Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA SEMANA VI
De la Feria. Salterio II
LUNES DE LA SEMANA VI
De la Feria. Salterio II
17 de febrero
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: ALFARERO DEL HOMBRE, MANO TRABAJADORA
Alfarero del hombre, mano trabajadora
que, de los hondos limos iniciales,
convocas a los pájaros a la primera aurora,
al pasto los primeros animales.
De mañana te busco, hecho de luz concreta,
de espacio puro y tierra amanecida.
De mañana te encuentro, vigor, origen, meta
de los profundos ríos de la vida.
El árbol toma cuerpo, y el agua melodía;
tus manos son recientes en la rosa;
se espesa la abundancia del mundo a mediodía,
y estás de corazón en cada cosa.
No hay brisa si no alientas, monte si no estás dentro,
ni soledad en que no te hagas fuerte.
Todo es presencia y gracia; vivir es este encuentro:
tú, por la luz; el hombre, por la muerte.
¡Que se acabe el pecado! ¡Mira que es desdecirte
dejar tanta hermosura en tanta guerra!
Que el hombre no te obligue, Señor, a arrepentirte
de haberle dado un día las llaves de la tierra. Amén.
SALMODIA
Ant 1. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Salmo 41 - DESEO DEL SEÑOR Y ANSIAS DE CONTEMPLAR EL TEMPLO.
Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?
Las lágrimas son mi pan
noche y día,
mientras todo el día me repiten:
«¿Dónde está tu Dios?»
Recuerdo otros tiempos,
y mi alma desfallece de tristeza:
cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Cuando mi alma se acongoja,
te recuerdo,
desde el Jordán y el Hermón
y el Monte Menor.
Una sima grita a otra sima
con voz de cascadas:
tus torrentes y tus olas
me han arrollado.
De día el Señor
me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza
del Dios de mi vida.
Diré a Dios: Roca mía,
¿por qué me olvidas?
¿Por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
Se me rompen los huesos
por las burlas del adversario;
todo el día me preguntan:
«¿Dónde está tu Dios?»
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Ant 2. Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión.
Cántico: SÚPLICA EN FAVOR DE LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN Sir. 36, 1-7. 13-16
Sálvanos, Dios del universo,
infunde tu terror a todas las naciones;
amenaza con tu mano al pueblo extranjero,
para que sienta tu poder.
Como les mostraste tu santidad al castigarnos,
muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos:
para que sepan, como nosotros lo sabemos,
que no hay Dios fuera de ti.
Renueva los prodigios, repite los portentos,
exalta tu mano, robustece tu brazo.
Reúne a todas las tribus de Jacob
y dales su heredad como antiguamente.
Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre,
de Israel, a quien nombraste tu primogénito.
Ten compasión de tu ciudad santa,
de Jerusalén, lugar de tu reposo.
Llena a Sión de tu majestad
y al templo de tu gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión.
Ant 3. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
SALMO 18 A - ALABANZA AL DIOS CREADOR DEL UNIVERSO.
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo murmura.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.
Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.
Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
LECTURA BREVE Jr 15, 16
Cuando encontraba palabras tuyas las devoraba; tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque tu nombre fue pronunciado sobre mí, ¡Señor, Dios de los ejércitos!
RESPONSORIO BREVE
V. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
V. Cantadle un cántico nuevo.
R. Que merece la alabanza de los buenos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: ALFARERO DEL HOMBRE, MANO TRABAJADORA
Alfarero del hombre, mano trabajadora
que, de los hondos limos iniciales,
convocas a los pájaros a la primera aurora,
al pasto los primeros animales.
De mañana te busco, hecho de luz concreta,
de espacio puro y tierra amanecida.
De mañana te encuentro, vigor, origen, meta
de los profundos ríos de la vida.
El árbol toma cuerpo, y el agua melodía;
tus manos son recientes en la rosa;
se espesa la abundancia del mundo a mediodía,
y estás de corazón en cada cosa.
No hay brisa si no alientas, monte si no estás dentro,
ni soledad en que no te hagas fuerte.
Todo es presencia y gracia; vivir es este encuentro:
tú, por la luz; el hombre, por la muerte.
¡Que se acabe el pecado! ¡Mira que es desdecirte
dejar tanta hermosura en tanta guerra!
Que el hombre no te obligue, Señor, a arrepentirte
de haberle dado un día las llaves de la tierra. Amén.
SALMODIA
Ant 1. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Salmo 41 - DESEO DEL SEÑOR Y ANSIAS DE CONTEMPLAR EL TEMPLO.
Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?
Las lágrimas son mi pan
noche y día,
mientras todo el día me repiten:
«¿Dónde está tu Dios?»
Recuerdo otros tiempos,
y mi alma desfallece de tristeza:
cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Cuando mi alma se acongoja,
te recuerdo,
desde el Jordán y el Hermón
y el Monte Menor.
Una sima grita a otra sima
con voz de cascadas:
tus torrentes y tus olas
me han arrollado.
De día el Señor
me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza
del Dios de mi vida.
Diré a Dios: Roca mía,
¿por qué me olvidas?
¿Por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
Se me rompen los huesos
por las burlas del adversario;
todo el día me preguntan:
«¿Dónde está tu Dios?»
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Ant 2. Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión.
Cántico: SÚPLICA EN FAVOR DE LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN Sir. 36, 1-7. 13-16
Sálvanos, Dios del universo,
infunde tu terror a todas las naciones;
amenaza con tu mano al pueblo extranjero,
para que sienta tu poder.
Como les mostraste tu santidad al castigarnos,
muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos:
para que sepan, como nosotros lo sabemos,
que no hay Dios fuera de ti.
Renueva los prodigios, repite los portentos,
exalta tu mano, robustece tu brazo.
Reúne a todas las tribus de Jacob
y dales su heredad como antiguamente.
Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre,
de Israel, a quien nombraste tu primogénito.
Ten compasión de tu ciudad santa,
de Jerusalén, lugar de tu reposo.
Llena a Sión de tu majestad
y al templo de tu gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión.
Ant 3. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
SALMO 18 A - ALABANZA AL DIOS CREADOR DEL UNIVERSO.
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo murmura.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.
Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.
Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
LECTURA BREVE Jr 15, 16
Cuando encontraba palabras tuyas las devoraba; tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque tu nombre fue pronunciado sobre mí, ¡Señor, Dios de los ejércitos!
RESPONSORIO BREVE
V. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
V. Cantadle un cántico nuevo.
R. Que merece la alabanza de los buenos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.
PRIMERA LECTURA
De la primera carta a los Tesalonicenses 2, 13--3, 13
AMISTAD ENTRE PABLO Y LOS TESALONICENSES
Hermanos: Continuamente damos gracias a Dios, porque, habiendo recibido la palabra de Dios predicada por nosotros, la acogisteis, no como palabra humana, sino -como es en realidad- como palabra de Dios, que ejerce su acción en vosotros, los creyentes.
Hermanos, tomasteis como modelo las Iglesias de Dios que están en Judea, convocadas en el nombre de Cristo Jesús, pues habéis padecido de parte de vuestros conciudadanos, lo mismo que ellas de los judíos, los cuales dieron muerte a Jesús, el Señor, y a los profetas, y nos han perseguido a nosotros. Ellos desagradan a Dios y van contra todos los hombres, pues quieren impedir que hablemos de la salud a los gentiles. Así van colmando constantemente la medida de sus pecados. Pero ya la ira de Dios está por caer sobre ellos con vehemencia.
Por nuestra parte, hermanos, separados por el momento de vuestra presencia, no de vuestro corazón, hemos sentido un vivo deseo de volver a veros, y, así, yo mismo, Pablo, lo he intentado una y otra vez, pero Satanás nos lo impidió. Pues ¿cuál es nuestra esperanza, nuestro gozo, la corona de la que nos sentiremos orgullosos, ante nuestro Señor Jesús en su venida, sino vosotros? Sí, vosotros sois nuestra gloria y nuestro gozo.
Por eso, no pudiendo resistir más, nos conformamos con quedarnos solos en Atenas, y os enviamos a Timoteo, hermano nuestro y colaborador de Dios en la obra de la evangelización de Cristo. Él llevaba la misión de confortaros y alentaros en vuestra fe, para que nadie se inquiete por estas tribulaciones. Por otra parte, ya sabéis cuál es nuestro destino. Os lo previnimos una y otra vez cuando estábamos entre vosotros: que tenemos que sufrir tribulaciones. De hecho así ha sucedido. Así que ya lo sabéis.
Por eso, no pudiendo resistir ya más, envié a Timoteo, para recibir informes de vuestra situación en la fe: no fuera que os hubiese tentado Satanás y resultasen estériles nuestras fatigas.
Ahora, con la vuelta de Timoteo a nosotros y con las buenas noticias que nos ha traído de vuestra fe y de vuestra caridad, y del grato recuerdo que conserváis siempre de nosotros, deseando vivamente vernos -lo mismo que deseamos nosotros veros-, hemos recibido, hermanos, un gran consuelo por vuestra fe en medio de nuestras graves dificultades y tribulaciones. Ahora cobramos nueva vida, sabiendo que perseveráis firmes en el Señor.
¿Qué acciones de gracias daremos ahora a Dios por este gran gozo con que, por causa vuestra, nos regocijamos en su presencia? Noche y día, con toda instancia, le rogamos nos conceda ver vuestro rostro y completar las deficiencias que haya en vuestra fe. Que el mismo Dios, nuestro Padre, y Jesús, nuestro Señor, nos allanen el camino hacia vosotros. Que el Señor os haga aumentar y rebosar en amor de unos con otros y con todos, así como os amamos nosotros, para que conservéis vuestros corazones intachables en santidad ante Dios, Padre nuestro, cuando venga nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.
RESPONSORIO Cf. 1Ts 3, 12. 13; 2Ts 2, 16. 17
R. Que el Señor os haga aumentar y rebosar en amor de unos con otros y con todos, * para que os conservéis en santidad.
V. Que el mismo Señor nuestro infunda valor en vuestros corazones.
R. Para que os conservéis en santidad.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Bernardo, abad
(Sermón 15 sobre diversas materias: PL 183, 577-579)
HAY QUE BUSCAR LA SABIDURÍA
Trabajemos para tener el manjar que no se consume: trabajemos en la obra de nuestra salvación. Trabajemos en la viña del Señor, para hacernos merecedores del denario cotidiano. Trabajemos para obtener la sabiduría, ya que ella afirma: Los que trabajan para alcanzarme no pecarán. El campo es el mundo -nos dice aquel que es la Verdad-; cavemos en este campo; en él se halla escondido un tesoro que debemos desenterrar. Tal es la sabiduría, que ha de ser extraída de lo oculto. Todos la buscamos, todos la deseamos.
Si queréis preguntar -dice la Escritura-, preguntad; convertíos, retornad. ¿Te preguntas de dónde te has de convertir? Refrena tus deseos, hallamos también escrito. Pero si en mis deseos no encuentro la sabiduría -dices-, ¿dónde la hallaré? Pues mi alma la desea con vehemencia, y no me contento con hallarla, si es que llego a hallarla, sino que echo en mi regazo una medida abundante, bien apretada y bien colmada hasta rebosar. Y esto con razón. Porque, dichoso el hombre que encuentra sabiduría, el que alcanza inteligencia. Búscala, pues, mientras puede ser encontrada; invócala, mientras está cerca.
¿Quieres saber cuán cerca está? Cerca está la palabra, en tu boca y en tu corazón; sólo a condición de que la busques con un corazón sincero. Así es como encontrarás la sabiduría en tu corazón y tu boca estará llena de inteligencia, pero vigila que esta abundancia de tu boca no se derrame a manera de vómito.
Si has hallado la sabiduría has hallado la miel; procura no comerla con exceso, no sea que, harto de ella, la vomites. Come de manera que siempre quedes con hambre. Porque dice la misma sabiduría: El que me come tendrá más hambre de mí. No tengas en mucho lo que has alcanzado; no te consideres harto, no sea que vomites y pierdas así lo que pensabas poseer, por haber dejado de buscar antes de tiempo. Pues no hay que desistir en esta búsqueda y llamada de la sabiduría, mientras pueda ser hallada, mientras esté cerca. De lo contrario, como la miel daña -según dice el Sabio- a los que comen de ella en demasía, así el que se mete a escudriñar la majestad será oprimido por su gloria.
Del mismo modo que es dichoso el hombre que encuentra sabiduría, así también es dichoso, o mejor, más dichoso aún, el hombre que es constante en la sabiduría; esto seguramente se refiere a la abundancia de que hemos hablado antes.
En estas tres cosas se conocerá que tu boca está llena en abundancia de sabiduría o de prudencia: si confiesas de palabra tu propia iniquidad, si de tu boca sale la acción de gracias y la alabanza y si de ella salen también palabras de edificación. En efecto, creemos con el corazón para obtener la justificación y hacemos con la boca profesión de nuestra fe para alcanzar la salud. Y además, lo primero que hace el justo al hablar es acusarse a sí mismo; y así, lo que debe hacer en segundo lugar es ensalzar a Dios, y en tercer lugar (si a tanto llega la abundancia de su sabiduría) edificar al prójimo.
RESPONSORIO Sb 7, 10. 11; 8, 2
R. Amé la sabiduría más que la salud y la hermosura, y decidí que fuera la luz que me alumbrara; * con ella me vinieron a la vez todos los bienes.
V. La amé y la pretendí desde mi juventud y me constituí en el amante de su belleza.
R. Con ella me vinieron a la vez todos los bienes.
De la primera carta a los Tesalonicenses 2, 13--3, 13
AMISTAD ENTRE PABLO Y LOS TESALONICENSES
Hermanos: Continuamente damos gracias a Dios, porque, habiendo recibido la palabra de Dios predicada por nosotros, la acogisteis, no como palabra humana, sino -como es en realidad- como palabra de Dios, que ejerce su acción en vosotros, los creyentes.
Hermanos, tomasteis como modelo las Iglesias de Dios que están en Judea, convocadas en el nombre de Cristo Jesús, pues habéis padecido de parte de vuestros conciudadanos, lo mismo que ellas de los judíos, los cuales dieron muerte a Jesús, el Señor, y a los profetas, y nos han perseguido a nosotros. Ellos desagradan a Dios y van contra todos los hombres, pues quieren impedir que hablemos de la salud a los gentiles. Así van colmando constantemente la medida de sus pecados. Pero ya la ira de Dios está por caer sobre ellos con vehemencia.
Por nuestra parte, hermanos, separados por el momento de vuestra presencia, no de vuestro corazón, hemos sentido un vivo deseo de volver a veros, y, así, yo mismo, Pablo, lo he intentado una y otra vez, pero Satanás nos lo impidió. Pues ¿cuál es nuestra esperanza, nuestro gozo, la corona de la que nos sentiremos orgullosos, ante nuestro Señor Jesús en su venida, sino vosotros? Sí, vosotros sois nuestra gloria y nuestro gozo.
Por eso, no pudiendo resistir más, nos conformamos con quedarnos solos en Atenas, y os enviamos a Timoteo, hermano nuestro y colaborador de Dios en la obra de la evangelización de Cristo. Él llevaba la misión de confortaros y alentaros en vuestra fe, para que nadie se inquiete por estas tribulaciones. Por otra parte, ya sabéis cuál es nuestro destino. Os lo previnimos una y otra vez cuando estábamos entre vosotros: que tenemos que sufrir tribulaciones. De hecho así ha sucedido. Así que ya lo sabéis.
Por eso, no pudiendo resistir ya más, envié a Timoteo, para recibir informes de vuestra situación en la fe: no fuera que os hubiese tentado Satanás y resultasen estériles nuestras fatigas.
Ahora, con la vuelta de Timoteo a nosotros y con las buenas noticias que nos ha traído de vuestra fe y de vuestra caridad, y del grato recuerdo que conserváis siempre de nosotros, deseando vivamente vernos -lo mismo que deseamos nosotros veros-, hemos recibido, hermanos, un gran consuelo por vuestra fe en medio de nuestras graves dificultades y tribulaciones. Ahora cobramos nueva vida, sabiendo que perseveráis firmes en el Señor.
¿Qué acciones de gracias daremos ahora a Dios por este gran gozo con que, por causa vuestra, nos regocijamos en su presencia? Noche y día, con toda instancia, le rogamos nos conceda ver vuestro rostro y completar las deficiencias que haya en vuestra fe. Que el mismo Dios, nuestro Padre, y Jesús, nuestro Señor, nos allanen el camino hacia vosotros. Que el Señor os haga aumentar y rebosar en amor de unos con otros y con todos, así como os amamos nosotros, para que conservéis vuestros corazones intachables en santidad ante Dios, Padre nuestro, cuando venga nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.
RESPONSORIO Cf. 1Ts 3, 12. 13; 2Ts 2, 16. 17
R. Que el Señor os haga aumentar y rebosar en amor de unos con otros y con todos, * para que os conservéis en santidad.
V. Que el mismo Señor nuestro infunda valor en vuestros corazones.
R. Para que os conservéis en santidad.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Bernardo, abad
(Sermón 15 sobre diversas materias: PL 183, 577-579)
HAY QUE BUSCAR LA SABIDURÍA
Trabajemos para tener el manjar que no se consume: trabajemos en la obra de nuestra salvación. Trabajemos en la viña del Señor, para hacernos merecedores del denario cotidiano. Trabajemos para obtener la sabiduría, ya que ella afirma: Los que trabajan para alcanzarme no pecarán. El campo es el mundo -nos dice aquel que es la Verdad-; cavemos en este campo; en él se halla escondido un tesoro que debemos desenterrar. Tal es la sabiduría, que ha de ser extraída de lo oculto. Todos la buscamos, todos la deseamos.
Si queréis preguntar -dice la Escritura-, preguntad; convertíos, retornad. ¿Te preguntas de dónde te has de convertir? Refrena tus deseos, hallamos también escrito. Pero si en mis deseos no encuentro la sabiduría -dices-, ¿dónde la hallaré? Pues mi alma la desea con vehemencia, y no me contento con hallarla, si es que llego a hallarla, sino que echo en mi regazo una medida abundante, bien apretada y bien colmada hasta rebosar. Y esto con razón. Porque, dichoso el hombre que encuentra sabiduría, el que alcanza inteligencia. Búscala, pues, mientras puede ser encontrada; invócala, mientras está cerca.
¿Quieres saber cuán cerca está? Cerca está la palabra, en tu boca y en tu corazón; sólo a condición de que la busques con un corazón sincero. Así es como encontrarás la sabiduría en tu corazón y tu boca estará llena de inteligencia, pero vigila que esta abundancia de tu boca no se derrame a manera de vómito.
Si has hallado la sabiduría has hallado la miel; procura no comerla con exceso, no sea que, harto de ella, la vomites. Come de manera que siempre quedes con hambre. Porque dice la misma sabiduría: El que me come tendrá más hambre de mí. No tengas en mucho lo que has alcanzado; no te consideres harto, no sea que vomites y pierdas así lo que pensabas poseer, por haber dejado de buscar antes de tiempo. Pues no hay que desistir en esta búsqueda y llamada de la sabiduría, mientras pueda ser hallada, mientras esté cerca. De lo contrario, como la miel daña -según dice el Sabio- a los que comen de ella en demasía, así el que se mete a escudriñar la majestad será oprimido por su gloria.
Del mismo modo que es dichoso el hombre que encuentra sabiduría, así también es dichoso, o mejor, más dichoso aún, el hombre que es constante en la sabiduría; esto seguramente se refiere a la abundancia de que hemos hablado antes.
En estas tres cosas se conocerá que tu boca está llena en abundancia de sabiduría o de prudencia: si confiesas de palabra tu propia iniquidad, si de tu boca sale la acción de gracias y la alabanza y si de ella salen también palabras de edificación. En efecto, creemos con el corazón para obtener la justificación y hacemos con la boca profesión de nuestra fe para alcanzar la salud. Y además, lo primero que hace el justo al hablar es acusarse a sí mismo; y así, lo que debe hacer en segundo lugar es ensalzar a Dios, y en tercer lugar (si a tanto llega la abundancia de su sabiduría) edificar al prójimo.
RESPONSORIO Sb 7, 10. 11; 8, 2
R. Amé la sabiduría más que la salud y la hermosura, y decidí que fuera la luz que me alumbrara; * con ella me vinieron a la vez todos los bienes.
V. La amé y la pretendí desde mi juventud y me constituí en el amante de su belleza.
R. Con ella me vinieron a la vez todos los bienes.
Lunes, 17
de febrero de 2020
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (8,11-13):
En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo.
Jesús dio un profundo suspiro y dijo: « ¿Por qué esta generación reclama un signo? Os aseguro que no se le dará un signo a esta generación.»
Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.
Palabra del Señor
En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo.
Jesús dio un profundo suspiro y dijo: « ¿Por qué esta generación reclama un signo? Os aseguro que no se le dará un signo a esta generación.»
Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.
PRECES
Demos gracias a nuestro salvador que ha hecho de nosotros un pueblo de reyes y sacerdotes, y digámosle:
Consérvanos, Señor, en tu servicio.
Señor Jesús, sacerdote eterno, que has querido que tu pueblo participara de tu sacerdocio:
haz que ofrezcamos siempre sacrificios espirituales,
agradables al Padre.
Danos, Señor, la abundancia de los frutos del Espíritu Santo:
comprensión, bondad, amabilidad.
Que la luz de la fe ilumine este nuevo día
y que durante el mismo caminemos por las sendas del amor.
Haz que busquemos siempre el bien de nuestros hermanos
y les ayudemos a progresar en su salvación.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Con el gozo que nos da el sabernos hijos de Dios, digamos confiadamente:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Dios todopoderoso, que nos has hecho llegar al comienzo de este día: danos tu ayuda para que no caigamos hoy en pecado, sino que nuestras palabras, pensamientos y acciones sigan el camino de tus mandatos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Santos Fundadores de la Orden
17 de Febrero
17 de Febrero
Eran siete amigos, comerciantes de la ciudad de Florencia, Italia.
Sus nombres: Alejo, Amadeo, Hugo, Benito, Bartolomé, Gerardino y
Juan.
Pertenecían a una asociación de devotos de la Virgen María, que
había en Florencia, y poco a poco fueron convenciéndose de que debían abandonar
lo mundano y dedicarse a la vida de santidad. Vendieron sus bienes, repartieron
el dinero a los pobres y se fueron al Monte Senario a rezar y a hacer
penitencia. La idea de irse a la montaña a santificarse, les llegó el 15 de
agosto, fiesta de la Asunción de la Sma. Virgen, y la pusieron en práctica el 8
de septiembre, día del nacimiento de Nuestra Señora. Ellos se habían propuesto
propagar la devoción a la Madre de Dios y confiarle a Ella todos sus planes y
sus angustias. A tan buena Madre le encomendaron que les ayudara a convertirse
de sus miserias espirituales y que bendijera misericordiosamente sus buenos
propósitos. Y dispusieron llamarse "Siervos de María" o
"Servitas".
Santos
Teódulo y Julián, Mártires
17 de Febrero
17 de Febrero
Teódulo,
hombre sabio y piadoso, ocupaba un puesto de importancia en la casa de
Firmiliano, gobernador de Palestina, quien le tenía gran estima. Habiendo sido
testigo de la fortaleza y paciencia de los 5 egipcios martirizados, Teódulo
acudió a la prisión para alentar a los que se preparaban a sufrir martirio
semejante. Al saber esto, Firmiliano se irritó sobremanera contra su protegido,
le reprochó amargamente su actitud y le condenó a ser sacrificado, sin haber
querido oír su defensa. Teódulo recibió con alegría la sentencia y sufrió con
gozo una forma de tormento que le asemejaba a su Salvador y le llevaría a
reunirse con él.
Julián, que participó en el triunfo del santo, no era más que un catecúmeno. Los fieles le estimaban mucho por su carácter ejemplar y tan pronto supo de la ejecución de los 5 egipcios, acudió al lugar del martirio donde abrazó y besó los cadáveres. Los guardias lo tomaron prisionero al momento y lo llevaron ante el gobernador, quien al ver la firmeza de su fe, no perdió tiempo en interrogatorios y lo condenó a la hoguera. Julián dio gracias a Dios por el honor de morir por su causa y le ofreció su vida en sacrificio.
Julián, que participó en el triunfo del santo, no era más que un catecúmeno. Los fieles le estimaban mucho por su carácter ejemplar y tan pronto supo de la ejecución de los 5 egipcios, acudió al lugar del martirio donde abrazó y besó los cadáveres. Los guardias lo tomaron prisionero al momento y lo llevaron ante el gobernador, quien al ver la firmeza de su fe, no perdió tiempo en interrogatorios y lo condenó a la hoguera. Julián dio gracias a Dios por el honor de morir por su causa y le ofreció su vida en sacrificio.