*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Santa Inés de Montepulciano*
TIEMPO
PASCUAL
MARTES
DE SEMANA III
Propio del Tiempo. Salterio III
20 de abril
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Himno: ESTABA AL ALBA MARÍA
Estaba al alba María,
porque era la enamorada.
«¡María!», la voz amada.
«¡Rabbuní!», dice María.
El amor se hizo un abrazo
junto a las plantas benditas;
las llagas glorificadas
ríos de fuego y delicia;
Jesús, esposo divino,
María, esposa cautiva.
Estaba al alba María,
para una unción preparada.
Jesús en las azucenas
al claro del bello día.
En los brazos del Esposo
la Iglesia se regocija.
¡Gloria al Señor encontrado,
gloria al Dios de la alegría,
gloria al Amor más amado,
gloria y paz, y Pascua y dicha! ¡Aleluya!
Estaba al alba María,
es Pascua en la Iglesia santa. ¡Aleluya! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú nos devuelves la vida, y tu pueblo, Señor, se alegra contigo.
Aleluya.
Salmo 84 - NUESTRA SALVACIÓN ESTA CERCA
Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.
Restáuranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?
¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo;
el Señor dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú nos devuelves la vida, y tu pueblo, Señor, se alegra contigo.
Aleluya.
Ant 2. Confiamos en el Señor; él nos dará la luz y la paz. Aleluya.
Cántico: HIMNO DESPUÉS DE LA VICTORIA SOBRE EL ENEMIGO Is 26, 1-4.
7-9. 12
Tenemos una ciudad fuerte,
ha puesto para salvarla murallas y baluartes:
Abrid las puertas para que entre un pueblo justo,
que observa la lealtad;
su ánimo está firme y mantiene la paz,
porque confía en ti.
Confiad siempre en el Señor,
porque el Señor es la Roca perpetua:
La senda del justo es recta.
Tú allanas el sendero del justo;
en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos,
ansiando tu nombre y tu recuerdo.
Mi alma te ansía de noche,
mi espíritu en mi interior madruga por ti,
porque tus juicios son luz de la tierra,
y aprenden justicia los habitantes del orbe.
Señor, tú nos darás la paz,
porque todas nuestras empresas
nos las realizas tú.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Confiamos en el Señor; él nos dará la luz y la paz. Aleluya.
Ant 3. La tierra ha dado su fruto: que canten de alegría las naciones.
Aleluya.
Salmo 66 - QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La tierra ha dado su fruto: que canten de alegría las naciones.
Aleluya.
LECTURA BREVE Hch 13, 30-33
Dios resucitó a Jesús de entre los muertos. Y durante muchos días se apareció a
los que con él habían subido de Galilea a Jerusalén: éstos, efectivamente, dan
ahora testimonio de él ante el pueblo. Y nosotros os damos la buena nueva: la
promesa que Dios hizo a nuestros padres la ha cumplido él ahora con nosotros,
sus hijos, resucitando a Jesús, según está escrito en el salmo segundo: «Tú
eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy.»
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre,y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
V. Cristo,
una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere. Aleluya.
R. La muerte no tiene ya poder sobre él. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Apocalipsis 8, 1-13
EL MUNDO ES CASTIGADO POR SIETE ÁNGELES
Cuando abrió el Cordero el séptimo sello, se hizo un silencio en el cielo, como
de media hora.
Vi a los siete ángeles que están en la presencia de Dios. Y se les dieron siete
trompetas. Vino otro ángel y se puso en pie junto al altar, con un incensario
de oro. Y se le dio gran cantidad de incienso, para que lo ofreciese en
representación de las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro, que
está delante del trono. Y el humo del incienso subió a la presencia de Dios, de
mano del ángel, en representación de las oraciones de los santos. Tomó entonces
el ángel el incensario, lo llenó con fuego del altar y lo arrojó sobre la
tierra. Y hubo truenos, estrépito, relámpagos y terremoto.
Los siete ángeles, que tenían las siete trompetas, se dispusieron a tocarlas.
Tocó el primero la trompeta; y hubo pedrisco y fuego mezclados con sangre, que
fueron arrojados sobre la tierra. La tercera parte de la tierra quedó abrasada;
quedó abrasada la tercera parte de los árboles; y toda la hierba verde se
quemó.
Tocó el segundo ángel la trompeta; y algo así como una ingente montaña,
ardiendo en llamas, fue arrojada al mar.
Convirtióse en sangre la tercera parte del mar; murió la tercera parte de los
seres vivos que hay en el mar; y la tercera parte de las naves fue destruida.
Tocó el tercer ángel la trompeta; y cayó del cielo una enorme estrella que
ardía como una tea; y cayó sobre la tercera parte de los ríos y sobre los
manantiales de las aguas. El nombre de esta estrella es Ajenjo. Convirtióse en
ajenjo la tercera parte de las aguas; y muchos de los hombres murieron a
consecuencia de las aguas, porque se habían vuelto amargas.
Tocó el cuarto ángel la trompeta; y fue herida la tercera parte del sol, la
tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas. Con eso se
ensombreció la tercera parte de los astros; el día perdió una tercera parte de
su esplendor e igualmente la noche.
Y tuve otra visión. Oí un águila que volaba en lo más alto de los cielos,
clamando con poderosa voz:
«¡Ay, ay, ay de los habitantes de la tierra cuando suenen las trompetas de los
tres ángeles que están ya por sonar!»
RESPONSORIO Ap 8, 3. 4; cf. 5, 8
R. El ángel se puso en pie junto al altar, con un incensario de oro.
Y se le dio gran cantidad de incienso; * y el humo del
incienso subió a la presencia de Dios. Aleluya.
V. Cada ángel tenía una copa de oro llena de incienso, que
significaba las oraciones de los santos.
R. Y el humo del incienso subió a la presencia de Dios. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Agustín, obispo
(Sermón 34, 1-3. 5-6: CCL 41. 424-426)
CANTEMOS AL SEÑOR EL CÁNTICO DEL AMOR
Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los
fieles. Se nos exhorta a cantar al Señor un cántico nuevo. El hombre nuevo sabe
lo que significa este cántico nuevo. Un cántico es expresión de alegría y,
considerándolo con más atención, es una expresión de amor. Por esto, el que es
capaz de amar la vida nueva es capaz de cantar el cántico nuevo. Debemos, pues,
conocer en qué consiste esta vida nueva, para que podamos cantar el cántico
nuevo. Todo, en efecto, está relacionado con el único reino, el hombre nuevo,
el cántico nuevo, el Testamento nuevo. Por ello el hombre nuevo debe cantar el
cántico nuevo porque pertenece al Testamento nuevo.
Nadie hay que no ame, pero lo que interesa es cuál sea el objeto de su amor. No
se nos dice que no amemos, sino que elijamos a quien amar. Pero, ¿cómo podremos
elegir, si antes no somos nosotros elegidos? Porque, para amar, primero tenemos
que ser amados. Oíd lo que dice el apóstol Juan: Él nos amó primero. Si
buscamos de dónde le viene al hombre el poder amar a Dios, la única razón que
encontramos es porque Dios lo amó primero. Se dio a sí mismo como objeto de
nuestro amor y nos dio el poder amarlo. El apóstol Pablo nos enseña de manera
aún más clara cómo Dios nos ha dado el poder amarlo: El amor de Dios —dice— ha
sido derramado en nuestros corazones. ¿Por quién ha sido derramado? ¿Por
nosotros, quizá? No, ciertamente. ¿Por quién, pues? Por el Espíritu Santo que se
nos ha dado.
Teniendo, pues, tan gran motivo de confianza, amemos a Dios con el amor que de
él procede. Oíd con qué claridad expresa san Juan esta idea: Dios es amor y
quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él. Sería poco decir:
El amor es de Dios. Y ¿quién de nosotros se atrevería a decir lo que el
evangelista afirma: Dios es amor? Él lo afirma porque sabe lo que posee.
Dios se nos ofrece en posesión. Él mismo clama hacia nosotros: «Amadme y me
poseeréis, porque no podéis amarme si no me poseéis.»
¡Oh, hermanos! ¡Oh, hijos de Dios! Germen de universalidad, semilla celestial y
sagrada, que habéis nacido en Cristo a una vida nueva, a una vida que viene de
lo alto, escuchadme, mejor aún, cantad al Señor, junto conmigo, un cántico
nuevo. «Ya lo canto», me respondes. Sí, lo cantas, es verdad, ya lo oigo. Pero,
que tu vida no dé un testimonio contrario al que proclama tu voz.
Cantad con la voz y con el corazón, con la boca y con vuestra conducta: Cantad
al Señor un cántico nuevo. ¿Os preguntáis qué alabanzas hay que cantar de aquel
a quien amáis? Porque, sin duda, queréis que vuestro canto tenga por tema a
aquel a quien amáis. ¿Os preguntáis cuáles son las alabanzas que hay que
cantar? Habéis oído: Cantad al Señor un cántico nuevo. ¿Os preguntáis qué
alabanzas? Resuene su alabanza en la asamblea de los fieles. Su alabanza son
los mismos que cantan.
¿Queréis alabar a Dios? Vivid de acuerdo con lo que pronuncian vuestros labios.
Vosotros mismos seréis la mejor alabanza que podáis tributarle, si es buena
vuestra conducta.
RESPONSORIO Rm 6,4; 1Jn 3, 23; Jdt 16, 15
R. Así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria
del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva. * Amémonos
mutuamente conforme al mandamiento que nos dio. Aleluya.
V. Cantemos un himno al Señor, cantemos a nuestro Dios un cántico
nuevo.
R. Amémonos mutuamente conforme al mandamiento que nos dio. Aleluya.
Martes, 20 de abril de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (6,30-35)*
En aquel tiempo, el gentío dijo a Jesús:
«¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra?
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del
cielo les dio a comer”».
Jesús les replicó: «En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio
pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo.
Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».
Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de este pan».
Jesús les contestó: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre,
y el que cree en mí no tendrá sed jamás».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Os lo digo con toda verdad: Moisés no os dio el pan del cielo; es
mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Os lo digo con toda verdad: Moisés no os dio el pan del cielo; es
mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Aleluya.
PRECES
Alabemos a Cristo, que con su poder reconstruyó el templo
destruido de su cuerpo, y supliquémosle:
Concédenos, Señor, los frutos de tu resurrección.
Cristo Salvador, que en tu resurrección anunciaste la alegría a las mujeres y a
los apóstoles y salvaste al universo entero,
conviértenos en testigos de tu resurrección.
Tú que has prometido la resurrección universal y has anunciado una vida nueva,
haz de nosotros mensajeros del Evangelio de la vida.
Tú que te apareciste repetidas veces a los apóstoles y les comunicaste el
Espíritu Santo,
renuévanos por el Espíritu consolador.
Tú que prometiste estar con tus discípulos hasta el fin del mundo,
quédate hoy con nosotros y sé siempre nuestro compañero.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Concluyamos nuestra oración, diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro
maestro:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, tú que abres las puertas del reino celestial a los que han
renacido por el agua y por el Espíritu Santo, acrecienta en tus hijos la gracia
que les has dado, para que no se vean privados de tus promesas los que han sido
ya purificados de sus culpas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*Santa Inés
de Montepulciano*
Nació en Montepulciano, (Italia)
en 1268 y fue una de las figuras más brillantes de la Orden de Santo Domingo.
A los 9 años obtuvo que sus padres (que eran de una de las principales familias
de la ciudad) la dejaran irse a vivir a un convento de religiosas. Allí su
seriedad y su comportamiento tan inteligente le atrajeron de tal manera la confianza
de las superioras que cuando apenas tenía catorce años la encargaron ya de la
portería del convento y de recibir las visitas.
*Biografía de Santa Inés de
Montepulciano*
Cuando ella tenía 15 años, la superiora de aquella comunidad fue
trasladada a fundar un convento en otra ciudad, y pidió que le dejaran llevar
como principal colaboradora a Inés, porque era una joven de una extraordinaria
responsabilidad en todo lo que hacía.
Y sucedió por aquellos tiempos que las gentes de Montepulciano
dispusieron crear unas casas para religiosas. Pidieron que les fuera enviada
como superiora del nuevo convento la joven Inés, cuya santidad ya era notoria
en todos los alrededores. Ella siendo tan joven, aceptó el cargo porque
confiaba en que Dios le iba a ayudar de maneras sorprendentes. Y así sucedió.
Estaba Inés pensando a qué comunidad religiosa debía ella confiar
a las monjitas de su nuevo convento, cuando una noche en una visión se le
aparecieron en el mar muchas barcas con distintos patronos, invitándola a
navegar en ellas. Pero una barca tenía por piloto a Santo Domingo de Guzmán y
este santo le decía: "Es voluntad de Dios que tú viajes en la barca de la
Comunidad Dominicana". Desde entonces se propuso afiliar a sus religiosas
a la Comunidad de padres Dominicos. Y así ella llegará a ser una de las glorias
de esta comunidad, y lo mismo lo será su gran devota, Santa Catalina de Siena.
Desde muy joven ayunaba casi todos los días y dormía en el duro
suelo y tenía por almohada una piedra. Después la salud se le resintió y por
orden del médico tuvo que suavizar esas mortificaciones. San Raimundo cuenta
que Dios le permitía visiones celestiales, que un día logró ver cómo era Jesús
cuando era Niño. Otra vez estando la despensa del convento desprovista y no
habiendo alimentos para las monjas, ella rezó con fe y la despensa apareció
llena de comestibles. La veían levantada por los aires mientras le llegaban los
éxtasis de la oración. Un ángel se le apareció ofreciéndole un cáliz de
amargura y le dijo: "Como Jesús, en esta tierra tendrás que beber el cáliz
de la amargura, pero para la eternidad te espera la corona de gloria que nunca
se marchita".
Santa Catalina de Siena que fue a Montepulciano a visitar el
cadáver de Santa Inés, el cual después de 30 años, todavía se encontraba
incorrupto, profesaba una gran veneración a esta santa y en una carta que
escribió a las religiosas de esa comunidad les dice: "Les recomiendo que
sigan las enseñanzas de la hermana Inés y traten de imitar su santa vida,
porque dio verdaderos ejemplos de caridad y humildad. Ella tenía en su corazón
un gran fuego de caridad, regalado por el mismo Dios, y este fuego le producía
un inmenso deseo de salvar almas y de santificarse por conseguir la salvación
de muchos. Y después de la caridad lo que más admiraba en ella era su profunda
humildad. Siempre oraba y se esforzaba por conservar y aumentar estas dos
virtudes. Y lo que le ayudaba mucho a crecer en santidad era que se había
despojado de todo deseo de poseer bienes materiales o de darle gusto a sus
inclinaciones sensuales, y el dominar continuamente su amor propio. Su corazón
estaba totalmente lleno de amor a Cristo Crucificado, y este amor echaba fuera
los amores mundanos y los apegos indebidos a lo que es terrenal. Ella ofrecía
en sacrificio a Dios su propia sensualidad. Para esta buena religiosa el mejor
tesoro era Cristo crucificado, en quien meditaba siempre y a quien tanto
amaba". Hermoso relato redactado por una gran santa, acerca de otra santa
también muy admirable.
San Raimundo cuenta que muchos testigos le declararon haber presenciado hechos
milagrosos en la vida de Santa Inés.
Cuando estaba moribunda, oyó que sus religiosas lloraban y les
dijo emocionada: "Si en verdad me aman, alégrense de que voy al Padre Dios
a recibir su herencia eterna. No se afanen que desde la eternidad las
encomendaré siempre".
Murió en el mes de abril del año 1317 a la edad de 49 años, y en
su sepulcro se han obrado muchos milagros.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: NOS REÚNE DE NUEVO EL MISTERIO
Nos reúne de nuevo el misterio
del Señor que resurge a la vida,
con su luz ilumina a la Iglesia,
como el sol al nacer cada día.
Resucita también nuestras almas,
que tu muerte libró del castigo
y vencieron contigo al pecado
en las aguas del santo bautismo.
Transfigura los cuerpos mortales
que contemplan tu rostro glorioso,
bella imagen del Dios invisible
que ha querido habitar con nosotros.
Cuando vengas, Señor, en tu gloria,
que podamos salir a tu encuentro,
y a tu lado vivamos por siempre
dando gracias al Padre en el reino. Amén.
SALMODIA
Ant 1. La paz sea con vosotros; soy yo, no tengáis miedo. Aleluya.
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La paz sea con vosotros; soy yo, no tengáis miedo. Aleluya.
Ant 2. Espere Israel en el Señor. Aleluya.
Salmo 130 - COMO UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN LOS BRAZOS DE DIOS
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Espere Israel en el Señor. Aleluya.
Ant 3. Tema al Señor la tierra entera, porque él lo dijo y existió.
Aleluya.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tema al Señor la tierra entera, porque él lo dijo y existió.
Aleluya.
LECTURA BREVE 1Pe 2, 4-5
Acercándoos al Señor, la piedra viva, rechazada por los hombres, pero escogida
y apreciada por Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la
construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para
ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.
V. Al ver al Señor.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El pan de Dios es el que ha bajado del cielo y da vida al mundo.
Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El pan de Dios es el que ha bajado del cielo y da vida al mundo.
Aleluya.
PRECES
Aclamemos alegres a Cristo, que después de ser sepultado en el
seno de la tierra resucitó gloriosamente a vida nueva, y digámosle confiados:
Rey de la gloria, escúchanos.
Te rogamos, Señor, por los obispos, los presbíteros y los diáconos: que sirvan
con celo a tu pueblo
y lo conduzcan por los caminos del bien.
Te rogamos, Señor, por los que sirven a tu Iglesia con el estudio de tu
palabra:
que escudriñen tu doctrina con pureza de corazón y deseo de adoctrinar a tu
pueblo.
Te rogamos, Señor, por todos los fieles de la Iglesia: que combatan bien el
combate de la fe
y, habiendo corrido hasta la meta, alcancen la corona merecida.
Tú que en la cruz cancelaste la nota de cargo de nuestra deuda,
destruye también en nosotros toda clase de esclavitud y líbranos de toda
tiniebla.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que al bajar al lugar de los muertos abriste las puertas del abismo,
recibe a nuestros hermanos difuntos en tu reino.
Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, tú que abres las puertas del reino celestial a los que han
renacido por el agua y por el Espíritu Santo, acrecienta en tus hijos la gracia
que les has dado, para que no se vean privados de tus promesas los que han sido
ya purificados de sus culpas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.