Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO
PASCUAL
DOMINGO DE SEMANA V
Propio del Tiempo. Salterio I
10 de mayo
DOMINGO DE SEMANA V
Propio del Tiempo. Salterio I
10 de mayo
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Himno: ESTABA AL ALBA MARÍA
Estaba al alba María,
llamándole con sus lágrimas.
Vino la Gloria del Padre
y amaneció el primer día.
Envuelto en la blanca túnica
de su propia luz divina
-la sábana de la muerte
dejada en tumba vacía-,
Jesús, alzado, reinaba;
pero ella no lo veía.
Estaba al alba María,
la fiel esposa que aguarda.
Mueva el Espíritu al aura
en el jardín de la vida.
Las flores huelan la Pascua
de la carne sin mancilla,
y quede quieta la esposa
sin preguntas ni fatiga.
¡Ya está delante el esposo,
venido de la colina!
Estaba al alba María,
porque era la enamorada. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El que tenga sed que venga a beber de balde el agua de la vida. Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El que tenga sed que venga a beber de balde el agua de la vida. Aleluya.
Ant 2. Adorad al Señor que ha creado el cielo y la tierra, el mar y las fuentes del agua. Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Adorad al Señor que ha creado el cielo y la tierra, el mar y las fuentes del agua. Aleluya.
Ant 3. Los fieles festejan la gloria del Señor. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los fieles festejan la gloria del Señor. Aleluya.
LECTURA BREVE Hch 10, 40-43
Dios resucitó a Jesús al tercer día e hizo que se apareciese no a todo el pueblo, sino a nosotros, que somos los testigos elegidos de antemano por Dios. Nosotros hemos comido y bebido con él, después que Dios lo resucitó de entre los muertos. Y él nos mandó predicar al pueblo y atestiguar que ha sido constituido por Dios juez de vivos y muertos. De él hablan todos los profetas y aseguran que cuantos tengan fe en él recibirán por su nombre el perdón de sus pecados.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.
V. Tú que has resucitado de entre los muertos.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Himno: ESTABA AL ALBA MARÍA
Estaba al alba María,
llamándole con sus lágrimas.
Vino la Gloria del Padre
y amaneció el primer día.
Envuelto en la blanca túnica
de su propia luz divina
-la sábana de la muerte
dejada en tumba vacía-,
Jesús, alzado, reinaba;
pero ella no lo veía.
Estaba al alba María,
la fiel esposa que aguarda.
Mueva el Espíritu al aura
en el jardín de la vida.
Las flores huelan la Pascua
de la carne sin mancilla,
y quede quieta la esposa
sin preguntas ni fatiga.
¡Ya está delante el esposo,
venido de la colina!
Estaba al alba María,
porque era la enamorada. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El que tenga sed que venga a beber de balde el agua de la vida. Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El que tenga sed que venga a beber de balde el agua de la vida. Aleluya.
Ant 2. Adorad al Señor que ha creado el cielo y la tierra, el mar y las fuentes del agua. Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Adorad al Señor que ha creado el cielo y la tierra, el mar y las fuentes del agua. Aleluya.
Ant 3. Los fieles festejan la gloria del Señor. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los fieles festejan la gloria del Señor. Aleluya.
LECTURA BREVE Hch 10, 40-43
Dios resucitó a Jesús al tercer día e hizo que se apareciese no a todo el pueblo, sino a nosotros, que somos los testigos elegidos de antemano por Dios. Nosotros hemos comido y bebido con él, después que Dios lo resucitó de entre los muertos. Y él nos mandó predicar al pueblo y atestiguar que ha sido constituido por Dios juez de vivos y muertos. De él hablan todos los profetas y aseguran que cuantos tengan fe en él recibirán por su nombre el perdón de sus pecados.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.
V. Tú que has resucitado de entre los muertos.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.
PRIMERA
LECTURA
De los Hechos de los apóstoles 16, 16-40
DIFICULTADES DE PABLO EN FILIPOS
En aquellos días, yendo una vez nosotros al lugar de la oración, nos salió al encuentro una esclava, poseída de un demonio adivino, que con sus predicciones proporcionaba a sus amos pingües ganancias. Siguiendo detrás de Pablo y de nosotros, comenzó a gritar:
«Estos hombres son servidores del Dios altísimo y os anuncian el camino de la salvación.»
Así lo hizo muchos días. Molestado, por fin, Pablo, se volvió y conminó así al espíritu:
«En nombre de Jesucristo, te mando que salgas de esta mujer.»
Y en el mismo instante salió. Viendo sus amos que se habían esfumado todas las esperanzas que tenían de lucro, prendieron a Pablo y a Silas y los arrastraron a la plaza pública, ante la autoridad. Los hicieron comparecer ante los pretores y dijeron:
«Estos hombres están revolviendo nuestra ciudad. Son judíos, y enseñan costumbres que nosotros, romanos, no podemos aceptar ni poner en práctica.»
El pueblo se amotinó contra ellos, y los pretores mandaron que, desnudos, fuesen azotados con varas. Después de haberles dado muchos golpes, los echaron a la cárcel y encargaron al carcelero que los vigilara con toda precaución. Ante este mandato, el carcelero los metió en lo más profundo del calabozo y sujetó sus pies en el cepo. Hacia media noche, Pablo y Silas, puestos en oración, cantaban himnos a Dios, mientras los demás presos los escuchaban. De pronto, se produjo un terremoto tan fuerte que vacilaron los cimientos de la cárcel; se abrieron todas las puertas y se soltaron las cadenas de todos. Despertó el carcelero y, al ver» las puertas de la cárcel abiertas, sacó la espada con intención de quitarse la vida, pues creía que los presos se habían escapado. Pero Pablo le gritó:
«No te hagas ningún daño, que estamos todos aquí.»
El carcelero pidió luz, se lanzó adentro y, temblando, se arrojó a los pies de Pablo y Silas. Luego, los sacó afuera y les preguntó:
«Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?»
Le dijeron:
«Cree en Jesús, el Señor, y seréis salvos tú y tu familia.»
Y le expusieron la doctrina del Señor a él y a todos los de su casa. Y, en aquella misma hora de la noche, los llevó consigo y les lavó las heridas; en seguida, recibió el bautismo él con todos los suyos, y, haciéndolos subir a su casa, les puso la mesa, contentísimo, lo mismo que toda su familia, de haber creído en Dios. Llegado el día, los pretores enviaron a los lictores a decir al carcelero:
«Pon en libertad a esos hombres.»
El carcelero hizo llegar a Pablo esta noticia:
«Los pretores han enviado a decir que os deje en libertad. Ahora, pues, salid y marchad en paz.»
Pero Pablo les contestó:
«Con que a nosotros, ciudadanos romanos, sin proceso de mingún género, nos han azotado públicamente y nos han arrojado a la cárcel, ¿y ahora, con todo sigilo, nos echan a la calle? De ningún modo. Que vengan ellos mismos, y que nos saquen.»
Los lictores comunicaron estas palabras a los pretores, quiemes cobraron miedo al enterarse de que eran romanos. Vinieron, pues, a presentarles sus excusas; los sacaron fuera y les rogaron que se marchasen de la ciudad. Pablo y Silas, una vez que salieron de la cárcel, entraron en casa de Lidia y, después de haber visto y animado a los hermanos, se fueron.
RESPONSORIO Hch 16, 30. 31; Jn 6, 29
R. ¿Qué tengo que hacer para salvarme? * Cree en Jesús, el Señor, y seréis salvos tú y tu familia. Aleluya.
V. Ésta es la obra de Dios: que creáis plenamente en aquel que él ha enviado.
R. Cree en Jesús, el Señor, y seréis salvos tú y tu familia. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Máximo de Turín, obispo
(Sermón 53, 1-2. 4: CCL 23, 214-216)
CRISTO ES EL DÍA
Por la resurrección de Cristo se abren las puertas de la región de los muertos; por obra de los neófitos la tierra es renovada; por obra del Espíritu Santo se abren las puertas del cielo. La región de los muertos, una vez abierta, devuelve a sus prisioneros; la tierra renovada germina a los resucitados; el cielo abierto acoge a los que a él ascienden.
El ladrón sube al paraíso, los cuerpos de los santos entran en la ciudad santa, los muertos regresan entre los vivos y, por la acción eficaz de la resurrección de Cristo, todos los elementos se ven enaltecidos.
La región de los muertos deja salir de sus profundidades a los que allí estaban retenidos, la tierra envía al cielo a los que en ella estaban sepultados, el cielo presenta al Señor a los que acoge en sus moradas; y la pasión del Salvador, con una sola e idéntica operación, nos levanta desde lo más profundo, nos eleva de la tierra y nos coloca en lo alto.
La resurrección de Cristo es vida para los difuntos, perdón para los pecadores, gloria para los santos. Por esto el salmista invita a toda la creación a celebrar la resurrección de Cristo, al decir que hay que alegrarse y llenarse de gozo en este día en que actuó el Señor.
La luz de Cristo es un día sin noche, un día que no tiene fin. El Apóstol nos enseña que este día es el mismo Cristo, cuando dice: La noche va pasando, el día está encima. La noche —dice— va pasando, no dice: «vuelve», para darnos así a entender que, con la venida de la luz de Cristo, se ahuyentan las tinieblas del demonio y no vuelve ya más la oscuridad del pecado, y que, con este indeficiente resplandor, son rechazadas las tinieblas de antes, para que el pecado no vuelva a introducirse subrepticiamente.
Tal es el día del Hijo, a quien el Padre comunica, de un modo arcano, la luz de su divinidad. Tal es el día que dice, por boca de Salomón: Yo hice nacer en los cielos la luz indeficiente.
Por esto, del mismo modo que la noche no sucede al día del cielo, así también las tinieblas del pecado no pueden suceder a la justicia de Cristo. El día celeste no cesa nunca de dar su luz y resplandor, ni hay oscuridad alguna capaz de ponerle fin; así también la luz de Cristo brilla, irradia, centellea siempre, y las tinieblas de los delitos no pueden vencerla, como dice el evangelista Juan: Esta luz brilla en las tinieblas, pero las tinieblas no la vencieron.
Por tanto, hermanos, todos debemos alegrarnos en este día santo. Nadie se retraiga de la común alegría, aunque tenga conciencia de sus pecados; nadie se aparte de la oración común, aunque se sienta agravado por sus culpas. En este día, nadie, por más que se sienta pecador, debe desesperar del perdón, ya que se trata de un día sobremanera privilegiado. Si el ladrón obtuvo la gracia del paraíso, ¿por qué el cristiano no ha de obtener el perdón?
RESPONSORIO
R. La magnificencia del Señor está por encima de los cielos: * su majestad resplandece sobre las nubes y su nombre permanece para siempre. Aleluya.
V. Asoma por un extremo del cielo, y su órbita llega al otro extremo.
R. Su majestad resplandece sobre las nubes y su nombre permanece para siempre. Aleluya.
De los Hechos de los apóstoles 16, 16-40
DIFICULTADES DE PABLO EN FILIPOS
En aquellos días, yendo una vez nosotros al lugar de la oración, nos salió al encuentro una esclava, poseída de un demonio adivino, que con sus predicciones proporcionaba a sus amos pingües ganancias. Siguiendo detrás de Pablo y de nosotros, comenzó a gritar:
«Estos hombres son servidores del Dios altísimo y os anuncian el camino de la salvación.»
Así lo hizo muchos días. Molestado, por fin, Pablo, se volvió y conminó así al espíritu:
«En nombre de Jesucristo, te mando que salgas de esta mujer.»
Y en el mismo instante salió. Viendo sus amos que se habían esfumado todas las esperanzas que tenían de lucro, prendieron a Pablo y a Silas y los arrastraron a la plaza pública, ante la autoridad. Los hicieron comparecer ante los pretores y dijeron:
«Estos hombres están revolviendo nuestra ciudad. Son judíos, y enseñan costumbres que nosotros, romanos, no podemos aceptar ni poner en práctica.»
El pueblo se amotinó contra ellos, y los pretores mandaron que, desnudos, fuesen azotados con varas. Después de haberles dado muchos golpes, los echaron a la cárcel y encargaron al carcelero que los vigilara con toda precaución. Ante este mandato, el carcelero los metió en lo más profundo del calabozo y sujetó sus pies en el cepo. Hacia media noche, Pablo y Silas, puestos en oración, cantaban himnos a Dios, mientras los demás presos los escuchaban. De pronto, se produjo un terremoto tan fuerte que vacilaron los cimientos de la cárcel; se abrieron todas las puertas y se soltaron las cadenas de todos. Despertó el carcelero y, al ver» las puertas de la cárcel abiertas, sacó la espada con intención de quitarse la vida, pues creía que los presos se habían escapado. Pero Pablo le gritó:
«No te hagas ningún daño, que estamos todos aquí.»
El carcelero pidió luz, se lanzó adentro y, temblando, se arrojó a los pies de Pablo y Silas. Luego, los sacó afuera y les preguntó:
«Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?»
Le dijeron:
«Cree en Jesús, el Señor, y seréis salvos tú y tu familia.»
Y le expusieron la doctrina del Señor a él y a todos los de su casa. Y, en aquella misma hora de la noche, los llevó consigo y les lavó las heridas; en seguida, recibió el bautismo él con todos los suyos, y, haciéndolos subir a su casa, les puso la mesa, contentísimo, lo mismo que toda su familia, de haber creído en Dios. Llegado el día, los pretores enviaron a los lictores a decir al carcelero:
«Pon en libertad a esos hombres.»
El carcelero hizo llegar a Pablo esta noticia:
«Los pretores han enviado a decir que os deje en libertad. Ahora, pues, salid y marchad en paz.»
Pero Pablo les contestó:
«Con que a nosotros, ciudadanos romanos, sin proceso de mingún género, nos han azotado públicamente y nos han arrojado a la cárcel, ¿y ahora, con todo sigilo, nos echan a la calle? De ningún modo. Que vengan ellos mismos, y que nos saquen.»
Los lictores comunicaron estas palabras a los pretores, quiemes cobraron miedo al enterarse de que eran romanos. Vinieron, pues, a presentarles sus excusas; los sacaron fuera y les rogaron que se marchasen de la ciudad. Pablo y Silas, una vez que salieron de la cárcel, entraron en casa de Lidia y, después de haber visto y animado a los hermanos, se fueron.
RESPONSORIO Hch 16, 30. 31; Jn 6, 29
R. ¿Qué tengo que hacer para salvarme? * Cree en Jesús, el Señor, y seréis salvos tú y tu familia. Aleluya.
V. Ésta es la obra de Dios: que creáis plenamente en aquel que él ha enviado.
R. Cree en Jesús, el Señor, y seréis salvos tú y tu familia. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Máximo de Turín, obispo
(Sermón 53, 1-2. 4: CCL 23, 214-216)
CRISTO ES EL DÍA
Por la resurrección de Cristo se abren las puertas de la región de los muertos; por obra de los neófitos la tierra es renovada; por obra del Espíritu Santo se abren las puertas del cielo. La región de los muertos, una vez abierta, devuelve a sus prisioneros; la tierra renovada germina a los resucitados; el cielo abierto acoge a los que a él ascienden.
El ladrón sube al paraíso, los cuerpos de los santos entran en la ciudad santa, los muertos regresan entre los vivos y, por la acción eficaz de la resurrección de Cristo, todos los elementos se ven enaltecidos.
La región de los muertos deja salir de sus profundidades a los que allí estaban retenidos, la tierra envía al cielo a los que en ella estaban sepultados, el cielo presenta al Señor a los que acoge en sus moradas; y la pasión del Salvador, con una sola e idéntica operación, nos levanta desde lo más profundo, nos eleva de la tierra y nos coloca en lo alto.
La resurrección de Cristo es vida para los difuntos, perdón para los pecadores, gloria para los santos. Por esto el salmista invita a toda la creación a celebrar la resurrección de Cristo, al decir que hay que alegrarse y llenarse de gozo en este día en que actuó el Señor.
La luz de Cristo es un día sin noche, un día que no tiene fin. El Apóstol nos enseña que este día es el mismo Cristo, cuando dice: La noche va pasando, el día está encima. La noche —dice— va pasando, no dice: «vuelve», para darnos así a entender que, con la venida de la luz de Cristo, se ahuyentan las tinieblas del demonio y no vuelve ya más la oscuridad del pecado, y que, con este indeficiente resplandor, son rechazadas las tinieblas de antes, para que el pecado no vuelva a introducirse subrepticiamente.
Tal es el día del Hijo, a quien el Padre comunica, de un modo arcano, la luz de su divinidad. Tal es el día que dice, por boca de Salomón: Yo hice nacer en los cielos la luz indeficiente.
Por esto, del mismo modo que la noche no sucede al día del cielo, así también las tinieblas del pecado no pueden suceder a la justicia de Cristo. El día celeste no cesa nunca de dar su luz y resplandor, ni hay oscuridad alguna capaz de ponerle fin; así también la luz de Cristo brilla, irradia, centellea siempre, y las tinieblas de los delitos no pueden vencerla, como dice el evangelista Juan: Esta luz brilla en las tinieblas, pero las tinieblas no la vencieron.
Por tanto, hermanos, todos debemos alegrarnos en este día santo. Nadie se retraiga de la común alegría, aunque tenga conciencia de sus pecados; nadie se aparte de la oración común, aunque se sienta agravado por sus culpas. En este día, nadie, por más que se sienta pecador, debe desesperar del perdón, ya que se trata de un día sobremanera privilegiado. Si el ladrón obtuvo la gracia del paraíso, ¿por qué el cristiano no ha de obtener el perdón?
RESPONSORIO
R. La magnificencia del Señor está por encima de los cielos: * su majestad resplandece sobre las nubes y su nombre permanece para siempre. Aleluya.
V. Asoma por un extremo del cielo, y su órbita llega al otro extremo.
R. Su majestad resplandece sobre las nubes y su nombre permanece para siempre. Aleluya.
Domingo, 10 de mayo de 2020
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan
(14,1-12):
1 «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí.
1 «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí.
2 En la casa de mi Padre
hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un
lugar.
3 Y cuando haya ido y
os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo
estéis también vosotros.
4 Y adonde yo voy
sabéis el camino.»
5 Le dice Tomás:
«Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»
6 Le dice Jesús: «Yo
soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.
7 Si me conocéis a mí,
conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto.»
8 Le dice Felipe:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta.»
9 Le dice Jesús: «
¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha
visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"?
10 ¿No crees que yo
estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo
por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras.
11 Creedme: yo estoy
en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras.
12 En verdad, en verdad
os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará
mayores aún, porque yo voy al Padre.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Jesús dijo: «El que me ve, ve también al Padre.» Aleluya
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Jesús dijo: «El que me ve, ve también al Padre.» Aleluya
PRECES
Oremos a Cristo, autor de la vida, a quien Dios resucitó de entre los muertos, quien por su poder nos resucitará también a nosotros, y digámosle:
*Cristo, vida nuestra, sálvanos*.
Cristo, luz esplendorosa que brillas en las tinieblas, rey de la vida y salvador de los que han muerto,
concédenos vivir hoy en tu alabanza.
Señor Jesús, que anduviste los caminos de la pasión y de la cruz,
concédenos que, unidos a ti en el dolor y en la muerte, resucitemos también contigo.
Hijo del Padre, maestro y hermano nuestro, tú que has hecho de nosotros un pueblo de reyes y sacerdotes,
enséñanos a ofrecer con alegría nuestro sacrificio de alabanza.
Rey de la gloria, esperamos anhelantes el día de tu manifestación gloriosa,
para poder contemplar tu rostro y ser semejantes a ti.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Dirijámonos ahora al Padre con las palabras que el Espíritu del Señor resucitado pone en nuestra boca:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que nos has enviado la redención y concedido la filiación adoptiva, protege con bondad a los hijos que tanto amas, y concédenos, por nuestra fe en Cristo, la verdadera libertad y la herencia eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.