*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*SAN BLAS, OBISPO DE SEBASTE
Y MÁRTIR*
3 DE FEBRERO
MIERCOLES SEMANA IV
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.
Himno: AL RETORNAR ESTE DÍA.
Al retornar este día,
con voz alegre y canora,
celebrando al Redentor,
cantemos de Dios la gloria.
Por Cristo, el Creador inmenso
hizo la noche y la aurora,
con inmóvil ley fijando
la sucesión de las horas.
La luz eterna eres tú,
la antigua ley perfeccionas,
y no conoces crepúsculo,
y no te apagan las sombras.
Concédenos, Padre eterno,
que vivamos hoy con loa,
con que agrademos a Cristo,
si tu Espíritu nos colma. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme.
Salmo 107 - ALABANZA AL SEÑOR Y PETICIÓN DE AUXILIO.
Dios mío, mi corazón está firme,
para tí cantaré y tocaré, gloria mía.
Despertad, cítara y arpa,
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor,
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria;
para que se salven tus predilectos,
que tu mano salvadora nos responda.
Dios habló en su santuario:
«Triunfante ocuparé Siquén,
parcelaré el valle de Sucot;
mío es Galaad, mío Manasés,
Efraín es yelmo de mi cabeza,
Judá es mi cetro;
Moab, una jofaina para lavarme,
sobre Edom echo mi sandalia,
sobre Filistea canto victoria.»
Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte,
quién me conducirá a Edom,
si tú, ¡oh Dios!, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas?
Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil;
con Dios haremos proezas,
El pisoteará a nuestros enemigos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme.
Ant 2. El Señor me ha revestido de justicia y santidad.
Cántico: ALEGRIA DEL PROFETA ANTE LA NUEVA JERUSALÉN Is 61, 10—62, 5
Desbordo de gozo en el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como a un novio que se pone la corona,
o a una novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos, ante todos los pueblos.
Por amor de Sión no callaré,
por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que despunte la aurora de su justicia
y su salvación llamee como antorcha.
Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes, tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo
pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.
Ya no te llamarán «Abandonada»;
ni a tu tierra, «Devastada»;
a ti te llamarán «Mi favorita»,
y a tu tierra, «Desposada»,
porque el Señor te prefiere a ti,
y tu tierra tendrá marido.
Como un joven se casa con su novia,
así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa,
la encontrará tu Dios contigo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor me ha revestido de justicia y santidad.
Ant 3. Alabaré al Señor mientras viva.
Salmo 145 - FELICIDAD DE LOS QUE ESPERAN EN DIOS.
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.
No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;
que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos;
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabaré al Señor mientras viva.
LECTURA BREVE Dt 4, 39-40a
Has de reconocer hoy y recordar que el Señor es Dios, en lo alto del cielo y
abajo en la tierra, y que no hay otro. Guarda los mandatos y preceptos que te
voy a dar hoy.
RESPONSORIO BREVE
V. Bendigo al Señor en todo momento.
R. Bendigo al Señor en todo momento.
V. Su alabanza está siempre en mi boca.
R. En todo momento.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Bendigo al Señor en todo momento.
V. Ábreme,
Señor, los ojos.
R. Y contemplaré las maravillas de tu voluntad.
PRIMERA LECTURA
De la carta a los Romanos 14, 1-23
NINGUNO DE NOSOTROS VIVE PARA SÍ
Hermanos: Acoged benignamente a los espíritus débiles, sin criticar las
distintas opiniones. Unos creen que pueden comer de todo; otros, al contrario,
espíritus débiles, comen sólo legumbres. El que come de todo no desprecie al
que no come; y el que no come, no se meta a criticar a aquél. Dios lo acogió en
su Iglesia. ¿Quién eres tú para criticar al siervo ajeno? Que se mantenga en
pie o que caiga sólo interesa a su propio amo; pero ya se mantendrá en pie, que
poderoso es el Señor para sostenerlo.
Hay quienes tienen preferencia por unos días u otros; y hay quienes los
consideran todos iguales. Que cada uno se forme conciencia segura dentro de su
propia opinión. El que siente interés por tal día lo siente en honor del Señor.
Y el que come de todo come en el nombre del Señor, pues da gracias a Dios; el
que se abstiene de comer algo se abstiene por el Señor, y da gracias a Dios.
Ninguno de nosotros vive para sí y ninguno muere para sí. Que si vivimos,
vivimos para el Señor; y si morimos, para el Señor morimos. En fin, que tanto
en vida como en muerte somos del Señor. Para esto murió Cristo y retornó a la
vida, para ser Señor de vivos y muertos.
Y tú, espíritu débil, ¿por qué criticas a tu hermano? O también, tú, espíritu
fuerte, ¿por qué desprecias a tu hermano? Mirad que todos compareceremos ante
el tribunal de Dios, como dice la Escritura: "Por mi vida —dice el Señor—,
ante mí se doblará toda rodilla, a mí me alabará toda lengua." Total, que
cada uno de nosotros tendrá que dar cuenta a Dios de sí mismo. No nos
juzguemos, pues, ya más unos a otros. Más bien aplicad vuestro juicio a no
poner tropiezos o escándalos al hermano.
Yo, conforme a la doctrina de Jesús, Señor, sé y estoy convencido que nada hay
de suyo impuro. Mas para quien juzga que una cosa es impura, para ese tal, sí,
lo es. Si, por los alimentos que tomas, provocas a tu hermano, ya no procedes
según la caridad. No malogres con tu comida a aquel por quien ha muerto Cristo.
No deis, pues, lugar a que vuestra buena obra sea objeto de maledicencia.
El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el
Espíritu Santo, pues el que en esto sirve a Cristo es grato a Dios y acepto a
los hombres. Por tanto, trabajemos por la paz y por nuestra mutua edificación.
Por un manjar no destruyas la obra de Dios. Cierto que todos los manjares son
puros; pero son perjudiciales para quien los come dando escándalo. Es mejor
abstenerse de carne y de vino y de todo aquello en que tu hermano encuentre
escándalo.
La seguridad de conciencia que tienes, guárdala para ti mismo en la presencia
de Dios. Dichoso aquel a quien su conciencia no remuerde por lo que resuelve
hacer. Pero quien come, con dudas de si hace bien o mal, ya es culpable ante
Dios; porque no procedió con buena conciencia. Todo lo que se hace con mala
conciencia es pecado.
RESPONSORIO Rm 14, 9. 8. 7
R. Para esto murió Cristo y retornó a la vida, para ser Señor de
vivos y muertos. * Tanto en vida como en muerte somos del Señor.
V. Ninguno de nosotros vive para sí y ninguno muere para sí; que si
vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, para el Señor morimos.
R. Tanto en vida como en muerte somos del Señor.
SEGUNDA LECTURA
De los Capítulos de Diadoco de Foticé, obispo, Sobre la perfección
espiritual
(Capítulos 6. 26. 27. 301. PG 65, 1169. 1175-1176)
EL DISCERNIMIENTO DE ESPÍRITUS SE ADQUIERE POR EL GUSTO ESPIRITUAL
El auténtico conocimiento consiste en discernir sin error el bien del mal;
cuando esto se logra, entonces el camino de la justicia, que conduce al alma
hacia Dios, sol de justicia, introduce a aquella misma alma en la luz infinita
del conocimiento, de modo que, en adelante, va ya segura en pos de la caridad.
Conviene que, aun en medio de nuestras luchas, conservemos siempre la paz del
espíritu, para que la mente pueda discernir los pensamientos que la asaltan,
guardando en la despensa de su memoria los que son buenos y provienen de Dios,
y arrojando de este almacén natural los que son malos y proceden del demonio.
El mar, cuando está en calma, permite a los pescadores ver hasta el fondo del
mismo y descubrir dónde se hallan los peces; en cambio, cuando está agitado, se
enturbia e impide aquella visibilidad, volviendo inútiles todos los recursos de
que se valen los pescadores.
Sólo el Espíritu Santo puede purificar nuestra mente; si no entra él, como el
más fuerte del evangelio, para vencer al ladrón, nunca le podremos arrebatar a
éste su presa. Conviene, pues, que en toda ocasión el Espíritu Santo se halle a
gusto en nuestra alma pacificada, y así tendremos siempre encendida en nosotros
la luz del conocimiento; si ella brilla siempre en nuestro interior, no sólo se
pondrán al descubierto las influencias nefastas y tenebrosas del demonio, sino
que también se debilitarán en gran manera, al ser sorprendidas por aquella luz
santa y gloriosa.
Por esto dice el Apóstol: No impidáis las manifestaciones del Espíritu, esto
es, no entristezcáis al Espíritu Santo con vuestras malas obras y pensamientos,
no sea que deje de ayudaros con su luz. No es que nosotros podamos extinguir lo
que hay de eterno y vivificante en el Espíritu Santo, pero sí que al
contristarlo, es decir, al ocasionar este alejamiento entre él y nosotros,
queda nuestra mente privada de su luz y envuelta en tinieblas.
La sensibilidad del espíritu consiste en un gusto acertado, que nos da el
verdadero discernimiento. Del mismo modo que, por el sentido corporal del
gusto, cuando disfrutamos de buena salud, apetecemos lo agradable, discerniendo
sin error lo bueno de lo malo, así también nuestro espíritu, desde el momento
en que comienza a gozar de plena salud y a prescindir de inútiles
preocupaciones, se hace capaz de experimentar la abundancia de la consolación
divina y de retener en su mente el recuerdo de su sabor, por obra de la
caridad, para distinguir y quedarse con lo mejor, según lo que dice el Apóstol:
Y ésta es mi oración: Que vuestro amor vaya creciendo cada vez más en el
verdadero conocimiento y en delicadeza espiritual. Así sabréis distinguir y escoger
lo más perfecto.
RESPONSORIO Tb 4, 20; 14, 10. 11
R. Bendice al Señor en toda circunstancia, pídele que sean rectos
todos tus caminos, * para que lleguen a buen fin todos tus proyectos.
V. Practica lo que es agradable a sus ojos, con toda sinceridad y con
todas tus fuerzas.
R. Para que lleguen a buen fin todos tus proyectos.
Miércoles, 3 de febrero de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Marcos (6,1-6)*:
1 Salió de allí y vino
a su patria, y sus discípulos le siguen.
2
Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La multitud, al oírle,
quedaba maravillada, y decía: «¿De dónde le viene esto? y ¿qué sabiduría es
ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos?
3 ¿No es éste el carpintero, el hijo de
María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí
entre nosotros?» Y se escandalizaban a causa de él.
4 Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su
patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio.»
5 Y no podía hacer allí ningún milagro, a
excepción de unos pocos enfermos a quienes curó imponiéndoles las manos.
6 Y se maravilló de su falta de fe. Y
recorría los pueblos del contorno enseñando.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sirvamos al Señor con santidad todos nuestros días.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sirvamos al Señor con santidad todos nuestros días.
PRECES
Cristo, reflejo de la gloria del Padre, nos ilumina con su
palabra; acudamos pues a él diciendo:
Rey de la gloria, escúchanos.
Te bendecimos, Señor, autor y consumador de nuestra fe,
porque de las tinieblas nos has trasladado a tu luz admirable.
Tú que abriste los ojos de los ciegos y diste oído a los sordos,
aumenta nuestra fe.
Haz, Señor, que permanezcamos siempre en tu amor,
y que este amor nos guarde fraternalmente unidos.
Ayúdanos para que resistamos a la tentación, aguantemos en la tribulación
y te demos gracias en la prosperidad.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Dejemos que el espíritu de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones,
se una a nuestro espíritu, para clamar:
Padre nuestro...
ORACION
Recuerda, Señor, tu santa alianza consagrada con el nuevo
sacramento de la sangre del Cordero, para que tu pueblo obtenga el perdón de
sus pecados, y un aumento constante de salvación. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
SAN BLAS, OBISPO DE SEBASTE
Y MARTIR
Blas significa:
"arma de la divinidad".(año 316)
San Blas fue obispo de Sebaste, Armenia (al sur
de Rusia).
Al principio ejercía la medicina, y aprovechaba de la gran
influencia que le daba su calidad de excelente médico, para hablarles a sus
pacientes en favor de Jesucristo y de su santa religión, y conseguir así muchos
adeptos para el cristianismo.
Al conocer su gran santidad, el pueblo lo eligió obispo.
Cuando estalló la persecución de Diocleciano, se fue San Blas a
esconderse en una cueva de la montaña, y desde allí dirigía y animaba a los
cristianos perseguidos y por la noche bajaba a escondidas a la ciudad a
ayudarles y a socorrer y consolar a los que estaban en las cárceles, y a
llevarles la Sagrada Eucaristía.
Cuenta la tradición que a la cueva donde estaba escondido el
santo, llegaban las fieras heridas o enfermas y él las curaba. Y que estos
animales venían en gran cantidad a visitarlo cariñosamente. Pero un día él vio
que por la cuesta arriba llegaban los cazadores del gobierno y entonces espantó
a las fieras y las alejó y así las libró de ser víctimas de la cacería.
Entonces los cazadores, en venganza, se lo llevaron preso. Su
llegada a la ciudad fue una verdadera apoteosis, o paseo triunfal, pues todas
las gentes, aun las que no pertenecían a nuestra religión, salieron a aclamarlo
como un verdadero santo y un gran benefactor y amigo de todos.
El gobernador le ofreció muchos regalos y ventajas temporales si
dejaba la religión de Jesucristo y si se pasaba a la religión pagana, pero San
Blas proclamó que él sería amigo de Jesús y de su santa religión hasta el
último momento de su vida.
Entonces fue apaleado brutalmente y le desgarraron con garfios su
espalda. Pero durante todo este feroz martirio, el santo no profirió ni una
sola queja. El rezaba por sus verdugos y para que todos los cristianos
perseveraran en la fe.
El gobernador, al ver que el santo no dejaba de proclamar su fe en
Dios, decretó que le cortaran la cabeza. Y cuando lo llevaban hacia el sitio de
su martirio iba bendiciendo por el camino a la inmensa multitud que lo miraba
llena de admiración y su bendición obtenía la curación de muchos.
Pero hubo una curación que entusiasmó mucho a todos. Una pobre
mujer tenía a su hijito agonizando porque se le había atravesado una espina de
pescado en la garganta. Corrió hacia un sitio por donde debía pasar el santo.
Se arrodilló y le presentó al enfermito que se ahogaba. San Blas le colocó sus
manos sobre la cabeza al niño y rezó por él. Inmediatamente la espina
desapareció y el niñito recobró su salud. El pueblo lo aclamó entusiasmado.
Le cortaron la cabeza (era el año 316). Y después de su muerte
empezó a obtener muchos milagros de Dios en favor de los que le rezaban. Se
hizo tan popular que en sólo Italia llegó a tener 35 templos dedicados a él. Su
país, Armenia, se hizo cristiano pocos años después de su martirio.
En la Edad Antigua era invocado como Patrono de los cazadores, y
las gentes le tenían gran fe como eficaz protector contra las enfermedades de
la garganta. El 3 de febrero bendecían dos velas en honor de San Blas y las
colocaban en la garganta de las personas diciendo: "Por intercesión de San
Blas, te libre Dios de los males de garganta". Cuando los niños se
enfermaban de la garganta, las mamás repetían: "San Blas bendito, que se
ahoga el angelito".
A San Blas, tan amable y generoso, pidámosle que nos consiga de
Dios la curación de las enfermedades corporales de la garganta, pero sobre todo
que nos cure de aquella enfermedad espiritual de la garganta que consiste en
hablar de todo lo que no se debe de hablar y en sentir miedo de hablar de
nuestra santa religión y de nuestro amable Redentor, Jesucristo.
ORACION A SAN BLAS PIDIENDO FABORES
Glorioso san Blas,
Tú que te retiraste a una cueva
alejándote del mundo
para mejor hablar con Dios,
haz que encontremos
nuestra propia plática con Él.
Tú que confiaste en la fuerza de Dios,
y en su infalible capacidad y poder,
y que por medio de obras y milagros
conseguiste convertir a los que no creían,
transforma nuestra desesperanza en fe,
cambia nuestros lamentos por gozo
y convierte nuestra escasez en abundancia.
Glorioso San Blas de Sebaste
que a la llamada del Señor
respondiste ofreciendo el cáliz del martirio
y fuiste perseguido y cruelmente torturado
otórganos tu santa intercesión.
San Blas médico y mártir,
portento de bondad y compasión
que tanto consuelo, amor y milagros diste,
que incluso en el largo camino a prisión
la gente imploraba tu bendición,
el remedio de sus males
y la curación de sus dolencias,
te rogamos nos favorezcas
en estos momentos de gran pesar:
*(Hacer la
petición)*
¡Oh san Blas, obispo de Sebaste!
os suplicamos vuestra mediación
para que llevéis ante el trono del Altísimo
esta necesidad que hoy nos aflige,
que nuestras suplicas sean oídas y atendidas,
y que no nos falte nunca la voz
para cantar contigo las alabanzas del Señor,
buscar su voluntad,
implorar su perdón y misericordia Divina
y pedirle fuerzas para servirle mejor.
Amén.
Rezar tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres Glorias.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: TE BENDECIMOS, CRISTO, EN ESTA NOCHE.
Te bendecimos, Cristo, en esta noche:
Verbo de Dios y Luz de Luz eterna,
emisor del Espíritu Paráclito;
te bendecimos porque nos revelas
la triple luz de una indivisa gloria
y libras nuestras almas de tinieblas.
A la noche y al día has ordenado
que se releven siempre en paz fraterna;
la noche compasiva pone término
a nuestras aflicciones y tareas,
y, para comenzar el nuevo surco,
el día alegremente nos despierta.
Da un sueño muy ligero a nuestros párpados,
para que nuestra voz no permanezca
muda por mucho tiempo en tu alabanza;
mientras dormimos se mantenga en vela
toda tu creación, cantando salmos
en compañía de la turba angélica.
Y, mientras duerme nuestro humilde cuerpo,
nuestro espíritu cante a su manera:
«Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu,
en el día sin noche donde reinan;
al Uno y Trino, honor, poder, victoria,
por edades y edades sempiternas.» Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, tu saber me sobrepasa.
Salmo 138, 1-18. 23-24 - I TODO ESTÁ PRESENTE A LOS OJOS DE DIOS.
Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me envuelves por doquier,
me cubres con tu mano.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.
¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;
si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
tu diestra llegará hasta mí.
Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, tu saber me sobrepasa.
Ant 2. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al
hombre según su conducta.
Salmo 138 II
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has formado portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro,
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.
¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.
Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al
hombre según su conducta.
Ant 3. Todo fue creado por él y para él.
Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER
RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Todo fue creado por él y para él.
LECTURA BREVE 1Jn 2, 3-6
Sabemos que hemos llegado a conocer a Cristo si guardamos sus mandamientos.
Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, miente; y la verdad
no está en él. Pero quien guarda su palabra posee el perfecto amor de Dios. En
esto conocemos que estamos en él. Quien dice que está siempre en él debe andar
de continuo como él anduvo.
RESPONSORIO BREVE
V. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
R. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
V. A las sombras de tus alas escóndenos.
R. Como a las niñas de tus ojos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Haz, Señor, proezas con tu brazo, dispersa a los soberbios y
enaltece a los humildes.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
+Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Haz, Señor, proezas con tu brazo, dispersa a los soberbios y
enaltece a los humildes.
PRECES
Invoquemos a Dios, cuya bondad para con su pueblo es más grande
que los cielos, y digámosle:
Que se alegren los que se acogen a ti, Señor.
Acuérdate, Señor, que enviaste a tu Hijo al mundo, no para condenarlo, sino
para salvarlo;
haz que su muerte gloriosa nos traiga la salvación.
Tú que constituiste a tus sacerdotes servidores de Cristo y administradores de
tus misterios,
concédeles un corazón fiel, ciencia abundante y caridad intensa.
Tú que desde el principio creaste hombre y mujer,
guarda a todas las familias unidas en el verdadero amor.
Haz que los que has llamado a la castidad perfecta por el reino de los cielos,
sigan con fidelidad a tu Hijo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que enviaste a Jesucristo al mundo para salvar a los pecadores,
Concede a todos los difuntos el perdón de sus faltas.
Movidos por el Espíritu Santo y llenos de su amor, dirijamos al Padre nuestra
oración:
Padre nuestro...
ORACION
Acuérdate, Señor, de tu misericordia, y, ya que a los hambrientos
los colmas de bienes, socorre nuestra indigencia con la abundancia de tus
riquezas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.