Musica Para el Alma

lunes, 18 de mayo de 2020

LAS LAUDES DEL MARTES 19 ORACIÓN PARA INICIAR EL DÍA


Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén

TIEMPO PASCUAL
MARTES DE SEMANA VI
Propio del Tiempo. Salterio II

19 de mayo

LAUDES
(Oración de la mañana)

INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)


V. 
Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Himno: ESTABA AL ALBA MARÍA

Estaba al alba María,
porque era la enamorada.

«¡María!», la voz amada.
«¡Rabbuní!», dice María.
El amor se hizo un abrazo
junto a las plantas benditas;
las llagas glorificadas
ríos de fuego y delicia;
Jesús, esposo divino,
María, esposa cautiva.

Estaba al alba María,
para una unción preparada.

Jesús en las azucenas
al claro del bello día.
En los brazos del Esposo
la Iglesia se regocija.
¡Gloria al Señor encontrado,
gloria al Dios de la alegría,
gloria al Amor más amado,
gloria y paz, y Pascua y dicha! ¡Aleluya!

Estaba al alba María,
es Pascua en la Iglesia santa. ¡Aleluya! Amén.

SALMODIA

Ant 1. 
Os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo. Aleluya.

Salmo 42 - DESEO DEL TEMPLO

Hazme justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa
contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado.

Tú eres mi Dios y protector,
¿por qué me rechazas?
¿Por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?

Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.

Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Señor, Dios mío.

¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo. Aleluya.

Ant 2. Tú, Señor, detuviste mi alma ante la tumba vacía. Aleluya.

Cántico: ANGUSTIA DE UN MORIBUNDO Y ALEGRÍA DE LA CURACIÓN Is 38, 10-14. 17-20

Yo pensé: «En medio de mis días
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años.»

Yo pensé: «Ya no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.

Levantan y enrollan mi vida
como una tienda de pastores.
Como un tejedor devanaba yo mi vida,
y me cortan la trama.»

Día y noche me estás acabando,
sollozo hasta el amanecer.
Me quiebras los huesos como un león,
día y noche me estas acabando.

Estoy piando como una golondrina,
gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!

Me has curado, me has hecho revivir,
la amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados.

El abismo no te da gracias,
ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad
los que bajan a la fosa.

Los vivos, los vivos son quienes te alaban:
como yo ahora.
El Padre enseña a sus hijos tu fidelidad.

Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos nuestros días en la casa del Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tú, Señor, detuviste mi alma ante la tumba vacía. Aleluya.

Ant 3. Tú has cuidado de nuestra tierra y la has enriquecido sin medida. Aleluya.

Salmo 64 - SOLEMNE ACCIÓN DE GRACIAS.

¡Oh Dios!, tú mereces un himno en Sión,
y a ti se te cumplen los votos,
porque tú escuchas las súplicas.

A ti acude todo mortal
a causa de sus culpas;
nuestros delitos nos abruman,
pero tú los perdonas.

Dichoso el que tú eliges y acercas
para que viva en tus atrios:
que nos saciemos de los bienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu templo.

Con portentos de justicia nos respondes,
Dios, salvador nuestro;
tú, esperanza del confín de la tierra
y del océano remoto;

Tú que afianzas los montes con tu fuerza,
ceñido de poder;
tú que reprimes el estruendo del mar,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos.

Los habitantes del extremo del orbe
se sobrecogen ante tus signos,
y a las puertas de la aurora y del ocaso
las llenas de júbilo.

Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales;

riegas los surcos, igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes;
coronas el año con tus bienes,
las rodadas de tu carro rezuman abundancia;

rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría;
las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tú has cuidado de nuestra tierra y la has enriquecido sin medida. Aleluya.

LECTURA BREVE   Hch 13, 30-33

Dios resucitó a Jesús de entre los muertos. Y durante muchos días se apareció a los que con él habían subido de Galilea a Jerusalén: éstos, efectivamente, dan ahora testimonio de él ante el pueblo. Y nosotros os damos la buena nueva: la promesa que Dios hizo a nuestros padres la ha cumplido él ahora con nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús, según está escrito en el salmo segundo: «Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy.»

RESPONSORIO BREVE

V. 
El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.

V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya. Aleluya.

V. Gloria al Padre,y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.

PRIMERA LECTURA

De los Hechos de los apóstoles 21, 27-39

PABLO ES ARRESTADO EN JERUSALÉN

En aquellos días, cuando ya estaban para cumplirse los siete días de la purificación de Pablo, los judíos de la provincia romana de Asia, que lo vieron en el templo, alborotaron a toda la gente y se apoderaron de él. Y a la vez gritaban:

«¡Israelitas, ayudadnos! Éste es el hombre que va predicando a todos y en todas partes contra nuestro pueblo, contra la ley y contra este templo. Y más todavía: hasta ha introducido gentiles en el templo, profanando este lugar santo.»

Decían esto porque habían visto poco antes a Trófimo de Éfeso, que lo acompañaba por la ciudad, y creyeron que Pablo lo había introducido en el templo. Se alborotó la ciudad entera, y se agolpó allí el pueblo tumultuosamente. Se apoderaron de Pablo y lo arrastraron fuera del templo, cerrando en seguida las puertas. Ya trataban de lincharlo, cuando dieron parte al tribuno de la cohorte de que toda Jerusalén estaba amotinada. El tribuno tomó al momento soldados y centuriones, y bajó corriendo hacia ellos. Ellos, por su parte, apenas vieron al tribuno y a los soldados, dejaron de golpear a Pablo. Se acercó entonces el tribuno y se apoderó de él, ordenando que lo atasen con dos cadenas. Luego preguntó quién era y qué había hecho. De la multitud, unos gritaban una cosa, y otros otra; y como no pudiese sacar nada cierto por el alboroto que había, mandó que lo condujesen a la fortaleza. Cuando llegó Pablo a la escalinata, tuvo que ser llevado en volandas por los soldados a causa de la furia del populacho. Y la multitud venía en masa detrás gritando:

«¡Mátalo! ¡Mátalo!»

En el momento en que iban a meterlo en la fortaleza, Pablo dijo al tribuno:

«Por favor, ¿me permites decirte dos palabras?»

Y, a su vez, el tribuno le preguntó:

«¿Sabes griego? Pero, ¿no eres tú el egipcio que hace unos días promovió una rebelión y se llevó consigo al desierto cuatro mil bandidos?»

Pablo respondió:

«No; yo soy judío, nacido en Tarso, ciudadano de esta ilustre ciudad de Cilicia. Permíteme, por favor, dirigir la palabra al pueblo.»

RESPONSORIO    2Co 4, 11; Sal 43, 23

R. Estamos continuamente entregados a la muerte por Jesús, * para que también la vida de Jesús se manifieste en esta nuestra vida mortal. Aleluya.
V. Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza.
R. Para que también la vida de Jesús se manifieste en esta nuestra vida mortal. Aleluya.

SEGUNDA LECTURA

Del Comentario de san Cirilo de Alejandría, obispo, sobre el evangelio de san Juan
(Libro 11, 11: PG 74, 559-562)

CRISTO ES El VÍNCULO DE UNIDAD

Todos los que participamos de la carne sagrada de Cristo alcanzamos la unión corporal con él, como atestigua san Pablo, cuando dice, refiriéndose al misterio del amor misericordioso del Señor: El misterio que no fue dado a conocer a las pasadas generaciones ahora ha sido revelado por el Espíritu a los santos apóstoles y profetas: esto es, que los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y coparticipes de las promesas divinas, en Cristo Jesús.

Y si somos unos para otros miembros de un mismo cuerpo en Cristo, y no sólo entre nosotros mismos, sino también para aquel que está en nosotros por su carne, ¿por qué, entonces, no procuramos vivir plenamente esa unión que existe entre nosotros y con Cristo? Cristo, en efecto, es el vínculo de unidad, ya que es Dios y hombre a la vez.

Siguiendo idéntico camino, podemos hablar también de nuestra unión espiritual, diciendo que todos nosotros, por haber recibido un solo y mismo Espíritu, a saber, el Espíritu Santo, estamos como mezclados unos con otros y con Dios. Pues, si bien es verdad que tomados cada uno por separado somos muchos, y en cada uno de nosotros Cristo hace habitar el Espíritu del Padre y suyo, este Espíritu es uno e indivisible, y a nosotros, que somos distintos el uno del otro en cuanto seres individuales, por su acción nos reúne a todos y hace que se nos vea como una sola cosa, por la unión que en él nos unifica.

Pues, del mismo modo que la virtualidad de la carne sagrada convierte a aquellos en quienes actúa en miembros de un mismo cuerpo, pienso que, del mismo modo, el único e indivisible Espíritu de Dios, al habitar en cada uno, los vincula a todos en la unidad espiritual.

Por esto nos exhorta también san Pablo: Sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos por mantener la unidad del espíritu, con el vinculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la meta de la esperanza en la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo y lo invade todo. Al estar en cada uno de nosotros el único Espíritu, estará también, por el Hijo, el único Dios y Padre de todos, uniendo entre sí y consigo a los que participan del Espíritu.

Y el hecho de nuestra unión y comunicación del Espíritu Santo, en cierto modo, se hace también visible ya desde ahora. Pues, si, dejando de lado nuestra vida puramente natural, nos sometimos de una vez para siempre a las leyes del espíritu, es evidente para todos nosotros que -por haber dejado nuestra vida anterior y estar ahora unidos al Espíritu Santo, y por haber adquirido una hechura celeste y haber sido en cierta manera transformados en un nuevo ser- ya no somos llamados simplemente hombres, sino también hijos de Dios y hombres celestiales, por nuestro consorcio con la naturaleza divina.

Por tanto, somos todos una sola cosa en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; una sola cosa por la identidad de condición, por la asimilación que obra el amor, por la comunión de la carne sagrada de Cristo y por la participación de un único y Santo Espíritu.

RESPONSORIO    1Co 10, 17; Sal 67, 11.7

R. Puesto que es un solo pan, somos todos un solo cuerpo; * ya que todos participamos de ese único pan y de ese único cáliz. Aleluya.
V. Tu bondad, ¡oh Dios!, preparó casa para los pobres y desvalidos.
R. Ya que todos participamos de ese único pan y de ese único cáliz. Aleluya.

Martes, 19 de mayo de 2020
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (16,5-11):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde vas?”. Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré.
Y cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado».

Palabra del Señor


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. 
Dentro de poco el mundo ya no me verá; pero vosotros me veréis, porque yo seguiré viviendo y vosotros también. Aleluya.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dentro de poco el mundo ya no me verá; pero vosotros me veréis, porque yo seguiré viviendo y vosotros también. Aleluya.

PRECES

Oremos agradecidos a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Cordero inmaculado que quitó el pecado del mundo y nos comunica su vida nueva, y digámosle:

Autor de la vida, vivifícanos.

Dios, autor de la vida, acuérdate de la muerte y resurrección del Cordero inmolado en la cruz
y atiende su continua intercesión por nosotros.

Haz, Señor, que, tirada fuera la vieja levadura de la malicia y de la perversidad,
vivamos la Pascua de Cristo con panes ázimos de pureza y de verdad.

Que sepamos rechazar hoy el pecado de discordia y de envidia,
y seamos más sensibles a las necesidades de nuestros hermanos.

Concédenos vivir auténticamente el espíritu evangélico,
para que hoy y siempre sigamos el camino de tus mandatos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Porque deseamos que la luz de Cristo alumbre a todos los hombres, pidamos al Padre que su reino llegue a nosotros:

Padre nuestro...

ORACION

Señor, haz que tu pueblo viva siempre en la alegría al ver renovada la juventud de su espíritu, y que el gozo de haber recobrado la dignidad de la adopción divina le dé la firme esperanza de resucitar un día a la verdadera felicidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. 
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.