Lecturas de la 30º Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo A
Jueves, 29 de octubre de 2020
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (6,10-20):
Buscad vuestra fuerza en el Señor y en su invencible poder. Poneos las armas
que Dios os da, para poder resistir a las estratagemas del diablo, porque
nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso, sino contra los
principados, autoridades y poderes que dominan este mundo de tinieblas, contra
las fuerzas sobrehumanas y supremas del mal. Por eso, tomad las armas de Dios,
para poder resistir en el día fatal y, después de actuar a fondo, mantener las
posiciones. Estad firmes, repito: abrochaos el cinturón de la verdad, por
coraza poneos la justicia; bien calzados para estar dispuestos a anunciar el
Evangelio de la paz. Y, por supuesto, tened embrazado el escudo de la fe, donde
se apagarán las flechas incendiarias del malo. Tomad por casco la salvación y por
espada la del Espíritu, es decir, la palabra de Dios, insistiendo y pidiendo en
la oración. Orad en toda ocasión con la ayuda del Espíritu. Tened vigilias en
que oréis con constancia por todos los santos. Pedid también por mí, para que
Dios abra mi boca y me conceda palabras que anuncien sin temor el misterio
contenido en el Evangelio, del que soy embajador en cadenas. Pedid que tenga
valor para hablar de él como debo.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 143,1.2.9-10
R/. Bendito el Señor, mi Roca
Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea. R/.
R/. Bendito el Señor, mi Roca
Mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos. R/.
R/. Bendito el Señor, mi Roca
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo. R/.
R/. Bendito el Señor, mi Roca
Jueves, 29 de octubre de 2020
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,31-35):
31 En aquel mismo momento se acercaron
algunos fariseos, y le dijeron: «Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere
matarte.»
32 Y él les dijo: «Id a decir a ese zorro:
Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy
consumado.
33 Pero conviene que hoy y mañana y pasado
siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén.
34 «¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a
los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido
reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis
querido!
35 Pues bien, se os va a dejar vuestra casa.
Os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis: =
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!» =
Palabra del Señor
(«Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere
matarte.»).
*Esta frase me llama a la atención y me cuestiona
seriamente, y me lleva a preguntarme ¿Cuántas veces le he dicho al Señor sal y
vete de aquí? Para mi vergüenza, cuando he despreciado a distinta persona le
estoy diciendo al Señor (sal y vete de aquí) Lo mismo sucede cuando permito en
mi vida, el juicio, el chisme y la murmuración, cada vez que soy un
irresponsable en mi trabajo o en mi casa, y cuando siembro disgusto entre las
personas, cada vez que he hecho eso, le estoy diciendo al Señor (sal y
vete de aquí). La buena noticia para mi es que este lenguaje que usa el Señor, aunque
parezca ser un lenguaje duro, es sanador, y a la misma vez es libertador*.
*El
que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.