*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
Laudes - San Andrés, apóstol 2020
Fiesta
Andrés, nacido en Betsaida,
fue primeramente discípulo de Juan Bautista, siguió después a Cristo y le
presentó también a su hermano Pedro. Él y Felipe son los que llevaron ante
Jesús a unos griegos, y el propio Andrés fue el que hizo saber a Cristo que
había un muchacho que tenía unos panes y unos peces. Según la tradición,
después de Pentecostés predicó el Evangelio en muchas regiones y fue
crucificado en Acaya.
El
siguiente es el formulario que corresponde a laudes de la liturgia de las horas
para San Andrés, apóstol el día, lunes, 30 de noviembre de 2020. Otras
celebraciones del día: LUNES I SEMANA DE
ADVIENTO .
Invitatorio
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Venid,
adoremos al Señor, rey de los apóstoles.
Salmo 94
Invitación
a la alabanza divina
Animaos los unos a los otros, día
tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid,
aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Laudes
Himno
De luz nueva se viste la tierra,
porque el Sol que del cielo ha venido
en el seno feliz de la Virgen
de su carne se ha revestido.
El amor hizo nuevas cosas,
el Espíritu ha descendido
y la sombra del que es poderoso
en la Virgen su luz ha encendido.
Ya la tierra reclama su fruto
y de bodas se anuncia alegría,
el Señor que en los cielos moraba
se hizo carne en la Virgen María.
Gloria a Dios, el Señor poderoso,
a su Hijo y Espíritu Santo,
que en su gracia y su amor nos bendijo
y a su reino nos ha destinado. Amén.
Salmodia
Antífona 1: Uno de
los dos que había ido en seguimiento de Jesús era Andrés, el hermano de Simón
Pedro.
Salmo 62,
2-9
El alma
sedienta de Dios
Madruga por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Antífona 2: El Señor
amó a Andrés con singular predilección.
Dn
3,57-88.56
Toda la
creación alabe al Señor
Alabad al Señor, sus siervos todos. (Ap 19,5)
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona 3: Dijo
Andrés a su hermano Simón: «Hemos encontrado al Mesías»; y lo presentó a Jesús.
Salmo 149
Alegría de
los santos
Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su
Rey, Cristo, el Señor. (Hesiquio)
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Lectura Breve
Ef 2, 19-22
Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos del
pueblo de Dios y
miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los
apóstoles y
profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio
queda
ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por
él
también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios
por el
Espíritu.
Responsorio Breve
V. Los
nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
V. Harán memorable tu nombre, Señor.
R. Sobre toda la tierra.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
V. Contaron
las alabanzas del Señor y su poder.
R. Y las maravillas que realizó.
Lecturas
Primera Lectura
De la primera carta del apóstol san
Pablo a los Corintios 1, 18-2, 5
LOS APÓSTOLES PREDICAN LA CRUZ
Hermanos: El mensaje de la cruz
es necedad para los que están en vías de perdición;
pero para los que están en vías de salvación —para nosotros— es fuerza de Dios.
Dice la
Escritura: «Destruiré la sabiduría de los sabios, frustraré la sagacidad de los
sagaces.» ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el letrado? ¿Dónde está el sofista
de
nuestros tiempos? ¿No ha convertido Dios en necedad la sabiduría del mundo?
Y, como en la sabiduría de Dios el mundo no lo conoció por el camino de la
sabiduría,
quiso Dios valerse de la necedad de la predicación, para salvar a los
creyentes. Porque los
judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría. Pero nosotros predicamos a
Cristo
crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para
los llamados a
Cristo —judíos o griegos—: fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de
Dios es
más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
Fijaos en vuestra asamblea: no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni
muchos
poderosos, ni muchos nobles; todo lo contrario: lo necio del mundo lo ha
escogido Dios
para confundir a los sabios. Y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para
humillar el
poder. Aún más: ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no
cuenta,
para anular a lo que cuenta; de modo que nadie puede gloriarse en presencia del
Señor.
Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho para
nosotros
sabiduría, justicia, santificación y redención. Y así —como dice la Escritura—
«el que se
gloría, que se gloríe en el Señor».
Cuando vine a vosotros, hermanos, a anunciaros el testimonio de Dios, no lo
hice con
sublime elocuencia ni sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber
cosa
alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado. Me presenté a vosotros débil y
temeroso; mi
palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la
manifestación
y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los
hombres,
sino en el poder de Dios.
Responsorio Cf. Mt 4, 18. 19
R. Caminando
por la ribera del mar de Galilea, vio el Señor a Pedro y a Andrés, que
estaban echando la red en el mar, y los llamó: * «Venid en pos de mí, y yo os haré
pescadores de hombres.»
V. Pues eran pescadores, y les dijo:
R. «Venid en pos de mí, y yo os haré pescadores de hombres.»
Segunda Lectura
De las homilías de san Juan
Crisóstomo, obispo, sobre el evangelio de san Juan (Homilía 19,1: PG
59,120-121)
HEMOS ENCONTRADO AL MESÍAS
Andrés, después de permanecer con
Jesús y de aprender de él muchas cosas, no
escondió el tesoro para sí solo, sino que corrió presuroso en busca de su
hermano, para
hacerle partícipe de su descubrimiento. Fíjate en lo que dice a su hermano:
Hemos
encontrado al Mesías, que significa Cristo. ¿Ves de qué manera manifiesta todo
lo que
había aprendido en tan breve espacio de tiempo? Pues, por una parte, manifiesta
el poder
del Maestro, que les ha convencido de esto mismo, y, por otra, el interés y la
aplicación de
los discípulos, quienes ya desde el principio se preocupaban de estas cosas.
Son las
palabras de un alma que desea ardientemente la venida del Señor, que espera al
que
vendrá del cielo, que exulta de gozo cuando se ha manifestado y que se apresura
a
comunicar a los demás tan excelsa noticia. Comunicarse mutuamente las cosas
espirituales es señal de amor fraterno, de entrañable parentesco y de sincero
afecto.
Pero advierte también, y ya desde el principio, la actitud dócil y sencilla de
Pedro.
Acude sin tardanza: Y lo llevó a Jesús, afirma el evangelio. Pero que nadie lo
acuse de
ligereza por aceptar el anuncio sin una detenida consideración. Lo más probable
es que su
hermano le contase más cosas detalladamente, pues los evangelistas resumen
muchas
veces los hechos, por razones de brevedad. Además, no afirma que Pedro creyera
al
momento, sino que lo llevó a Jesús, y a él se lo confió, para que del mismo
Jesús
aprendiera todas las cosas. Pues había también otro discípulo que tenía los
mismos
sentimientos.
Si Juan Bautista, cuando afirma: Éste es el Cordero, y: Bautiza con Espíritu
Santo, deja
que sea Cristo mismo quien exponga con mayor claridad estas verdades, mucho más
hizo
Andrés, quien, no juzgándose capaz para explicarlo todo, condujo a su hermano a
la
misma fuente de la luz, tan contento y presuroso, que su hermano no dudó ni un
instante
en acudir a ella.
Responsorio
R. Tan
pronto como san Andrés oyó la voz del Señor, que le llamaba, dejó las redes,
con
las cuales ganaba el sustento, * y
siguió al que otorga las recompensas de la vida eterna.
V. Éste es aquel que sufrió el martirio de la cruz por amor de
Cristo y por difundir su ley.
R. Y siguió al que otorga las recompensas de la vida eterna.
Lecturas
Fiesta de San Andrés apóstol
Lunes, 30
de noviembre de 2020
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (4,18-22):
18 Caminando por la ribera del mar de
Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando
la red en el mar, pues eran pescadores,
19 y les
dice: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres.»
20 Y ellos
al instante, dejando las redes, le siguieron.
21
Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su
hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus
redes; y los llamó.
22 Y ellos al instante, dejando la barca y a
su padre, le siguieron.
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: Oh cruz, ten a bien
abrazar a aquel que fue discípulo de quien en ti estuvo clavado, Cristo, mi
maestro.
Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
+ Bendito sea el Señor, Dios de
Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Queridos hermanos, habiendo recibido de los Apóstoles la herencia
de los elegidos, demos gracias a nuestro Padre por todos sus dones, diciendo:
El coro de los apóstoles te ensalza, Señor.
Por la mesa de tu cuerpo y de tu sangre, que nos transmitieron los apóstoles,
— con la cual nos alimentamos y vivimos:
El coro de los apóstoles te ensalza, Señor.
Por la mesa de tu palabra, que nos transmitieron los apóstoles,
— con la cual se nos comunica la luz y el gozo:
El coro de los apóstoles te ensalza, Señor.
Por tu Iglesia santa, edificada sobre el fundamento de los apóstoles,
— por la cual nos integramos en la unidad:
El coro de los apóstoles te ensalza, Señor.
Por la purificación del bautismo y de la penitencia, confiada a los apóstoles,
— con la cual quedamos limpios de todos los pecados:.
El coro de los apóstoles te ensalza, Señor.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Concluyamos nuestra oración con la plegaria que Jesús enseñó a los apóstoles:
Padre
nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Protégenos, Señor, con la constante intercesión del apóstol san
Andrés, a quien escogiste para ser predicador y pastor de tu Iglesia. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.
Vísperas - San Andrés, apóstol 2020
Fiesta
Andrés, nacido en Betsaida,
fue primeramente discípulo de Juan Bautista, siguió después a Cristo y le
presentó también a su hermano Pedro. Él y Felipe son los que llevaron ante
Jesús a unos griegos, y el propio Andrés fue el que hizo saber a Cristo que
había un muchacho que tenía unos panes y unos peces. Según la tradición,
después de Pentecostés predicó el Evangelio en muchas regiones y fue
crucificado en Acaya.
El
siguiente es el formulario que corresponde a vísperas de la liturgia de las
horas para San Andrés, apóstol el día lunes, 30 de noviembre de 2020. Otras
celebraciones del día: LUNES I SEMANA DE
ADVIENTO .
Invitatorio
Vísperas
Invocación
V. Dios mío, ven en mi
auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
Jesucristo, Palabra del Padre,
luz eterna de todo creyente:
ven y escucha la súplica ardiente,
ven, Señor, porque ya se hace tarde.
Cuando el mundo dormía en tinieblas,
en tu amor tú quisiste ayudarlo
y trajiste, viniendo a la tierra,
esa vida que puede salvarlo.
Ya madura la historia en promesas,
sólo anhela tu pronto regreso;
si el silencio madura la espera,
el amor no soporta el silencio.
Con María, la Iglesia te aguarda
con anhelos de esposa y de Madre,
y reúne a sus hijos en vela,
para juntos poder esperarte.
Cuando vengas, Señor, en tu gloria,
que podamos salir a tu encuentro
y a tu lado vivamos por siempre,
dando gracias al Padre en el reino. Amén.
Salmodia
Antífona 1: Vio el
Señor a Pedro y a Andrés y los llamó.
Antífona 2: «Venid en
pos de mí —dice el Señor—, y yo os haré pescadores de hombres.»
Antífona 3: Ellos,
dejando al momento las redes, siguieron al Señor, su redentor.
Lectura Breve
Ef 4, 11-13
Cristo ha constituido a unos, apóstoles; a otros, profetas; a
otros, evangelistas; a otros,
pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los fieles, en función de su
ministerio, y
para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad
en la fe y
en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo
en su
plenitud.
Responsorio Breve
V. Contad
a los pueblos la gloria del Señor.
R. Contad a los pueblos la gloria del Señor.
V. Sus maravillas a todas las naciones.
R. Contad a los pueblos la gloria del Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Contad a los pueblos la gloria del Señor.
Canto Evangélico
Antifona: Andrés fue
siervo de Cristo, digno apóstol de Dios, hermano de Pedro y compañero suyo en
el martirio.
Magnificat Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Hermanos: Edificados sobre el cimiento de los apóstoles, oremos al
Padre por su pueblo santo, diciendo:
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.
Padre santo, que quisiste que tu Hijo resucitado de entre los muertos se
manifestara en
primer lugar a los apóstoles,
— haz que también nosotros seamos testigos de Cristo hasta los confines del
mundo.
Padre santo, tú que enviaste a tu Hijo al mundo para dar la Buena Noticia a los
pobres,
— haz que sepamos proclamar el Evangelio a todas las criaturas.
Tú que enviaste a tu Hijo a sembrar la semilla de la palabra,
— haz que, sembrando también tu palabra con nuestro esfuerzo, recojamos sus
frutos con
alegría.
Tú que enviaste a tu Hijo para que reconciliara el mundo contigo,
— haz que también nosotros cooperemos a la reconciliación de los hombres.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú que quisiste que tu Hijo resucitara el primero de entre los muertos,
— concede a todos los que son de Cristo resucitar con él, el día de su venida.
Oremos ahora al Padre, como Jesús enseñó a los apóstoles: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Protégenos, Señor, con la constante intercesión del apóstol san
Andrés, a quien escogiste para ser predicador y pastor de tu Iglesia. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.