Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO
DE CUARESMA
SÁBADO DE LA SEMANA I
Propio del Tiempo. Salterio I
7 de marzo
SÁBADO DE LA SEMANA I
Propio del Tiempo. Salterio I
7 de marzo
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Himno: LOS HOMBROS TRAIGO CARGADOS.
Los hombros traigo cargados
de graves culpas, mi Dios;
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.
Yo soy quien ha de llorar,
por ser acto de flaqueza;
que no hay en naturaleza
más flaqueza que el pecar.
Y, pues andamos trocados,
que yo peco y lloráis vos,
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.
Vos sois quien cargar se puede
estas mis culpas mortales,
que la menor destas tales
a cualquier peso excede;
y, pues que son tan pesados
aquestos yerros, mi Dios,
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.
Al Padre, al Hijo, al Amor,
alegres cantad, criaturas,
y resuene en las alturas
toda gloria y todo honor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Salmo 118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Ant 2. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Cántico: HIMNO A DIOS, DESPUÉS DE LA VICTORIA DEL MAR ROJO Ex 15, 1-4. 8-13. 17-18
Cantaré al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero,
su nombre es «El Señor».
Los carros del faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar rojo a sus mejores capitanes.
Al soplo de tu ira se amontonaron las aguas,
las corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.
Decía el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la espada, los agarrará mi mano.»
Pero sopló tu aliento y los cubrió el mar,
se hundieron como plomo en las aguas formidables.
¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?
¿Quién como tú, terrible entre los santos,
temibles por tus proezas, autor de maravillas?
Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra;
guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado,
los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.
Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Ant 3. Alabad al Señor, todas las naciones.
Salmo 116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos:
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabad al Señor, todas las naciones.
LECTURA BREVE Is 1, 16-18
«Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad lo que es justo, haced justicia al oprimido, defended al huérfano, proteged a la viuda. Entonces, venid, y litigaremos —dice el Señor—. Aunque vuestros pecados sean como la grana, blanquearán como la nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán blancos como lana.»
RESPONSORIO BREVE
V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Himno: LOS HOMBROS TRAIGO CARGADOS.
Los hombros traigo cargados
de graves culpas, mi Dios;
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.
Yo soy quien ha de llorar,
por ser acto de flaqueza;
que no hay en naturaleza
más flaqueza que el pecar.
Y, pues andamos trocados,
que yo peco y lloráis vos,
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.
Vos sois quien cargar se puede
estas mis culpas mortales,
que la menor destas tales
a cualquier peso excede;
y, pues que son tan pesados
aquestos yerros, mi Dios,
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.
Al Padre, al Hijo, al Amor,
alegres cantad, criaturas,
y resuene en las alturas
toda gloria y todo honor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Salmo 118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Ant 2. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Cántico: HIMNO A DIOS, DESPUÉS DE LA VICTORIA DEL MAR ROJO Ex 15, 1-4. 8-13. 17-18
Cantaré al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero,
su nombre es «El Señor».
Los carros del faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar rojo a sus mejores capitanes.
Al soplo de tu ira se amontonaron las aguas,
las corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.
Decía el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la espada, los agarrará mi mano.»
Pero sopló tu aliento y los cubrió el mar,
se hundieron como plomo en las aguas formidables.
¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?
¿Quién como tú, terrible entre los santos,
temibles por tus proezas, autor de maravillas?
Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra;
guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado,
los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.
Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Ant 3. Alabad al Señor, todas las naciones.
Salmo 116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos:
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabad al Señor, todas las naciones.
LECTURA BREVE Is 1, 16-18
«Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad lo que es justo, haced justicia al oprimido, defended al huérfano, proteged a la viuda. Entonces, venid, y litigaremos —dice el Señor—. Aunque vuestros pecados sean como la grana, blanquearán como la nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán blancos como lana.»
RESPONSORIO BREVE
V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.
PRIMERA
LECTURA
Del libro del Éxodo 12, 37-49; 13, 11-16
SALIDA DE LOS HEBREOS. LEYES SOBRE LA PASCUA Y LOS PRIMOGÉNITOS
En aquellos días, cuando los israelitas salieron de Egipto, marcharon de la ciudad de Ramsés hacia Sucot: eran seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños; salió también con ellos una gran muchedumbre de gente, con ovejas y vacas y enorme cantidad de ganado. Cocieron la masa que habían sacado de Egipto, e hicieron hogazas de pan ázimo, pues no había alcanzado a fermentar, porque los egipcios los echaban y no los dejaban detenerse, y tampoco pudieron tomar otras provisiones.
La estancia de los israelitas en Egipto duró cuatrocientos treinta años. El mismo día que se cumplían los cuatrocientos treinta años, salieron de Egipto las legiones del Señor. Noche de guardia fue ésta para el Señor, en que veló para sacarlos de Egipto; y noche de guardia en honor del Señor será también para los hijos de Israel, por todas las generaciones.
El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
«Éstas son las normas sobre la Pascua: Ningún extranjero la comerá. Los esclavos que te hayas comprado circuncídalos y sólo entonces podrán comerla. Ni el forastero ni el jornalero la comerán. La Pascua se ha de comer en una sola casa: no sacarás fuera nada de la carne y no le romperéis ningún hueso. La comunidad entera de Israel la celebrará. Y, si algún forastero que vive contigo quiere celebrar la Pascua del Señor, hará circuncidar a todos los varones de su casa y sólo entonces podrá tomar parte en ella, pues será como un natural del país. Pero ningún incircunciso la comerá. La misma ley vale para el natural del país y para el forastero que vive con vosotros.»
Y Moisés dijo al pueblo:
«Cuando el Señor te introduzca en la tierra de los cananeos, como juró a ti y a tus padres, y te la haya entregado, dedicarás al Señor todos los primogénitos. El primer parto de tus animales, si es macho, pertenece también al Señor. La primera cría de asno la rescatarás con un cordero; si no la rescatas la desnucarás. Pero los primogénitos de entre tus hijos los rescatarás siempre. Y cuando mañana tu hijo te pregunte: "¿Qué significa esto?", le responderás: "Con mano fuerte el Señor nos sacó de Egipto, de la esclavitud. El Faraón se había obstinado en no dejarnos salir; entonces el Señor dio muerte a todos los primogénitos de Egipto, lo mismo de hombres que de animales. Por eso yo sacrifico al Señor todo primogénito macho de los animales. Pero los primogénitos de los hombres los rescato."
Este rito será para ti como señal sobre tu brazo y como recordatorio ante tus ojos, de que con mano fuerte te sacó de Egipto el Señor.»
RESPONSORIO Cf. Lc 2, 22b-23. 24
R. Los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, * como está mandado en la ley de Dios: que todo varón primogénito sea consagrado al Señor.
V. y para ofrecer por él en sacrificio un par de tórtolas o de pichones.
R. Como está mandado en la ley de Dios: que todo varón primogénito sea consagrado al Señor.
SEGUNDA LECTURA
De la Constitución pastoral Gáudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, del Concilio Vaticano segundo
(Núms.9-10)
LOS INTERROGANTES MAS PROFUNDOS DEL HOMBRE
El mundo moderno aparece a la vez poderoso y débil, capaz de lo mejor y de lo peor, pues tiene abierto el camino para optar entre la libertad o la esclavitud, entre el progreso o el retroceso, entre la fraternidad o el odio. El hombre sabe muy bien que está en su mano el dirigir correctamente las fuerzas que él ha desencadenado y que pueden aplastarlo o salvarlo. Por ello se interroga a sí mismo.
En realidad, los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano.
Son muchos los elementos que se combaten en el propio interior del hombre. A fuer de creatura, el hombre experimenta múltiples limitaciones; se siente, sin embargo, ilimitado en sus deseos y llamado a una vida superior.
Atraído por muchas solicitaciones, tiene que elegir y que renunciar. Más aún, como enfermo y pecador, no es raro que haga lo que no quiere y deje de hacer lo que querría llevar a cabo. Por ello siente en sí mismo la división, que tantas y tan graves discordias provoca en la sociedad.
Son muchísimos los que, tarados en su vida por el materialismo práctico, no quieren saber nada de la clara percepción de este dramático estado, o bien, oprimidos por la miseria, no tienen tiempo para ponerse a considerarlo. Muchos piensan hallar su descanso en una interpretación de la realidad, propuesta de múltiples maneras.
Otros esperan del solo esfuerzo humano la verdadera y plena liberación de la humanidad y abrigan el convencimiento de que el futuro reino del hombre sobre la tierra saciará plenamente todos sus deseos.
Y no faltan, por otra parte, quienes, desesperando de poder dar a la vida un sentido exacto, alaban la audacia de quienes piensan que la existencia carece de toda significación propia y se esfuerzan por darle un sentido puramente subjetivo.
Sin embargo, ante la actual evolución del mundo, son cada día más numerosos los que se plantean o los que acometen con nueva penetración las cuestiones más fundamentales: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos hechos, subsisten todavía? ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida temporal?
Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo, a fin de que pueda responder a su máxima vocación, y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en el que haya de encontrar la salvación.
Igualmente cree que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se hallan en su Señor y Maestro.
Afirma además la Iglesia que bajo la superficie de lo cambiante hay muchas cosas permanentes, que tienen su último fundamento en Cristo, quien existe ayer, hoy y para siempre.
RESPONSORIO 1Co 15, 55-56. 57; Lm 3, 25
R. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado. * ¡Demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo!
V. Bueno es el Señor para el que en él espera, para el alma que lo busca.
R. ¡Demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo!
Del libro del Éxodo 12, 37-49; 13, 11-16
SALIDA DE LOS HEBREOS. LEYES SOBRE LA PASCUA Y LOS PRIMOGÉNITOS
En aquellos días, cuando los israelitas salieron de Egipto, marcharon de la ciudad de Ramsés hacia Sucot: eran seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños; salió también con ellos una gran muchedumbre de gente, con ovejas y vacas y enorme cantidad de ganado. Cocieron la masa que habían sacado de Egipto, e hicieron hogazas de pan ázimo, pues no había alcanzado a fermentar, porque los egipcios los echaban y no los dejaban detenerse, y tampoco pudieron tomar otras provisiones.
La estancia de los israelitas en Egipto duró cuatrocientos treinta años. El mismo día que se cumplían los cuatrocientos treinta años, salieron de Egipto las legiones del Señor. Noche de guardia fue ésta para el Señor, en que veló para sacarlos de Egipto; y noche de guardia en honor del Señor será también para los hijos de Israel, por todas las generaciones.
El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
«Éstas son las normas sobre la Pascua: Ningún extranjero la comerá. Los esclavos que te hayas comprado circuncídalos y sólo entonces podrán comerla. Ni el forastero ni el jornalero la comerán. La Pascua se ha de comer en una sola casa: no sacarás fuera nada de la carne y no le romperéis ningún hueso. La comunidad entera de Israel la celebrará. Y, si algún forastero que vive contigo quiere celebrar la Pascua del Señor, hará circuncidar a todos los varones de su casa y sólo entonces podrá tomar parte en ella, pues será como un natural del país. Pero ningún incircunciso la comerá. La misma ley vale para el natural del país y para el forastero que vive con vosotros.»
Y Moisés dijo al pueblo:
«Cuando el Señor te introduzca en la tierra de los cananeos, como juró a ti y a tus padres, y te la haya entregado, dedicarás al Señor todos los primogénitos. El primer parto de tus animales, si es macho, pertenece también al Señor. La primera cría de asno la rescatarás con un cordero; si no la rescatas la desnucarás. Pero los primogénitos de entre tus hijos los rescatarás siempre. Y cuando mañana tu hijo te pregunte: "¿Qué significa esto?", le responderás: "Con mano fuerte el Señor nos sacó de Egipto, de la esclavitud. El Faraón se había obstinado en no dejarnos salir; entonces el Señor dio muerte a todos los primogénitos de Egipto, lo mismo de hombres que de animales. Por eso yo sacrifico al Señor todo primogénito macho de los animales. Pero los primogénitos de los hombres los rescato."
Este rito será para ti como señal sobre tu brazo y como recordatorio ante tus ojos, de que con mano fuerte te sacó de Egipto el Señor.»
RESPONSORIO Cf. Lc 2, 22b-23. 24
R. Los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, * como está mandado en la ley de Dios: que todo varón primogénito sea consagrado al Señor.
V. y para ofrecer por él en sacrificio un par de tórtolas o de pichones.
R. Como está mandado en la ley de Dios: que todo varón primogénito sea consagrado al Señor.
SEGUNDA LECTURA
De la Constitución pastoral Gáudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, del Concilio Vaticano segundo
(Núms.9-10)
LOS INTERROGANTES MAS PROFUNDOS DEL HOMBRE
El mundo moderno aparece a la vez poderoso y débil, capaz de lo mejor y de lo peor, pues tiene abierto el camino para optar entre la libertad o la esclavitud, entre el progreso o el retroceso, entre la fraternidad o el odio. El hombre sabe muy bien que está en su mano el dirigir correctamente las fuerzas que él ha desencadenado y que pueden aplastarlo o salvarlo. Por ello se interroga a sí mismo.
En realidad, los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano.
Son muchos los elementos que se combaten en el propio interior del hombre. A fuer de creatura, el hombre experimenta múltiples limitaciones; se siente, sin embargo, ilimitado en sus deseos y llamado a una vida superior.
Atraído por muchas solicitaciones, tiene que elegir y que renunciar. Más aún, como enfermo y pecador, no es raro que haga lo que no quiere y deje de hacer lo que querría llevar a cabo. Por ello siente en sí mismo la división, que tantas y tan graves discordias provoca en la sociedad.
Son muchísimos los que, tarados en su vida por el materialismo práctico, no quieren saber nada de la clara percepción de este dramático estado, o bien, oprimidos por la miseria, no tienen tiempo para ponerse a considerarlo. Muchos piensan hallar su descanso en una interpretación de la realidad, propuesta de múltiples maneras.
Otros esperan del solo esfuerzo humano la verdadera y plena liberación de la humanidad y abrigan el convencimiento de que el futuro reino del hombre sobre la tierra saciará plenamente todos sus deseos.
Y no faltan, por otra parte, quienes, desesperando de poder dar a la vida un sentido exacto, alaban la audacia de quienes piensan que la existencia carece de toda significación propia y se esfuerzan por darle un sentido puramente subjetivo.
Sin embargo, ante la actual evolución del mundo, son cada día más numerosos los que se plantean o los que acometen con nueva penetración las cuestiones más fundamentales: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos hechos, subsisten todavía? ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida temporal?
Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo, a fin de que pueda responder a su máxima vocación, y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en el que haya de encontrar la salvación.
Igualmente cree que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se hallan en su Señor y Maestro.
Afirma además la Iglesia que bajo la superficie de lo cambiante hay muchas cosas permanentes, que tienen su último fundamento en Cristo, quien existe ayer, hoy y para siempre.
RESPONSORIO 1Co 15, 55-56. 57; Lm 3, 25
R. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado. * ¡Demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo!
V. Bueno es el Señor para el que en él espera, para el alma que lo busca.
R. ¡Demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo!
Sábado, 7 de marzo de 2020
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,43-48):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo’ y aborrecerás a tu enemigo”.
Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».
Palabra del Señor
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo’ y aborrecerás a tu enemigo”.
Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. «Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persiguen; así seréis hijos de vuestro Padre celestial», dice el Señor.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persiguen; así seréis hijos de vuestro Padre celestial», dice el Señor.
PRECES
Glorifiquemos a Cristo, que para hacer de nosotros creaturas nuevas ha instituido el baño del bautismo y nos alimenta con su palabra y su carne, y supliquémosle, diciendo:
*Renuévanos con tu gracia, Señor*.
Señor Jesús, tú que eres manso y humilde de corazón, danos entrañas de misericordia, bondad y humildad
y danos comprensión para con todos.
Que sepamos ayudar a los necesitados y consolar a los que sufren,
para imitarte a ti, el buen Samaritano.
Que María, la Virgen Madre, interceda por las vírgenes que se han consagrado a tu servicio,
para que vivan su virginidad con un grande amor hacia ti, en bien de la Iglesia.
Concédenos la abundancia de tu misericordia
y perdona la multitud de nuestros pecados y el castigo que por ellos merecemos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Digamos juntos la oración que Cristo nos enseñó y pidamos al Padre que nos libre del mal:
Padre nuestro...
ORACION
Padre eterno, convierte hacia ti nuestros corazones, para que, viviendo consagrados a tu servicio, te busquemos siempre a ti, que eres lo único necesario, y practiquemos la caridad en todas nuestras acciones. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Perpetua era una joven madre, de 22 años, que tenía un niñito de
pocos meses. Pertenecía a una familia rica y muy estimada por toda la
población. Mientras estaba en prisión, por petición de sus compañeros mártires,
fue escribiendo el diario de todo lo que le iba sucediendo.
Felicidad era una esclava de Perpetua. Era también muy joven y en
la prisión dio a luz una niña, que después los cristianos se encargaron de
criar muy bien.
Las acompañaron en su martirio unos esclavos que fueron apresados
junto a ellas, y su catequista, el diácono Sáturo, que las había instruido en
la religión y las había preparado para el bautismo. A Sáturo no lo habían
apresado, pero él se presentó voluntariamente.
Los antiguos documentos que narran el martirio de estas dos
santas, eran inmensamente estimados en la antigüedad, y San Agustín dice que se
leían en las iglesias con gran provecho para los oyentes. Esos documentos
narran lo siguiente.
El año 202 el emperador Severo mandó que los que siguieran siendo
cristianos y no quisieran adorar a los falsos dioses tenían que morir.
Perpetua estaba celebrando una reunión religiosa en su casa de
Cartago cuando llegó la policía del emperador y la llevó prisionera, junto con
su esclava Felicidad y los esclavos Revocato, Saturnino y Segundo.
Dice Perpetua en su diario: "Nos echaron a la cárcel y yo
quedé consternada porque nunca había estado en un sitio tan oscuro. El calor
era insoportable y estábamos demasiadas personas en un subterráneo muy
estrecho. Me parecía morir de calor y de asfixia y sufría por no poder tener
junto a mí al niño que era tan de pocos meses y que me necesitaba mucho. Yo lo
que más le pedía a Dios era que nos concediera un gran valor para ser capaces
de sufrir y luchar por nuestra santa religión".
Afortunadamente al día siguiente llegaron dos diáconos católicos y
dieron dinero a los carceleros para que pasaran a los presos a otra habitación
menos sofocante y oscura que la anterior, y fueron llevados a una sala a donde
por lo menos entraba la luz del sol, y no quedaban tan apretujados e incómodos.
Y permitieron que le llevaran al niño a Perpetua, el cual se estaba secando de
pena y acabamiento. Ella dice en su diario: "Desde que tuve a mi pequeñín
junto a mí, y a aquello no me parecía una cárcel sino un palacio, y me sentía
llena de alegría. Y el niño también recobró su alegría y su vigor". Las
tías y la abuelita se encargaron después de su crianza y de su educación.
El jefe del gobierno de Cartago llamó a juicio a Perpetua y a sus
servidores. La noche anterior Perpetua tuvo una visión en la cual le fue dicho
que tendrían que subir por una escalera muy llena de sufrimientos, pero que al
final de tan dolorosa pendiente, estaba un Paraíso Eterno que les esperaba.
Ella narró a sus compañeros la visión que había tenido y todos se entusiasmaron
y se propusieron permanecer fieles en la fe hasta el fin.
Primero pasaron los esclavos y el Diácono. Todos proclamaron ante
las autoridades que ellos eran cristianos y que preferían morir antes que
adorar a los falsos dioses.
Luego llamaron a Perpetua. El juez le rogaba que dejara la religión
de Cristo y que se pasara a la religión pagana y que así salvaría su vida. Y le
recordaba que ella era una mujer muy joven y de familia rica. Pero Perpetua
proclamó que estaba resuelta a ser fiel hasta la muerte, a la religión de
Cristo Jesús. Entonces llegó su padre (el único de la familia que no era
cristiano) y de rodillas le rogaba y le suplicaba que no persistiera en
llamarse cristiana. Que aceptara la religión del emperador. Que lo hiciera por
amor a su padre y a su hijito. Ella se conmovía intensamente pero terminó
diciéndole: ¿Padre, cómo se llama esa vasija que hay ahí en frente? "Una
bandeja", respondió él. Pues bien: "A esa vasija hay que llamarla
bandeja, y no pocillo ni cuchara, porque es una bandeja. Y yo que soy cristiana,
no me puedo llamar pagana, ni de ninguna otra religión, porque soy cristiana y
lo quiero ser para siempre".
Y añade el diario escrito por Perpetua: "Mi padre era el
único de mi familia que no se alegraba porque nosotros íbamos a ser mártires
por Cristo".
El juez decretó que los tres hombres serían llevados al circo y
allí delante de la muchedumbre serían destrozados por las fieras el día de la
fiesta del emperador, y que las dos mujeres serían echadas amarradas ante una
vaca furiosa para que las destrozara. Pero había un inconveniente: que
Felicidad iba a ser madre, y la ley prohibía matar a la que ya iba a dar a luz.
Y ella sí deseaba ser martirizada por amor a Cristo. Entonces los cristianos
oraron con fe, y Felicidad dio a luz una linda niña, la cual le fue confiada a
cristianas fervorosas, y así ella pudo sufrir el martirio. Un carcelero se
burlaba diciéndole: "Ahora se queja por los dolores de dar a luz. ¿Y
cuándo le lleguen los dolores del martirio qué hará? Ella le respondió:
"Ahora soy débil porque la que sufre es mi pobre naturaleza. Pero cuando
llegue el martirio me acompañará la gracia de Dios, que me llenará de
fortaleza".
A los condenados a muerte se les permitía hacer una Cena de
Despedida. Perpetua y sus compañeros convirtieron su cena final en una Cena
Eucarística. Dos santos diáconos les llevaron la comunión, y después de orar y
de animarse unos a otros se abrazaron y se despidieron con el beso de la paz.
Todos estaban a cual de animosos, alegremente dispuestos a entregar la vida por
proclamar su fe en Jesucristo.
A los esclavos los echaron a las fieras que los destrozaron y
ellos derramaron así valientemente su sangre por nuestra religión.
Antes de llevarlos a la plaza los soldados querían que los hombres
entraran vestidos de sacerdotes de los falsos dioses y las mujeres vestidas de
sacerdotisas de las diosas de los paganos. Pero Perpetua se opuso fuertemente y
ninguno quiso colocarse vestidos de religiones falsas.
El diácono Sáturo había logrado convertir al cristianismo a uno de
los carceleros, llamado Pudente, y le dijo: "Para que veas que Cristo sí
es Dios, te anuncio que a mí me echarán a un oso feroz, y esa fiera no me hará
ningún daño". Y así sucedió: lo amarraron y lo acercaron a la jaula de un
oso muy agresivo. El feroz animal no le quiso hacer ningún daño, y en cambio sí
le dio un tremendo mordisco al domador que trataba de hacer que se lanzara
contra el santo diácono. Entonces soltaron a un leopardo y éste de una
dentellada destrozó a Sáturo. Cuando el diácono estaba moribundo, untó con su
sangre un anillo y lo colocó en el dedo de Pudente y este aceptó
definitivamente volverse cristiano.
A Perpetua y Felicidad las envolvieron dentro de una malla y las
colocaron en la mitad de la plaza, y soltaron una vaca bravísima, la cual las
corneó sin misericordia. Perpetua únicamente se preocupaba por irse arreglando
los vestidos de manera que no diera escándalo a nadie por parecer poco
cubierta. Y se arreglaba también los cabellos para no aparecer despeinada como
una llorona pagana. La gente emocionada al ver la valentía de estas dos jóvenes
madres, pidió que las sacaran por la puerta por donde llevaban a los
gladiadores victoriosos. Perpetua, como volviendo de un éxtasis, preguntó: ¿Y
dónde está esa tal vaca que nos iba a cornear?
Pero luego ese pueblo cruel pidió que las volvieran a traer y que
les cortaran la cabeza allí delante de todos. Al saber esta noticia, las dos
jóvenes valientes se abrazaron emocionadas, y volvieron a la plaza. A Felicidad
le cortaron la cabeza de un machetazo, pero el verdugo que tenía que matar a
Perpetua estaba muy nervioso y equivocó el golpe. Ella dio un grito de dolor,
pero extendió bien su cabeza sobre el cepo y le indicó al verdugo con la mano,
el sitio preciso de su cuello donde debía darle el machetazo. Así esta mujer
valerosa hasta el último momento demostró que si moría mártir era por su propia
voluntad y con toda generosidad.