*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
TIEMPO DE ADVIENTO
SÁBADO DE LA SEMANA III
Del Propio del día - Salterio III
19 de diciembre
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. El Señor está cerca, venid adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: LA PENA QUE LA TIERRA SOPORTABA
La pena que la tierra soportaba,
a causa del pecado, se ha trocado
en canto que brota jubiloso
en labios de María pronunciado.
El sí de las promesas ha llegado,
la alianza se cumple, poderosa,
el Verbo eterno de los cielos
con nuestra débil carne se desposa.
Misterio que sólo la fe alcanza,
María es nuevo templo de la gloria,
rocío matinal, nube que pasa,
luz nueva en presencia misteriosa.
A Dios sea la gloria eternamente,
al Hijo suyo amado Jesucristo,
que quiso nacer para nosotros
y darnos su Espíritu divino. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor viene del Líbano, su brillo es como el día.
Salmo 118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor viene del Líbano, su brillo es como el día.
Ant 2. Cielos, dejad caer el rocío; que las nubes lluevan al Justo y de
la tierra brote el Salvador.
Cántico: DAME SEÑOR, LA SABIDURÍA Sb 9, 1-6. 9-11
Dios de los padres y Señor de la misericordia,
que con tu palabra hiciste todas las cosas,
y en tu sabiduría formaste al hombre,
para que dominase sobre tus creaturas,
y para que rigiese el mundo con santidad y justicia
y lo gobernase con rectitud de corazón.
Dame la sabiduría asistente de tu trono
y no me excluyas del número de tus siervos,
porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
hombre débil y de pocos años,
demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.
Pues aunque uno sea perfecto
entre los hijos de los hombres,
sin la sabiduría, que procede de ti,
será estimado en nada.
Contigo está la sabiduría conocedora de tus obras,
que te asistió cuando hacías el mundo,
y que sabe lo que es grato a tus ojos
y lo que es recto según tus preceptos.
Mándala de tus santos cielos
y de tu trono de gloria envíala
para que me asista en mis trabajos
y venga yo a saber lo que te es grato.
Porque ella conoce y entiende todas las cosas,
y me guiará prudentemente en mis obras,
y me guardará en su esplendor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cielos, dejad caer el rocío; que las nubes lluevan al Justo y de
la tierra brote el Salvador.
Ant 3. Prepárate, Israel, y sal al encuentro de tu Salvador que se
acerca.
Salmo 116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos:
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Prepárate, Israel, y sal al encuentro de tu Salvador que se
acerca.
LECTURA BREVE Is 2, 3
Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos
instruirá en sus caminos, y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá
la ley, de Jerusalén la palabra del Señor.
RESPONSORIO BREVE
V. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
V. Su gloria aparecerá sobre ti.
R. Amanecerá el Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
V. Muéstranos,
Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías 41, 8-20
PROMESA DE UN NUEVO ÉXODO
Tú, Israel, siervo mío; Jacob, mi escogido; estirpe de Abraham, mi amigo. Tú, a
quien cogí en los confines del orbe, a quien llamé en sus extremos, a quien
dije: «Tu eres mi siervo, te he escogido y no te he rechazado.» No temas, que
yo estoy contigo; no te angusties, que yo soy tu Dios: te fortalezco, te auxilio,
te sostengo con mi diestra victoriosa.
Mira: se avergonzarán derrotados los que se enardecen contra ti; serán
aniquilados y perecerán los que pleitean contra ti; los buscarás sin
encontrarlos a los que pelean contra ti; serán aniquilados, dejarán de existir
los que guerrean contra ti. Porque yo, el Señor, tu Dios, te sostengo por la
diestra, y te digo: «No temas, yo mismo te auxilio.»
No temas, gusanito de Jacob, oruga de Israel, yo mismo te auxilio —oráculo del
Señor—, tu redentor es el Santo de Israel. Mira, te convierto en trillo
aguzado, nuevo, dentado: trillarás los montes y los trituraras; harás paja de
las colinas, los aventarás, y el viento los arrebatará, el vendaval los
dispersará; y tu te alegraras con el Señor, te gloriarás del Santo de Israel.
Los pobres y los indigentes buscan agua, y no la hay; su lengua está reseca de
sed. Yo, el Señor, les responderé; yo, el Dios de Israel, no los abandonaré.
Alumbrare ríos en cumbres peladas; en medio de las vaguadas, manantiales;
transformaré el desierto en estanque, y el yermo en fuentes de agua; pondré en
el desierto cedros, acacias, mirtos y olivos; plantaré en la estepa cipreses,
olmos y alerces, Juntos. Para que vean y conozcan, reflexionen y aprendan de
una vez que la mano del Señor lo ha hecho, que el Santo de Israel lo ha creado.
RESPONSORIO Is 42, 1; Dt 18, 15
R. Mirad a mi siervo, en quien tengo mis complacencias; * en
él he puesto mi espíritu, para que haga brillar la justicia en las naciones.
V. El Señor, tu Dios, te suscitará un profeta de en medio de ti, de
entre tus hermanos.
R. En él he puesto mi espíritu, para que haga brillar la justicia en
las naciones.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Ireneo, obispo, Contra las herejías
(Libro 3, 20, 2-3: SC 34, 342-344)
EL DESIGNIO DE LA ENCARNACIÓN REDENTORA
La gloria del hombre es Dios. El beneficiario de la actividad de Dios, de toda
su sabiduría y poder, es el hombre.
Y de la misma forma que la habilidad del médico se manifiesta en los enfermos,
así Dios se manifiesta en los hombres. Por eso dice san Pablo: Dios encerró a
todos los hombres en la desobediencia, para usar con todos ellos de
misericordia. En estas palabras el Apóstol se refiere al hombre que, por
desobedecer a Dios, perdió la inmortalidad, pero que alcanzó luego la misericordia,
recibiendo la gracia de adopción por el Hijo de Dios.
El hombre que, sin orgullo ni presunción, piensa rectamente de la verdadera
gloria de las creaturas y de la de aquel que las creó -es decir, de Dios
todopoderoso que da a todos el ser- y permanece en el amor, en la sumisión y en
la acción de gracias a Dios recibirá de él una gran gloria y crecerá en ella en
la medida en que se asemeje al que por él murió.
El Hijo de Dios se sometió a una existencia semejante a la de la carne de
pecado para condenar el pecado y, una vez condenado, expulsarlo fuera de la
carne. Asumió la carne para incitar al hombre a hacerse semejante a él y para
proponerle a Dios como modelo a quien imitar. Le impuso la obediencia al Padre
para que llegara a ver a Dios, dándole así el poder de alcanzar al Padre. El
Verbo de Dios que habitó en el hombre se hizo también Hijo del hombre, para que
el hombre se habituara a percibir a Dios y Dios a vivir en el hombre, conforme
a la voluntad del Padre.
Por eso, pues, aquel que es la señal de nuestra salvación, el Emmanuel nacido
de la Virgen, nos fue dado por el mismo Señor, porque era el mismo Señor quien
salvaba a los que por sí mismos no podían alcanzar la salvación; por eso Pablo
proclama la debilidad del hombre, diciendo: Ya sé que en mí, es decir, dentro
de mi estado puramente natural, no habita lo bueno; así indica que nuestra
salvación no proviene de nosotros, sino de Dios. y añade también: ¡Desdichado
de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Y luego, para aclarar quien
lo libra, afirma que esta liberación es obra de la gracia de Jesucristo nuestro
Señor.
También Isaías dice lo mismo: Fortaleced las manos débiles, robusteced las
rodillas vacilantes; decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis.»
Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona y os salvará. Esto
lo dice para significar que por nosotros mismos no podemos alcanzar la
salvación, sino que ésta es consecuencia de la ayuda de Dios.
RESPONSORIO Cf. Jr 31, 10; cf. 4-5
R. Escuchad, pueblos, la palabra del Señor, anunciadla hasta los
confines de la tierra, * y decid a las islas
remotas: «Vendrá nuestro Salvador.»
V. Anunciadlo y haced que se escuche en todas partes; proclamad la
nueva, gritadla a plena voz.
R. Y decid a las islas remotas: «Vendrá nuestro Salvador.»
Sábado, 19 de diciembre de 2020
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Lucas (1,5-25):
5 Hubo en los días de Herodes, rey de
Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer
descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel;
6 los dos eran justos ante Dios, y caminaban
sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor.
7 No tenían hijos, porque Isabel era
estéril, y los dos de avanzada edad.
8 Sucedió que, mientras oficiaba delante de
Dios, en el turno de su grupo,
9 le tocó en suerte, según el uso del
servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso.
10 Toda la multitud del pueblo estaba fuera
en oración, a la hora del incienso.
11 Se le apareció el Ángel del Señor, de
pie, a la derecha del altar del incienso.
12 Al verle Zacarías, se turbó, y el temor
se apoderó de él.
13 El ángel le dijo: «No temas, Zacarías,
porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo,
a quien pondrás por nombre Juan;
14 será para ti gozo y alegría, y muchos se
gozarán en su nacimiento,
15 porque será grande ante el Señor; no
beberá vino ni licor; estará lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su
madre,
16 y a muchos de los hijos de Israel, les
convertirá al Señor su Dios,
17 e irá delante de él con el espíritu y el
poder de Elías, = para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, =
y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo
bien dispuesto.»
18 Zacarías dijo al ángel: = «¿En qué lo
conoceré? = Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad.»
19 El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel,
el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta
buena nueva.
20 Mira, te vas a quedar mudo y no podrás
hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis
palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.»
21 El pueblo estaba esperando a Zacarías y
se extrañaban de su demora en el Santuario.
22 Cuando salió, no podía hablarles, y
comprendieron que había tenido una visión en el Santuario; les hablaba por
señas, y permaneció mudo.
23 Y sucedió que cuando se cumplieron los
días de su servicio, se fue a su casa.
24 Días después, concibió su mujer Isabel; y
se mantuvo oculta durante cinco meses
25 diciendo: «Esto es lo que ha hecho por mí
el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Salvador del mundo aparecerá como el sol naciente y descenderá
al seno de la Virgen como la lluvia desciende sobre el césped. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Salvador del mundo aparecerá como el sol naciente y descenderá
al seno de la Virgen como la lluvia desciende sobre el césped. Aleluya.
PRECES
Hermanos, oremos a Cristo, el redentor, que viene a librar del
poder de la muerte a los que se convierten a él, y digámosle:
Ven, Señor Jesús.
Que al anunciar tu venida, Señor,
nuestro corazón se sienta libre de toda vanidad.
Que la Iglesia que tú fundaste, Señor,
glorifique tu nombre por todo el mundo.
Que tu ley, Señor, sea luz para nuestros ojos
y sirva de protección a los pueblos que confiesan tu nombre.
Tú que por la Iglesia nos anuncias el gozo de tu venida,
concédenos también el deseo de recibirte.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Con el gozo que nos da el saber que Cristo viene para hacernos hijos de Dios,
digamos al Padre:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que te has dignado revelar al mundo el esplendor de
tu gloria por medio del parto de la santísima Virgen María, concédenos venerar
con fe íntegra y celebrar con sincero rendimiento el gran misterio de la
encarnación de tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: ESCUCHA, CASA DE DAVID
Escucha, casa de David:
La Virgen pura se halla encinta;
Dios la acaricia y la fecunda
y la hace Madre de la vida.
La Virgen grávida nos lleva
en el secreto de su dicha;
la Virgen fiel nos abre ruta
por su obediencia de discípula.
Espera en calma la agraciada,
con ella el mundo se arrodilla;
levanta el pobre la mirada,
con ella pide la venida.
Nacido en tiempos sin aurora,
el Hijo espera con María.
¡Oh Dios de amor, nuestra esperanza,
cambia tu espera en parusía!
¡A ti, Jesús, Hijo esperado,
aparecido en nuestros días,
con santo júbilo cantamos!
¡Ven en tu reino, ven de prisa! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mirad: vendrá el deseado de todos los pueblos y se llenará de
gloria la casa del Señor. Aleluya.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mirad: vendrá el deseado de todos los pueblos y se llenará de
gloria la casa del Señor. Aleluya.
Ant 2. Ven, Señor, y no tardes: perdona los pecados de tu pueblo, Israel.
Salmo 129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR.
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ven, Señor, y no tardes: perdona los pecados de tu pueblo, Israel.
Ant 3. Mirad: se cumple ya el tiempo en el que Dios envía a su Hijo al
mundo.
Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2,
6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mirad: se cumple ya el tiempo en el que Dios envía a su Hijo al
mundo.
LECTURA BREVE 1Ts 5, 23-24
Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser
-espíritu, alma y cuerpo- sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de
nuestro Señor Jesucristo. Fiel es a sus promesas el que os ha convocado; y él
las cumplirá.
RESPONSORIO BREVE
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
V. Y danos tu salvación.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Oh renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los
pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones,
ven a librarnos, no tardes más.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Oh renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los
pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones,
ven a librarnos, no tardes más.
PRECES
Oremos, hermanos, a Cristo, el Señor, que nació de la Virgen
María, y digámosle:
Ven, Señor Jesús.
Hijo unigénito de Dios, que has de venir al mundo como mensajero de la alianza,
haz que el mundo te reciba y te reconozca.
Tú que, engendrado en el seno del Padre, quisiste hacerte hombre en el seno de
María,
líbranos de la corrupción de la carne.
Tú que, siendo la vida, quisiste experimentar la muerte,
concédenos superar la sentencia de la muerte.
Tú que, al venir al juicio, traerás contigo la recompensa,
haz que tu amor sea entonces nuestro premio.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Señor Jesucristo, tú que por tu muerte socorriste a los muertos,
escucha las súplicas que te dirigimos por nuestros difuntos.
Pidamos ahora a nuestro Padre que sea la ayuda de nuestra debilidad:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, derrama tu gracia sobre nosotros, que hemos conocido por el
anuncio del ángel la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión
y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.