Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
MIÉRCOLES DE LA SEMANA XI
De la Feria. Salterio III
Miércoles 17 de junio
MIÉRCOLES DE LA SEMANA XI
De la Feria. Salterio III
Miércoles 17 de junio
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.
Himno: DETENTE, AURORA DE ESTE NUEVO DÍA.
¡Detente, aurora de este nuevo día,
refleja en mis pupilas tu paisaje!
Mensajera de amor, es tu equipaje
la hermosura hecha luz y profecía.
¡Detente, aurora, dulce epifanía,
rostro de Dios, qué bello es tu mensaje!
Queme tu amor mi amor que va de viaje
en lucha, y en trabajo y alegría.
Avanzamos, corremos fatigados,
mañana tras mañana enfebrecidos
por la carga de todos los pecados.
Arrópanos, Señor, con la esperanza;
endereza, Señor, los pies perdidos,
y recibe esta aurora de alabanza. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.
Salmo 85 - ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.
Inclina tu oído, Señor; escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;
porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.»
Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.
Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu grande piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.
Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.
Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.
Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.
Ant 2. Dichoso el hombre que procede con justicia y habla con rectitud.
Cántico: DIOS JUZGARÁ CON JUSTICIA Is 33, 13-16
Los lejanos, escuchad lo que he hecho;
los cercanos, reconoced mi fuerza.
Temen en Sión los pecadores,
y un temblor se apodera de los perversos:
«¿Quién de nosotros habitará un fuego devorador,
quién de nosotros habitará una hoguera perpetua?».
El que procede con justicia y habla con rectitud
y rehúsa el lucro de la opresión;
el que sacude la mano rechazando el soborno
y tapa su oído a propuestas sanguinarias,
el que cierra los ojos para no ver la maldad:
ése habitará en lo alto,
tendrá su alcázar en un picacho rocoso,
con abasto de pan y provisión de agua.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el hombre que procede con justicia y habla con rectitud.
Ant 3. Aclamad al Rey y Señor.
Salmo 97 - EL SEÑOR, JUEZ VENCEDOR
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad:
tocad la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas
aclamad al Rey y Señor.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes
al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamad al Rey y Señor.
LECTURA BREVE Jb 1, 21; 2, 10b
Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor. Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males?
RESPONSORIO BREVE
V. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
V. Dame vida con tu palabra.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.
Himno: DETENTE, AURORA DE ESTE NUEVO DÍA.
¡Detente, aurora de este nuevo día,
refleja en mis pupilas tu paisaje!
Mensajera de amor, es tu equipaje
la hermosura hecha luz y profecía.
¡Detente, aurora, dulce epifanía,
rostro de Dios, qué bello es tu mensaje!
Queme tu amor mi amor que va de viaje
en lucha, y en trabajo y alegría.
Avanzamos, corremos fatigados,
mañana tras mañana enfebrecidos
por la carga de todos los pecados.
Arrópanos, Señor, con la esperanza;
endereza, Señor, los pies perdidos,
y recibe esta aurora de alabanza. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.
Salmo 85 - ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.
Inclina tu oído, Señor; escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;
porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.»
Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.
Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu grande piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.
Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.
Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.
Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.
Ant 2. Dichoso el hombre que procede con justicia y habla con rectitud.
Cántico: DIOS JUZGARÁ CON JUSTICIA Is 33, 13-16
Los lejanos, escuchad lo que he hecho;
los cercanos, reconoced mi fuerza.
Temen en Sión los pecadores,
y un temblor se apodera de los perversos:
«¿Quién de nosotros habitará un fuego devorador,
quién de nosotros habitará una hoguera perpetua?».
El que procede con justicia y habla con rectitud
y rehúsa el lucro de la opresión;
el que sacude la mano rechazando el soborno
y tapa su oído a propuestas sanguinarias,
el que cierra los ojos para no ver la maldad:
ése habitará en lo alto,
tendrá su alcázar en un picacho rocoso,
con abasto de pan y provisión de agua.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el hombre que procede con justicia y habla con rectitud.
Ant 3. Aclamad al Rey y Señor.
Salmo 97 - EL SEÑOR, JUEZ VENCEDOR
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad:
tocad la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas
aclamad al Rey y Señor.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes
al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamad al Rey y Señor.
LECTURA BREVE Jb 1, 21; 2, 10b
Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor. Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males?
RESPONSORIO BREVE
V. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
V. Dame vida con tu palabra.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
Las Lecturas
V. La explicación de tus palabras ilumina.
R. Da inteligencia a los ignorantes.
V. La explicación de tus palabras ilumina.
R. Da inteligencia a los ignorantes.
Primera Lectura
Comienza el libro del profeta Ageo 1, 1—2, 10
EXHORTACIÓN A LA RECONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO GLORIA DEL TEMPLO FUTURO
El año segundo del rey Darío, el día primero del sexto mes, vino la palabra del Señor, por medio del profeta Ageo, a Zorobabel, gobernador de Judá e hijo de Salatiel, y a Josué, sumo sacerdote e hijo de Josadac:
«Así dice el Señor: Este pueblo anda diciendo: "Todavía no es tiempo de reconstruir el templo." ¿De modo que para vosotros sí es tiempo de vivir en casas artesonadas mientras el templo está en ruinas?
Pues ahora —dice el Señor de los ejércitos— meditad vuestra situación: Sembrasteis mucho y cosechasteis poco, comisteis sin saciaros, bebisteis sin apagar la sed, os vestisteis sin abrigaros, y el que trabaja a sueldo recibe la paga en bolsa rota.
Así dice el Señor: Meditad en vuestra situación: Subid al monte, traed madera, construid el templo; yo lo aceptaré gustoso y mostraré en él mi gloria —dice el Señor—. Emprendisteis mucho y resultó poco, metisteis en casa y lo aventé; ¿por qué? —dice el Señor de los ejércitos—. A causa de mi templo que está en ruinas, mientras cada cual disfruta de su casa. Por eso el cielo os rehúsa el rocío, la tierra os rehúsa los frutos; envié una sequía sobre la tierra y los montes, sobre trigo, vino y aceite, sobre las cosechas del campo, sobre hombres y ganados, sobre el trabajo de las manos.»
Lo escucharon Zorobabel, hijo de Salatiel, y Josué, hijo de Josadac y sumo sacerdote, y todo el resto del pueblo escuchó la voz del Señor y las palabras del profeta Ageo, enviado a ellos por el Señor su Dios; y el pueblo temió al Señor. Y dijo Ageo, mensajero del Señor, en virtud del mensaje del Señor, al pueblo:
«Yo estoy con vosotros —oráculo del Señor—.»
El Señor movió el ánimo de Zorobabel, hijo de Salatiel y gobernador de Judá, y el ánimo de Josué, hijo de Josadac y sumo sacerdote, y el del resto del pueblo; vinieron, pues, y emprendieron el trabajo del templo del Señor de los ejércitos, su Dios, el día veinticuatro del sexto mes del año segundo del reinado de Darío.
El día veintiuno del séptimo mes vino la palabra del Señor por medio del profeta Ageo:
«Di a Zorobabel, hijo de Salatiel y gobernador de Judá, y a Josué, hijo de Josadac y sumo sacerdote, y al resto del pueblo: "¿Quién entre vosotros vive todavía, de los que vieron este templo en su esplendor primitivo? ¿Y qué veis vosotros ahora? ¿No es como nada ante vuestros ojos?
Mas ahora, ¡ten ánimo, Zorobabel! —oráculo del Señor—; ¡ánimo, Josué, hijo de Josadac y sumo sacerdote!; ¡ánimo, pueblo entero! —oráculo del Señor—; a la obra: que yo estoy con vosotros -oráculo del Señor de los ejércitos-. La palabra pactada con vosotros cuando salíais de Egipto y mi espíritu habitan con vosotros: no temáis.
Así dice el Señor: Todavía un poco más, y agitaré cielo y tierra, mar y continentes; pondré en movimiento los pueblos, vendrán las riquezas de todo el mundo y llenaré de gloria este templo —dice el Señor de los ejércitos—. Mía es la plata y mío es el oro —dice el Señor de los ejércitos—. La gloria de este segundo templo será mayor que la del primero y en este sitio daré la paz -oráculo del Señor de los ejércitos."»
RESPONSORIO Ag 1, 8; Is 56, 7
R. Subid al monte y construid el templo, * y yo lo aceptaré gustoso —dice el Señor—.
V. Mi casa es casa de oración y así la llamarán todos los pueblos.
R. Y yo lo aceptaré gustoso —dice el Señor—.
Lectura patrística
Del Tratado de san Cipriano, obispo y mártir, Sobre la oración del Señor.
(Cap. 13-15: CSEL 3, 275-278)
VENGA TU REINO, HÁGASE TU VOLUNTAD
Prosigue la oración que comentamos: Venga tu reino. Pedimos que se haga presente en nosotros el reino de Dios, del mismo modo que suplicamos que su nombre sea santificado en nosotros. Porque no hay un solo momento en que Dios deje de reinar, ni puede empezar lo que siempre ha sido y nunca dejará de ser. Pedimos a Dios que venga a nosotros nuestro reino que tenemos prometido, el que Cristo nos ganó con su sangre y su pasión, para que nosotros, que antes servimos al mundo, tengamos después parte en el reino de Cristo, como él nos ha prometido, con aquellas palabras: Venid, benditos de mi Padre, a tomar posesión del reino que está preparado para vosotros desde la creación del mundo.
También podemos entender, hermanos muy amados, este reino de Dios, cuya venida deseamos cada día, en el sentido de la misma persona de Cristo, cuyo próximo advenimiento es también objeto de nuestros deseos. Él es la resurrección, ya que en él resucitaremos, y por esto podemos identificar el reino de Dios con su persona, ya que en él hemos de reinar. Con razón, pues, pedimos el reino de Dios, esto es, el reino celestial, porque existe también un reino terrestre. Pero el que ya ha renunciado al mundo está por encima de los honores y del reino de este mundo.
Pedimos a continuación: Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, no en el sentido de que Dios haga lo que quiera, sino de que nosotros seamos capaces de hacer lo que Dios quiere. ¿Quién, en efecto, puede impedir que Dios haga lo que quiere? Pero a nosotros sí que el diablo puede impedirnos nuestra total sumisión a Dios en sentimientos y acciones; por esto pedimos que se haga en nosotros la voluntad de Dios, y para ello necesitamos de la voluntad de Dios, es decir, de su protección y ayuda, ya que nadie puede confiar en sus propias fuerzas, sino que la seguridad nos viene de la benignidad y misericordia divina. Además, el Señor, dando pruebas de la debilidad humana, que él había asumido, dice: Padre mío, si es posible, que pase este cáliz sin que yo lo beba, y, para dar ejemplo a sus discípulos de que hay que anteponer la voluntad de Dios a la propia, añade: Sin embargo, no se haga mi voluntad, sino la tuya.
La voluntad de Dios es la que Cristo cumplió y enseñó. La humildad en la conducta, la firmeza en la fe, el respeto en las palabras, la rectitud en las acciones, la misericordia en las obras, la moderación en las costumbres; el no hacer agravio a los demás y tolerar los que nos hacen a nosotros, el conservar la paz con nuestros hermanos; el amar al Señor de todo corazón, amarlo en cuanto Padre, temerlo en cuanto Dios; el no anteponer nada a Cristo, ya que él nada antepuso a nosotros; el mantenernos inseparablemente unidos a su amor, el estar junto a su cruz con fortaleza y confianza; y, cuando está en juego su nombre y su honor, el mostrar en nuestras palabras la constancia de la fe que profesamos, en los tormentos la confianza con que luchamos y en la muerte la paciencia que nos obtiene la corona. Esto es querer ser coherederos de Cristo, esto es cumplir el precepto de Dios y la voluntad del Padre.
RESPONSORIO Mt 7, 21; Mc 3, 35
R. El que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, * ése entrará en el reino de los cielos.
V. El que hace la voluntad de Dios es mi hermano y mi hermana y mi madre.
R. Ése entrará en el reino de los cielos.
Miércoles, 17 de junio de 2020
Evangelio
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (6,1-6.16-18):
1 «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial.
1 «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial.
2 Por tanto, cuando hagas limosna, no lo
vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por
las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que
ya reciben su paga.
3 Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que
no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha;
4 así tu limosna quedará en secreto; y tu
Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
5 «Y cuando oréis, no seáis como los
hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas
bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben
su paga.
6 Tú, en cambio, cuando vayas a orar, =
entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora = a tu Padre, que está
allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
16 «Cuando ayunéis, no pongáis cara triste,
como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que
ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga.
17 Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu
cabeza y lava tu rostro,
18 para que tu ayuno sea visto, no por los
hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en
lo secreto, te recompensará.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Realiza, Señor, con nosotros la misericordia y recuerda tu santa alianza.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Realiza, Señor, con nosotros la misericordia y recuerda tu santa alianza.
PRECES
Invoquemos a Cristo, que se entregó a sí mismo por la Iglesia, y le da alimento y calor, diciendo:
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.
Bendito seas, Señor, Pastor de la Iglesia, que nos vuelves a dar hoy la luz y la vida;
haz que sepamos agradecerte este magnífico don.
Mira con amor a tu grey, que has congregado en tu nombre;
haz que no se pierda ni uno solo de los que el Padre te ha dado.
Guía a tu Iglesia por el camino de tus mandatos,
y haz que el Espíritu Santo la conserve en la fidelidad.
Que tus fieles, Señor, cobren nueva vida participando en la mesa de tu pan y de tu palabra,
para que, con la fuerza de este alimento, te sigan con alegría.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Concluyamos nuestra oración diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro Maestro:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, que nos has creado con tu sabiduría y nos gobiernas con tu providencia, infunde en nuestras almas la claridad de tu luz, y haz que nuestra vida y nuestras acciones estén del todo consagradas a ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.