Musica Para el Alma

jueves, 28 de mayo de 2020

LAS LAUDES DEL VIERNES 29 ORACIÓN PARA INICIAR EL DIA


Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén


Viernes 29 de mayo: Año litúrgico 2019 ~ 2020
Tiempo Pascual ~ Ciclo A ~ Año Par

Viernes, VII semana de Pascua, feria
Salterio: viernes de la tercera semana


Laudes
Inicio
(Se hace la señal de la cruz sobre los labios mientras se dice:)
V/. -Señor, Ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.


(En Laudes puede omitirse el Salmo con su antífona)
Salmo 94: Invitación a la alabanza divina


Ant: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que nos prometió el Espíritu Santo. Aleluya.

Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy» (Hb 3,13)

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

-se repite la antífona

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

-se repite la antífona

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

-se repite la antífona

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

-se repite la antífona

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»

-se repite la antífona

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


Ant: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que nos prometió el Espíritu Santo. Aleluya.


Himno

¡El mundo brilla de alegría!
¡Se renueva la faz de la tierra!
¡Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo!

Ésta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.

Ésta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.

Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza
hasta que el Señor vuelva.



Primer Salmo
Salmo 50: Misericordia, Dios mío
Ant: Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado. Aleluya.

Renovaos en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva condición humana (Ef 4,23-24)

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.

¡Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


Ant: Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado. Aleluya.


Cántico AT
Jeremías 14,17-21: Lamentación del pueblo en tiempo de hambre y de guerra
Ant: Cristo, cargado con nuestros pecados, subió al leño. Aleluya.

Está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio (Mc 1,15)

Mis ojos se deshacen en lágrimas,
día y noche no cesan:
por la terrible desgracia de la Doncella de mi pueblo,
una herida de fuertes dolores.

Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta como el sacerdote
vagan sin sentido por el país.

¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
¿Tiene asco tu garganta de Sión?
¿Por qué nos has herido sin remedio?
Se espera la paz, y no hay bienestar,
al tiempo de la cura sucede la turbación.

Señor, reconocemos nuestra impiedad,
la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.

No nos rechaces, por tu nombre,
no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


Ant: Cristo, cargado con nuestros pecados, subió al leño. Aleluya.


Segundo Salmo
Salmo 99: Alegría de los que entran en el templo
Ant: Entrad a la presencia del Señor con vítores. Aleluya.

El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria (S. Atanasio)

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.

Sabed que el Señor es Dios:
que Él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


Ant: Entrad a la presencia del Señor con vítores. Aleluya


Lectura Bíblica
Hch 5,30-32
El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.

   V/. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
   R/. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
  V/. El que por nosotros colgó del madero.
   R/. Aleluya, aleluya.
   V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
   R/. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.

Lectura Bíblica
   V/. En tu resurrección, oh Cristo. Aleluya.
   R/. Se alegren los cielos y la tierra. Aleluya.

Quien permanece en la doctrina posee al Padre y al Hijo
2Jn
El anciano a la señora elegida y a sus hijos, a los que yo amo de verdad; y no sólo yo, sino también todos los que tienen conocimiento de la verdad, gracias a la verdad que permanece en nosotros y que nos acompañará para siempre. Nos acompañará la gracia, misericordia y paz de Dios Padre y de Jesucristo, el Hijo del Padre, con la verdad y el amor.
Me alegré mucho al enterarme de que tus hijos caminan en la verdad, según el mandamiento que el Padre nos dio. Ahora tengo algo que pedirte, señora. No pienses que escribo para mandar algo nuevo, sino sólo para recordaros el mandamiento que tenemos desde el principio, amarnos unos a otros. Y amar significa seguir los mandamientos de Dios. Como oísteis desde el principio, éste es el mandamiento que debe regir vuestra conducta.
Es que han salido en el mundo muchos embusteros que no reconocen que Jesucristo vino en la carne. El que diga eso es el embustero y el anticristo. Estad en guardia, para que recibáis el pleno salario y no perdáis vuestro trabajo.
Todo el que se propasa y no permanece en la doctrina de Cristo no posee a Dios; quien permanece en la doctrina posee al Padre y al Hijo. Si os visita alguno que no trae esa doctrina, no lo recibáis en casa ni le deis la bienvenida; quien le da la bienvenida se hace cómplice de sus malas acciones.
Aunque tengo mucho más que deciros, no quiero confiarlo al papel y la tinta; espero ir a visitaros y hablar cara a cara, para que nuestra alegría sea completa. Te saludan los hijos de tu hermana elegida.

   R/. Éste es el mandamiento que hemos recibido del Padre, no como un mandamiento nuevo, sino el que tenemos desde el principio. Caminad según la verdad y el amor. Aleluya.
  V/. Seguid el camino que os marcó el Señor, vuestro Dios, y viviréis.
  R/. Caminad según la verdad y el amor. Aleluya.


Lectura Patrística
Don del Padre en Cristo
San Hilario, obispo

Del Tratado sobre la Trinidad, lib. 2,1,33.35

El Señor mandó bautizar en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, esto es, en la profesión de fe en el Creador, en el Hijo único y en el que es llamado Don.
Uno solo es el Creador de todo, ya que uno solo es Dios Padre, de quien procede todo; y uno solo el Hijo único, nuestro Señor Jesucristo, por quien ha sido hecho todo; y uno solo el Espíritu, que a todos nos ha sido dado.
Todo, pues, se halla ordenado según la propia virtud y operación: un Poder del cual procede todo, un Hijo por quien existe todo, un Don que es garantía de nuestra esperanza consumada. Ninguna falta se halla en semejante perfección; dentro de ella, en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, se halla lo infinito en lo eterno, la figura en la imagen, la fruición en el don.
Escuchemos las palabras del Señor en persona, que nos describe cuál es la acción específica del Espíritu en nosotros; dice, en efecto: Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora. Os conviene, por tanto, que yo me vaya, porque, si me voy, os enviaré al Defensor
Y también: Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. Él os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí.
Esta pluralidad de afirmaciones tiene por objeto darnos una mayor comprensión, ya que en ellas se nos explica cuál sea la voluntad del que nos otorga su Don, y cuál la naturaleza de este mismo Don: pues, ya que la debilidad de nuestra razón nos hace incapaces de conocer al Padre y al Hijo y nos dificulta el creer en la encarnación de Dios, el Don que es el Espíritu Santo, con su luz, nos ayuda a penetrar en estas verdades.
Al recibirlo, pues, se nos da un conocimiento más profundo. Porque, del mismo modo que nuestro cuerpo natural, cuando se ve privado de los estímulos adecuados, permanece inactivo (por ejemplo, los ojos, privados de la luz, los oídos, cuando falta el sonido, y el olfato, cuando no hay ningún olor, no ejercen su función propia, no porque dejen de existir por la falta de estímulo, sino porque necesitan este estímulo para actuar), así también nuestra alma, si no recibe por la fe el Don que es el Espíritu, tendrá ciertamente una naturaleza capaz de entender a Dios, pero le faltará la luz para llegar a ese conocimiento. El Don de Cristo está todo entero a nuestra disposición, y se halla en todas partes, pero se da a proporción del deseo y de los méritos de cada uno. Este Don está con nosotros hasta el fin del mundo; él es nuestro solaz en este tiempo de expectación.

   R/. Ya es tiempo de que vuelva al que me ha enviado -dice el Señor-; no os entristezcáis ni perdáis la calma. Ruego por vosotros al Padre, para que él os guarde. Aleluya.
   V/. Si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio, si me voy, os lo enviaré.
   R/. Ruego por vosotros al Padre, para que él os guarde. Aleluya.


Viernes, 29 de mayo de 2020
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (21,15-19):

Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?»
Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis corderos.»
Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»
Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Él le dice: «Pastorea mis ovejas.»
Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.»
Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios.
Dicho esto, añadió: «Sígueme.»

Palabra del Señor



Cántico Evangélico
Ant: Cristo, que murió, resucitó, y está a la derecha de Dios, vive siempre para interceder en nuestro favor. Aleluya.
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


Ant: Cristo, que murió, resucitó, y está a la derecha de Dios, vive siempre para interceder en nuestro favor. Aleluya.


Preces
Dios Padre, a quien pertenece el honor y la gloria por los siglos, nos conceda que, con la fuerza del Espíritu Santo, desbordemos de esperanza. Digámosle:

Ven, Señor, en nuestra ayuda y sálvanos

·     - Padre todopoderoso, envíanos tu Espíritu que interceda por nosotros,
porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene.

·     - Envíanos tu Espíritu, luz esplendorosa,
y haz que penetre hasta lo más intimo de nuestro ser.

·     - No nos abandones, Señor, en el abismo en que nos sumerge nuestro pecado,
porque somos obra de tus manos.

·     - Concédenos comprensión para acoger a los débiles y frágiles en la fe,
no con impaciencia y de mala gana, sino con autentica caridad.


Se pueden añadir algunas intenciones libres.


- (Por la Evangelización) Por los diáconos. Recemos para que los diáconos, fieles al servicio de la Palabra y de los pobres, sean un signo vivificante para toda la Iglesia.

Llenos del Espíritu de Jesucristo, acudamos a nuestro Padre común, diciendo:

  Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
  Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
   No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Final
Oh Dios, que por la glorificación de Jesucristo y la venida del Espíritu Santo nos has abierto las puertas de tu reino, haz que la recepción de dones tan grandes nos mueva a dedicarnos con mayor empeño a tu servicio y a vivir con mayor plenitud las riquezas de nuestra fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén. 

Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo individual:
(Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.