extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi refugio donde me pongo a salvo.

Ant 2. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.

Salmo 143 II

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo.

Defiéndeme de la espada cruel,
sálvame de las manos de extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.

Sean nuestros hijos un plantío,
crecidos desde su adolescencia;
nuestras hijas sean columnas talladas,
estructura de un templo.

Que nuestros silos estén repletos
de frutos de toda especie;
que nuestros rebaños a millares
se multipliquen en las praderas,
y nuestros bueyes vengan cargados;
que no haya brechas ni aberturas,
ni alarma en nuestras plazas.

Dichoso el pueblo que esto tiene,
dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.

Ant 3. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.

Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.

LECTURA BREVE   Col 1, 23

Perseverad firmemente fundados e inconmovibles en la fe y no os apartéis de la esperanza del Evangelio que habéis oído, que ha sido predicado a toda creatura bajo los cielos.

RESPONSORIO BREVE

V. 
El Señor es mi pastor, nada me falta.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.

V. En verdes praderas me hace recostar.
R. Nada me falta.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. 
A los que tienen hambre de ser justos el Señor los colma de bienes.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. A los que tienen hambre de ser justos el Señor los colma de bienes.

PRECES

Invoquemos a Cristo, luz del mundo y alegría de todo ser viviente, y digámosle confiados:

Señor, danos tu luz, la salvación y la paz.

Luz indeficiente y palabra eterna del Padre, tú que has venido a salvar a los hombres,
ilumina a los catecúmenos de la Iglesia con la luz de tu verdad.

No lleves cuenta de nuestros delitos, Señor,
pues de ti procede el perdón.

Señor, tú que has querido que la inteligencia del hombre investigara los secretos de la naturaleza,
haz que la ciencia y las artes contribuyan a tu gloria y al bienestar de todos los hombres.

Protege, Señor, a los que se han consagrado en el mundo al servicio de sus hermanos;
que con libertad de espíritu y sin desánimo puedan realizar su ideal.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Señor, tú que abres y nadie puede cerrar, ilumina a nuestros difuntos que yacen en tiniebla y en sombra de muerte,
y ábreles las puertas de tu reino.

Porque todos nos sabemos hermanos, hijos de un mismo Dios, confiadamente nos atrevemos a decir:

Padre nuestro...

ORACION

Acoge benigno, Señor, nuestra súplica vespertina y haz que, siguiendo las huellas de tu Hijo, fructifiquemos con perseverancia en buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. 
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.