Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
SÁBADO DE LA SEMANA XXXI
Del Común de la dedicación de una iglesia. I Vísperas del domingo XXXII
SÁBADO DE LA SEMANA XXXI
Del Común de la dedicación de una iglesia. I Vísperas del domingo XXXII
9 de noviembre
LA DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE SAN JUAN DE
LETRÁN. (FIESTA)
Según una tradición que arranca del siglo XII, se celebra el día
de hoy el aniversario de la dedicación de la basílica construida por el
emperador Constantino en el Laterano. Esta celebración fue primero una fiesta
de la ciudad de Roma; más tarde se extendió a toda la Iglesia de rito romano,
con el fin de honrar aquella basílica, que es llamada «madre y cabeza de todas
las iglesias de la Urbe y del Orbe», en señal de amor y de unidad para con la
cátedra de Pedro que, como escribió san Ignacio de Antioquía, «preside a todos
los congregados en la caridad.»
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Venid, adoremos a Cristo, que amó a la Iglesia y se entregó por ella.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: EL CIELO Y LA TIERRA.
El cielo y la tierra
celebren, aplaudan
a la Iglesia, esposa
sin arruga y mancha.
Descienda a nosotros
la ciudad sagrada,
en que todo es nuevo
y de rica gala.
En piedras preciosas
está cimentada,
y bien construida
en brillos de gracia.
Las piedras preciosas
que están a su entrada
muestran la hermosura
de esta casa santa.
Descienda a nosotros
esta santa casa,
que hizo el Rey eterno
para su morada. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi casa se llama casa de oración.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi casa se llama casa de oración.
Ant 2. Bendito eres, Señor, en el templo de tu santa gloria.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Bendito eres, Señor, en el templo de tu santa gloria.
Ant 3. Cantad al Señor en la asamblea de los fieles.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cantad al Señor en la asamblea de los fieles.
LECTURA BREVE Is 56, 7
Los traeré a mi monte santo, los alegraré en mi casa de oración; aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y sacrificios; porque mi casa es casa de oración y así la llamarán todos los pueblos.
RESPONSORIO BREVE
V. Grande es el Señor y muy digno de alabanza.
R. Grande es el Señor y muy digno de alabanza.
V. En la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo.
R. Muy digno de alabanza.
V. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Grande es el Señor y muy digno de alabanza.
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Venid, adoremos a Cristo, que amó a la Iglesia y se entregó por ella.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: EL CIELO Y LA TIERRA.
El cielo y la tierra
celebren, aplaudan
a la Iglesia, esposa
sin arruga y mancha.
Descienda a nosotros
la ciudad sagrada,
en que todo es nuevo
y de rica gala.
En piedras preciosas
está cimentada,
y bien construida
en brillos de gracia.
Las piedras preciosas
que están a su entrada
muestran la hermosura
de esta casa santa.
Descienda a nosotros
esta santa casa,
que hizo el Rey eterno
para su morada. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi casa se llama casa de oración.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi casa se llama casa de oración.
Ant 2. Bendito eres, Señor, en el templo de tu santa gloria.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Bendito eres, Señor, en el templo de tu santa gloria.
Ant 3. Cantad al Señor en la asamblea de los fieles.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cantad al Señor en la asamblea de los fieles.
LECTURA BREVE Is 56, 7
Los traeré a mi monte santo, los alegraré en mi casa de oración; aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y sacrificios; porque mi casa es casa de oración y así la llamarán todos los pueblos.
RESPONSORIO BREVE
V. Grande es el Señor y muy digno de alabanza.
R. Grande es el Señor y muy digno de alabanza.
V. En la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo.
R. Muy digno de alabanza.
V. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Grande es el Señor y muy digno de alabanza.
PRIMERA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Pedro 2, 1-17
COMO PIEDRAS VIVAS, ENTRÁIS EN LA CONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO DEL ESPÍRITU
Hermanos: Después de haberos despojado de toda maldad y de toda falsedad, de las hipocresías y envidias, y de toda clase de murmuración, apeteced, como niños recién nacidos, la leche pura espiritual. Con ella podréis crecer hasta alcanzar la salvación, si es que realmente habéis saboreado lo bueno que es el Señor.
Acercándoos al Señor, la piedra viva, rechazada por los hombres, pero escogida y apreciada por Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo. Por eso se lee en la Escritura: «Ved que pongo en Sión una piedra angular escogida y preciosa. y quien tenga fe en ella no será defraudado.»
Por consiguiente, a vosotros, que tenéis fe, os corresponde el honor; mas, para los que no tienen fe, «la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular, y ha venido a ser piedra de tropiezo y roca de escándalo», y tropiezan en ella porque no tienen fe en la palabra de Cristo, para la cual estaban destinados.
Vosotros, en cambio, sois «linaje escogido, sacerdocio regio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa». Vosotros, que en otro tiempo «no erais pueblo», sois ahora «pueblo de Dios»; vosotros, que estabais «excluidos de la misericordia», sois ahora «objeto de la misericordia de Dios».
Hermanos, os exhorto a que, como forasteros y peregrinos que sois, os abstengáis de las pasiones terrenas que hacen guerra al alma. Observad entre los gentiles una conducta ejemplar. Así, por aquello mismo en que os calumnian como a malhechores, darán gloria a Dios, cuando vean y consideren vuestras buenas obras, el día en que él venga a «visitarlos» con su gracia.
Sed sumisos a toda humana autoridad a causa del Señor: ya sea al soberano, en cuanto que tiene el mando; o bien a los gobernadores, como delegados suyos que son para castigar a los malhechores y para alabanza de los hombres de bien. Porque ésta es la voluntad de Dios: que, obrando el bien, hagáis callar a la ignorancia de los hombres insensatos. Portaos en esto como hombres libres, no como quienes se sirven de la libertad sólo para ocultar su maldad, sino como conviene a los que son siervos de Dios. Sed deferentes con todos, amad a vuestros hermanos, temed a Dios y honrad al soberano;
RESPONSORIO Cf. Ap 21, 19; Tb 13, 21
R. Las murallas de Jerusalén serán adornadas con piedras preciosas. * Y sus torres serán batidas con oro.
V. Las puertas de Jerusalén serán rehechas con zafiros y esmeraldas, y con piedras preciosas sus murallas.
R. Y sus torres serán batidas con oro.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Cesáreo de Arlés, obispo.
(Sermón 229, 1-3: CCL 104, 905-908)
TODOS, POR EL BAUTISMO, HEMOS SIDO HECHOS TEMPLOS DE DIOS.
Hoy, hermanos muy amados, celebramos con gozo y alegría, por la benignidad de Cristo, la dedicación de este templo; pero nosotros debemos ser el templo vivo y verdadero de Dios. Con razón, sin embargo, celebran los pueblos cristianos la solemnidad de la Iglesia madre, ya que son conscientes de que por ella han renacido espiritualmente. En efecto, nosotros, que por nuestro primer nacimiento fuimos objeto de la ira de Dios, por el segundo hemos llegado a ser objeto de su misericordia. El primer nacimiento fue para muerte; el segundo nos restituyó a la vida.
Todos nosotros, amadísimos, antes del bautismo fuimos lugar en donde habitaba el demonio; después del bautismo nos convertimos en templos de Cristo. Y, si pensamos con atención en lo que atañe a la salvación de nuestras almas, tomamos conciencia de nuestra condición de templos verdaderos y vivos de Dios. Dios habita no sólo en templos levantados por los hombres ni en casas hechas de piedra y de madera, sino principalmente en el alma hecha a imagen de Dios y construida por él mismo, que es su arquitecto. Por esto dice el apóstol Pablo: El templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros.
Y, ya que Cristo, con su venida, arrojó de nuestros corazones al demonio para prepararse un templo en nosotros, esforcémonos al máximo, con su ayuda, para que Cristo no sea deshonrado en nosotros por nuestras malas obras. Porque todo el que obra mal deshonra a Cristo. Como antes he dicho, antes de que Cristo nos redimiera éramos casa del demonio; después hemos llegado a ser casa de Dios, ya que Dios se ha dignado hacer de nosotros una casa para sí.
Por esto, nosotros, carísimos, si queremos celebrar con alegría la dedicación del templo, no debemos destruir en nosotros, con nuestras malas obras, el templo vivo de Dios. Lo diré de una manera inteligible para todos: debemos disponer nuestras almas del mismo modo como deseamos encontrar dispuesta la iglesia cuando venimos a ella.
¿Deseas encontrar limpia la basílica? Pues no ensucies tu alma con el pecado. Si deseas que la basílica esté bien iluminada, Dios desea también que tu alma no esté en tinieblas, sino que sea verdad lo que dice el Señor: que brille en nosotros la luz de las buenas obras y sea glorificado aquel que está en los cielos. Del mismo modo que tú entras en esta iglesia, así quiere Dios entrar en tu alma, como tiene prometido: Habitaré en medio de ellos y andaré entre ellos.
RESPONSORIO Cf. Ez 47, 1. 9
R. Vi que debajo del umbral del templo salía agua, la cual se deslizaba hacia el lado derecho, aleluya; y todos aquellos a quienes llegó esta agua * tuvieron vida abundante y cantaban: «Aleluya, aleluya.»
V. En la dedicación del templo el pueblo entonaba alabanzas, y resonaba en su boca un bello canto.
R. Tuvieron vida abundante y cantaban: «Aleluya, aleluya.»
De la primera carta del apóstol san Pedro 2, 1-17
COMO PIEDRAS VIVAS, ENTRÁIS EN LA CONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO DEL ESPÍRITU
Hermanos: Después de haberos despojado de toda maldad y de toda falsedad, de las hipocresías y envidias, y de toda clase de murmuración, apeteced, como niños recién nacidos, la leche pura espiritual. Con ella podréis crecer hasta alcanzar la salvación, si es que realmente habéis saboreado lo bueno que es el Señor.
Acercándoos al Señor, la piedra viva, rechazada por los hombres, pero escogida y apreciada por Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo. Por eso se lee en la Escritura: «Ved que pongo en Sión una piedra angular escogida y preciosa. y quien tenga fe en ella no será defraudado.»
Por consiguiente, a vosotros, que tenéis fe, os corresponde el honor; mas, para los que no tienen fe, «la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular, y ha venido a ser piedra de tropiezo y roca de escándalo», y tropiezan en ella porque no tienen fe en la palabra de Cristo, para la cual estaban destinados.
Vosotros, en cambio, sois «linaje escogido, sacerdocio regio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa». Vosotros, que en otro tiempo «no erais pueblo», sois ahora «pueblo de Dios»; vosotros, que estabais «excluidos de la misericordia», sois ahora «objeto de la misericordia de Dios».
Hermanos, os exhorto a que, como forasteros y peregrinos que sois, os abstengáis de las pasiones terrenas que hacen guerra al alma. Observad entre los gentiles una conducta ejemplar. Así, por aquello mismo en que os calumnian como a malhechores, darán gloria a Dios, cuando vean y consideren vuestras buenas obras, el día en que él venga a «visitarlos» con su gracia.
Sed sumisos a toda humana autoridad a causa del Señor: ya sea al soberano, en cuanto que tiene el mando; o bien a los gobernadores, como delegados suyos que son para castigar a los malhechores y para alabanza de los hombres de bien. Porque ésta es la voluntad de Dios: que, obrando el bien, hagáis callar a la ignorancia de los hombres insensatos. Portaos en esto como hombres libres, no como quienes se sirven de la libertad sólo para ocultar su maldad, sino como conviene a los que son siervos de Dios. Sed deferentes con todos, amad a vuestros hermanos, temed a Dios y honrad al soberano;
RESPONSORIO Cf. Ap 21, 19; Tb 13, 21
R. Las murallas de Jerusalén serán adornadas con piedras preciosas. * Y sus torres serán batidas con oro.
V. Las puertas de Jerusalén serán rehechas con zafiros y esmeraldas, y con piedras preciosas sus murallas.
R. Y sus torres serán batidas con oro.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Cesáreo de Arlés, obispo.
(Sermón 229, 1-3: CCL 104, 905-908)
TODOS, POR EL BAUTISMO, HEMOS SIDO HECHOS TEMPLOS DE DIOS.
Hoy, hermanos muy amados, celebramos con gozo y alegría, por la benignidad de Cristo, la dedicación de este templo; pero nosotros debemos ser el templo vivo y verdadero de Dios. Con razón, sin embargo, celebran los pueblos cristianos la solemnidad de la Iglesia madre, ya que son conscientes de que por ella han renacido espiritualmente. En efecto, nosotros, que por nuestro primer nacimiento fuimos objeto de la ira de Dios, por el segundo hemos llegado a ser objeto de su misericordia. El primer nacimiento fue para muerte; el segundo nos restituyó a la vida.
Todos nosotros, amadísimos, antes del bautismo fuimos lugar en donde habitaba el demonio; después del bautismo nos convertimos en templos de Cristo. Y, si pensamos con atención en lo que atañe a la salvación de nuestras almas, tomamos conciencia de nuestra condición de templos verdaderos y vivos de Dios. Dios habita no sólo en templos levantados por los hombres ni en casas hechas de piedra y de madera, sino principalmente en el alma hecha a imagen de Dios y construida por él mismo, que es su arquitecto. Por esto dice el apóstol Pablo: El templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros.
Y, ya que Cristo, con su venida, arrojó de nuestros corazones al demonio para prepararse un templo en nosotros, esforcémonos al máximo, con su ayuda, para que Cristo no sea deshonrado en nosotros por nuestras malas obras. Porque todo el que obra mal deshonra a Cristo. Como antes he dicho, antes de que Cristo nos redimiera éramos casa del demonio; después hemos llegado a ser casa de Dios, ya que Dios se ha dignado hacer de nosotros una casa para sí.
Por esto, nosotros, carísimos, si queremos celebrar con alegría la dedicación del templo, no debemos destruir en nosotros, con nuestras malas obras, el templo vivo de Dios. Lo diré de una manera inteligible para todos: debemos disponer nuestras almas del mismo modo como deseamos encontrar dispuesta la iglesia cuando venimos a ella.
¿Deseas encontrar limpia la basílica? Pues no ensucies tu alma con el pecado. Si deseas que la basílica esté bien iluminada, Dios desea también que tu alma no esté en tinieblas, sino que sea verdad lo que dice el Señor: que brille en nosotros la luz de las buenas obras y sea glorificado aquel que está en los cielos. Del mismo modo que tú entras en esta iglesia, así quiere Dios entrar en tu alma, como tiene prometido: Habitaré en medio de ellos y andaré entre ellos.
RESPONSORIO Cf. Ez 47, 1. 9
R. Vi que debajo del umbral del templo salía agua, la cual se deslizaba hacia el lado derecho, aleluya; y todos aquellos a quienes llegó esta agua * tuvieron vida abundante y cantaban: «Aleluya, aleluya.»
V. En la dedicación del templo el pueblo entonaba alabanzas, y resonaba en su boca un bello canto.
R. Tuvieron vida abundante y cantaban: «Aleluya, aleluya.»
Sábado, 9
de noviembre de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (2,13-22):
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: « ¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Palabra del Señor
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: « ¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él bajó en seguida, y lo recibió muy contento. «Hoy Dios ha dado la salvación a esta casa.» Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él bajó en seguida, y lo recibió muy contento. «Hoy Dios ha dado la salvación a esta casa.» Aleluya.
PRECES
Como piedras vivas, edificadas sobre Cristo, la piedra escogida, oremos al Padre todopoderoso por su Iglesia amada, y confesemos nuestra fe en ella diciendo:
Ésta es la casa de Dios y la puerta del cielo.
Padre del cielo, tú que eres el labrador de la vid, guarda, purifica y acrecienta tu viña,
haciendo que sus sarmientos llenen toda la tierra.
Pastor eterno, protege y acrecienta tu rebaño,
y haz que todas las ovejas se reúnan en un solo redil bajo el cayado del único pastor, Jesucristo, tu Hijo.
Sembrador todopoderoso, siembra la Palabra en tu campo,
y haz que dé frutos del ciento por uno para la vida eterna.
Arquitecto prudente, santifica tu familia, que es la Iglesia,
y haz que aparezca ante el mundo como ciudad celestial, esposa sin tacha y Jerusalén del cielo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Terminemos nuestra oración con las palabras que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, tú que con piedras vivas y elegidas edificas el templo eterno de tu gloria: acrecienta los dones que el Espíritu ha dado a la Iglesia para que tu pueblo fiel, creciendo como cuerpo de Cristo, llegue a ser la nueva y definitiva Jerusalén. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Este santo llegó a ser el discípulo más querido de San Patricio y
además llegó también a sucederlo. Se distinguió por su bondad y buen carácter,
y por su habilidad en el canto; por eso el pueblo le llamaba "el salmista
de Patricio". A él se le atribuye la evangelización de Clare y Kerry, de
donde pasó más tarde a Connaught. Se cuenta también que San Patricio fundó una
iglesia en Drumlease, en la diócesis de Kilmore, cuyo cuidado confió a San
Benigno, quien la gobernó durante veinte años. Los dos santos compusieron
juntos el código de leyes con el nombre de "Senchus Mor". San Benigno
se convirtió a la muerte de San Patricio en el principal obispo de Irlanda.
Murió y fue sepultado en Feringmere. En 1901 sus reliquias fueron
trasladadas a la abadía de Glastonbury