*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Santa Ágata, Virgen, Mártir (Memoria)*
5 de febrero de 2021
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.
Himno: PALABRA DEL SEÑOR YA RUBRICADA
Palabra del Señor ya rubricada
es la vida del mártir ofrecida
como prueba fiel de que la espada
no puede ya truncar la fe vivida.
Fuente de fe y de luz es su memoria,
coraje para el justo en la batalla
del bien, de la verdad, siempre victoria
que, en vida y muerte, el justo en Cristo halla.
Martirio es el dolor de cada día,
si en Cristo y con amor es aceptado,
fuego lento de amor que, en la alegría
de servir al Señor, es consumado.
Concédenos, oh Padre, sin medida,
y tú, Señor Jesús crucificado,
el fuego del Espíritu de vida
para vivir el don que nos has dado. Amén.
SALMODIA
Ant 1. En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.
Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.
Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.
Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.
En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.
Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.
Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.
Ant 2. El Señor hará derivar hacia Jerusalén como un río la paz.
Cántico: CONSUELO Y GOZO PARA LA CIUDAD SANTA. Is 66, 10-14a
Festejad a Jerusalén, gozad con ella,
todos los que la amáis,
alegraos de su alegría,
los que por ella llevasteis luto;
a su pecho seréis alimentados
y os saciaréis de sus consuelos
y apuraréis las delicias
de sus pechos abundantes.
Porque así dice el Señor:
«Yo haré derivar hacia ella
como un río la paz,
como un torrente en crecida,
las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus criaturas
y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo
y en Jerusalén seréis consolados.
Al verlo se alegrará vuestro corazón
y vuestros huesos florecerán como un prado.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor hará derivar hacia Jerusalén como un río la paz.
Ant 3. Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
Salmo 146 - PODER Y BONDAD DEL SEÑOR
Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel;
él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados.
Entonad la acción de gracias al Señor,
tocad la cítara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes,
preparando la lluvia para la tierra;
que hace brotar hierba en los montes,
para los que sirven al hombre;
que da su alimento al ganado,
y a las crías de cuervo que graznan.
No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los músculos del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles,
que confían en su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
LECTURA BREVE 2Co 1, 3-5
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y
Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder
nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con
que nosotros somos consolados por Dios. Porque si es cierto que los
sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, también por Cristo rebosa
nuestro consuelo.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor es mi fuerza y mi energía.
R. El Señor es mi fuerza y mi energía.
V. Él es mi salvación.
R. Y mi energía.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es mi fuerza y mi energía.
V. Haz
brillar tu rostro, Señor, sobre tu siervo.
R. Enséñame tus leyes.
PRIMERA LECTURA
De la carta a los Romanos 15, 1-13
CADA UNO CUIDE DE COMPLACER AL PRÓJIMO PARA SU BIEN
Hermanos: Los fuertes debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles, sin
complacernos a nosotros mismos. Cada uno cuide de complacer al prójimo para su
bien, para su edificación; que Cristo no buscó su propia complacencia, según
está escrito: «Sobre mí cayeron los ultrajes de quienes te ultrajaron.»
Todo cuanto está escrito en los Libros santos fue escrito para nuestra
instrucción, a fin de que, por la paciencia y el ánimo que infunden las
Escrituras, mantengamos firme la esperanza.
El Dios. que es fuente de esa paciencia y de ese ánimo os conceda tener un
mismo sentir entre vosotros según la mente de Cristo Jesús. Así con un mismo
corazón y una misma boca daréis gloria al Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo.
Por eso acogeos amigablemente unos a otros, como Cristo os acogió para gloria
de Dios. Y así es. Os recuerdo lo siguiente: Cristo consagró su ministerio al
servicio de los judíos, por exigir la fidelidad de Dios el cumplimiento de las
promesas hechas a los patriarcas; y, por otra parte, para que los gentiles
glorifiquen a Dios por su misericordia. Así dice la Escritura: «Por eso te
bendeciré entre los gentiles, y cantaré las glorias de tu nombre.» Y en otro
lugar: «Alegraos, gentiles, en unión con su pueblo.» Y en otro pasaje: «Alabad
al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos.» Isaías dice, a su
vez: «Se mostrará el renuevo de Jesé, que se alzará a imperar a las naciones.
En él pondrán los pueblos su esperanza.»
Que el Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en la práctica de
vuestra fe. Así irá creciendo en vosotros la esperanza por la acción del
Espíritu Santo.
RESPONSORIO Rm 15, 12; Sal 71, 17; Is 52, 15
R. Se mostrará el renuevo de Jesé, que se alzará a imperar a las
naciones; en él pondrán los pueblos su esperanza. * Que
su nombre sea eterno, que él sea la bendición de todos los pueblos.
V. A su vista, los reyes enmudecerán, y muchos pueblos se admirarán
de él.
R. Que su nombre sea eterno, que él sea la bendición de todos los
pueblos.
SEGUNDA LECTURA
De la Disertación de san Metodio de Sicilia, obispo, sobre santa
Águeda
(Analecta Bollandiana 68, 76-78)
SU BONDAD PROVENÍA DEL MISMO DIOS, FUENTE DE TODO BIEN
Nos ha reunido en este lugar, como ya sabéis vosotros, los que me escucháis, la
celebración del aniversario de una santa mártir; su combate por la fe, tan
conocido y venerado, es algo que históricamente pertenece al pasado, pero que,
en cierto modo, se nos hace actual a través de los divinos milagros que un día
tras otro van formando su corona y su ornato.
Es virgen porque nació del Verbo inmortal de Dios, Hijo invisible del Padre
(este Hijo que también por mí experimentó la muerte en su carne), según
aquellas palabras del evangelista Juan: A cuantos lo recibieron dio poder de
llegar a ser hijos de Dios.
Esta mujer virgen, la que hoy os ha invitado a nuestro convite sagrado, es la
mujer desposada con un solo esposo, Cristo, para decirlo con el mismo
simbolismo nupcial que emplea el apóstol Pablo.
Una virgen que, con la lámpara siempre encendida, enrojecía y embellecía sus
labios, mejillas y lengua con la púrpura de la sangre del verdadero y divino
Cordero, y que no dejaba de recordar y meditar continuamente la muerte de su
ardiente enamorado, como si la tuviera presente ante sus ojos.
De este modo, su mística vestidura es un testimonio que habla por sí mismo a
todas las generaciones futuras, ya que lleva en sí la marca indeleble de la
sangre de Cristo, de la que está impregnada, como también la blancura
resplandeciente de su virginidad.
Águeda hizo honor a su nombre, que significa «buena»; ella fue en verdad buena
por su identificación con el mismo Dios; fue buena para su divino Esposo y lo
es también para nosotros, ya que su bondad provenía del mismo Dios, fuente de
todo bien.
En efecto, ¿cuál es la causa suprema de toda bondad, sino aquel que es el sumo
bien? Por esto, difícilmente hallaríamos algo que mereciera, como Águeda,
nuestros elogios y alabanzas.
Águeda, buena de nombre y por sus hechos; Águeda, cuyo nombre indica de
antemano la bondad de sus obras maravillosas, y cuyas obras corresponden a la
bondad de su nombre; Águeda, cuyo solo nombre es un estímulo para que todos
acudan a ella, y que nos enseña también con su ejemplo a que todos pongamos el
máximo empeño en llegar sin demora al bien verdadero, que es sólo Dios.
RESPONSORIO
R. Con la ayuda del Señor, le seré siempre fiel, cantando sus
alabanzas; * él me ha salvado y me ha dado la paz.
V. El Señor ha conservado a su sierva libre de toda mancha y me ha
unido a él, movido por su misericordia.
R. Él me ha salvado y me ha dado la paz.
Viernes, 5 de febrero de 2021
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Marcos (6,14-29):
14 Se enteró el rey
Herodes, pues su nombre se había hecho célebre. Algunos decían: «Juan el
Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas
milagrosas.»
15 Otros decían: «Es Elías»; otros: «Es un
profeta como los demás profetas.»
16 Al enterarse Herodes, dijo: «Aquel Juan,
a quien yo decapité, ése ha resucitado.»
17 Es que Herodes era el que había enviado a
prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la
mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado.
18 Porque Juan decía a Herodes: «No te está
permitido tener la mujer de tu hermano.»
19 Herodías le aborrecía y quería matarle,
pero no podía,
20 pues Herodes temía a Juan, sabiendo que
era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le
escuchaba con gusto.
21 Y llegó el día oportuno, cuando Herodes,
en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los
principales de Galilea.
22 Entró la hija de la misma Herodías,
danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la
muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré.»
23 Y le juró: «Te daré lo que me pidas,
hasta la mitad de mi reino.»
24 Salió la muchacha y preguntó a su madre:
«¿Qué voy a pedir?» Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista.»
25 Entrando al punto apresuradamente adonde
estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la
cabeza de Juan el Bautista.»
26 El rey se llenó de tristeza, pero no
quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales.
27 Y al instante mandó el rey a uno de su
guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la
cárcel
28 y trajo su cabeza en una bandeja, y se la
dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre.
29 Al enterarse sus discípulos, vinieron a
recoger el cadáver y le dieron sepultura.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Contenta y alegre, se dirigía Águeda a la cárcel, como invitada a
bodas, y encomendaba al Señor su combate, con oración ferviente.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Contenta y alegre, se dirigía Águeda a la cárcel, como invitada a
bodas, y encomendaba al Señor su combate, con oración ferviente.
PRECES
Celebremos, amados hermanos, a Jesús, el testigo fiel, y al
recordar hoy a los santos mártires sacrificados a causa de la palabra de Dios,
aclamémosle diciendo:
Nos has comprado, Señor, con tu sangre.
Por la intercesión de los santos mártires que entregaron libremente su vida
como testimonio de la fe,
concédenos, Señor, la verdadera libertad de espíritu.
Por la intercesión de los santos mártires que proclamaron la fe hasta derramar
su sangre,
concédenos, Señor, la integridad y constancia de la fe.
Por la intercesión de los santos mártires que soportando la cruz siguieron tus
pasos,
concédenos, Señor, soportar con generosidad las contrariedades de la vida.
Por la intercesión de los santos mártires que blanquearon su manto en la sangre
del Cordero,
concédenos, Señor, vencer las obras del mundo y de la carne.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Que nos alcancen tu perdón, Señor, las súplicas de santa Águeda,
ella que tanto te agradó por el resplandor de su virginidad y por la fortaleza
de su martirio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*Santa Ágata, Virgen, Mártir (Memoria)*
5 de febrero de 2021
Como Santa Inés, Santa Cecilia y Santa
Lucía,
decidió conservarse siempre pura y virgen, por amor a Dios.
En tiempos de la persecución del tirano emperador Decio, el
gobernador Quinciano se propone enamorar a Agueda, pero ella le declara que se
ha consagrado a Cristo.
Para hacerle perder la fe y la pureza el gobernador la hace llevar
a una casa de mujeres de mala vida y estarse allá un mes, pero nada ni nadie
logra hacerla quebrantar el juramento de virginidad y de pureza que le ha hecho
a Dios. Allí, en esta peligrosa situación, Agueda repetía las palabras del
Salmo 16: "Señor Dios: defiéndeme como a las pupilas de tus ojos. A la
sombra de tus alas escóndeme de los malvados que me atacan, de los enemigos
mortales que asaltan.
El gobernador le manda destrozar el pecho a machetazos y azotarla
cruelmente. Pero esa noche se le aparece el apóstol San Pedro y la
anima a sufrir por Cristo y la cura de sus heridas.
Al encontrarla curada al día siguiente, el tirano le pregunta:
¿Quién te ha curado? Ella responde: "He sido curada por el poder de
Jesucristo". El malvado le grita: ¿Cómo te atreves a nombrar a Cristo, si
eso está prohibido? Y la joven le responde: "Yo no puedo dejar de hablar
de Aquél a quien más fuertemente amo en mi corazón".
Entonces el perseguidor la mandó echar sobre llamas y brasas
ardientes, y ella mientras se quemaba iba diciendo en su oración: "Oh
Señor, Creador mío: gracias porque desde la cuna me has protegido siempre.
Gracias porque me has apartado del amor a lo mundano y de lo que es malo y
dañoso. Gracias por la paciencia que me has concedido para sufrir. Recibe ahora
en tus brazos mi alma". Y diciendo esto expiró. Era el 5 de febrero del año
251.
Desde los antiguos siglos los cristianos le han tenido una gran
devoción a Santa Agueda y muchísimos y muchísimas le han rezado con fe para
obtener que ella les consiga el don de lograr dominar el fuego de la propia
concupiscencia o inclinación a la sensualidad.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: OH DIOS, QUE ERES EL PREMIO
Oh Dios, que eres el premio, la corona
y la suerte de todos tus soldados,
líbranos de los lazos de las culpas
por este mártir a quien hoy cantamos.
El conoció la hiel que está escondida
en la miel de los goces de este suelo,
y, por no haber cedido a sus encantos,
está gozando los del cielo eterno.
Él afrontó con ánimo seguro
lo que sufrió con varonil coraje,
y consiguió los celestiales dones
al derramar por ti su noble sangre.
Oh piadosísimo Señor de todo,
te suplicamos con humilde ruego
que, en el día del triunfo de este mártir,
perdones los pecados de tus siervos.
Gloria eterna al divino Jesucristo,
que nació de una Virgen impecable,
y gloria eterna al Santo Paracleto,
y gloria eterna al sempiterno Padre. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi refugio donde me pongo a
salvo.
Salmo 143 I - ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA PAZ
Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea;
mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos.
Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.
Señor, inclina tu cielo y desciende,
toca los montes, y echarán humo,
fulmina el rayo y dispérsalos,
dispara tus saetas y desbarátalos.
Extiende la mano desde arriba:
defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,
de la mano de los extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi refugio donde me pongo a
salvo.
Ant 2. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
Salmo 143 II
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo.
Defiéndeme de la espada cruel,
sálvame de las manos de extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
Sean nuestros hijos un plantío,
crecidos desde su adolescencia;
nuestras hijas sean columnas talladas,
estructura de un templo.
Que nuestros silos estén repletos
de frutos de toda especie;
que nuestros rebaños a millares
se multipliquen en las praderas,
y nuestros bueyes vengan cargados;
que no haya brechas ni aberturas,
ni alarma en nuestras plazas.
Dichoso el pueblo que esto tiene,
dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
Ant 3. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
LECTURA BREVE 1Pe 4, 13-14
Queridos hermanos: Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo,
para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por
el nombre de Cristo, dichosos vosotros: porque el Espíritu de la gloria, el
Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.
R. Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.
V. Nos refinaste como refinan la plata.
R. Pero nos has dado respiro.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Señor Jesús, maestro bueno, te doy gracias por que me has hecho
vencer los tormentos de mis verdugos; haz, Señor, que llegue felizmente a la
felicidad de tu reino eterno.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor Jesús, maestro bueno, te doy gracias por que me has hecho
vencer los tormentos de mis verdugos; haz, Señor, que llegue felizmente a la
felicidad de tu reino eterno.
PRECES
En esta hora en la que el Señor, cenando con sus discípulos,
presentó al Padre su propia vida que luego entregó en la cruz, aclamemos al Rey
de los mártires, diciendo:
Te glorificamos, Señor.
Te damos gracias, Señor, principio, ejemplo y rey de los mártires,
porque nos amaste hasta el extremo.
Te damos gracias, Señor, porque no cesas de llamar a los pecadores arrepentidos
y les das parte en los premios de tu reino.
Te damos gracias, Señor, porque hoy hemos ofrecido, como sacrificio para el
perdón de los pecados,
la sangre de la alianza nueva y eterna.
Te damos gracias, Señor,
porque con tu gracia nos has dado perseverar en la fe durante el día que ahora
termina.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Te damos gracias, Señor,
porque has asociado a nuestros hermanos difuntos a tu muerte.
Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Que nos alcancen tu perdón, Señor, las súplicas de santa Águeda,
ella que tanto te agradó por el resplandor de su virginidad y por la fortaleza
de su martirio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.