*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*San Marco y
Marceliano, Mártires*
18 de Junio
VIERNES SEMANA III
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
Himno: CREADOR SEMPITERNO DE LAS COSAS.
Creador sempiterno de las cosas,
que gobiernas las noches y los días,
y, alternando la luz y las tinieblas,
alivias el cansancio de la vida.
Pon tus ojos, Señor, en quien vacila,
que a todos corrija tu mirada:
con ella sostendrás a quien tropieza
y harás que pague su delito en lágrimas.
Alumbra con tu luz nuestros sentidos,
desvanece el sopor de nuestras mentes,
y sé el primero a quien, agradecidas,
se eleven nuestras voces cuando suenen.
Glorificado sea el Padre eterno,
así como su Hijo Jesucristo,
y así como el Espíritu Paráclito,
ahora y por los siglos de los siglos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Contra ti, contra ti solo pequé, Señor; ten misericordia de mí.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Contra ti, contra ti solo pequé, Señor; ten misericordia de mí.
Ant 2. Reconocemos, Señor, nuestra impiedad; hemos pecado contra ti.
Cántico: LAMENTACIÓN DEL PUEBLO EN TIEMPO DE HAMBRE Y DE GUERRA - Jr
14,17-21
Mis ojos se deshacen en lágrimas,
día y noche no cesan:
por la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo,
una herida de fuertes dolores.
Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta como el sacerdote
vagan sin sentido por el país.
¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
¿tiene asco tu garganta de Sión?
¿Por que nos has herido sin remedio?
Se espera la paz, y no hay bienestar,
al tiempo de la cura sucede la turbación.
Señor, reconocemos nuestra impiedad,
la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.
No nos rechaces, por tu nombre,
no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Reconocemos, Señor, nuestra impiedad; hemos pecado contra ti.
Ant 3. El Señor es Dios y nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Salmo 99 - ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO.
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es Dios y nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
LECTURA BREVE 2Co 12, 9b-10
Muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de
Cristo. Por eso vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las
privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque
cuando soy débil, entonces soy fuerte.
RESPONSORIO BREVE
V. En la mañana hazme escuchar tu gracia.
R. En la mañana hazme escuchar tu gracia.
V. Indícame el camino que he de seguir.
R. Hazme escuchar tu gracia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En la mañana hazme escuchar tu gracia.
Primera Lectura
Del libro de los Jueces 8, 22-23. 30-32; 9, 1-15. 19-20
PRIMER INTENTO DEL PUEBLO DE DIOS POR TENER UN REY
En aquellos días, los hombres de Israel dijeron a Gedeón:
«Reina sobre nosotros tú, tu hijo y tu nieto, pues nos has salvado de la mano
de Madián.» Pero Gedeón les respondió: «No seré yo el que reine sobre vosotros
ni mi hijo; Yahveh será vuestro rey.»
Gedeón tuvo setenta hijos, nacidos de él, pues tenía muchas mujeres. Y la
concubina que tenía en Siquem, le dio a luz también un hijo, a quien puso por
nombre Abimélek.
Murió Gedeón, hijo de Joás, después de una dichosa vejez y fue enterrado en la
tumba de su padre Joás, en Ofrá de Abiézer.
Abimélek, hijo de Yerubbaal, marchó a Siquem, donde los hermanos de su madre, y
les dijo a ellos y a todo el clan de la familia de su madre: «Decid esto, por
favor, a oídos de todos los señores de Siquem: ¿Qué es mejor para vosotros, que
os estén mandando setenta hombres, todos los hijos de Yerubbaal, o que os mande
uno solo? Recordad además que yo soy de vuestros huesos y de vuestra carne.» Los
hermanos de su madre hablaron de él en los mismos términos a todos los señores de
Siquem, y su corazón se inclinó hacia Abimélek, porque se decían: «Es nuestro
hermano.» Le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal Berit, con los
que Abimélek contrató a hombres miserables, y vagabundos, que se fueron con él.
Fue entonces a casa de su padre, en Ofrá, y mató a sus hermanos, los hijos de Yerubbaal,
setenta hombres, sobre una misma piedra. Sólo escapó Jotam, el hijo menor de
Yerubbaal, porque se escondió. Luego se reunieron todos los señores de Siquem y
todo Bet Milló, y fueron y proclamaron rey a Abimélek junto al Terebinto de la
estela que hay en Siquem.
Se lo anunciaron a Jotam, quien se colocó en la cumbre del monte Garizim, alzó
la voz y clamó: «Escuchadme, señores de Siquem, y que Dios os escuche. Los
árboles se pusieron en camino para ungir a uno como su rey. Dijeron al olivo: "Sé
tú nuestro rey."
Les respondió el olivo: "¿Voy a renunciar a mi aceite con el que gracias a
mí son honrados los dioses y los hombres, para ir a vagar por encima de los
árboles?" Los árboles dijeron a la higuera: "Ven tú, reina sobre
nosotros."
Les respondió la higuera: "¿Voy a renunciar a mi dulzura y a mi sabroso
fruto, para ir a vagar por encima de los árboles? Los árboles dijeron a la vid:
"Ven tú, reina sobre nosotros."
Les respondió la vid: "¿Voy a renunciar a mi mosto, el que alegra a los
dioses y a los hombres, para ir a vagar por encima de los árboles?" Todos los
árboles dijeron a la zarza: "Ven tú, reina sobre nosotros." La zarza
respondió a los árboles: "Si con sinceridad venís a ungirme a mí para
reinar sobre vosotros, llegad y cobijaos a mi sombra. Y si no es así, brote
fuego de la zarza y devore los cedros del Líbano."» Si, pues, habéis
obrado con sinceridad y lealtad con Yerubbaal y con su casa en el día de hoy,
que Abimélek sea vuestra alegría y vosotros la suya. De lo contrario, que salga
fuego de Abimélek y devore a los señores de Siquem y de Bet Milló; y que salga
fuego de los señores de Siquem y Bet Milló y devore a Abimélek.»
Responsorio Jc 8, 23; Ap 5, 13
R. No seré yo quien reine sobre vosotros, ni mi hijo: * el
Señor será vuestro rey.
V. Al que se sienta en el trono y al Cordero la alabanza, el honor,
la gloria y el poder por los siglos de los siglos.
R. El Señor será vuestro rey.
Segunda Lectura
Del tratado de san Cipriano, obispo y mártir, sobre el Padrenuestro
(Caps. 23-24: CSEL 3, 284-285)
QUE LOS QUE SOMOS HIJOS DE DIOS PERMANEZCAMOS EN LA PAZ DE DIOS
El Señor añade una condición necesaria e ineludible, que es, a la
vez, un mandato y una promesa, esto es, que pidamos el perdón de nuestras
ofensas en la medida en que nosotros perdonamos a los que nos ofenden, para que
sepamos que es imposible alcanzar el perdón que pedimos de nuestros pecados si
nosotros no actuamos de modo semejante con los que nos han hecho alguna ofensa.
Por ello, dice también en otro lugar: La medida que uséis, la usarán con
vosotros. Y aquel siervo del Evangelio, a quien su amo había perdonado toda la
deuda y que no quiso luego perdonarla a su compañero, fue arrojado a la cárcel.
Por no haber querido ser indulgente con su compañero, perdió la indulgencia que
había conseguido de su amo.
Y vuelve Cristo a inculcarnos esto mismo, todavía con más fuerza y energía,
cuando nos manda severamente: Cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis
contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas.
Pero, si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre celestial perdonará vuestros
pecados. Ninguna excusa tendrás en el día del juicio, ya que serás juzgado según
tu propia sentencia y serás tratado conforme a lo que tú hayas hecho.
Dios quiere que seamos pacíficos y concordes y que habitemos unánimes en su
casa, y que perseveremos en nuestra condición de renacidos a una vida nueva, de
tal modo que los que somos hijos de Dios permanezcamos en la paz de Dios y los
que tenemos un solo espíritu tengamos también un solo pensar y sentir. Por
esto, Dios tampoco acepta el sacrificio del que no está en concordia con
alguien, y le manda que se retire del altar y vaya primero a reconciliarse con
su hermano; una vez que se haya puesto en paz con él, podrá también
reconciliarse con Dios en sus plegarias. El sacrificio más importante a los ojos
de Dios es nuestra paz y concordia fraterna y un pueblo cuya unión sea un
reflejo de la unidad que existe entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Además, en aquellos primeros sacrificios que ofrecieron Abel y Caín, lo que
miraba Dios no era la ofrenda en sí, sino la intención del oferente, y, por
eso, le agradó la ofrenda del que se la ofrecía con intención recta. Abel, el
pacífico y justo, con su sacrificio irreprochable, enseñó a los demás que,
cuando se acerquen al altar para hacer su ofrenda, deben hacerlo con temor de
Dios, con rectitud de corazón, con sinceridad, con paz y concordia. En efecto,
el justo Abel, cuyo sacrificio había reunido estas cualidades, se convirtió más
tarde él mismo en sacrificio y así, con su sangre gloriosa, por haber obtenido
la justicia y la paz del Señor, fue el primero en mostrar lo que había de ser
el martirio, que culminaría en la pasión del Señor. Aquellos que lo imitan son
los que serán coronados por el Señor, los que serán reivindicados el día del
juicio.
Por lo demás, los discordes, los disidentes, los que no están en paz con sus
hermanos no se librarán del pecado de su discordia, aunque sufran la muerte por
el nombre de Cristo, como atestiguan el Apóstol y otros lugares de la sagrada
Escritura, pues está escrito: El que odia a su hermano es un homicida, y el
homicida no puede alcanzar el reino de los cielos y vivir con Dios. No puede
vivir con Cristo el que prefiere imitar a Judas y no a Cristo.
Responsorio Ef 4, 1. 3, 4; Rm 15,
5, 6
R. Os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis
sido convocados: esforzaos por manteneros en la unidad del Espíritu, con el
vínculo de la paz, * como una sola es la meta de la esperanza en la vocación a la
que habéis sido convocados.
V. Dios os conceda tener un mismo sentir entre vosotros; así
con un mismo corazón y una misma boca le daréis gloria.
R. Como una sola es la meta de la esperanza en la vocación a la
que habéis sido
convocados.
*Lecturas de la 11ª Semana del Tiempo
Ordinario Ciclo B*
Viernes, 18 de junio de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (6,19-23)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No atesoréis tesoros en la
tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren
boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni
carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde
está tu tesoro allí está tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo
está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo
entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será
la oscuridad!»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Señor ha visitado y redimido a su pueblo.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha visitado y redimido a su pueblo.
PRECES
Invoquemos a Cristo, que nació, murió y resucitó por su pueblo,
diciendo:
Salva, Señor, al pueblo que redimiste con tu sangre.
Te bendecimos, Señor, a ti que por nosotros aceptaste el suplicio de la cruz:
mira con bondad a tu familia santa, redimida con tu sangre.
Tú que prometiste a los que en ti creyeran que manarían de su interior
torrentes de agua viva,
derrama tu Espíritu sobre todos los hombres.
Tú que enviaste a los discípulos a predicar el Evangelio,
haz que los cristianos anuncien tu palabra con fidelidad.
A los enfermos y a todos los que has asociado a los sufrimientos de tu pasión,
concédeles fortaleza y paciencia.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Llenos del Espíritu de Jesucristo, acudamos a nuestro Padre común, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Ilumina, Señor, nuestros corazones y fortalece nuestras
voluntades, para que sigamos siempre el camino de tus mandatos, reconociéndote
como nuestro guía y maestro. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*San Marco y Marceliano, Mártires*
San Marcos y Marceliano fueron hermanos gemelos, hijos de San
Tranqulino y Santa Marcia (romanos gentiles). A los dos hermanos los cría un
ayo cristiano, quien les inculcó en la religión, sin que sus padres conocieran
de ello.
Tenían grandes deseos de ser célibes, pero se vieron obligados a
casarse con doncellas paganas. La esperanza que tenían eran que con el tiempo
pudieran convertirlas predicando con su ejemplo.
Eran muy prudentes a la hora de profesar su fe, a pesar de que su
familia ya se había enterado de ello. Ésto hizo que pudieran protegerse por un
tiempo de los crueles edictos de Diocleciano. Sin embargo, fueron apresados y
encerrados en un calabozo. Para ellos esto representó una gran alegría, y el
desconcierto de su familia. Ya tenían tiempo pensando en que el martirio era el
único objeto de toda su ambición, esperando que el Señor les concediera la
gracia de derramar su sangre y dar la vida por si gloria.
Fueron condenados a los azotes, a pesar de que su familia les
aconsejaba que renegaran del cristianismo y que en secreto lo ejercieran, no se
dejaron amilanar por el castigo. Desesperado el juez Cromacio, al ver que no
podía reducirlos, mandó a degollarlos.
Los familiares, desesperados, rogaron que les dieran un plazo de
treinta días, el cual les fue concedido. En este tiempo, fueron trasladados de
la celda a su casa, donde sus padres y esposas diariamente les rogaban para que
dejaran la fe. Al cabo de este plazo, los familiares se habían convertido al
cristianismo.
Al presentarse a Cromacio y presentar el padre de nuestros
mártires su testimonio, quedó tan impactado que luego de un tiempo se bautizó y
dejó su cargo. Lo sucedió Fabiano, un hombre cruel y declarado enemigo de los
cristianos, quien retomó la persecución y reabrió las causas que habían quedado
pendientes.
Volvieron a ser capturados y sentenciados a muerte apenas se
dictara sentencia. Demostró su crueldad Fabiano mandándolos a atar a un tronco
y que sean sus pies traspasados con dos grandes clavos. A pesar de todo Marco y
Marceliano entonaban cánticos que alababan al Señor. Pasaron así un día y una
noche.
Al día siguiente mandó a que se les quitase la vida,
traspasándolos con lanzas. Murieron pronunciando el nombre de Jesús y María el
18 de Junio de 286. Fueron enterrados en un lugar llamado de las Arenas, donde se
construyó un cementerio. Luego sus reliquias fueron trasladadas a Roma.
*VÍSPERAS*
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: YO HE SENTIDO, SEÑOR, TU VOZ AMANTE
Yo he sentido, Señor, tu voz amante,
en el misterio de las noches bellas,
y en el suave temblor de las estrellas
la armonía gocé de tu semblante.
No me llegó tu acento amenazante
entre el fragor de trueno y de centellas;
al ánima llamaron tus querellas
como el tenue vagido de un infante.
¿Por qué no obedecí cuando te oía?
¿Quién me hizo abandonar tu franca vía
y hundirme en las tinieblas del vacío?
Haz, mi dulce Señor, que en la serena
noche vuelva a escuchar tu cantilena;
¡ya no seré cobarde, Padre mío! Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.
Salmo 134 I - HIMNO A DIOS POR SUS MARAVILLAS
Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.
Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.
Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta a los vientos de sus silos.
Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
-en medio de ti, Egipto-
contra el Faraón y sus ministros.
Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos;
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.
Ant 2. Casa de Israel, bendice al Señor; tañed para su nombre, que es
amable.
Salmo 134 II.
Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.
Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas:
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,
tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor;
fieles del Señor, bendecid al Señor.
Bendito en Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Casa de Israel, bendice al Señor; tañed para su nombre, que es
amable.
Ant 3. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento,
Señor.
Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento,
Señor.
LECTURA BREVE St 1, 2-4
Hermanos míos, si estáis sometidos a tentaciones diversas, consideradlo como
una alegría, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce constancia. Pero
haced que la constancia dé un resultado perfecto, para que seáis perfectos e
íntegros, sin defectos en nada.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.
R. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.
V. Y ha hecho de nosotros reino y sacerdotes para el Dios y Padre
suyo.
R. Por la virtud de su sangre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su
misericordia.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
+Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su
misericordia.
PRECES
Invoquemos al Hijo de Dios, a quien el Padre entregó por nuestras
faltas y lo resucitó para nuestra justificación, diciendo:
Señor, ten piedad.
Escucha, Señor, nuestras súplicas, perdona los pecados de los que se confiesen
culpables
y en tu bondad otórganos el perdón y la paz.
Tú que, por medio del Apóstol nos has enseñado que donde se multiplicó el
pecado sobreabundó mucho más la gracia,
perdona con largueza nuestros muchos pecados.
Hemos pecado mucho, Señor, pero confiamos en tu misericordia infinita;
vuélvete a nosotros para que podamos convertirnos a ti.
Salva a tu pueblo de sus pecados, Señor,
y sé benévolo con nosotros.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que abriste las puertas del paraíso al buen ladrón,
ábrelas también para nuestros hermanos difuntos.
Reconociendo que nuestra fuerza para no caer en la tentación se halla en Dios,
digamos confiadamente:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Padre santo, que quisiste que tu Hijo fuese el precio de
nuestro rescate, haz que vivamos de tal manera que, tomando parte en los padecimientos
de Cristo, nos gocemos también en la revelación de su gloria. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.