*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*San Casimiro de
Polonia*
4 de Marzo
Laudes -
JUEVES II SEMANA DE CUARESMA 2021
El siguiente es el formulario que corresponde a laudes de la liturgia
de las horas para el día, jueves, 4 de marzo de 2021.
Invitatorio
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por
nosotros fue tentado y por nosotros murió.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Laudes
Himno
En tierra extraña peregrinos
con esperanza caminamos,
que, si arduos son nuestros caminos,
sabemos bien a dónde vamos.
En el desierto un alto hacemos,
es el Señor quien nos convida,
aquí comemos y bebemos
el pan y el vino de la Vida.
Para el camino se nos queda
entre las manos, guiadora,
la cruz, bordón, que es la vereda
y es la bandera triunfadora.
Entre el dolor y la alegría,
con Cristo avanza en su andadura
un hombre, un pobre que confía
y busca la ciudad futura. Amén.
Salmodia
Antífona 1: Despierta tu poder, Señor, y ven a salvarnos.
Salmo 79
Ven, Señor, a visitar tu viña
Ven,
Señor Jesús. (Ap 22,20)
Pastor de Israel, escucha,
tú que guías a José como a un rebaño;
tú que te sientas sobre querubines, resplandece
ante Efraín, Benjamín y Manasés;
despierta tu poder y ven a salvarnos.
Oh Dios, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
Señor, Dios de los ejércitos,
¿hasta cuándo estarás airado
mientras tu pueblo te suplica?
Les diste a comer llanto,
a beber lágrimas a tragos;
nos entregaste a las contiendas de nuestros vecinos,
nuestros enemigos se burlan de nosotros.
Dios de los ejércitos, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
Sacaste una vid de Egipto,
expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste;
le preparaste el terreno, y echó raíces
hasta llenar el país;
su sombra cubría las montañas,
y sus pámpanos, los cedros altísimos;
extendió sus sarmientos hasta el mar,
y sus brotes hasta el Gran Río.
¿Por qué has derribado su cerca
para que la saqueen los viandantes,
la pisoteen los jabalíes
y se la coman las alimañas?
Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó,
y que tú hiciste vigorosa.
La han talado y le han prendido fuego;
con un bramido hazlos perecer.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre.
Señor, Dios de los ejércitos, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
Antífona 2: Anunciad a toda la tierra que el Señor hizo
proezas.
Is 12,1-6
Acción de gracias del pueblo
salvado
El que
tenga sed, que venga a mí, y que beba. (Jn 7,37)
Te doy gracias, Señor,
porque estabas airado contra mí,
pero ha cesado tu ira
y me has consolado.
Él es mi Dios y Salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.
Aquel día diréis:
«Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso.
Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
“Qué grande es en medio de ti
el Santo de Israel.”»
Antífona 3: Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
Salmo 80
Solemne renovación de la alianza
Que
ninguno de vosotros tenga un corazón malo e incrédulo. (Hb 3,12)
Aclamad a Dios, nuestra fuerza;
dad vítores al Dios de Jacob:
acompañad, tocad los panderos,
las cítaras templadas y las arpas;
tocad la trompeta por la luna nueva,
por la luna llena, que es nuestra fiesta.
Porque es una ley de Israel,
un precepto del Dios de Jacob,
una norma establecida para José
al salir de Egipto.
Oigo un lenguaje desconocido:
«Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta.
Clamaste en la aflicción, y te libré,
te respondí oculto entre los truenos,
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá me escuchases, Israel!
No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué del país de Egipto;
abre la boca que te la llene.»
Pero mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel no quiso obedecer:
los entregué a su corazón obstinado,
para que anduviesen según sus antojos.
¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!:
en un momento humillaría a sus enemigos
y volvería mi mano contra sus adversarios;
los que aborrecen al Señor te adularían,
y su suerte quedaría fijada;
te alimentaría con flor de harina,
te saciaría con miel silvestre.
Lectura Breve
Cf. Re 8, 51a. 52-53ª
Nosotros, Señor, somos tu pueblo y tu heredad; que tus ojos estén
abiertos a las súplicas de tu siervo y a la súplica de tu pueblo Israel, para
escuchar todos sus clamores hacia ti.
Porque tú nos separaste para ti como herencia tuya de entre todos los pueblos
de la tierra.
Responsorio Breve
V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. El que medita la ley del Señor.
R. Da fruto a su tiempo.
Lecturas
Primera Lectura
Del libro del Deuteronomio 30, 1-20
PROMESA DE PERDÓN DESPUÉS DEL DESTIERRO
En aquellos días, dijo Moisés al pueblo estas palabras: «Cuando se
cumplan en ti todas estas cosas —la bendición y la maldición que te he propuesto—
y las medites, viviendo entre los pueblos adonde te habrá expulsado el Señor,
tu Dios, si vuelves al Señor, tu Dios, si escuchas su voz en todo lo que yo te
mando hoy, tú y tus hijos, con todo el corazón y con toda el alma, entonces el
Señor, tu Dios, cambiará tu suerte y tendrá piedad de ti, te reunirá, sacándote
de todos los pueblos por donde te dispersó; aunque tus desterrados se encuentren
en los últimos confines del cielo, de ahí los recogerá el Señor, tu Dios, de
allí irá a tomarte para conducirte de nuevo a la tierra que habían poseído tus
padres, para darte posesión de ella, para hacerte feliz y hacerte crecer más
que a tus padres.
El Señor, tu Dios, circuncidará tu corazón y el de tus descendientes, para que
ames al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, y para que
vivas. Entonces el Señor, tu Dios, hará recaer sus maldiciones sobre tus enemigos,
los que te habían perseguido con saña. Tú volverás a escuchar la voz del Señor,
tu Dios, y cumplirás todos los preceptos suyos que yo te mando hoy. El Señor,
tu Dios, hará prosperar tus empresas, el fruto de tus entrañas, el fruto de tu
ganado y el fruto de tu tierra, porque el Señor, tu Dios, volverá a alegrarse
contigo de tu prosperidad, como se alegraba con tus padres, si escuchas la voz
del Señor, tu Dios, si guardas sus preceptos y mandatos, los que están escritos
en el código de esta ley, y si te conviertes al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón y con toda tu alma.
Porque el precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda, ni
inalcanzable; no está en el cielo, para que digas: "¿Quién subirá por
nosotros al cielo a buscarlo, para que nos lo dé a conocer y lo pongamos en
práctica?"; ni está más allá del mar, para que tengas que decir:
"¿Quién cruzará por nosotros el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará, para
que lo cumplamos?"; sino que el mandamiento está muy cerca de ti: en tu
corazón y en tu boca. Cúmplelo.
Mira: hoy te pongo delante la vida y el bien, la muerte y el mal. Si obedeces
lo que yo te mando hoy, amando al Señor, tu Dios, siguiendo sus caminos,
guardando sus preceptos, mandatos y decretos, vivirás y crecerás: el Señor, tu Dios,
te bendecirá en la tierra en donde vas a entrar para conquistarla. Pero si tu corazón
se desvía y no obedeces, si te dejas arrastrar y te prosternas, dando culto a
dioses extranjeros, yo te anuncio hoy que morirás sin remedio, que, después de
pasar el Jordán y de entrar en la tierra para tomarla en posesión, no vivirás
muchos años en ella.
Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra: te pongo delante
vida y muerte, bendición y maldición: Elige la vida, y viviréis tú y tu
descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a él,
pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que juró dar a tus padres
Abraham, Isaac y Jacob.»
Responsorio Jr 29, 13-14; Mt 7, 7
R. Me buscaréis y me encontraréis si me buscáis de todo
corazón. * Me dejaré encontrar y cambiaré vuestra suerte.
V. Buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá.
R. Me dejaré encontrar y cambiaré vuestra suerte.
Segunda Lectura
De los tratados de san Hilario, obispo, sobre los salmos
(Salmo 127,1-3: CSEL 24, 628-630)
DEL VERDADERO TEMOR DEL SEÑOR
¡Dichoso el que teme al Señor, y sigue sus caminos! Siempre que en
las Escrituras se habla del temor del Señor, hay que tener en cuenta que nunca
se habla sólo de él, como si el temor fuera suficiente para conducir la fe
hasta su consumación, sino que se le añaden o se le anteponen muchas otras
cosas por las que pueda comprenderse la razón de ser y la perfección del temor
del Señor; cómo podemos deducir de lo dicho por Salomón en los Proverbios: Si
invocas a la inteligencia y llamas a la prudencia, si la procuras como el dinero
y la buscas como un tesoro, entonces comprenderás el temor del Señor.
Vemos, en efecto, a través de cuántos grados se llega al temor del Señor. Ante
todo, hay que invocar a la inteligencia y dedicarse a toda suerte de menesteres
intelectuales, así como buscarla y tratar de dar con ella; entonces podrá comprenderse
el temor del Señor. Pues, por lo que se refiere a la manera común del pensar
humano, no es así como se acostumbra a entender el temor.
El temor, en efecto, se define como el estremecimiento de la debilidad humana
que rechaza la idea de tener que soportar lo que no quiere que acontezca.
Existe y se conmueve dentro de nosotros a causa de la conciencia de la culpa,
del derecho del más fuerte, del ataque del más valiente, ante la enfermedad, ante
la acometida de una fiera o el padecimiento de cualquier mal. Nadie nos enseña
este temor, sino que nuestra frágil naturaleza nos lo pone delante. Tampoco
aprendemos lo que hemos de temer; sino que son los mismos objetos del temor los
que lo suscitan en nosotros.
En cambio, del temor del Señor, así está escrito: Venid, hijos, escuchadme: os
instruiré en el temor del Señor. De manera que el temor de Dios tiene que ser
aprendido puesto que se enseña. No se lo encuentra en el miedo sino en el razonamiento
doctrinal; no brota de un estremecimiento natural, sino que es el resultado de
la observancia de los mandamientos, de las obras de una vida inocente y del
conocimiento de la verdad.
Pues, para nosotros, el temor de Dios reside todo él en el amor, y su contenido
es el ejercicio de la perfecta caridad: obedecer los consejos de Dios, atenerse
a sus mandatos y confiar en sus promesas. Oigamos, pues, a la Escritura que dice:
Ahora, Israel, ¿qué es lo que te exige el Señor, tu Dios? Que temas al Señor,
tu Dios, que sigas sus caminos y lo ames, que guardes sus preceptos con todo el
corazón y con toda el alma, para tu bien.
Muchos son, en efecto, los caminos del Señor, siendo así que él mismo es el
camino. Pero, cuando habla de sí mismo, se denomina a sí mismo «camino», y
muestra la razón de llamarse así, cuando dice: Nadie va al Padre, sino por mí.
Hay que interesarse, por tanto, e insistir en muchos caminos, para poder
encontrar el único que es bueno ya que, a través de la doctrina de muchos,
hemos de hallar un solo camino de vida eterna. Pues hay caminos en la ley, en
los profetas, en los evangelios, en los apóstoles, en las diversas obras de los
mandamientos, y son bienaventurados los que andan por ellos, en el temor de Dios.
Responsorio Sir 2, 19; Lc 1, 50
R. Los que temen ofender al Señor buscan lo que es de su
agrado; * los que lo aman cumplen su ley.
V. Su misericordia llega a sus fieles de generación en
generación.
R. Los que lo aman cumplen su ley.
Jueves, 4 de marzo de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Lucas 16,19-31*
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada
día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de
llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.
Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.
Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.
Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de
los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su
seno, y gritando, dijo:
“Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del
dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”.
Pero Abrahán le dijo:
“Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males:
por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.
Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los
que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco
pasar de ahí hasta nosotros”.
Él dijo:
“Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco
hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan
a este lugar de tormento”.
Abrahán le dice:
“Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”.
Pero él le dijo:
“No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán”.
Abrahán le dijo:
“Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite
un muerto”».
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: Hijo mío, acuérdate de que ya recibiste tus bienes en la
vida; Lázaro, en cambio,
recibió males.
Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Celebremos la bondad de Dios, que por Cristo se reveló como Padre
nuestro, y digámosle de todo corazón:
*Acuérdate, Señor, de que somos
hijos tuyos*.
Concédenos vivir con toda plenitud el misterio de la Iglesia, — a fin de que
nosotros y todos los hombres encontremos en ella un sacramento eficaz de salvación.
Padre, que amas a todos los hombres, haz que cooperemos al progreso de la
comunidad humana, — y que en todo busquemos tu reino con nuestros esfuerzos.
Haz que tengamos hambre y sed de justicia, — y acudamos a nuestra fuente, que
es Cristo, el cual entregó su vida para que fuéramos saciados.
Perdona, Señor, todos nuestros pecados, — y dirige nuestra vida por el camino
de la sencillez y de la santidad.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Porque sabemos que somos hijos de Dios, llenos de confianza nos atrevemos a
decir: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Señor, tú que amas la inocencia y la devuelves a quienes la han
perdido, atrae hacia ti nuestros corazones y abrásalos en el fuego de tu Espíritu,
para que permanezcamos firmes en la fe y eficaces en el bien obrar. Por Jesucristo
nuestro Señor.
Amén.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.
*San Casimiro de
Polonia*
4 de Marzo
Llamado por los polacos como "el pacificador", fue el
tercero de los trece hijos de Casimiro IV, rey de Polonia y de Isabel de
Austria. Muy devoto desde la infancia, Casimiro se consagró a la oración y
penitencia, rechazando toda blandura consigo mismo. Casimiro vivía siempre en
la presencia de Dios y era tranquilo, alegre y simpático a todos. Su amor a
Dios se traducía en amor a los pobres, que son miembros de Cristo.
Por obediencia a su padre, Casimiro tuvo que partir a la frontera
con Hungría, como cabeza de ejército para defender a los nobles de ese país de
su antiguo y tirano rey, sin embargo no tuvo mucho éxito y ante el temor de
iniciar una nueva e injusta guerra, el santo prefirió entregarse nuevamente al
estudio y la oración y renegar de tomar las armas, pese a los ruegos de su
padre y de los nobles. Asimismo, en la corte se habló de casarlo con la hija
del emperador Federico III, pero Casimiro no quiso ni pensar en renunciar al
celibato que se había impuesto. Las austeridades que practicaba agravaron la
enfermedad de los pulmones que padecía y Casimiro murió en 1484, cuando no
tenía sino 23 años de edad.
Vísperas -
JUEVES II SEMANA DE CUARESMA 2021
El siguiente es el formulario que corresponde a vísperas de la
liturgia de las horas para el día, jueves, 4 de marzo de 2021.
Invitatorio
Vísperas
Invocación
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
Libra mis ojos de la muerte;
dales la luz que es su destino.
Yo, como el ciego del camino,
pido un milagro para verte.
Haz de esta piedra de mis manos
una herramienta constructiva;
cura su fiebre posesiva
y ábrela al bien de mis hermanos.
Que yo comprenda, Señor mío,
al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío.
Guarda mi fe del enemigo
(¡tantos me dicen que estás muerto!)
Tú que conoces el desierto,
dame tu mano y ven conmigo.
Salmodia
Antífona 1: Te hago luz de las naciones, para que seas mi
salvación hasta el fin de la tierra.
Salmo
71,1-11
Poder real del Mesías
Abriendo
sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. (Mt 2,11)
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.
Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.
Que dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra.
Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.
Que en su presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.
Antífona 2: Socorrerá el Señor a los hijos del pobre,
rescatará sus vidas de la violencia.
Salmo
71,12-20
Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
+ él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres;
él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.
Que viva y que le traigan el oro de Saba;
que recen por él continuamente
y lo bendigan todo el día.
Que haya trigo abundante en los campos,
y susurre en lo alto de los montes;
que den fruto como el Líbano,
y broten las espigas como hierba del campo.
Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén!
Antífona 3: Ahora se estableció la salud y el reinado de
nuestro Dios.
Ap 11,
17-18;12,10b-12a
El juicio de Dios
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Lectura Breve
St 4, 7-8. 10
Vivid sometidos a Dios. Resistid al diablo y huirá de vosotros.
Acercaos a Dios y él se
acercará a vosotros. Pecadores, lavaos las manos; purificad vuestros corazones,
gente que
obráis con doblez. Humillaos en la presencia del Señor y él os ensalzará.
Responsorio Breve
V. Yo dije: “Señor, ten misericordia.”
R. Yo dije: “Señor, ten misericordia.”
V. Sáname, porque he pecado contra ti.
R. Señor, ten misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Yo dije: “Señor, ten misericordia.”
Canto Evangélico
Antifona: Aquel rico que negó las migajas de pan a Lázaro pidió luego
una gota de agua.
Magnificat Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Celebremos la misericordia de Dios, que nos ilumina con la gracia
del Espíritu Santo para que nuestra vida resplandezca con obras de fe y
santidad, y supliquémosle, diciendo:
Renueva, Señor, al pueblo redimido por Cristo.
Señor, fuente y autor de toda santidad, haz que los obispos, sacerdotes y
diáconos, al
participar de la mesa eucarística, se unan más plenamente a Cristo,
— para que vean renovada la gracia que les fue conferida por la imposición de
manos.
Impulsa a tus fieles para que, con santidad de vida, participen activamente de
la mesa de
la palabra y del cuerpo de Cristo,
— y vivan lo que han recibido por la fe y los sacramentos.
Concédenos, Señor, que reconozcamos la dignidad de todo hombre redimido con la
sangre de tu Hijo, — y que respetemos su libertad y su conciencia.
Haz que todos los hombres sepan moderar sus deseos de bienes temporales,
— y que atiendan a las necesidades de los demás.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Acuérdate, Señor, de todos los que has llamado hoy a la eternidad,
— y concédeles el don de la eterna bienaventuranza.
Invoquemos a Dios Padre con la oración que nos enseñó Jesús: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Señor, tú que amas la inocencia y la devuelves a quienes la han
perdido, atrae hacia ti
nuestros corazones y abrásalos en el fuego de tu Espíritu, para que
permanezcamos
firmes en la fe y eficaces en el bien obrar. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.