*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Santa Francisca
Romana, Viuda*
9 de Marzo
TIEMPO DE
CUARESMA
MARTES
DE LA SEMANA III
Propio del Tiempo. Salterio III
9 de marzo
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro
corazón.»
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro
corazón.»
Himno: EDIFICASTE UNA TORRE
Edificaste una torre
para tu huerta florida;
un lagar para tu vino
y, para el vino, una viña.
Y la viña no dio uvas,
ni el lagar buena bebida:
sólo racimos amargos
y zumos de amarga tinta.
Edificaste una torre,
Señor, para tu guarida;
un huerto de dulces frutos,
una noria de aguas limpias,
un blanco silencio de horas
y un verde beso de brisas.
Y esta casa que es tu torre,
este mi cuerpo de arcilla,
esta sangre que es tu sangre
y esta herida que es tu herida
te dieron frutos amargos,
amargas uvas y espinas.
¡Rompe, Señor, tu silencio,
rompe tu silencio y grita!
Que mi lagar enrojezca
cuando tu planta lo pise,
y que tu mesa se endulce
con el vino de tu viña. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, has sido bueno con tu tierra, has perdonado la culpa de tu
pueblo.
Salmo 84 - NUESTRA SALVACIÓN ESTA CERCA
Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.
Restáuranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?
¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo;
el Señor dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, has sido bueno con tu tierra, has perdonado la culpa de tu
pueblo.
Ant 2. Mi alma te ansía de noche, Señor; mi espíritu madruga por ti.
Cántico: HIMNO DESPUÉS DE LA VICTORIA SOBRE EL ENEMIGO Is 26, 1-4.
7-9. 12
Tenemos una ciudad fuerte,
ha puesto para salvarla murallas y baluartes:
Abrid las puertas para que entre un pueblo justo,
que observa la lealtad;
su ánimo está firme y mantiene la paz,
porque confía en ti.
Confiad siempre en el Señor,
porque el Señor es la Roca perpetua:
La senda del justo es recta.
Tú allanas el sendero del justo;
en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos,
ansiando tu nombre y tu recuerdo.
Mi alma te ansía de noche,
mi espíritu en mi interior madruga por ti,
porque tus juicios son luz de la tierra,
y aprenden justicia los habitantes del orbe.
Señor, tú nos darás la paz,
porque todas nuestras empresas
nos las realizas tú.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi alma te ansía de noche, Señor; mi espíritu madruga por ti.
Ant 3. Ilumina, Señor, tu rostro sobre nosotros.
Salmo 66 - QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ilumina, Señor, tu rostro sobre nosotros.
LECTURA BREVE Jl 2, 12-13
Convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad
vuestros corazones y no vuestras vestiduras, y convertíos al Señor, vuestro
Dios, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad;
y se arrepiente de las amenazas.
RESPONSORIO BREVE
V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Ahora es
el tiempo propicio.
R. Ahora es el día de salvación.
PRIMERA LECTURA
De la carta a los Hebreos 3, 1-19
JESÚS, APÓSTOL DE NUESTRA FE
Hermanos, vosotros que habéis sido consagrados a Dios y sois participantes de
una vocación celeste, poned vuestra consideración en el apóstol y sumo
sacerdote de la fe que profesamos, en Jesús. Él es fiel hacia aquel que lo
constituyó para esa misión, como lo fue también Moisés en todo para con la casa
de Dios. Pero él ha sido juzgado digno de tanta mayor gloria que Moisés, cuanto
supera en dignidad a la casa misma aquel que la construyó. Todas las casas
tienen su constructor, pero el hacedor de todas las cosas es Dios. Moisés fue
fiel a toda la casa de Dios, en su calidad de servidor, cuya tarea fue la de
dar testimonio sobre la verdad de cuanto había de revelarse. En cambio, Cristo
es fiel en su calidad de Hijo al frente de su propia casa. Y su casa somos
nosotros, si mantenemos hasta el fin la firmeza y la alegría confiada de
nuestra esperanza.
Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: «Hoy, si escucháis su voz, no
endurezcáis el corazón como en aquella rebelión en el desierto, cuando vuestros
padres me pusieron a prueba y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras
durante cuarenta años. Por eso me irrité contra aquella generación, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he
jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso."»
Mirad, hermanos, que no tenga nadie un corazón malo e incrédulo, que lo lleve a
apartarse del Dios vivo. Animaos unos a otros, día tras día, mientras perdura
el «hoy», para que ninguno de vosotros «se endurezca» en la seducción del
pecado. Porque hemos llegado a ser partícipes de Cristo, a condición de que
mantengamos firme hasta el fin nuestra confianza primera.
Cuando se dice: «Hoy, si escucháis su voz, no endurezcáis el corazón como en
aquella rebelión», ¿quiénes son los que se rebelaron después de «haber
escuchado la voz» de Dios? ¿No fueron acaso todos los que salieron de Egipto a
las órdenes de Moisés? ¿Contra quiénes «se irritó Dios por espacio de cuarenta
años»? ¿No acaso contra los que pecaron y cuyos «cadáveres quedaron en el
desierto»? ¿Y a quiénes «juró que no entrarían en su descanso» sino a los
rebeldes? Y así, efectivamente, vemos que no pudieron entrar debido a su
incredulidad.
RESPONSORIO Hb 3, 6; Ef 2, 21
R. Cristo es fiel en su calidad de Hijo al frente de su propia
casa; * y su casa somos nosotros.
V. Por Cristo todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando
hasta formar un templo consagrado al Señor.
R. Y su casa somos nosotros.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Pedro Crisólogo, obispo
(Sermón 43: PL 52, 320. 322)
LO QUE PIDE LA ORACIÓN LO ALCANZA EL AYUNO Y LO RECIBE LA
MISERICORDIA
Tres cosas hay, hermanos, por las que se mantiene la fe, se conserva firme la
devoción, persevera la virtud. Estas tres cosas son la oración, el ayuno y la
misericordia. Lo que pide la oración lo alcanza el ayuno y lo recibe la
misericordia. Oración, misericordia y ayuno: tres cosas que son una sola, que
se vivifican una a otra.
El ayuno es el alma de la oración, la misericordia es lo que da vida al ayuno.
Nadie intente separar estas cosas, pues son inseparables. El que sólo practica
una de ellas, o no las practica simultáneamente, es como si nada hiciese. Por
tanto, el que ora que ayune también, el que ayuna que practique asimismo la
misericordia. Quien desea ser escuchado en sus oraciones que escuche él también
a quien le pide, pues el que no cierra sus oídos a las peticiones del que le
suplica abre los de Dios a sus propias peticiones.
El que ayuna que procure entender el sentido del ayuno: que se haga sensible al
hambre de los demás, si quiere que Dios sea sensible a la suya; si espera
alcanzar misericordia, que él también la tenga; si espera piedad, que él
también la practique; si espera obtener favores de Dios, que él también sea
dadivoso. Es un mal solicitante el que espera obtener para sí lo que él niega a
los demás.
Hombre, sé para ti mismo la medida de la misericordia; de este modo, alcanzarás
misericordia del modo que quieras, en la medida que quieras, con la presteza
que quieras; tan sólo es necesario que tú te compadezcas de los demás con la
misma presteza y del mismo modo.
Hagamos, por consiguiente, que la oración, la misericordia y el ayuno sean los
tres juntos nuestro patrocinio ante Dios, los tres juntos nuestra defensa, los
tres juntos nuestra oración bajo tres formas distintas.
Reconquistemos con nuestro ayuno lo que perdimos por no saberlo apreciar;
inmolemos con el ayuno nuestras almas, ya que éste es el mejor sacrificio que
podemos ofrecer a Dios, como atestigua el salmo: Mi sacrificio es un espíritu
quebrantado: un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias.
Hombre, ofrece a Dios tu alma, ofrécele el sacrificio del ayuno, para que sea
una ofrenda pura, un sacrificio santo, una víctima viva que, sin salirse de ti
mismo, sea ofrecida a Dios. No tiene excusa el que niega esto a Dios, ya que
está en manos de cualquiera el ofrecerse a sí mismo.
Mas, para que esto sea acepto a Dios, al ayuno debe acompañar la misericordia;
el ayuno no da fruto si no es regado por la misericordia, se seca sin este
riego: lo que es la lluvia para la tierra, esto es la misericordia para el
ayuno. Por más que cultive su corazón, limpie su carne, arranque sus malas
costumbres, siembre las virtudes, si no abre las corrientes de la misericordia,
ningún fruto recogerá el que ayuna.
Tú que ayunas, sabe que tu campo, si está en ayunas de misericordia, ayuna él
también; en cambio, la liberalidad de tu misericordia redunda en abundancia
para tus graneros. Mira, por tanto, que no salgas perdiendo, por querer guardar
para ti, antes procura recolectar a largo plazo; al dar al pobre das a ti
mismo, y lo que no dejas para los demás no lo disfrutarás tú luego.
RESPONSORIO Cf. Tb 12, 8. 9
R. Buena es la oración con el ayuno y la limosna; * pues
libra de la muerte y purifica de todo pecado.
V. Ella hace alcanzar misericordia y obtiene la vida eterna.
R. pues libra de la muerte y purifica de todo pecado.
Martes, 9 de marzo de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (18,21-35)*
En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta
siete veces?».
Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las
cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía
diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran
a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El
criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”.
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la
deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le
debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo:
“Págame lo que me debes”.
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”.
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a
su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
“¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No
debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de
ti?”.
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la
deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de
corazón a su hermano».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. «Yo te digo, Pedro: No has de perdonar hasta siete veces, sino
hasta setenta veces siete», dice el Señor.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Yo te digo, Pedro: No has de perdonar hasta siete veces, sino
hasta setenta veces siete», dice el Señor.
PRECES
Bendigamos a Cristo, pan vivo bajado del cielo, y digámosle:
Cristo, pan de las almas y salvación de los hombres, fortalece nuestra
debilidad.
Señor, sacia nuestra hambre en el banquete de tu eucaristía
y danos participar plenamente de los bienes de tu sacrificio pascual.
Concédenos, Maestro bueno, escuchar tu palabra con corazón noble
y haz que perseveremos hasta dar fruto.
Que con nuestro trabajo, Señor, cooperemos contigo para mejorar el mundo,
para que así, por la acción de tu Iglesia, reine en él la paz.
Reconocemos, Señor, que hemos pecado;
perdona nuestras faltas por tu gran misericordia.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Unidos fraternalmente, acudamos ahora al Padre de todos:
Padre nuestro...
ORACION
Tu gracia, Señor, nos socorra siempre, nos haga vivir entregados a
tu servicio y nos sirva de ayuda constante. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*Santa Francisca
Romana, Viuda*
9 de Marzo
Santa Francisca Romana, famosa en todo el mundo, poseía en grado
extraordinario el don de ganarse el amor y la admiración de cuantos la
trataban. Nació en Roma, en 1384, caundo comenzaba el cisma de occidente que
había afligir tanto a la santa y resultar catastrófico para la familia. Pese a
su vocación religiosa, Francisca –por obediencia paterna- aceptó casarse con un
noble italiano, con quien tuvo tres hijos. Sin embargo, su matrimonio no fue
obstáculo para practicar la virtud de la caridad con los más pobres y la
oración constante, para lo cual contó con el apoyo de su joven cuñada Vanozza
quien también quiso abrazar la vida religiosa.
Pronto llegó la desgracia para la familia de la santa: su esposo y
su cuñado fueron hechos prisioneros y la familia entera entró en la pobreza,
pero eso no impidió que Francisca continuara asistiendo a pobres y enfermos.
Luego de la muerte de su primer hijo, la santa decidió convertir su casa en
hospital y Dios premió sus oraciones y trabajos concediéndole el don de sanar a
los enfermos. La fama de los milagros y virtudes de la santa se había divulgado
por toda Roma y de todas partes la llamaban para que curase a los enfermos y
arreglase las disputas. Posteriormente, Francisca formó una congregación de
mujeres que vivieran en el mundo sin más votos que la obligación de consagrarse
interiormente a Dios y al servicio de los pobres, la que llevó el nombre de la
orden de Oblatas de María; sin embargo, poco después el pueblo cambió el nombre
por el de Oblatas de Tor Specchi. La santa falleció en la primavera de 1440,
luego de llevar una vida de austeridades, entrega y oración.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: NO ME PESA, SEÑOR, HABER FALTADO.
No me pesa, Señor, haber faltado
por el eterno mal que he merecido,
ni me pesa tampoco haber perdido
el cielo como pena a mi pecado.
Pésame haber tus voces despreciado
y tus justos mandatos infringido,
porque con mis errores he ofendido
tu corazón, Señor, por mí llagado.
Llorar quiero mis culpas humillado,
y buscar a mis males dulce olvido
en la herida de amor de tu costado.
Quiero tu amor pagar, agradecido,
amándote cual siempre me has amado
y viviendo contigo arrepentido. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor rodea a su pueblo.
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor rodea a su pueblo.
Ant 2. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los
cielos.
Salmo 130 - COMO UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN LOS BRAZOS DE DIOS
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los
cielos.
Ant 3. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro
Dios.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro
Dios.
LECTURA BREVE St 2, 14. 17. 18b
Hermanos, ¿qué provecho saca uno con decir: «Yo tengo fe», si no tiene obras?
¿Podrá acaso salvarlo la fe? La fe, si no va acompañada de las obras, está muerta
en su soledad. Pruébame tu fe sin obras que yo por mis obras te probaré mi fe.
RESPONSORIO BREVE
V. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
V. Sáname, porque he pecado contra ti.
R. Señor, ten misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonais
cada uno a vuestro hermano de todo corazón.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonais
cada uno a vuestro hermano de todo corazón.
PRECES
A Cristo, el Señor, que nos mandó velar y orar a fin de no
sucumbir en la tentación, digámosle confiadamente:
Señor, escucha y ten piedad.
Señor, tú que prometiste estar presente cuando tus discípulos se reúnen en tu
nombre para orar,
haz que oremos siempre unidos a ti en el Espíritu Santo, a fin de que tu reino
llegue a todos los hombres.
Purifica de todo pecado a la Iglesia penitente
y haz que viva siempre en la esperanza y el gozo del Espíritu Santo.
Amigo del hombre, haz que estemos siempre atentos, como tú nos mandaste, al
bien del prójimo,
para que la luz de tu amor brille a través de nosotros ante todos los hombres.
Rey pacífico, haz que tu paz reine en el mundo
y que nosotros trabajemos sin cesar para conseguirla.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que has muerto para que nosotros tengamos vida,
da la vida eterna a los que han muerto.
Terminemos nuestra oración diciendo juntos las palabras del Señor y pidiendo al
Padre que nos libre de todo mal:
Padre nuestro...
ORACION
Tu gracia, Señor, nos socorra siempre, nos haga vivir entregados a
tu servicio y nos sirva de ayuda constante. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.