*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*San Patricio*
Laudes -
SAN PATRICIO, OBISPO 2021
Nacido en Gran Bretaña
hacia el 385, muy joven fue llevado cautivo a Irlanda, y obligado a guardar
ovejas. Recobrada la libertad, abrazó el estado clerical y fue consagrado
obispo de Irlanda, desplegando extraordinarias dotes de evangelizador, y
convirtiendo a la fe a numerosas gentes, entre las que organizó la Iglesia.
Murió el año 461, en Down, llamado en su honor Downpatrik (Irlanda).
El siguiente es el formulario que corresponde a laudes de la
liturgia de las horas para SAN PATRICIO, OBISPO el día de miércoles, 17 de
marzo de 2021.
Invitatorio
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.
Invitación a la alabanza divina
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Laudes
Himno
Este es el día del Señor.
Este es el tiempo de la misericordia.
Delante de tus ojos
ya no enrojeceremos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.
Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.
En medio de las gentes
nos guardas como un resto
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.
Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos.
Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.
¡Exulten mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor que es justo
revoca sus decretos.
La salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo.
Salmodia
Antífona 1: Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar
una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Salmo 62,
2-9
El alma sedienta de Dios
Madruga
por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Antífona 2: Alumbre así vuestra luz a los hombres, para
que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre.
Dn
3,57-88.56
Toda la creación alabe al Señor
Alabad al
Señor, sus siervos todos. (Ap 19,5)
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona 3: La palabra de Dios es viva y eficaz, más
tajante que espada de doble filo.
Salmo 149
Alegría de los santos
Los hijos
de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su Rey, Cristo, el Señor.
(Hesiquio)
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Lectura Breve
Hb 13, 7-9a
Acordaos de vuestros dirigentes, que os anunciaron la palabra de
Dios; fijaos en el desenlace de su vida e ¡mitad su fe. Jesucristo es el mismo
ayer y hoy y siempre. No os dejéis arrastrar por doctrinas complicadas y extrañas.
Responsorio Breve
V. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
V. Ni de día ni de noche dejarán de anunciar el nombre del
Señor.
R. He colocado centinelas.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
V. Oirás de mi boca una palabra.
R. Y les advertirás de mi parte.
Lecturas
Primera Lectura
De la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 2,
1-13. 19-20
RECORDAD NUESTROS ESFUERZOS Y FATIGAS
Sabéis muy bien, hermanos, que vuestra visita no fue inútil.
A pesar de los sufrimientos e injurias padecidos en Filipos, que ya conocéis,
tuvimos valor –apoyados en nuestro Dios– para predicaros el Evangelio de Dios
en medio de fuerte oposición. Nuestra exhortación no procedía de error o de
motivos turbios, ni usaba engaños, sino que Dios nos ha aprobado y nos ha confiado
el Evangelio, y así lo predicamos no para contentar a los hombres, sino a Dios,
que prueba nuestras intenciones. Como bien sabéis, nunca hemos tenido palabras
de adulación ni codicia disimulada.
Dios es testigo. No pretendimos honor de los hombres, ni de vosotros, ni de los
demás, aunque, como apóstoles de Cristo, podíamos haberos hablado
autoritariamente; por el contrario, os tratamos con delicadeza, como una madre cuida
de sus hijos. Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el
Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais
ganado nuestro amor. Recordad si no, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas;
trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie, proclamamos entre
vosotros el Evangelio de Dios.
Vosotros sois testigos, y Dios también, de lo leal, recto e irreprochable que
fue nuestro proceder con vosotros, los creyentes; sabéis perfectamente que
tratamos con cada uno de vosotros personalmente, como un padre, con sus hijos,
animándoos con tono suave y enérgico a vivir como se merece Dios, que os ha
llamado a su reino y gloria.
Esa es la razón por la que no cesamos de dar gracias a Dios, porque al recibir
la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre,
sino, cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece operante en
nosotros, los creyentes.
Al fin y al cabo, ¿quién sino vosotros será nuestra esperanza, nuestra alegría
y nuestra honrosa corona ante nuestro Señor Jesús cuando venga? Sí, nuestra
gloria y alegría sois vosotros.
Cf. Hch 20, 28; 1 Co 4, 2
R. Tened cuidado del rebaño que el Espíritu Santo os ha
encargado guardar, * como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la
sangre de su Hijo.
V. En un administrador lo que se busca es que sea fiel.
R. Como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la
sangre de su Hijo.
Segunda Lectura
De la Confesión de san Patricio, obispo
(Caps. 14-16: PL 53, 808-809)
MUCHOS PUEBLOS RENACIERON A DIOS POR MÍ
Sin cesar doy gracias a Dios que me mantuvo fiel en el día de la
prueba. Gracias a él puedo hoy ofrecer con toda confianza a Cristo, quien me
liberó de todas mis tribulaciones, el sacrificio de mi propia alma como víctima
viva, y puedo decir: ¿Quién soy yo, y cuál es la excelencia de mi vocación,
Señor, que me has revestido de tanta gracia divina? Tú me has concedido exultar
de gozo entre los gentiles y proclamar por todas partes tu nombre, lo mismo en
la prosperidad que en la adversidad. Tú me has hecho comprender que cuanto me
sucede, lo mismo bueno que malo, he de recibirlo con idéntica disposición, dando
gracias a Dios que me otorgó esta fe inconmovible y que constantemente me escucha.
Tú has concedido a este ignorante el poder realizar en estos tiempos esta obra tan
piadosa y maravillosa, imitando a aquellos de los que el Señor predijo que
anunciarían su Evangelio para que llegue a oídos de todos los pueblos. ¿De
dónde me vino después este don tan grande y tan saludable: conocer y amar a
Dios, perder a mi patria y a mis padres y llegar a esta gente de Irlanda, para
predicarles el Evangelio, sufrir ultrajes de parte de los incrédulos, ser
despreciado como extranjero, sufrir innumerables persecuciones hasta ser
encarcelado y verme privado de mi condición de hombre libre, por el bien de los
demás? Si Dios me juzga digno de ello, estoy dispuesto a dar mi vida gustoso y
sin vacilar por su nombre, gastándola hasta la muerte. Mucho es lo que debo a
Dios, que me concedió gracia tan grande de que muchos pueblos renacieron a Dios
por mí. Y después les dio crecimiento y perfección. Y también porque pude
ordenar en todos aquellos lugares a los ministros para el servicio del pueblo
recién convertido; pueblo que Dios había llamado desde los confines de la
tierra, como lo había prometido por los profetas: A ti vendrán los paganos, de
los extremos del orbe, diciendo: «Qué engañoso es el legado de nuestros padres,
qué vaciedad sin provecho.» Y también: Te hago luz de las naciones, para que mi
salvación alcance hasta el confín de la tierra.
Allí quiero esperar el cumplimiento de su promesa infalible, como afirma en el Evangelio:
Vendrán de Oriente y Occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob. Como
lo afirma nuestra fe, los creyentes vendrán de todas partes del mundo.
Rm 15, 15-16; 1, 9
R. Me ha sido otorgada por Dios la gracia de ser ministro de
Cristo Jesús para los gentiles, ejerciendo la sagrada tarea de anunciar la
Buena Nueva de Dios, * a fin de que el ofrecimiento que se hace de los gentiles a
Dios sea aceptado y santificado en el Espíritu Santo.
V. Sirvo a Dios con toda mi alma, anunciando el mensaje
evangélico de su Hijo.
R. A fin de que el ofrecimiento que se hace de los gentiles a
Dios sea aceptado y santificado en el Espíritu Santo.
Miércoles, 17 de marzo de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (5,17-30)*
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:
«Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo».
Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no solo quebrantaba el
sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.
Jesús tomó la palabra y les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino
lo que viere hacer al Padre. Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo,
pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras
mayores que esta, para vuestro asombro.
Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo
da vida a los que quiere.
Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio,
para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no
honra al Padre que lo envió.
En verdad, en verdad os digo: quien escucha mi palabra y cree al que me envió
posee la vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte
a la vida.
En verdad, en verdad os digo: llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos
oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán.
Porque, igual que el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado también al Hijo
tener vida en sí mismo. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del
hombre.
No os sorprenda esto, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro
oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida;
los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio.
Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es
justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió».
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: Id y sed los maestros de todas las naciones; bautizadlas en
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Demos gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus
ovejas, y supliquémosle diciendo:
*Apacienta a tu pueblo, Señor*.
Señor Jesucristo, tú que en los santos pastores has revelado tu misericordia y
tu amor, — haz que, por ellos, continúe llegando a nosotros tu acción
misericordiosa.
Señor Jesucristo, tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único
pastor de tu pueblo, — no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.
Señor Jesucristo, tú que por medio de los santos pastores eres el médico de los
cuerpos y de las almas, — haz que nunca falten en tu Iglesia los ministros que nos
guíen por las sendas de una vida santa.
Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el
amor de los santos, — haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la
santidad.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Oh Dios, que elegiste a tu obispo san Patricio para que anunciara
tu gloria a los pueblos de Irlanda, concede, por su intercesión y sus méritos,
a cuantos se glorían de llamarse cristianos, la gracia de proclamar siempre tus
maravillas delante de los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos.
Amén.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.
*San
Patricio*
Por lo que el santo dice de sí mismo, se supone que era de origen
romano-bretón. Su padre Calpurnio era diácono y oficial del ejército romano; su
madre era familia de San Martín de Tours; su abuelo había sido sacerdote ya que
en aquellos tiempos no se había impuesto aún la ley del celibato sacerdotal en
todo Occidente.
Se afirma que fue alrededor del año 403, a la edad de 16 años, que
cayó prisionero de piratas junto con otros jóvenes para ser vendido como
esclavo a un pagano del norte de Irlanda llamado Milcho. Lo sirvió cuidando
ovejas. Trató de huir varias veces sin éxito.
La Divina Providencia aprovechó este tiempo de esclavitud, de rudo
trabajo y sufrimiento, para espiritualizarlo, preparándolo para el futuro, ya
que el mismo dijo que hasta entonces "aún no conocía al verdadero
Dios", queriendo decir que había vivido indiferente a los consejos y
advertencias de la Iglesia.
Se cree que el lugar de su cautiverio fue en las costas de mayo,
al borde del bosque de Fochlad (o Foclut). De ser así, el monte de Crochan
Aigli, que fue escenario del famoso ayuno de San Patricio, también fue el lugar
donde vivió los tristes años de su juventud.
Lo más importante es que para entonces, como él lo dice:
"oraba de continuo durante las horas del día y fue así como el amor de
Dios y el temor ante su grandeza, crecieron más dentro de mí, al tiempo que se
afirmaba mi fe y mi espíritu se conmovía y se inquietaba, de suerte que me
sentía impulsado a hacer hasta cien oraciones en el día y, por la noche otras
tantas. Con este fin, permanecía solo en los bosques y en las montañas. Y si
acaso me quedaba dormido, desde antes de que despuntara el alba me despertaba
para orar, en tiempos de neviscas y de heladas, de niebla y de lluvias. Por
entonces estaba contento, porque lejos de sentir en mi la tibieza que ahora
suele embargarme, el espíritu hervía en mi interior".
Después de seis años en tierra de Irlanda y de haber rezado mucho
a Dios para que le iluminara sobre su futuro, una noche soñó que una voz le
mandaba salir huyendo y llegar hasta el mar, donde un barco lo iba a recibir.
Huyendo, caminó más de 300 kilómetros para llegar a la costa. Encontró el
barco, pero el capitán se negaba rotundamente a transportarlo. Sus reiteradas
peticiones para que le dejasen viajar gratis fueron siempre rechazadas, hasta
que al fin, después de mucho orar con fervor, el capitán accedió a llevarlo
hasta Francia. La travesía fue aventurada y peligrosa. Después de tres días de
tormenta en el mar, tocaron tierra en un lugar deshabitado de la costa,
caminaron un mes sin encontrar a nadie y hasta las provisiones se agotaron.
Patricio narra esa aventura diciendo:
"llegó el día en que el capitán de la nave, angustiado por
nuestra situación, me instaba a pedir el auxilio del cielo. '¿Cómo es que nos
sucede esto, cristiano? Dijiste que tu Dios era grande y todopoderoso, ¿por qué
entonces no le diriges una plegaria por nosotros, que estamos amenazados de
morir por hambre? Tal vez no volvamos a ver a un ser humano…' A aquellas
súplicas yo respondí francamente: 'Poned toda vuestra confianza y volved
vuestros corazones al Señor mi Dios, para quien nada es imposible, a fin de que
en este día os envíe vuestro alimento en abundancia y también para los
siguientes del viaje, hasta que estéis satisfechos puesto que Él tiene de sobra
en todas partes'. Fue entonces cuando vimos cruzar por el camino una piara de cerdos;
mis compañeros los persiguieron y mataron a muchos. Ahí nos quedamos dos noches
y, cuando todos estuvieron bien satisfechos y hasta los perros que aún
sobrevivían, quedaron hartos, reanudamos la caminata. Después de aquella
comilona todos mostraban su agradecimiento a Dios y yo me convertí en un ser
muy honorable a sus ojos. Desde aquel día tuvimos alimento en abundancia.
"Finalmente llegaron a lugar habitado y así Patricio quedó a salvo a la
edad de veintidós o veintitrés años y volvió a su casa. Con el tiempo, durante
las vigilias de Patricio en los campos, se reanudaron las visiones y, a menudo,
oía "las voces de los que moran más allá del bosque Foclut, más allá del
mar del oeste y así gritaban todas al mismo tiempo, como si salieran de una
sola boca, estas palabras: 'Clamamos a ti, oh joven lleno de virtudes, para que
vengas entre nosotros nuevamente' ". "Eternas gracias deben dársele a
Dios, agrega, porque al cabo de algunos años el Señor les concedió aquello por
lo que clamaban".
No hay ninguna certeza respecto al orden de los acontecimientos
que se produjeron desde entonces.
Los primeros biógrafos del santo dicen que Patricio pasó varios
años en Francia antes de realizar su trabajo de evangelización en Irlanda.
Existen pruebas firmes de que pasó unos tres años en la isla de Lérins, frente
a Canes, y después se radicó en Auxerre durante quince años más. También hay
sólidas evidencias de que tenía buenas relaciones personales con el obispo San
Germán de Auxerre. Durante este tiempo le ordenaron sacerdote.
Algunos historiadores sostienen, que en esa época hizo un viaje a
Roma y que, el Papa Celestino I fue quien le envió a Irlanda con una misión
especial, ya que su primer enviado Paladio nunca logró cumplir porque a los
doce meses de haber partido murió en el norte de Britania. Para realizar esa
misión encomendada por el Pontífice, San Germán de Auxerre consagró obispo a
Patricio.
Puesto que dependemos de datos confusos, legendarios y muchas
veces contradictorios, de sus primeros biógrafos, es materialmente imposible
obtener detalles del heroico trabajo en las tierras donde había estado cautivo.
La tradición afirma que trabajó en el norte, en la región de Slemish, que dicen
fue la misma donde Patricio cuidaba el ganado y oraba a Dios cuando era un joven
esclavo. Una anécdota que antiguamente la tenía por auténtica en Irlanda relata
que cuando el amo se enteró del regreso de Patricio convertido en venerado
predicador, se puso tan furioso que prendió fuego a su propia casa, pereciendo
en medio de las llamas.
Se afirma que, a su arribo a tierras irlandesas, San Patricio
permaneció una temporada en Ulster, donde fundó el monasterio de Saúl y que con
la energía que lo caracterizaba se propuso la tarea de conquistar el favor del
"Gran Rey" Laoghaire, que vivía con su corte en Tara, de la región de
Meath.
Utilizaba un lenguaje sencillo al evangelizar. Por ejemplo, para
explicarles acerca de la Santísima Trinidad, les presentaba la hoja del trébol,
diciéndoles que así como esas tres hojitas forman una sola verdadera hoja, así
las tres personas divinas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, forman un solo Dios
verdadero. Todos lo escuchaban con gusto, porque el pueblo lo que deseaba era
entender.
Vísperas -
SAN PATRICIO, OBISPO 2021
Nacido en Gran Bretaña
hacia el 385, muy joven fue llevado cautivo a Irlanda, y obligado a guardar
ovejas. Recobrada la libertad, abrazó el estado clerical y fue consagrado
obispo de Irlanda, desplegando extraordinarias dotes de evangelizador, y
convirtiendo a la fe a numerosas gentes, entre las que organizó la Iglesia.
Murió el año 461, en Down, llamado en su honor Downpatrik (Irlanda).
El siguiente es el formulario que corresponde a vísperas de la
liturgia de las horas para SAN PATRICIO, OBISPO el día, miércoles, 17 de marzo
de 2021.
Invitatorio
Vísperas
Invocación
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
Te damos gracias, Señor,
porque has depuesto la ira
y has detenido ante el pueblo
la mano que lo castiga.
Tú eres el Dios que nos salva,
la luz que nos ilumina,
la mano que nos sostiene
y el techo que nos cobija.
Y sacaremos con gozo
del manantial de la Vida
las aguas que dan al hombre
la fuerza que resucita.
Entonces proclamaremos:
"¡Cantadle con alegría!
¡El nombre de Dios es grande;
su caridad, infinita!
¡Que alabe al Señor la tierra!
Contadle sus maravillas.
¡Qué grande, en medio del pueblo,
el Dios que nos justifica!". Amén.
Salmodia
Antífona 1: Soy ministro del Evangelio por don de la
gracia de Dios.
Salmo 14
¿QUIÉN ES JUSTO ANTE EL SEÑOR?
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,
el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,
el que no retracta lo que juró
aún en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
Antífona 2: Administrador fiel y solícito a quien el amo
ha puesto al frente de su servidumbre.
Salmo 111
FELICIDAD DEL JUSTO
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.
En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.
No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.
El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.
Antífona 3: Mis ovejas escucharán mi voz, y habrá un solo
rebaño y un solo pastor.
Cántico Ap
15, 3-4
CANTO DE LOS VENCEDORES
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Lectura Breve
1 Pe 5, 1-4
A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos,
testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a
descubrirse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios a vuestro cargo,
gobernándolo, no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere, no por
sórdida ganancia, sino con generosidad, no como dominadores sobre la heredad de
Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y, cuando aparezca el supremo
Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.
Responsorio Breve
V. Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su
pueblo.
R. Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su
pueblo.
V. El que entregó su vida por sus hermanos.
R. El que ora mucho por su pueblo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su
pueblo.
Canto Evangélico
Antifona: Vendrán muchos del oriente y del occidente a sentarse a la
mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el banquete del reino de los cielos.
Magnificat Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice en favor de los
hombres en lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente diciendo:
Salva a tu pueblo, Señor.
Tú que por medio de pastores santos y eximios has glorificado a tu Iglesia, —
haz que todos los cristianos resplandezcan por su virtud.
Tú que por la oración de los santos pastores, que a semejanza de Moisés oraban
por el pueblo, perdonaste los pecados de tus fieles, — purifica y santifica
también ahora a la santa Iglesia por la intercesión de los santos.
Tú que de entre los fieles elegiste a los santos pastores y, por tu Espíritu,
los consagraste como ministros en bien de sus hermanos, — llena también de tu
Espíritu a todos los pastores del pueblo de Dios.
Tú que fuiste la heredad de los santos pastores, — no permitas que ninguno de
los que fueron adquiridos por tu sangre viva alejado de ti.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú que por medio de los pastores de la Iglesia das la vida eterna a tus ovejas
para que nadie las arrebate de tu mano, — salva a los difuntos, por quienes
entregaste tu vida.
Digamos juntos la oración que Cristo nos enseñó como modelo de toda oración:
Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oh Dios, que elegiste a tu obispo san Patricio para que anunciara
tu gloria a los pueblos de Irlanda, concede, por su intercesión y sus méritos,
a cuantos se glorían de llamarse cristianos, la gracia de proclamar siempre tus
maravillas delante de los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos.
Amén.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.