Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
Viernes 29 de mayo: Año litúrgico 2019 ~ 2020
Tiempo Pascual ~ Ciclo A ~ Año Par
Viernes,
VII semana de Pascua, feria
Salterio:
viernes de la tercera semana
Laudes
Inicio
†
(Se hace la señal de la cruz sobre los labios
mientras se dice:)
V/. -Señor, Ábreme los
labios.
R/. -Y mi boca
proclamará tu alabanza.
(En Laudes puede omitirse el Salmo con su antífona)
Salmo
94: Invitación a la alabanza divina
Ant: Venid,
adoremos a Cristo, el Señor, que nos prometió el Espíritu Santo. Aleluya.
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy» (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
-se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Venid,
adoremos a Cristo, el Señor, que nos prometió el Espíritu Santo. Aleluya.
Himno
¡El mundo brilla de alegría!
¡Se renueva la faz de la tierra!
¡Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo!
Ésta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.
Ésta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.
Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza
hasta que el Señor vuelva.
Primer
Salmo
Salmo
50: Misericordia, Dios mío
Ant: Lava
del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado. Aleluya.
Renovaos
en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva condición humana (Ef
4,23-24)
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
¡Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Lava
del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado. Aleluya.
Cántico
AT
Jeremías
14,17-21: Lamentación del pueblo en tiempo de hambre y de guerra
Ant: Cristo,
cargado con nuestros pecados, subió al leño. Aleluya.
Está
cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio (Mc 1,15)
Mis ojos se deshacen en lágrimas,
día y noche no cesan:
por la terrible desgracia de la Doncella de mi pueblo,
una herida de fuertes dolores.
Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta como el sacerdote
vagan sin sentido por el país.
¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
¿Tiene asco tu garganta de Sión?
¿Por qué nos has herido sin remedio?
Se espera la paz, y no hay bienestar,
al tiempo de la cura sucede la turbación.
Señor, reconocemos nuestra impiedad,
la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.
No nos rechaces, por tu nombre,
no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Cristo,
cargado con nuestros pecados, subió al leño. Aleluya.
Segundo
Salmo
Salmo
99: Alegría de los que entran en el templo
Ant: Entrad
a la presencia del Señor con vítores. Aleluya.
El
Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria (S. Atanasio)
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.
Sabed que el Señor es Dios:
que Él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Entrad
a la presencia del Señor con vítores. Aleluya
Lectura
Bíblica
Hch
5,30-32
El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien
vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó,
haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón
de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios
da a los que le obedecen.
V/. El
Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
R/. El
Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
V/. El
que por nosotros colgó del madero.
R/. Aleluya,
aleluya.
V/. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. El
Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
Lectura Bíblica
V/. En
tu resurrección, oh Cristo. Aleluya.
R/. Se
alegren los cielos y la tierra. Aleluya.
Quien permanece en la doctrina posee al Padre y al
Hijo
2Jn
El
anciano a la señora elegida y a sus hijos, a los que yo amo de verdad; y no
sólo yo, sino también todos los que tienen conocimiento de la verdad, gracias a
la verdad que permanece en nosotros y que nos acompañará para siempre. Nos
acompañará la gracia, misericordia y paz de Dios Padre y de Jesucristo, el Hijo
del Padre, con la verdad y el amor.
Me
alegré mucho al enterarme de que tus hijos caminan en la verdad, según el
mandamiento que el Padre nos dio. Ahora tengo algo que pedirte, señora. No
pienses que escribo para mandar algo nuevo, sino sólo para recordaros el
mandamiento que tenemos desde el principio, amarnos unos a otros. Y amar
significa seguir los mandamientos de Dios. Como oísteis desde el principio,
éste es el mandamiento que debe regir vuestra conducta.
Es
que han salido en el mundo muchos embusteros que no reconocen que Jesucristo
vino en la carne. El que diga eso es el embustero y el anticristo. Estad en
guardia, para que recibáis el pleno salario y no perdáis vuestro trabajo.
Todo
el que se propasa y no permanece en la doctrina de Cristo no posee a Dios;
quien permanece en la doctrina posee al Padre y al Hijo. Si os visita alguno
que no trae esa doctrina, no lo recibáis en casa ni le deis la bienvenida;
quien le da la bienvenida se hace cómplice de sus malas acciones.
Aunque
tengo mucho más que deciros, no quiero confiarlo al papel y la tinta; espero ir
a visitaros y hablar cara a cara, para que nuestra alegría sea completa. Te
saludan los hijos de tu hermana elegida.
R/. Éste
es el mandamiento que hemos recibido del Padre, no como un mandamiento nuevo,
sino el que tenemos desde el principio. Caminad según la verdad y el amor.
Aleluya.
V/. Seguid
el camino que os marcó el Señor, vuestro Dios, y viviréis.
R/. Caminad
según la verdad y el amor. Aleluya.
Don del Padre en Cristo
San Hilario, obispo
Del Tratado sobre la Trinidad, lib. 2,1,33.35
El
Señor mandó bautizar en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo,
esto es, en la profesión de fe en el Creador, en el Hijo único y en el que es
llamado Don.
Uno
solo es el Creador de todo, ya que uno solo es Dios Padre, de quien procede
todo; y uno solo el Hijo único, nuestro Señor Jesucristo, por quien ha sido
hecho todo; y uno solo el Espíritu, que a todos nos ha sido dado.
Todo,
pues, se halla ordenado según la propia virtud y operación: un Poder del cual
procede todo, un Hijo por quien existe todo, un Don que es garantía de nuestra
esperanza consumada. Ninguna falta se halla en semejante perfección; dentro de
ella, en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, se halla lo infinito en lo
eterno, la figura en la imagen, la fruición en el don.
Escuchemos
las palabras del Señor en persona, que nos describe cuál es la acción
específica del Espíritu en nosotros; dice, en efecto: Muchas cosas me
quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora. Os conviene, por
tanto, que yo me vaya, porque, si me voy, os enviaré al Defensor
Y
también: Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor, que esté
siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. Él os guiará hasta la verdad
plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo
que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí.
Esta
pluralidad de afirmaciones tiene por objeto darnos una mayor comprensión, ya
que en ellas se nos explica cuál sea la voluntad del que nos otorga su Don, y
cuál la naturaleza de este mismo Don: pues, ya que la debilidad de nuestra
razón nos hace incapaces de conocer al Padre y al Hijo y nos dificulta el creer
en la encarnación de Dios, el Don que es el Espíritu Santo, con su luz, nos
ayuda a penetrar en estas verdades.
Al
recibirlo, pues, se nos da un conocimiento más profundo. Porque, del mismo modo
que nuestro cuerpo natural, cuando se ve privado de los estímulos adecuados,
permanece inactivo (por ejemplo, los ojos, privados de la luz, los oídos,
cuando falta el sonido, y el olfato, cuando no hay ningún olor, no ejercen su
función propia, no porque dejen de existir por la falta de estímulo, sino
porque necesitan este estímulo para actuar), así también nuestra alma, si no
recibe por la fe el Don que es el Espíritu, tendrá ciertamente una naturaleza
capaz de entender a Dios, pero le faltará la luz para llegar a ese
conocimiento. El Don de Cristo está todo entero a nuestra disposición, y se
halla en todas partes, pero se da a proporción del deseo y de los méritos de
cada uno. Este Don está con nosotros hasta el fin del mundo; él es nuestro
solaz en este tiempo de expectación.
R/. Ya
es tiempo de que vuelva al que me ha enviado -dice el Señor-; no os
entristezcáis ni perdáis la calma. Ruego por vosotros al Padre, para que él os
guarde. Aleluya.
V/. Si
no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio, si me voy, os lo
enviaré.
R/. Ruego
por vosotros al Padre, para que él os guarde. Aleluya.
Viernes,
29 de mayo de 2020
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (21,15-19):
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a
Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?»
Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis corderos.»
Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»
Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Él le dice: «Pastorea mis ovejas.»
Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le
contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú
mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las
manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.»
Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios.
Dicho esto, añadió: «Sígueme.»
Palabra del Señor
Cántico
Evangélico
Ant: Cristo,
que murió, resucitó, y está a la derecha de Dios, vive siempre para interceder
en nuestro favor. Aleluya.
†
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a
recitar)
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Cristo,
que murió, resucitó, y está a la derecha de Dios, vive siempre para interceder
en nuestro favor. Aleluya.
Preces
Dios Padre, a
quien pertenece el honor y la gloria por los siglos, nos conceda que, con la
fuerza del Espíritu Santo, desbordemos de esperanza. Digámosle:
Ven, Señor, en nuestra ayuda y
sálvanos
·
- Padre
todopoderoso, envíanos tu Espíritu que interceda por nosotros,
porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene.
·
- Envíanos tu
Espíritu, luz esplendorosa,
y haz que penetre hasta lo más intimo de nuestro ser.
·
- No nos
abandones, Señor, en el abismo en que nos sumerge nuestro pecado,
porque somos obra de tus manos.
·
- Concédenos
comprensión para acoger a los débiles y frágiles en la fe,
no con impaciencia y de mala gana, sino con autentica caridad.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres.
-
(Por la Evangelización) Por los
diáconos. Recemos para que los diáconos, fieles al servicio de la Palabra y de
los pobres, sean un signo vivificante para toda la Iglesia.
Llenos del Espíritu de
Jesucristo, acudamos a nuestro Padre común, diciendo:
Padre nuestro que
estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase
tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden.
No nos
dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Final
Oh Dios, que por la glorificación de Jesucristo y
la venida del Espíritu Santo nos has abierto las puertas de tu reino, haz que
la recepción de dones tan grandes nos mueva a dedicarnos con mayor empeño a tu
servicio y a vivir con mayor plenitud las riquezas de nuestra fe. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un ministro ordenado, o en
el rezo individual:
†
(Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.